Tuesday, October 20, 2009
Aniversario 50 del Premio Literario Casas de las Américas
Palabras leídas al inaugurarse las labores del jurado del Premio Literario Casa de las Américas de ese año.
Roberto Fernández Retamar
Fuente: Cubarte
«[Ella] no recorre más, con sus pasos de pájaro alegre, los caminos que ayudó a construir con la llama de sus ojos y el fuego de su sueño. Alma de esta Casa, bandera de su pueblo, su vida y su obra perduran, y permanece intacta su luminosa esperanza. Quiero que mis primeras palabras sean para ella, para mi amiga Haydee Santamaría.»
Así inició el compañero Thiago de Mello el discurso con que dejó inauguradas las tareas del Premio Literario Casa de las Américas en 1985. No encuentro mejor manera de comenzar esta intervención que citar y hacer nuestras esas líneas, tan emocionantes como justas, del fraterno poeta amazónico.
La Casa de Haydee cumple este año el primer medio siglo de existencia, y estamos en el deber de rendir cuentas a su memoria sobre cómo ha seguido viviendo, más allá de su desaparición física, la Casa de las Américas. Creo que podemos decir, sin asomo de jactancia, que las lecciones de Haydee no cayeron en el vacío. Una de las últimas creaciones suyas aquí fue el Centro de Estudios del Caribe, que celebra ahora, de varios modos, su trigésimo aniversario. En esa dirección se organizaron más tarde el Archivo Memoria de la Casa y el Programa de Estudios de la Mujer. Y hace poco fue anunciado que contaremos en lo adelante con el Programa de Estudios sobre los Latinos en los Estados Unidos.
En otros órdenes, se ha enriquecido el Premio Literario, que nos convoca este día, con los Premios Honoríficos José Lezama Lima, José María Arguedas y Ezequiel Martínez Estrada; se han retomado, en la estela del inolvidable Manuel Galich –quien da nombre a una de las salas de la Casa–, las tareas de la escena con hechos como la temporada Mayo Teatral; se conservan activas, y con frecuencia renovadas, las labores editoriales –en libros, revistas y discos– y las que se acometen en torno a la literatura, la música y las artes plásticas: ejemplificadas estas últimas por dos nuevas galerías de arte, una con el nombre de la propia Haydee, y otra con el de Mariano –el gran pintor que sucedió a Haydee al frente de la institución–, para no insistir en que en el edificio principal de la Casa, donde nos encontramos, sigue existiendo la Galería Latinoamericana –que dentro de unos días acogerá una muestra de Matilde Pérez y luego, a lo largo del año, de otros artistas cinéticos–, y se ofrecen exposiciones como la presente.
De la abstracción…al arte cinético; realizamos dos Encuentros de Intelectuales por la Soberanía de los Pueblos de Nuestra América; nos valemos de nuevas tecnologías; se está ampliando en espacio y funciones nuestra Biblioteca; en los momentos más duros del duro período especial en tiempo de paz hicimos nacer la Red Casa de las Américas y luego cursos, que han permitido a la Casa ampliar su radio de acción y mantenerse con sobria dignidad; y menciono por último, sin que ello implique jeraquizacíón alguna, que no solo hemos conservado antiguas relaciones, sino que las hemos incrementado con gente nueva, que con frecuencia no había nacido aún cuando la Casa se fundó, lo que es válido también en lo que toca a los actuales trabajadores de la Casa de las Américas. Un ejemplo claro de ello lo encarna el compañero que desde hace tiempo dirige con acierto el área de la Casa encargada de organizar las tareas de este Premio: el Centro de Investigaciones Literarias, fundado más de cuatro décadas atrás, cuando dicho compañero no tenía todavía cinco años, por el queridísimo Mario Benedetti. Y otro ejemplo es que proyectamos realizar el próximo diciembre el II Encuentro de Jóvenes Artistas y Escritores de la América Latina y el Caribe, el cual se llamará Casa tomada, en alusión obvia a la Casa, tomada como debe ser por jóvenes, y al cuento homónimo del entrañable Julio Cortázar. Es decir, que le hemos sido fieles a Haydee del único modo que la complacería: creciendo.
En la Casa, la guerrillera que nunca dejó de ser Haydee se volvió también, para decirlo en términos de Gramsci, una organizadora privilegiada de la cultura, y era una fiesta verla entrar, como una ráfaga de luz, en reuniones que ella hacía hondas e inacabables; y asisitir a sus diálogos con pintores como Matta u Obregón, músicos como Luigi Nono, Víctor Jara o los muchachos tan comprendidos y defendidos por ella que crearían en Cuba el Movimiento de la Nueva Trova, teatristas como Atahualpa del Cioppo o Enrique Buenaventura, escritores, investigadores y animadores culturales como Camila Henríquez Ureña, Arnaldo Orfila, Benjamín Carrión, C. L. R. James, María Rosa Oliver, Alejo Carpentier, Luis Cardoza y Aragón, Juan Bosch, Jorge Zalamea, Efraín Huerta, Darcy Ribeiro, Ángel Rama, Aquiles Nazoa, Gerard Pierre-Charles, Rodolfo Walsh, José Agustín Goytisolo o Roque Dalton: criaturas complejas, pero no más que ella. Y el proverbio griego asegura que solo el fuego conoce al fuego.
A quienes tuvimos el privilegio de trabajar junto a ella nos dijo muchas veces que debíamos aprender a andar sin muletas. Quizá entonces no entendimos, o no queríamos entender, que nos preparaba para que supiéramos sobrevivir sin su deslumbrante presencia. Cuando, dolorosamente, dejamos de contar con esa presencia insustituible, nos quedó el ejemplo de su lealtad a lo mejor de la Revolución Cubana, su amor encendido por nuestra América y los pobres de la tierra, su estilo de trabajo, su aliento, su audacia, su sensibilidad, su espíritu transgresor.
Sin embargo, por grande que sea –que es– nuestro amor por Haydee, sabemos bien que ella no nos pertenece solo a nosotros. En 1959, al echar las bases de la Casa de las Américas, ya era una leyenda viva de Cuba: había estado junto a Fidel y Raúl en el Moncada y en la Sierra Maestra; junto a Frank y Vilma en el alzamiento de Santiago de Cuba que preludió la llegada del Granma; había llevado a cabo peligrosísimas misiones clandestinas.
Y tampoco pertenece solo a Cuba: si fundó y condujo la Casa de las Américas, también presidió, a mediados de 1967, la Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS). Por cierto que quienes asistimos a dicha Conferencia no podremos olvidar que al descorrerse el telón para el acto inaugural, se mostraba una gran imagen del Libertador Simón Bolívar; y cuando el telón se abrió para el acto de clausura, la gran imagen que se mostraba era la del Che, el cual peleaba entonces al frente del que se propuso ser un ejército bolivariano del siglo XX.
La Casa de las Américas, con su formidable equipo de trabajadores manuales e intelectuales, equipo orientado directa o indirectamente por Haydee, puede cumplir cincuenta años porque los ha cumplido la Revolución martiana y fidelista que creó la Casa apenas cuatro meses después del triunfo. Y el balance de esa Revolución está hoy a la vista de todos: lo está haciendo, en actos fundadores, la América Latina y el Caribe que vive un momento excepcional de su historia. Con cuánto orgullo Haydee hubiera contemplado esta América nuestra que reclama la presencia de Cuba y donde ha vuelto a ponerse de manifiesto el valor de tantos luchadores políticos y sociales, y también el de incontables escritores y artistas cuyas obras ella contribuyó a difundir con generosidad y espíritu abierto.
Esta, Haydee, ha empezado a ser la nueva América con la que soñaste y por la que combatiste con denuedo y amor, la de la segunda y definitiva independencia reclamada desde el siglo XIX por visionarios como Bilbao y Martí. Tus luchas y tus sacrificios no fueron en vano, y aún nos esperan capítulos imprescindibles. En ellos tu leyenda volverá a relampaguear, como lo hace y lo hará en las múltiples faenas emprendidas por tu Casa de las Américas. Glosando la carta de despedida que el Che hizo llegar a Fidel cuando salió a pelear en «otras tierras del mundo», y la que le escribiste al Che tras su asesinato, te decimos con el corazón: «Hasta la victoria siempre, Haydee querida».
Febrero de 2009
Monday, October 19, 2009
El peligro del zambullidor del Titicaca/MEDIO AMBIENTE
Mirna Echave Mallea
Esta ave que habita en el lago sagrado que incumbe a Bolivia y Perú está en franca desaparición a causa de la falta de comida, su caza accidental por las redes pesqueras y la constante degradación de su hábitat. No hay planes para salvarla
El zambullidor del lago Titicaca halla la muerte mientras busca comida. Se sumerge en las frías aguas donde sus desarrolladas patas lo impulsan hasta atrapar sus bocados preferidos: ispis y karachis. Pero, en medio de ese singular baile acuático, cae en las trampas de los pescadores. Las redes no le permiten volver a la superficie y perece ahogado.
Así se merma cada vez más la escasa población de estas aves que son endémicas, o sea, propias de este reservorio hídrico binacional, así como en el lago orureño Poopó y la cuenca del río Desaguadero que fluye por los territorios peruanos y bolivianos.
Desde cierta distancia aún se las puede ver pasear sobre la inmensa masa líquida del Titicaca, a 3.810 metros sobre el nivel del mar, cerca de la vegetación dibujada por los totorales. En su cabeza oscura parecen tener mechones despeinados y las plumas que rodean sus ojos se asemejan a largas pestañas que resaltan sobre sus mejillas de color claro. Se las nota elegantes, pero frágiles. Es que su subsistencia está amenazada.
En 2003, este palmípedo fue catalogado como una especie “vulnerable” en Bolivia, pero el año pasado ingresó en la lista de especies “en peligro” de extinción, a un paso de estar “críticamente amenazada”. El nuevo Libro rojo de los vertebrados de Bolivia, que será publicado por el Viceministerio de Medio Ambiente, Biodiversidad y Cambios Climáticos, confirma este riesgo. Para ello influyen la escasez de alimentos, la contaminación, la caza, el chaqueo y la sobrepesca que acosan al lago sagrado, lo cual igualmente afecta a la rana gigante y a unas diez especies de peces.
Una vida desconocida
Los ribereños del Titicaca han prestado poca importancia a la compañía milenaria del zambullidor, cuyo nombre científico es Rollandia microptera. Lo han visto navegar apacible cerca de las orillas y totoras, y de cuando en cuando elevar su grito sin igual: ¡keñus, keñus!, por lo que en el lado boliviano lo llaman keñola, keñuchi o keñocaya. En el Perú, lo conocen como romi, sin haberse determinado hasta ahora el origen del denominativo.
La gente habla de éste como si fuera un pato más del depósito hídrico más alto del mundo, cuando en realidad se trata de un zambullidor, un ave acuática capaz de nadar bajo el agua y que en las épocas húmedas del año, entre noviembre y diciembre, es vista con mayor frecuencia que en otras. Por esta razón, explica el biólogo Hugo Araníbar Rojas, quien realiza un estudio sobre este animal para la institución internacional Armonía Birdlife, se considera que el registro de su población todavía es “relativo”.
Por ejemplo, en 2003 se estimó que existían aproximadamente 1.198 ejemplares en el Titicaca. Dos años después se contaron solamente 686 y entre 2007 y 2008 un nuevo cálculo afirmó que había entre 577 y 1.100 individuos en ese lugar. Estos censos fueron realizados en tiempos húmedos y secos, por lo que es probable que no fueran precisos.
Otro relevamiento hecho entre 2006 y 2007 por la bióloga Claudia Flores Prado, becaria de la Fundación Puma, a través de métodos más específicos para la ornitología (parte de la zoología que estudia a las aves), dictó que existían unos 702 zambullidores en el Titicaca y 60 en el lago Poopó. Aparte, contó 12 ejemplares en un sector del río orureño Laka Jahuira, cuando allí se calculó la presencia de 1.100 individuos en 2004.
Históricamente, la primera descripción hallada sobre este animal en suelo boliviano data de 1845. Las décadas posteriores se investigó muy poco sobre él y recién desde mediados de los años 90 se intensificaron los estudios; no obstante, aún en la actualidad se desconocen muchos de sus hábitos. Para Flores, el zambullidor pudo haber llegado volando a la cuenca del Titicaca y posteriormente, a través de un proceso evolutivo, se adaptó a las condiciones climáticas y acuáticas.
En su vida altiplánica, el único depredador que no le ha dado respiro es el hombre. Un grupo que lo asedia desde su asentamiento en el lago sagrado son los urus, indígenas originarios binacionales, sobre todo los que habitan en islas de totora de la parte peruana, quienes antiguamente lo cazaban con frecuencia para su alimentación. Hoy esta costumbre ha sido dejada de lado lentamente porque estas aves poseen poca carne, salvo en sus piernas, y aparte, aseguran los campesinos, no tienen buen sabor.
No obstante, ahora también son atrapadas para otros fines. Por ejemplo, en 2006, Flores encontró zambullidores disecados que eran ofrecidos en aldeas de esta etnia en el Perú. Eso no es todo, sus huevos son recolectados, aunque en niveles bajos, para el consumo humano, o para destinarlos al diseño de manualidades ornamentales o incluso por equivocación, porque la gente los confunde con los de pato u otros palmípedos.
Araníbar sostiene, empero, que la “caza accidental” desplegada por las redes de los pescadores es hoy la mayor amenaza de este ejemplar del Titicaca. No se conoce cuántos keñolas mueren cada mes en estas trampas. No obstante, él pudo levantar una cifra preliminar cuando junto con otros investigadores del ramo recorrió villorios circunlacustres pesqueros de las dos naciones: mensualmente “más o menos caen de uno a siete individuos en algunas localidades”.
A la par, a través de encuestas complementarias se comprobó que hay sitios donde esta cifra aumenta hasta 13 por aldea. Y en la ciudad peruana de Puno, el Proyecto Especial Binacional Lago Titicaca establece que en las mallas pesqueras perecen en promedio dos de estos palmípedos por día.
Para que no haya información certera al respecto en Bolivia, Flores alega la existencia de comunarios que no cooperan con los investigadores y se niegan a admitir que su actividad provoca indirectamente la muerte de estas aves, sea por el temor de ser sancionados o que por esto se les prohíba sus incursiones en el lago. Aparte, a pesar de que los datos anteriores deben ser objeto de validación, Araníbar se anima a sentenciar algo: “Haciendo números, diría que en uno o dos años esta especie tendría que desaparecer”.
Ambos estudiosos pudieron observar en sus trabajos de campo, cuerpos inertes de estos palmípedos tirados por los totorales. Es que los pescadores los destraban de sus redes y desechan los cadáveres que para ellos no tienen el mismo valor alimenticio de la choka (negro en aymara), ave de la región. Y también se sospecha que hay sitios en los que los asesinan por considerarlos dañinos, ya que en su lucha por liberarse de las mallas, hay zambullidores adultos que logran romperlas, generando pérdidas a los pescadores.
Pero pocos de estos animales tienen esa suerte de recobrar su libertad. Más aún, su riesgo de caer en estos tejidos se incrementa con el pasar de los años. Por ejemplo, hace un par de décadas los pescadores extendían sus trampas en el Titicaca sólo por las horas que les garantizaran mercancía suficiente para el sustento propio y una buena venta; en cambio ahora, las redes están dispersas por el lago durante todo el día, algo recurrente porque la población de peces igual se ha disminuido por la sobrepesca y la contaminación.
Como se dijo, los ribereños no brindan atención a estas aves, casi las ignoran y desconocen el peligro al que están expuestas. Los únicos que sí les han prestado un poco de importancia son los efectivos navales acantonados en las costas del lago sagrado, que las llaman cariñosamente “buceadores”, por esa singular y hasta envidiable habilidad para descender en estas misteriosas aguas, y han prohibido la caza y la pesca en sus territorios para evitar el exterminio de ellas.
Una decena de peces en riesgo
No es desconocido que, tras la introducción de algunas especies de peces depredadores en el Titicaca, el número de ejemplares nativos de este cuerpo de agua disminuyó al punto de igual estar considerados “en peligro” de extinción.
El ingeniero Esteban Aragón Figueroa, consultor pesquero de la Autoridad Binacional Autónoma del Lago Titicaca —del Sistema que incluye al Titicaca, el río Desaguadero, el lago Poopó y el Salar de Coipasa—, explica que de las 24 especies de peces que fueron registradas en el lugar, hoy sólo se mantienen diez y se ignora si el resto ha desaparecido.
Recuerda que la expedición más famosa para realizar este levantamiento de datos fue implementada en 1939 por el estadounidense Percy Sleiden, quien se llevó muestras de estas dos docenas de especies, las que todavía se conservan en el Museo de Historia Natural de su país. La incursión más reciente se organizó en 1984, bajo el mando de Line Parenti, quien comprobó que varias de éstas ya no pueden ser halladas.
Hoy, son los pescadores y ribereños del lago los que confirman cada día que es más difícil hallar peces nativos, por lo que hay casos en que han accedido al apoyo de planes de cuidado y repoblado de estos ejemplares.
La nómina de los diez peces en riesgo está liderada por los de la familia Orestias: la boga (Orestias pentlandii), el karachi amarillo (Orestias luteus), el karachi negro (Orestias agassii), el ispi (Orestias ispi), el Orestias albus, el Orestias mulleri, el Orestias puni y el Orestias imarpe, más el suchi (Trichomicterus rigulatus) y el mauri (Trichomicterus dispar).
La historia revela que la trucha arco iris (Oncorybchus mykkis) y el pejerrey argentino (Basislichthys bonariensis) fueron introducidos artificialmente en el Titicaca desde la década de los años 40, los que al ser de naturaleza depredadora, es decir, de tendencia a alimentarse de las especies más pequeñas, crearon un desbalance en la fauna acuática.
Aragón relata que en los años 60 se pescaron truchas de 1,2 metros de largo y de 21 kilos en este depósito hídrico. “Para llegar a esos tamaños han tenido que devorar una gran cantidad de peces y especialmente nativos que no estaban preparados para defenderse, ya que no tuvieron enemigos naturales en la cuenca del Titicaca”.
Aparte, si se comparan los especímenes “introducidos” con los “nativos” en cuanto a su nivel de reproducción, afirma Aragón, se nota que estos últimos tienen de 1.000 a 1.200 huevos por cada kilo de hembra según su edad; en cambio las truchas llegan a 3.000 huevos y los pejerreyes hasta 36.000 huevos por kilo de hembra. Cifras que también influyen en la lenta desaparición de los primeros.
El auge de la pesca en el Titicaca impulsó la creación de hasta cinco fábricas de enlatados en su entorno. Algunas exportaban más de 450 toneladas anuales de su producto a Europa y Estados Unidos. De esta manera, y por la ausencia de normas en el ramo, la cantidad de especies acuáticas se redujo en forma alarmante, lo que repercutió en la dieta de los zambullidores, que tuvieron que intensificar la búsqueda de Orestias para su sobrevivencia.
Esta actividad también provocó la caída drástica de las poblaciones de truchas y pejerreyes. Y en el lado peruano pasa lo mismo, según el director del Proyecto Especial Binacional Lago Titicaca, Alberto Lescano Rivero, lo cual ha desembocado en que el umanto (Orestias cuvieri) fuera declarado extinto en 1989 por el Ministerio de Pesquería de ese país y la boga se halle en “peligro crítico”.
Para paliar esta situación, la Autoridad Binacional Autónoma del Lago Titicaca ha instalado centros de crianza de peces endémicos en el mismo lago y en el sector de Incachaca, en La Paz. Hay iniciativas similares en Perú encabezadas por el Proyecto Especial Binacional. Sin embargo, Aragón pronostica que, por el tamaño del lago sagrado, se requerirán muchos años y laboratorios para repoblarlo de sus especímenes nativos.
Asimismo, la Autoridad Binacional Autónoma diseña un reglamento basado en toda la normativa pesquera boliviana, que se halla dispersa en leyes y decretos ya promulgados, para impulsar políticas de conservación y protección de la flora y fauna del Titicaca. Aragón acepta que varios de estos cuerpos legales son obsoletos o contrapuestos, empero, serán consensuados con las organizaciones involucradas con el asunto para dibujar un proyecto único.
La misión es establecer competencias gubernamentales y municipales que puedan aplicarse en el lago Poopó y en el río Desaguadero y, entre otras cosas, determinar el grosor de las redes de pesca para permitir la vida de los peces jóvenes, identificar los ejemplares que pueden ser comercializados y los que están protegidos por el Estado, además de sus tamaños, así como establecer los métodos de pesca permitidos y prohibidos.
Totora y misterios
La subsistencia del zambullidor está ligada a la existencia de las plantas de totora, conocidas popularmente como llachares. Araníbar explica que esta ave usa las algas que crecen en torno a esas plantas acuáticas y en ellas arma su nido, de unos 40 centímetros de diámetro, donde pone, probablemente, dos huevos, ya que todavía no se ha verificado si es mayor o menor su capacidad de reproducción. Pero Flores añade que en alguna ocasión le comentaron que este palmípedo puede incubar hasta tres huevos.
Las totoras, a la par, sirven a los campesinos para elaborar sus tradicionales barcazas y como forraje de ganado, por ello son cortadas en grandes cantidades. Flores agrega que hay aldeas circunlacustres peruanas donde es frecuente que los cazadores les prendan fuego para que patos y zambullidores escapen y así puedan atraparlos. “Es como si un volcán saliera del lago”. En Bolivia se ha descubierto una práctica similar, una especie de chaqueo para que las totoras vuelvan a crecer. Todo esto, lógicamente, atenta contra la normal procreación de este animal.
El comandante del Buque Multipropósito y del Astillero Naval de Guaqui, capitán de corbeta Adalid Alfaro Palma, cuenta, por ejemplo, que esa comunidad altiplánica no está librada del chaqueo de totorales, lo cual atenta contra el medio ambiente. Ello está vedado porque la ribera donde se halla acantonado es considerada área protegida por la Naval. En el sitio se limpian a diario las orillas de las algas que llegan arrastradas por el agua y se ha prohibido la cacería de aves, entre ellas los zambullidores.
Araníbar añade que en este tipo de quemas se destruyen huevos de estos palmípedos, que también resultan obligados a emigrar a un nuevo hogar; aparte de que el fuego y el humo pueden causar la asfixia y muerte de individuos de esta especie. Y hay más. Este investigador explica que la eliminación de las totoras repercute en la expansión de la contaminación en el Titicaca, ya que se comprobó que estas plantas absorben los minerales sólidos que arriban con las aguas servidas de los centros urbanos.
Sin embargo, según Araníbar, hay que tomar en cuenta que por efectos naturales hay épocas del año en que es normal que no existan totoras. “Es un ciclo. Muchos dicen que los totorales están en pérdida, yo tomo en cuenta que sí hay un uso (por parte de la gente), pero por variaciones estacionales no se puede decir estrictamente que hoy están desapareciendo”. No se puede decir lo mismo del zambullidor, que por las causas esgrimidas está encaminado a la extinción.
Científicos de Perú y Bolivia todavía no han logrado desentrañar varias incógnitas que rodean la existencia de esta ave. Las aguas del lago sagrado son uno de los obstáculos para ello, ya que son difíciles de explorar por el frío y la oscuridad que se cierra a pocos metros de la superficie. Otra traba son los ribereños del Titicaca, que a veces no permiten la incursión de biólogos, ornitólogos e investigadores a sus pueblos.
A esto se suman la inmensidad del reservorio hídrico binacional, la inaccesibilidad hacia algunos sitios por la falta de caminos, el panorama tupido de los totorales, la timidez de los zambullidores y la poca cantidad de científicos dedicados al estudio de éstos. Eso sí, lo que las averiguaciones han consensuado es que, de adulto, este palmípedo alcanza hasta 40 centímetros de largo.
Su cuerpo asumió una forma dinámica y delgada para permitir que nade sumergido. Sus patas se han desarrollado para este mismo fin y, según Flores, son más palmeadas, pero no pueden caminar. Como contraparte, los músculos de sus miembros superiores se han atrofiado y han perdido la capacidad de volar con el paso del tiempo. Las pocas veces que se los vio intentar agitarlas pareció ser parte de un rito de cortejo, algo que igualmente no fue plenamente confirmado.
Los individuos mayores se diferencian porque portan una franja marrón muy marcada en la zona inicial del cuello; los jóvenes de hasta dos años también tienen esta coloración, pero más clara, y los de hasta un año lucen un pescuezo totalmente blanco. Los polluelos recién salidos del cascarón son de un color casi cenizo, con franjas suaves entre marrones y grises; durante un tiempo son llevados en la espalda de sus padres, bajan un momento a las aguas y practican unos pataleos, siempre vigilados. Y no resulta posible distinguir a los machos de las hembras, ya que sus características externas son similares.
Los zambullidores, normalmente, prefieren mantenerse alejados de los seres humanos y en cuanto sienten una presencia extraña simplemente se sumergen y, de acuerdo con los datos proveídos por Flores, pueden volver a emerger a distancias mayores de los 30 metros. Aparte, aunque nidifican todo el año, existen dos épocas en las que su reproducción es mayor: entre julio y agosto y, con más intensidad, entre noviembre y diciembre.
No se sabe a ciencia cierta si recurren a la migración, o si en algunas temporadas realizan viajes verticales del Titicaca hacia el Poopó para no volver, o si esta movilización es horizontal, es decir de ida y vuelta, dentro y fuera del lago sagrado. Esta teoría tiene que ver con la existencia de estas aves en el Poopó, que, se cree, llegaron a través del río Desaguadero.
Las zonas bolivianas del Titicaca donde se ha encontrado a estos palmípedos superan la docena (ver mapa de este reportaje). Las peruanas, señala el Proyecto Especial Binacional Lago Titicaca, son Charcas, Socca, Sicata Pampa, Santa Rosa de Yanaque, Cachi Pucara, San Pedro de Huayllata, Ccajje, Chucasuyo, Chuchito Barco, Ccota, Península de Chuchito, Uros, Huata Coata, Huancané, Moho, Península de Capachica y Chimu.
Araníbar complementa que es probable que este animal emigre por diferentes áreas del lago por épocas. Algo interesante es que en temporadas húmedas se han visto congregados hasta 300 individuos en un mismo sitio, tal vez por los movimientos estacionales. Y hubo gente que vive cerca del Titicaca que le informó que esto se puede explicar a que se mueven y reúnen en relación con la ubicación de los bancos de ispis.
Aunque nunca se hallaron nidos fuera de los totorales, no se puede descartar que sean capaces de anidar en otros espacios. Por otra parte, expone Araníbar, la bibliografía del tema establece que son capaces de zambullirse hasta ocho metros de profundidad. Mientras Flores afirma, basado en las observaciones, que más bien llegan hasta los 20 metros por debajo de la superficie del lago. Ella añade que se ha confirmado que algunos pueden permanecer bajo el agua entre 10 y 15 minutos. Y un misterio más por descubrir es la velocidad que pueden alcanzar en las profundidades, cálculo complicado.
Más Amenazas en el horizonte
La existencia de este animal tiene más obstáculos en su duro camino. En ello tiene que ver, por ejemplo, que en sectores del Desaguadero se han construido desvíos para mejorar el riego en algunas zonas de Oruro. Es más, Flores indica que la Alcaldía de esta ciudad ha presentado un proyecto para una recanalización total de este cauce, lo que mejoraría la producción local.
Estas intenciones podrían comprometer la conexión que existe entre las subpoblaciones de zambullidores de los lagos Titicaca y Poopó. Y en criterio de Araníbar y Flores, otro factor que puede incrementar el proceso de extinción de la especie en estos reservorios son las actividades mineras en Bella Vista y Kori Kollo, ya que allí se generan focos de polución de aguas con restos orgánicos e inorgánicos vertidos en gran cantidad y que llegan a estas cuencas por las lluvias y ríos.
A la par, la descarga de líquidos industriales en sitios altamente contaminados, como la Bahía de Cohana, en Bolivia, o la ciudad de Puno, en Perú, ocasionan más polución en el Titicaca, lo cual repercute en la disminución de su flora y fauna. En esto influye el crecimiento desordenado del turismo, que no dicta las zonas de recorrido específico y restringido, en especial en temporadas de nidificación de los zambullidores, lo que puede interferir incluso en la reproducción de otras especies.
El Proyecto Especial Binacional Lago Titicaca alerta también del aumento de los grados de “evapotranspiración”, por lo que “los niveles del lago han bajado considerablemente”, lo cual atenta contra la biodiversidad por los cambios de niveles de oxígeno y espejo de agua, en especial en la bahía puneña. Y en Perú estas aves igual se hallan amenazadas porque a veces son usadas para la cura de males y para alimentar a los cerdos.
Si el Titicaca está agonizando, lo mismo pasa con el zambullidor. El lago no halla un respiro para poder preservar las riquezas naturales de su superficie y profundidades: por ejemplo, posee plantas microscópicas, entre ellas cuatro taxones de diatomeas que se consideran propias de este hábitat, incluso plancton marino, 22 especies de moluscos, 18 de caracoles y cuatro de conchas.
Aunque su conservación es un tema que incumbe a las dos naciones y hubo iniciativas para que ambas tomen acciones al respecto, como el Plan Director Global Binacional publicado en 1995, enmarcado en las actividades de Proyecto Especial Binacional, o la firma de un tratado de integración peruano-boliviano en 2006, no se ha hecho nada para dar cumplimiento a estas intenciones.
Por lo tanto, tampoco resulta extraño que no haya políticas concretas para la preservación del zambullidor, la única especie de entre 27 aladas que puede considerarse propia del Titicaca; el cual con todos estos problemas permanece anclado en el sitio postulado como “maravilla mundial”. Su incapacidad de volar y de caminar lo han condenado a sufrir la misma suerte que su hábitat, degradado y reducido muy lentamente.
Revista DOMINGO/La Prensa, La Paz, Bolivia/18/10/09
Imagen: Zambullidor del Titicaca en su habitat
NOTA: Otro de los mitos bolivianos es la "armoniosa" relación entre los nativos y su entorno. Lo demuestra este artículo, y los ejemplos son innúmeros, como el del gato andino, la vizcacha y otros. No hay políticas racionales al respecto, y posiblemente no interesan a los gobiernos. ¿Cómo se puede pedir el nombramiento del Lago Titicaca como maravilla natural si ni siquiera se lo protege? CFC
Sunday, October 18, 2009
Marcel Schwob, d'hier et d'aujourd'hui/LITERATURA
Parution livre
Information publiée le mercredi 4 décembre 2002 par Alexandre Gefen
Vient de paraître : Marcel Schwob, d'hier et d'aujourd'hui, volume dirigé par Yves Vadé et Chritian Berg, Champvallon.
Présentation des auteurs :
Au tournant du 19e et du 20e siècles, Marcel Schwob (1867-1905) faisait figure d’écrivain majeur, tant par la perfection unanimement reconnue de ses œuvres (Cœur double, Mimes, Le Livre de Monelle, Vies imaginaires…) que par son rôle de traducteur et de “passeur” des littératures étrangères. Son érudition , ses amitiés littéraires (Jules Renard, Paul Claudel, Alfred Jarry, André Gide, Henri de Régnier, Colette, Paul Léautaud, R.-L. Stevenson…) firent de lui pendant quelques années “le centre du monde cultivé”. Sa disparition prématurée entraîna un relatif oubli dont il commence enfin à sortir.
Multiforme et paradoxale, l’œuvre de Schwob, trop vite classée comme symboliste et “fin-de-siècle”, pose avec acuité quelques-unes des questions dont vit aujourd’hui la littérature — qu’il s’agisse des rapports du biographique, de l’historique et du fictionnel, des jeux du fantastique, de la voix du récit ou de ce que Schwob appelait lui-même les “rapports mystérieux” des signes entre eux.
Marcel Schwob, d’hier et d’aujourd’hui : le présent volume constitue une double introduction, historique et critique, à cette œuvre dont l’ensemble redevient disponible. Des témoignages ou des fragments critiques de contemporains de Schwob s’y entrelacent à des études récentes plus développées. Les premiers, par leurs recoupements mêmes, dessinent un portrait vivant de l’homme et replacent ses principales publications dans l’éclairage qui fut le leur à l’époque. Les secondes, présentées lors d’un colloque organisé à l’Université Michel de Montaigne - Bordeaux III par le Centre de Recherches sur les Modernités littéraires, permettent d’élargir la réflexion et d’approfondir notre connaissance de textes dont les vertus sont bien loin d’être épuisées.
Sommaire :
Christian BERG et Yves VADÉ : Introduction
Marcel Schwob vu par ses contemporains :
Marcel Schwob dans le Journal de Jules Renard
Paul Léautaud : “Marcel Schwob” (Mercure de France, 1er mars 1905, extraits)
Francis Jammes : Rencontres avec Marcel Schwob (Les Caprices du poète, Mémoires ***, extraits)
W. G. C. Byvanck : “Marcel Schwob (1867-1905)” (De Gids, 2 mai 1905)
Guillaume Apollinaire : “Marcel Schwob” (Revue immoraliste, avril 1905)
Marcel Schwob dans les Souvenirs sans fin d’André Salmon
Henri de Régnier : “Marcel Schwob” (Les Nouvelles littéraires, 13 décembre 1930)
Textes lus et relus :
Jules Renard : « Cœur double » (Mercure de France, août 1891)
Roger Bozzetto : Cœur double, ou du fantastique schwobien
Anatole France : « Cœur double »
Evanghelia Stead : « Arachné » de Schwob : le fil, la chaîne et la trame, la toile narrative
Christian Berg : “Signes de signes”. Marcel Schwob et le “rapport mystérieux des signes”
Monique Jutrin : Relecture des contes tragiques de Marcel Schwob
Teodor de Wyzewa: Nos Maîtres (extraits)
Bernard De Meyer : Mimes, histoire d’un recueil
Agnès Lhermitte : Les Mimes de Marcel Schwob, une modernité paradoxale
J. Fransen : De Louise à Monelle (extrait de “W.G.C. Byvanck – Marcel Schwob”, Neophilologus, 31, 1947)
Jules Renard : Lettre à Schwob sur Le livre de Monelle, 29 juin 1894
Jean-Pierre Bertrand: Le célibat de Monelle
Maurice Maeterlinck : “Le Livre de Monelle” (Mercure de France, août 1894)
Léon Blum : “Marcel Schwob : La Croisade des Enfants, Les Vies imaginaires” (La Revue Blanche, octobre 1896)
Dominique Rabaté : Vies imaginaires et minuscules. Marcel Schwob et le romanesque sans roman
André Gide : Paludes (extrait)
Alexandre Gefen : Dieu supposé (sur les Vies imaginaires)
Rachilde : Note sur les Vies imaginaires (Mercure de France, août 1896)
Yves Vadé : L’Histoire en miettes
Errances de l’écriture
Camille Mauclair: “Réflexions sur M. Marcel Schwob” (Mercure de France, décembre 1896, extraits)
Michel Viegnes: Une écriture plurielle
Joëlle de Sermet : Les errances du récit
Alfred Jarry : De l’île Cyril (in Gestes et opinions du docteur Faustroll, pataphysicien)
Jean-Marie Seillan : Marcel Schwob aux îles Samoa. De l’écriture du voyage au voyage dans l’écriture
Schwob-club
Francis de Miomandre : Visages (extraits)
André Fontainas : Mes souvenirs du Symbolisme (extraits)
Jean-Louis Cornille : Contes sans nouvelles. Marcel Schwob et Cie
Pierre Mac Orlan: Petit manuel du parfait aventurier (extraits)
Marie-Claire Dumas : “Comme dit l’autre”. Marcel Schwob chez quelques surréalistes
Didier Coste : Cruelles croisades. Andrzejewski et Schwob
Responsable : Yves Vadé
Imagen: Portada de la edición
NOTA: Una joya que sería bueno conseguir. Busqué, sin éxito, en la Red, los recuerdos de André Salmon sobre Schwob: una pieza literaria admirable en sí misma. Si mal no recuerdo hace de prólogo a una edición mexicana (PREMIA Editores) de "El libro de Monelle", tal vez el más íntimo trabajo del gran autor donde aparecen Napoleón y De Quincey. Me recuerda al Washington DC de los años 80, cuando leía a Marcel Schwob en las plazas otoñales de la capital. CFC
Un Nobel y dos Naipaul/LITERATURA
JAVIER REVERTE
Confieso que cuando recibí la noticia del Premio Nobel a Naipaul me hice un lío. Porque en mi biblioteca no hay un Naipaul, sino dos. Ambos nacieron en Trinidad y tienen origen hindú. Ambos son novelistas y escritores de viajes, e incluso ensayistas. Y los dos estudiaron en Oxford. A mí me gustaba más que V.S. Naipaul, mucho más, el otro, Shiva Naipaul, sobre todo por un libro de viajes titulado North of South. Pero mirando su biografía me di cuenta de que Shiva había muerto en 1985. Así que, como el Nobel nunca se concede a un escritor después de muerto, tenía que ser el otro, V.S. Naipaul. Y lo cierto es que V.S. Naipaul, nacido 13 años antes que Shiva, es un escritor que me gusta bastante menos.
Sin duda la capacidad literaria de V.S. es inmensa. ¡Dios me libre de afirmar lo contrario! Pero el tono de sus libros viajeros, cargados de incontables personajes sin excesiva sustancia -en ocasiones casi en plan guía telefónica-, de reflexiones más que pesaditas y una cierta soberbia sabiamente contenida, no me atrae en exceso. Se parece un poco a Bruce Chatwin, un escritor viajero por el que tampoco siento veneración. Ambos tienen un punto de señoritismo, aunque Naipaul lo disimule mejor que el inglés. Algo les une: Chatwin era el niño mimado de la aristocracia inglesa, mientras que a V.S. Naipaul se le concedió el título de Sir en 1989, cosa extraordinaria en Inglaterra si se tiene en cuenta que no es blanco.
Naipaul es un expatriado, hijo de una familia de las castas bajas hindúes, una fatalidad poco comprensible en la democrática Europa y que, en la India, casi supone todavía hoy un estigma. Merced a su propio esfuerzo, logró estudiar en Oxford y llegar a ser lo que hoy es: un famoso escritor respetado por todo Occidente. Esa condición de expatriado, de hombre que perdió en algún momento de la vida su raíz y sus orígenes, es quizá lo que ha nutrido de savia a su carrera literaria. Escribe casi siempre del Tercer Mundo que lo vio nacer y lo hace con escepticismo y tristeza, sabedor de que la integración de los miserables en el universo del Primer Mundo conducen a menudo a la alienación y la locura. Naipaul es un escritor entre dos mundos, que no olvida en el que creció mientras se siente orgulloso de pertenecer al otro, a este mundo civilizado que, quizás a regañadientes y después de mucho esfuerzo personal, acabó por aceptarlo, primero, y ahora premiarlo.
No obstante, este Naipaul me produce algunos reparos literarios. V.S. ha escrito unos cuantos libros de viajes, pero tengo la impresión de que el Nobel se lo han concedido por uno en particular titulado Entre los creyentes: un viaje islámico, en el que retrata el mundo musulmán en lugares tan diversos como Malasia, Pakistán, Indonesia e Irán. Su mirada sobre ese universo viene a concluir en una repulsa del integrismo, de la religión convertida en motor de la vida y también de la muerte. Desde un análisis político e histórico, los occidentales tenemos que estar de acuerdo con su punto de vista. Pero la literatura es un territorio diferente, creo yo.
Políticamente hablando, V.S Naipaul estaba ahora mismo en el lugar adecuado en el momento oportuno. ¿Literariamente? Imagino que en el mismo sitio que Winston Churchill cuando le concedieron el Nobel de Literatura al final de la II Guerra Mundial. Me pregunto si le habrían concedido a Naipaul este preciado galardón sin que se hubiera producido el derrumbe de las Torres Gemelas.
Cuando Occidente está en armas, no dudo que incluso los fusiles literarios tengan que tener su importancia estratégica. Pero, ¡qué demonios!, me gusta mucho más cómo escribe Shiva, el Naipaul olvidado en mis estanterías.
Publicado en El Mundo, España, octubre del 2001
Imagen: Portada de un libro de Shiva Naipaul
NOTA: Como Javier Reverte, he leído (no tengo) a los dos Naipaul, y también me gusta Shiva más que V.S. En una reedición de 1987 del clásico libro de viajes (por Africa) "North of South", el London Sunday Times decía de Shiva Naipaul que era un moderno George Orwell.
Hay que leer a los dos hermanos, y también -aunque no sea individuo de la predilección de Reverte-, a Bruce Chatwin, sobre cuyo hermoso "In Patagonia" escribí. En mi biblioteca sólo tengo un Naipaul: Shiva. Y eso, creo, muestra mis preferencias. CFC
UNA VIDA DESPUÉS
Shimon Markish 1
A mi padre, Perets Markish, lo fusilaron el 12 de agosto de 1952. Pero yo me quedé huérfano el 27 de enero de 1949, en la noche del 27 al 28; lo vinieron a buscar a nuestra casa, en la calle Gorki, y, tras mentirnos que “el ministro lo reclamaba para una entrevista”, se lo llevaron. Desde aquella noche no lo vi ni lo oí nunca más. De “allí” no se filtraba noticia alguna, nada, hasta la rehabilitación póstuma en diciembre de 1955. Ninguna noticia, ni siquiera de la sentencia ni sobre la ejecución. La Gestapo soviética aprendió de sus colegas alemanes este sistema de hacer desaparecer a la gente sin dejar huella, los nazis lo llamaron Nacht und Nebel – “noche y niebla”; desconozco como lo llamaban los “nuestros”.
De modo que se trata de una fecha redonda; ¿qué hay más redondo que medio siglo? Toda una vida vivida sin él. Pero no tengo intención de hacer un balance de mi existencia, ni de llorar mi orfandad, ni de dar lecciones para el futuro a los interesados, si éstos aparecen. Mi único deseo es recordar a mi padre, quiero que se oiga su nombre, que se pronuncie según la tradición judía, también en la tradición del humanismo europeo, que atribuye a la palabra pronunciada, a la palabra impresa un poder que con nada se puede comparar.
CÓMO SUCEDIÓ
Perets Markish (nacido el 25 de noviembre de 1895 en la aldea Polónnoye, región de Volynia) fue unos de los escritores más célebres en lengua yiddish, practicó todos los géneros sin excepción, aunque sobre todo fue poeta. Durante la guerra ingresó, como es natural, en la dirección del Comité Antifascista Judío, creado, junto a otros organismos --al igual que el Comité Eslavo, el de las Mujeres soviéticas, etc.) del Sovinformburó (Oficina Soviética de Información- para establecer relaciones con el extranjero, es decir, para hacer propaganda y recoger donativos. En los “años negros” de la posguerra, cuando reinaba el terror y la paranoia estalinista multiplicada por el antisemitismo del cada vez más decrépito caudillo y de su entorno –tanto próximo como lejano-, el Comité Judío Antifascista se convirtió, a los ojos, en las mentes y en los corazones de los dirigentes (¡oh, este hedor nauseabundo de la terminología!) en un nido de espías, en el centro de la conspiración judía internacional, sobre cuyos detalles entrar aquí sería superfluo.
La represión ya comenzó a principios del otoño de 1948, con el arresto en Kíev del poeta David Gorshtein. En noviembre el ministro de Interior encabezó personalmente la operación de liquidar aquel nido de espías y, al mismo tiempo, las editoriales e imprentas a su servicio. Se trató de una auténtica operación militar, con la participación de tropas armadas, con archivos sellados y trasladados, y con verdaderos “pogroms” en las imprentas.
En diciembre-enero prosiguieron los arrestos de los miembros de la presidencia y de los colaboradores del secretariado. Los agentes de KGB no se daban prisa en la cacería, atrapaban a la gente de uno en uno o de a dos por noche, para así prolongar el tormento de la espera de los que seguían en libertad. Cuando se supo que habían detenido a Lev Kvitko, un poeta para niños, persona de una bondad y una entrega poco comunes, amigo de juventud y compañero de Markish en Kíev durante los años 1919-1920, mi padre comprendió que le había llegado el turno y que no podía confiar en los milagros. “Si le ha tocado a Kvitko, el hombre más bueno que conozco y a quien no se le ocurriría ni en sueños un exceso, entonces...” – dijo y me entregó a mí, que era su hijo mayor cuando faltaban dos meses para que yo cumpliera los dieciocho años, dos carpetas voluminosas-. “Esto no debe perderse” – añadió. Éstas fueron las únicas palabras que pronunció sobre la catástrofe que se avecinaba.
Me pasé el día entero deambulando con las dos carpetas por la helada Moscú de enero. Y creo que fue entonces cuando nació mi odio hacia la ciudad que más quería, hacia el lugar en el que había nacido y que tan dolorosamente había echado de menos durante la evacuación en Chístopol, en Kazán, en Tashkent entre 1941 y 1943. Una animadversión que unas veces crecería y otras se debilitaría, pero que a fin de cuentas fraguaría en una repulsión insuperable, en el deseo de librarme, de romper para siempre con ella. “¡Fuera de Moscú!..” Y, ya más cerca de nuestros tiempos, de nuestros tres y mil veces malditos tiempos: “En Moscú no hay que vivir. Razón llevaba el Transfigurador...”2
Las carpetas contenían manuscritos mecanografiados: una novela, poemas y poesías. La prosa vio la luz en los 60, aún en la URSS; los versos, en Israel, en Argentina, después de que emigrara toda la familia. Me refiero, por cierto, a los originales en yiddish, porque las traducciones al ruso de los versos y del poema más notable a los cuarenta años se publicaron en un volumen de la colección “Biblioteca del poeta”, preparado por los siempre recordados Serguéi Vasílievich Shervinski y Vilguelm Lévik...
Llegaron aquella misma noche, la noche que puso término a mi vagabundeo con las carpetas a cuestas. Eran muchos, cinco o seis, sin contar los testigos: la barrendera y alguien más. El timbre sonó a las doce menos cuarto. Abrió mi padre. Los agentes lo empujaron desde la puerta hacia el interior del pasillo, de alguna manera en sus manos aparecieron el sombrero y la bufanda. Y al cabo de un instante, tras decir algo manifiestamente falso sobre una cita en el ministerio, que pronunciaron a plena voz, y unas cuantas palabras dichas en un susurro, mi padre desapareció.
No le dejaron despedirse de nosotros (para qué, venían a decir; si después de la cita vuelve a casa). Toda la familia, se había amontonado en aquel pasillo. Que lo de la cita era una mentira se comprobó enseguida: en cuanto se llevaron a mi padre le mostraron a mi madre la orden de arresto y de registro.
Ahora, seguramente, podríamos encontrar un sinnúmero de descripciones de arrestos, cientos, incluso miles de episodios pavorosos, diabólicos en el país donde, como dice la canción, “se vive con tanta libertad”. Puede que estos relatos ya no conmuevan más y no afecten a la gente. Puede que así sea, pero no ocurre lo mismo con aquellos que vivieron los hechos: las propias víctimas o los suyos. Porque cada uno de aquellos arrestos es como la muerte: un “escándalo” (en el lenguaje eclesiástico), algo que resulta impensable admitir. O quizá peor que la muerte, que es el final de toda vida, circunstancia que en cierto modo suaviza el dolor y la ira, la ira divina, una ira quizá tan antigua, tan consustancial al hombre como la necesidad de la fe. Aquí, en cambio, tienes al culpable delante de ti, y la mirada se desliza desde su estúpida cara bajo la gorra azul, hacia arriba, hacia sus jefes de todos los niveles, hasta llegar a los ministros, los mariscales y al generalísimo, hacia el sistema, no importa bajo qué oropeles verbales se esconda éste, hacia el país que ha permitido, transigido y aceptado aquello...
No me atrevo a afirmar que esto sea siempre así. De la historia de los judíos en la diáspora se sabe con bastante exactitud que, a pesar de que se los expulsaba con oprobio y con sangre, a veces con muchísima sangre, de diferentes ciudades y de toda Europa, no obstante, ellos se obstinaban en retornar, y regresaban en cuanto cambiaba el soberano, en cuanto el siguiente hacía con un dedo el ademán de invitarlos a volver. Pero también había ejemplos de lo contrario. Después de la Catástrofe de 1492 en la Península Ibérica, tras el horror que consistía en elegir entre la conversión forzosa y la hoguera, al abandonar el país que había sido su patria y la patria de muchas generaciones de sus antepasados, los judíos juraban no volver nunca más a España.
También a mí durante muchos años me parecía que el hitlerismo y el estalinismo imponían a los supervivientes una obligación parecida. ¡¿Conviene hoy arrepentirse de nuestra propia profundísima estupidez?!
Y sin embargo, a pesar de todo, con arrepentimiento o sin él, sigo creyendo que los orígenes de los hechos de finales de los 60 y principios de los 70 y, siquiera en parte, de lo sucedido más tarde, han tenido algo que ver con el sacrificio de mi padre y de sus compañeros.
MÁS ALLÁ DE CASA
El registro duró casi un día. Fue un registro como otro: los oficiales analfabetos de siempre, que no sólo no sabían yiddish, sino, se diría, ni siquiera su propia lengua, el ruso, incapaces de aclararse lo más mínimo en los papeles que estaban revolviendo, ni de tan siquiera levantar acta del registro y de lo que se llevaban, unos tipos que parecían quedarse dormidos, muertos de aburrimiento. Por fin los llamaron por teléfono y, al parecer, les mandaron (¿o les dejaron?) acabar. Entonces parecieron despertar, agarraron al azar varias carpetas con manuscritos y hojas mecanografiadas, una carpeta con fotografías; con el resto del archivo hicieron en una pila en una de las dos habitaciones y acto seguido las precintaron.
Pasados tres años y medio, cuando a todos los que estábamos empadronados en la casa nos deportaron a Kazajstán como miembros de la familia de un traidor a la patria, los guardias del KGB arrojaron toda aquella pila a la basura.
Finalmente se fueron. Había oscurecido. La vida nos mostró al instante que no conoce ni paradas ni respiros. Me entraron unas ganas locas de comer, de beber, de dormir. Me mandaron a por pan. De camino a la panadería se encontraba un mural con el periódico “Pravda”. Por mucha prisa que tuviera, me paré: la costumbre de seguir las noticias de los periódicos en un estudiante de la facultad de filología era, al parecer, más fuerte que el cansancio. Y más cuando el título del editorial me miraba directamente desde el mural: “Sobre un grupo antipatriótico de críticos teatrales”. El editorial no llevaba firma. Leí el texto en diagonal, sin entender demasiado de qué se trataba, pero señalando detenidamente para mi fuero interno la presencia de un procedimiento estilístico antes nunca visto, el del “descubrimiento de los paréntesis”, como por ejemplo: B. Yákovlev (Goltsman). Al regresar a casa con el pan se lo conté a mi madre, pero ella no quiso hacerme caso: no estaba para tonterías, como la de descubrir los seudónimos de no sé qué críticos teatrales que resultaron ser antipatriotas. Por supuesto, tampoco yo entendí nada entonces, pero más tarde me paré a menudo a pensar en esta coincidencia “entre lo privado y lo público”, como diría un marxista consumado refiriéndose a esta doble llamada (¿reclamo, lamento?) del destino.
El artículo en el “Pravda”, aparecido simultáneamente con la desaparición de mi padre, era la señal dada para desencadenar la primera campaña abiertamente antisemita en el período soviético de la historia de Rusia. El tiempo de las insinuaciones y de los guiños cómplices había acabado, las cosas se empezaron a llamar por su nombre. Por un lado, el patriotismo ruso soviético, y por el otro, la cara opuesta: los gurvich, los yuzovski, los pseudo-yákovlev, es decir los goltsman.
Según las reglas de juego de entonces, los nombres de los detenidos no aparecían en los medios de información. O bien eran los calabozos de torturas de la Lubianka, Lefórtovo, Sujánovo, o bien los insultos públicos y las descalificaciones en la prensa, las radio y las reuniones, pero no las dos cosas a la vez. Sin embargo, sólo los ciegos podían no ver la relación entre la campaña anti-cosmopolita y los arrestos de gente de la cultura en lengua yiddish. ¿Era yo uno de esos ciegos? Me temo que sí.
El descubrimiento me llegó más tarde. No dudo que las generaciones mayores de la intelliguentsia fueran más perspicaces y clarividentes. Nunca olvidaré la enorme valentía, increíble para aquellos tiempos, de mi profesora predilecta, Yustina Severínovna Pokróvskaya, la viuda del académico Mijaíl Mijáilovich Pokrovski, que me daba clases de latín y griego. Cuando se encontró conmigo en el pasillo de la universidad justo después del 13 de enero de 1953, el día en que se publicó la noticia de la agencia de noticias TASS (o del Ministerio del Interior, lo que viene a ser lo mismo) sobre los “médicos asesinos”, la mujer con voz marcadamente alta, “urbi et orbi”, pronunció: ¡¿Pero qué está pasando? ¡Esto es peor que el caso Beilis!” Bendita sea su memoria.
Hubo, por descontado, también reacciones distintas, inversas, triunfales: “huele menos a ajo”... Pero no daré nombres, como manda la tradición judía: “para que desaparezcan por los siglos y se borren de la memoria de los vivos”.
He dicho al principio que no quiero dar lecciones para el futuro. Y no las voy a dar. Pero diré algo más sobre el pasado. Ahora que ya rondo los setenta años, no me resigno a aceptar el pasado y nunca llegaré a resignarme a aceptarlo del todo, a aceptar a aquellos que lo ha hecho realidad y lo ha forjado, a aceptar los símbolos y los emblemas de este pasado, como los rascacielos soviéticos, a aceptar la atmósfera que este pasado creó y a sus héroes, no sólo a los ficticios, sino también a los de verdad.
Nunca.
Shimon Markish
Budapest
1 A principios de diciembre 2003 murió en Ginebra Shimon Markish, entre otras muchas cosas, conocedor de la obra de Isaac Bábel y de Vasili Grossman, interesado en el mestizaje ruso-judío y sobre todo en la literatura judía de expresión rusa.
2 Versos de Anna Ajmátova
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Publicado en Izvestia, Moscú, 28.01.1999
Traducido por Ricardo San Vicente
Imagen: Perets Markish en foto sin fecha
Imagen 2: Uno de sus libros
NOTA: Ilia Ehrenburg dedica, en su Tercer Libro de Memorias, un bellísimo capítulo en recuerdo del poeta Perets Markish, asesinado por órdenes de Stalin en uno de los trágicos y ridículos procesos que caracterizaron su régimen. Hay que leer este homenaje del autor judío ruso, y buscar los dulces poemas de Markish en raras ediciones argentinas. CFC