Friday, September 17, 2010
Locura y poder/BAÚL DE MAGO
Roberto Burgos Cantor
Algo extraño debe tener lo que llaman el poder para que quienes lo ejercen sufran las transformaciones anímicas, de carácter y espirituales que observan quienes estan sometidos a él por convención o por la fuerza.
Pertenecen a la leyenda las historias de reyes a quienes la carcoma del poder condujo a extremos opuestos. Unos buscaron el refugio de la soledad y el ascetismo para purgar el delirio vanidoso que crea la ilusión, a quien manda, de que él es un eje del mundo. Otros concluyeron su vida en medio del fragor de las intrigas y las ambiciones, acosados por una locura que los defendía de la realidad, hasta que un envenenador, un cuchillero piadoso, o una sublevación, les regalaba el sosiego eterno.
De alguna manera estas formas extremas de llegar al final gurdaban alguna coherencia con la fantasía que atribuía a un designio divino el origen del poder real.
Hoy impera la conclusión del profesor Schmitt, “ el poder que un hombre ejerce sobre otros hombres proviene de los propios hombres”.
Sin embargo parece que la naturaleza del poder se opone a los controles. Que el destino de su ejercicio no se acomodara a los frenos y procedimientos. Y por supuesto su primer conflicto es con la ley. Al poder no le sirve la ley.
Esa incipiente incomodidad se torna en un obstáculo insoportable. Se olvida el origen de su mandato, el propósito del mismo. Ello es posible porque ha ocurrido una afectación mental: creerse una especie de enviado, novísimo mesías, que a los golpes de su voluntad o su capricho resolverá el desperfecto de la nación, o el municipio.
Una iluminación como la anterior implica otra que termina por absorber el coco del mandador. Se trata de la repentina complicidad con la eternidad. Ahora ningún tiempo terrenal, ni período legal, ni plazo convenido, es suficiente para el poder. Hay que prolongarlo sin fin.
Entre el origen místico del poder como elemento de la locura, y el origen mundano como gusano del autoritarismo, la distancia y la diferencia es la que distingue lo sublime de lo vulgar. No puede ser lo mismo la locura con método de Macbeth que el balbuceo sin sentido de sonidos y de furia de un idiota.
Los dictadores encarnaron entonces una caricatura del poder real sin delegación de dios. Cuando quieren dar muestras del poder es inevitable que caigan en la extravagancia o en el delito.
En Colombia la idea del estadista, como una forma a la cual se apega el centralismo, ha conservado cierta modestia apenas perturbada por debates de campanario. Son contados los momentos históricos en los cuales se apuntó a reformas de cierta ambición. Es reciente el caso de un dirigente de izquierda quien respondió a las exigencias de un sector de sus electores que a él lo habían elegido para gobernar y no para reformar. Interesante paradoja. Extraviada la dimensión ética del poder, su efecto de transformador moral, quedan las pequeñas y útiles obras. Unos kilómetros de calles. Unos restaurantes para niños sin recursos. Unas escuelas. Realizaciones que sin duda hacen menos dura la vida pero que son insuficientes para el tamaño de la necesidad. Como decía la santa viva: algo es algo.
Publicado en Cartagena de Indias (Colombia)
Imagen: Pierre Alechinsky
Sunday, September 12, 2010
Retratos liberadores
Por: Mercedes Pérez Bergliaffa
SERES IMAGINARIOS. Uno de los 84 retratos que Sábat expone en Rosario hasta el 10 de Octubre.
Pinceles chinos, buriles, óleos, acuarelas, lápices, fibras, acrílicos y fibrones se acumulan sobre una vieja mesa de madera en la oficina de Hermenegildo Sábat en la redacción de Clarín, donde conviven con un denso mosaico de fotografías pegadas en las paredes: desde sus nietos hasta Carlos Gardel, desde el pintor vanguardista Kirchner al barón Haussmann, creador de las avenidas de París en la época de Napoléon III. Así de diversos son los intereses y miradas de este hombre que se hizo mundialmente reconocido por sus increíbles ilustraciones; por la línea de sus dibujos, suelta, rápida, segura, hábil, y por la aguda comprensión de las situaciones sobre las que editorializa con ilustraciones sintéticas, aparentemente simples a nivel formal, y profundas a nivel de significado, a nivel simbólico.
"El trabajo nuestro se parece al de un pianista de cabaret", comenta modestamente Menchi Sábat sobre su labor diaria en el periódico, mientras acerca una silla. "Ellos, en medio del ruido, tienen que seguir poniendo los dedos sobre las notas que corresponden... Así es lo nuestro, también. Aunque el ruido en la redacción es ahora mucho menor que antes; porque en otras épocas, con las máquinas de escribir, ahí sí que era insoportable... ¡Esto ahora es un oasis!", dice. Y hace un boceto de sonrisa.
Con más de cincuenta años de ilustrador a cuestas, Sábat lleva, sin embargo, una doble vida: cuando está a solas, sin encargo inmediato, se saca el corset de la ilustración y la carrera contra el tiempo, y se pone a pintar libremente, a dejarse llevar por su pensamiento y su intuición. El resultado de ese tiempo de soledad y reflexión pictórica son las 84 obras que pueden verse desde esta semana en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, en Rosario. Todos óleos sobre tela de 50 x 60 centímetros, constituyen Héroes de la dependencia, una larga seguidilla de retratos de personajes desconocidos o soñados, con los que el centro cultural editó también un libro.
"Las personas son nadie, son retratos inventados", aclara el artista. "Cuando comienzo cada una de las pinturas no tengo la menor idea de a quiénes o qué voy a pintar; pero cuando termino, curiosamente, algunos me recuerdan a alguien, a gente que pude haber conocido, que pasó por mi vida..."
-¿Que diferencia encuentra entre hacer sus pinturas y hacer sus ilustraciones?
-¡Hay tanta diferencia...! En el trabajo de ilustrador existen ciertas autolimitaciones –que no es autocensura, no es lo mismo–. Fuera de eso, en la ilustración no tengo ningún tipo de condicionante. Con los cuadros creo que no me impongo ninguna limitación. O, mejor dicho, en ellos están expuestas todas mis limitaciones. Por otro lado, sé que soy considerado siempre "el dibujante del diario". Lo sé, es así. Por eso también me permito hacer estas pinturas no condicionadas ni por el mercado ni por avatares externos como pueden ser los críticos, por ejemplo.
-¿El dibujo y la ilustración se separan?
-Bueno, la ilustración tiene cierto grado de elasticidad. Si no, miremos a Florencio Molina Campos, por ejemplo, uno de los artistas argentinos más genuinos que hay. El no se hacía esas preguntas, ni temía ser ilustrador. Yo tampoco. Pero creo que lo mío pasa por los procedimientos que uso. Creo que está más cerca de una cuestión plástica, aunque nunca se sabe...
Con marcada tendencia expresionista, los trabajos que Sábat presenta en Rosario muestran el uso variado que hace de un material que descubrió recientemente, el óleo al agua, que tiene todas las ventajas del tradicional (su cuerpo, su espesura, sus colores) pero la rapidez de secado y la facilidad de limpieza del acrílico. ¿Qué es lo que sale de Sábat cuando se deja llevar por la pintura? ¿De quiénes son esos rostros, esas expresiones severas, algunas monstruosas, pocas sonrientes? Personas más cercanas a Onetti que a Cortázar, como el propio Menchi reconoce. Después de haber dibujado miles de rostros durante años, estas pinturas quizás sean restos de recuerdos que no sabe dónde poner. Retratos liberadores.
Revista Eñe, Clarín, Buenos Aires, 12/9/2010
Imagen: Carlos Gardel, por Hermenegildo Sabat
El pintor de la decadencia
Por: Eduardo Paz Leston
Levántese y dele el asiento al señor", me dijo mi madre al oído. Yo estaba tomando sol al borde una pileta de natación en la quinta de una amiga de ella. Cuando abrí los ojos vi un hombre de unos treinta y tantos años –treinta y tantos de entonces, diciembre de 1945–, con traje, chaleco y corbata que me atravesaba con la mirada. Quedé aterrado. Era Manucho. No volví a verlo hasta 1955, pero los amigos de mis padres estaban pendientes de lo que Manucho decía y publicaba. Recuerdo los comentarios escandalizados sobre Aquí vivieron (1949). No se habrían escandalizado si el autor hubiera sido francés, pero alguien que ellos conocían... Dos años después tuve que dar, en diciembre, examen de físico-química. Imposible estudiar algo tan aburrido. Preferí la lectura de Aquí vivieron; no lo podía soltar. Me pareció que estaba dentro de una película, las que eran "inconvenientes para menores de dieciocho años." Me aplazaron. Tuve que rendir examen en marzo. Con la publicación de Misteriosa Buenos Aires (1951) empecé a leer los libros de Mujica Lainez a medida que aparecían. Este segundo libro de cuentos también me fascinó. Recreaba las intrigas y los rituales de la Colonia como si los estuviera viendo, sin el apoyo de una iconografía previa. Todo lo que veíamos a través de sus ojos había salido de su imaginación. La saga porteña Los personajes de Los ídolos (1953) guardaban la distancia necesaria para que compartiéramos el punto de vista del autor, que los envolvía en una atmósfera que les daba un carácter mítico, como ocurre con la fatídica tía Duma. La tía Duma, Marco Antonio Brandini, Lucio San Silvestre hablaban muy poco, preservando así el prestigio de sus nombres musicales. En realidad, más que personajes eran figuras, estampas de un pasado difícil de concebir para un muchacho que vivía durante los años del peronismo. Para los lectores atentos La casa (1953) fue la consagración del autor. La historia de la familia del senador contada por la casa no idealizaba a sus habitantes. Las lágrimas contenidas no evitan una descripción implacable que abarca desde el presuntuoso esplendor hasta la decadencia y la miseria. Esa casa existió, quedaba enfrente del edificio del Jockey Club, incendiado en 1953. Después de la Revolución Libertadora agregó otra novela a la "saga porteña", como la llamó su editor, a pesar de estar poblada de antihéroes. Como tenía antenas muy finas, Mujica Lainez sabía muy bien que el mundo de su juventud, el de los bailes espléndidos, había terminado. Al liberarse la ley de alquileres, las dueñas de terrenos fabulosos ocupados por grandes tiendas situadas en el centro de la ciudad, empezaron a venderlos, después les llegó el turno a las grandes casas, que pasaron a llamarse "palacios" cuando dejaron de existir. Con estas ventas que dieron a sus dueñas una pasajera sensación de prosperidad, pronto borrada por la inflación, desaparecía un estilo de vida regido por la estética. Fue desplazado por el afán de enriquecerse a toda costa, que trajo la ruina definitiva de muchas familias de clase alta que se apresuraron a colocar su dinero en las financieras. Intimidad del personaje De ser amigo de su hija Ana pasé a ser amigo de Manucho. Lo frecuenté desde 1955 hasta su mudanza a las sierras de Córdoba. Lo veía muchas veces en su casa donde festejaba sus cumpleaños rodeado de amigos y parientes. No recuerdo exactamente cuándo murió su suegro a quien no conocí. Pero como yo vivía cerca aproveché para hacer una visita a la familia. No sólo era amigo de Ana sino de uno de sus primos. Cuando el portero me abrió la puerta, me dijo que "no recibían." Se lo conté a Manucho y me contestó: "Sólo a los mayordomos y a usted se les ocurre hacer una visita de pésame el día del entierro." Me reí pero no le dije que esa era la primera vez que lo hacía. Generalmente lo encontraba en la galería Bonino. Mujica Lainez era el crítico de arte más solicitado de Buenos Aires. Se puede decir sin exageración que creó el interés por la pintura argentina entre personas que no la habían descubierto y que luego serían coleccionistas. Lo vi en otras galerías que exhibían obras de pintores jóvenes no figurativos –era la moda– a los que les hacía preguntas muy precisas como un reportero. Cuando uno después leía la nota, el pintor resultaba más interesante de lo previsto. Mujica Lainez ponía su imaginación en sus críticas, que solían ser breves porque le daban poco espacio en el diario para el cual escribía. La galería Bonino era lo que se entiende por un microcosmos. Uno podía encontrarse con pintores, escritores, mecenas, coleccionistas. Entre los pintores, el más amigo de Manucho era Héctor Basaldúa, "le brave Hector", como lo llamaba. Solíamos almorzar en casa de las tías de Manucho, tres hermanas solteras que bajo distintos disfraces aparecían en sus novelas. Eran muy peculiares: Pepita, la mayor, se desvivía por la Asociación Santa Filomena. Era seria, distinguida, callada. Había sido dama de honor de la infanta Isabel ("La chata") cuando ésta vino para el Centenario. En sus ratos libres trazaba las genealogías de las casas reales. Ana María, la segunda, parecía un personaje de Las mujeres sabias de Molière. Era delicadamente sonriente, cordial y muy aficionada a la literatura francesa. Marta era la tercera, muy distinta de las demás, gorda, campechana, de voz ronca, autora de radionovelas que se transmitían en varios países hispanoamericanos. También era traductora; la última vez que la vi estaba traduciendo un libro de Feuerbach. Manucho era el rey de esos almuerzos divertidísimos donde se juntaban sus amigos y las amigas de las tías, señoritas venidas a menos como ellas pero mucho más orgullosas. Había entre los dos grupos una hostilidad no declarada. Recuerdo una conversación entre una de las tías y una amiga de ellas llamada "La Niñita". En esos días había muerto una señora célebre por su belleza y la tía Marta comentó que la difunta se había conservado joven porque todas las noches se vendaba de la cabeza a los pies. Una momia viviente. Las reacciones de los comensales del inmenso comedor variaron entre la admiración y la hilaridad, o las dos cosas en orden sucesivo. La casa de las tías quedaba en Córdoba al 2700; se las alquilaba Bernardo Kordon a un precio moderado.
Otra casa donde Manucho era tratado como invitado de honor era la de Susana Aguirre, la pintora de los barrios de Buenos Aires. La mesa era más chica; cabríamos seis personas. Pero antes de pasar al comedor tomábamos unos riquísimos cócteles que nos ponían a todos de buen humor, y aunque Manucho estuviera más ácido que de costumbre no importaba. De ahí salían las frases que luego repetiríamos. Tal vez no fue en casa de Susana, pero recuerdo que una vez me preguntó: "¿Dónde se ha metido? Usted está hasta en la sopa o desaparece." Y levantando las cejas y haciendo un ademán, agregó: "¿En qué mundos, en qué submundos andará usted?" Le contesté con una sonrisa de complicidad. El otro Manucho Pero la fama, la fama esperada que daban los semanarios, llegó con la novela Bomarzo (1962). Cuando fui a la presentación, en la galería Pizarro, para que firmara mi ejemplar, me preguntó qué me había parecido. "Me encerré durante tres días hasta que la terminé. Se parece a Dumas". "Es lo mejor que podés decirme", me contestó. A partir de entonces un nuevo Manucho, el Manucho mediático, comenzó a devorar a Mujica Lainez, que cayó en las redes del personaje social creado por él para defenderse y para atraer a los ignaros. Muchos de los que decían ser sus amigos no lo habían leído. Los últimos años que pasó en Buenos Aires en su hospitalaria casa de la calle O'Higgins, donde Anita, su mujer, resolvía todos los problemas de orden práctico, Manucho se sintió desplazado por otros escritores y por la invasión de la política en que se implicaron varios hijos de amigos suyos que se unieron a grupos guerrilleros. En su decisión de emigrar a Córdoba seguramente influyeron la tiranía de su "alter ego" y la indiferencia de los lectores. Una vez que se instaló en la inmensa casa de Cruz Chica, trajo a sus tías a vivir junto con él, su mujer y su madre, la misteriosa Lucía Lainez de Mujica Farías. En Cruz Chica En el aislamiento de la sierra cordobesa –interrumpido por algunos viajes a Buenos Aires– Mujica Lainez empezó a resurgir, a salir del infernal laberinto barroco en que se había encerrado. Primero fue Cecil (1972), un intento de autobiografía oblicua, luego dos novelas, Sergio (1976) y Los cisnes (1977), que contienen capítulos memorables, seguidas por El gran teatro (1979), de trama artificiosa pero hábilmente construida, un entretenimiento de primer orden como señalé en una reseña publicada en el suplemento cultural donde yo trabajaba, y ya se sabe, trabajar en un semanario, en un suplemento es una incitación a la impertinencia. Se la mandé junto con la entrevista previa a la nota. No me lo perdonó, o mejor dicho me perdonó cuando fui a saludarlo para el último cumpleaños que festejó en Buenos Aires. Lamentablemente no lo felicité por El escarabajo (1982). Cuando me enteré de su muerte, en 1984, no me sorprendió. A pesar de ser muy disciplinado, no se cuidaba, tenía alta tensión, seguía tomando cócteles y había fumado en exceso. En Buenos Aires se levantaba temprano, escribía a la mañana, tomaba el tren y almorzaba en casa de amigos, luego visitaba exposiciones y comía en algún restaurante, algunas veces conmigo y otros amigos, Jorge Cruz, Guillermo Whitelow, Alejandra Pizarnik y, en una ocasión, con Pepe Bianco con quien se había reconciliado. Por más cansados que estuviéramos, Manucho nos despabilaba a todos. Además de haber sido un escritor admirable, fue el conversador más brillante de su época.
De la Revista Eñe, Clarín, Buenos Aires, 12/9/10
Imagen 1: Manuel Mujica Láinez (Buenos Aires, 11 de septiembre de 1910 - "El Paraíso" en Cruz Chica, Córdoba, 21 de abril de 1984)
Imagen 2: Caricatura del autor en Página 12, Buenos Aires
Invitación
Silvio Rodríguez
Creo que la Revolución Cubana dignificó a nuestro país y a los cubanos. Y que el Gobierno Revolucionario ha sido el mejor gobierno de nuestra Historia.
Sí: antes de la Revolución La Habana estaba mucho más pintada, los baches eran raros y uno caminaba calles y calles de tiendas llenas e iluminadas. Pero, ¿quiénes compraban en aquellas tiendas? ¿Quiénes podían caminar con verdadera libertad por aquellas calles? Por supuesto, los que "tenían con qué" en sus bolsillos. Los demás, a ver vidrieras y a soñar, como mi madre, como nuestra familia, como la mayoría de las familias cubanas. Por aquellas avenidas fabulosas sólo se paseaban los “ciudadanos respetables”, bien considerados en primer lugar por su aspecto. Los harapientos, los mendigos, casi todos negros, tenían que hacer rodeos, porque cuando un policía los veía en alguna calle “decente”, a palos los sacaban de allí.
Esto lo vi con mis propios ojos de niño de 7 u 8 años y lo estuve viendo hasta que cumplí 12, cuando triunfó la Revolución.
En la esquina de mi casa había dos bares, en uno de ellos, a veces, en vez de cenar, nos tomábamos un batido. En varias ocasiones pasaron marines, cayéndose de borrachos, buscando prostitutas y metiéndose con las mujeres del barrio. A un joven vecino nuestro, que salió a defender a su hermana, lo tiraron al suelo, y cuando llegó la policía ¿con quién creen que cargaron? ¿Con los abusadores? Pues no. A patadas por los fondillos se llevaron a aquel joven universitario que, lógicamente, después se destacaba en las tánganas estudiantiles.
Ahí están las fotos de un marine meando, sentado en la cabeza de la estatua de Martí, en el Parque Central de nuestra Capital.
Eso era Cuba, antes del 59. Al menos así eran las calles de la Centrohabana que yo viví a diario, las del barrio de San Leopoldo, colindante con Dragones y Cayo Hueso. Ahora están destruidas, me desgarra pasar por allí porque es como ver las ruinas de mi propia infancia. Lo canto en “Trovador antiguo”. ¿Cómo pudimos llegar a semejante deterioro? Por muchas razones. Mucha culpa nuestra por no haber visto los árboles, embelesados con el bosque, pero culpa también de los que quieren que regresen los marines a vejar la cabeza de Martí.
Estoy de acuerdo en revertir los errores, en desterrar el autoritarismo y en construir una democracia socialista sólida, eficiente, con un funcionamiento siempre perfectible, que se garantice a sí misma. Me niego a renunciar a los derechos fundamentales que la Revolución conquistó para el pueblo. Antes que nada, dignidad y soberanía, y asimismo salud, educación, cultura y una vejez honorable para todos. Quisiera no tener que enterarme de lo que pasa en mi país por la prensa de afuera, cuyos enfoques aportan no poca confusión. Quisiera que mejoraran muchas cosas que he dicho y otras que no.
Pero, por encima de todo, no quiero que regrese aquella ignominia, aquella miseria, aquella falsedad de partidos políticos que cuando tomaban el poder le entregaban el país al mejor postor. Todo aquello sucedía al tibio amparo de la Declaración de los Derechos Humanos y de la Constitución de 1940. La experiencia pre-revolucionaria cubana y la de muchos otros países demuestra lo que importan los derechos humanos en las democracias representativas.
Muchos de los que hoy atacan la Revolución, fueron educados por ella. Profesionales emigrados, que comparan forzadamente las condiciones ideales de “la culta Europa”, con la hostigada Cuba. Otros, más viejos, quizá algúna vez llegaron a "ser algo" gracias a la Revolución y hoy se pavonean como ideólogos pro capitalistas, estudiosos de Leyes e Historia, disfrazados de humildes obreros. Personalmente, no soporto a los "cambiacasacas" fervorosos; esos arrepentidos, con sus cursitos de marxismo y todo, que eran más papistas que el Papa y ahora son su propio reverso. No les deseo mal, a nadie se lo deseo, pero tanta inconsistencia me revuelve.
La Revolución, como Prometeo (le debo una canción con ese nombre), iluminó a los olvidados. Porque en vez de decirle al pueblo: cree, le dijo: lee. Por eso, como al héroe mitológico, quieren hacerle pagar su osadía, atándola a una remota cumbre donde un buitre (o un águila imperial) le devore eternamente las entrañas. Yo no niego los errores y los voluntarismos, pero no sé olvidar la vocación de pueblo de la Revolución, frente a agresiones que han usado todas las armas para herir y matar, así como los más poderosos y sofisticados medios de difusión (y distorsión) de ideas.
Jamás he dicho que el bloqueo tiene toda la culpa de nuestras desgracias. Pero la existencia del bloqueo no nos ha dado nunca la oportunidad de medirnos a nosotros mismos.
A mí me gustaría morir con las responsabilidades de nuestras desdichas bien claritas.
Por eso invito a todos los que aman a Cuba y desean la dignidad de los cubanos, a gritar conmigo ahora, mañana, en todas partes: ¡Abajo el bloqueo!
Entrada del blog SEGUNDA CITA, del cantor cubano, 10/9/2010
Imagen: Primer cartel de la Revolución Cubana/Eladio Rivadulla Martínez
Friday, September 10, 2010
Julio y Roberto/Breve historia de dos demonios
Carlos María Domínguez
LA LITERATURA uruguaya no sabe en qué proporción adjudicar a Julio Herrera y Reissig, o a Roberto de las Carreras, la autoría de los textos de El pudor y la cachondez y al menos una parte de El tratado de la imbecilidad del país, por el sistema de Herbert Spencer. Y si un día algún estudioso dijera: esta frase es de Julio, esta página, de Roberto, y acá está la idea de Roberto escrita por Julio antes que Roberto la corrigiera y Julio le agregase el adjetivo final, poco importaría. Entrelazaron una artillería de sátiras en la complicidad que los llevó a herir los orgullos del país y nada cuesta imaginarlos lo bastante intimidados como para mezclar generosamente sus talentos. Cuando se trató de algo mucho más inofensivo, como un poema, se pelearon a muerte por la propiedad de una metáfora.
Eran jóvenes entonces -tenían veintiséis años-, y fundaban una irreverencia intelectual que dio por tierra con todo lo que Uruguay tenía por sagrado, incluidos los indios, los gauchos, los caudillos, la religión, la política, la educación y el porvenir. Comenzaron a trabajar en el "insulto a la América del Sur, desde el Uruguay hasta el istmo de Panamá", un año después de hacerse amigos, en 1901. El año anterior Roberto se había ganado los títulos de "vicioso" y "degenerado" con la publicación de Sueño de Oriente, un pequeño libro en el que satirizaba el embrutecimiento de las mujeres casadas e invitaba a una de ellas al adulterio. Desatado el escándalo, Julio celebró su talento desde las páginas de La Revista, una publicación literaria que editaba hacía pocos meses, y fue a conocerlo a la habitación de Hotel Pyramides donde Roberto se hospedaba desde su regreso de Europa. Sellada la amistad, ejercieron el insulto como una forma de la inteligencia.
JUGAR AL BLANCO. Puede parecer una ambición trastornada, y sin duda lo era. Pero no gratuita. Apenas se dibuja la moral del 900 por la solemne superficie de sus ocultamientos, asoma también el ahogo que los llevó a satirizar la mentira, la corrupción y la estupidez. Roberto tenía motivos personales para vengar la acusación de ser hijo bastardo de una madre condenada por la clase patricia a la que pertenecía. Ningún dolor similar cargaba Julio y es probable que su nuevo amigo haya incentivado su audacia. En todo caso, ambos emprendieron la ambiciosa obra que, alejada del istmo de Panamá, se inició con muchos borradores sobre la vida uruguaya y completó Julio en un libro luminoso que demoró cien años en publicarse.
Fue reseñado en estas páginas (No. 907 p. 5) y es innecesario volver sobre sus sarcasmos y críticas a la identidad, varias de las cuales no sólo tienen vigencia sino que seguirían siendo intolerables para los poderes públicos de no mediar la pátina histórica y literaria que las exhibe como una curiosidad. Pero es cierto que Julio no se animó a publicar el libro, en el caso improbable de que encontrara en las imprentas del 900 quien quisiera hacerlo. Enterado del proyecto que emprendían los dos amigos, Carlos Reyles amenazó: "si esos dos me llegan a maltratar en lo más mínimo los mataré como a perros, sin vacilación". Y lo hubiera cumplido porque entonces en Uruguay se mataba por honor y proliferaban los duelos. Lo sabían Roberto y Julio, que jugaban al blanco con las exaltaciones de la decencia, y porque en esos días de 1901 Roberto desafiaba a duelo al secretario de redacción de El Tiempo, Álvaro Armando Vasseur, teniendo a Julio por padrino. El episodio derramó agravios y evitó la sangre, pero afirmó la fama de loco peligroso de Roberto, al menos entre sus pares, sobre los que exhibía su destreza en el arte de la esgrima.
Cuando en 1902 la familia Herrera se mudó a la esquina de Ituzaingó y Reconquista, Julio nombró a Roberto "Maestro de la Torre de los Panoramas", el pequeño altillo donde Julio tuvo su cenáculo, con paso a una amplia terraza donde Roberto daba lecciones de esgrima a los nuevos intelectuales. Roberto le decía "Sumo Pontífice", y con esos ampulosos títulos se rieron de las grandilocuencias de la aldea, dichosos de encarnar el lugar del mal y sus fantasías. Que ambos fueran de origen patricio explica, junto al peso del talento, la notoriedad de sus escándalos y la desenvoltura con que lideraron la introducción del
modernismo en la poesía uruguaya. Sus irreverencias contaban con la legitimidad de la cuna para robustecer el rechazo a la herencia española, al engordado orgullo de las familias beneficiadas por la reproducción del ganado y a la sangrienta épica de los caudillos. Afrancesados, inteligentes y frívolos, encontraron en la vida sexual montevideana un formidable teatro de calamidades donde atacar la moral de los poderosos.
El padrino Y EL ENEMIGO. El casamiento de Roberto con su prima Berta Bandinelli, a la que declaraba haber educado en el amor libre, tuvo a Julio por padrino de la boda. Antes publicó Roberto en El Trabajo, diario obrero fundado por Florencio Sánchez, una carta a Julio en la que le explicaba los motivos para apartarse de su prédica contra la institución del matrimonio, titulada "Carta a Julio Herrera y Hobbes (Ex Reissig)". Y así firmó Julio en el Registro Civil el 5 de noviembre de 1901, declarando tener "veintidós años", ser soltero, de profesión "literato", de nacionalidad "francés", domiciliado en la calle
"Ituzaingó Nº 235".
Solía recordar Raúl de las Carreras, hijo de Berta y Roberto, que Julio había sido su padrino de bautismo, y ambos momentos testimonian hasta qué grado se hallaban involucrados en la vida y en las letras. Pero la gozosa y pródiga amistad duró unos pocos años. En 1904 Julio fue enviado por sus padres a Buenos Aires para evitarle los males de la guerra y Roberto fundó su propio círculo literario en el Café Moka. Cuando Julio regresó al año siguiente, se mostraron recelosos y un nuevo libro de
Roberto dedicado a una mujer selló el destino de la relación. Sueño de Oriente la había fundado, En onda azul la rompió para siempre. "Relámpago nevado de la sonrisa" había escrito Roberto para su dama, y Julio en su poema "La vida": "el relámpago luz perla/ que decora su sonrisa". Ambos se acusaron de plagio, Roberto desde las páginas de La Tribuna Popular y Julio desde La Democracia. Juntos habían cultivado el arte de los agravios y no ahorraron agresiones entre ellos. Cada uno
reivindicó el título de maestro del otro, desmintieron la sinceridad de sus mutuas admiraciones, y se hirieron con estocadas sobre asuntos íntimos, a tal punto que los editores pusieron fin a la polémica. Julio apeló a los tormentos de Roberto con Berta Bandinelli y Roberto reveló que Julio tenía una hija llamada Soledad, de su relación con una amante a la que debió consolar por el abandono en que la dejó su ex amigo. Desde entonces no volvieron a tratarse.
De este modo absurdo, torpe y nada elegante acabaron su amistad los dos exquisitos demonios del 900. A cien años de los episodios puede creerse que fueron devorados por su propio juego. Un juego brioso, colmado de genialidad y audacia, que brilló como un rayo y desapareció de la vida montevideana para regresar como las centellas sin sonido de las tormentas eléctricas. Un chisporroteo lejano e irrepetible en el horizonte de las letras uruguayas.
EL PUDOR Y LA CACHONDEZ, Arca, Montevideo, 1992.
TRATADO DE LA IMBECILIDAD DEL PAÍS, POR EL SISTEMA DE HERBERT SPENCER,
Taurus-Biblioteca Nacional, Montevideo, 2006.
Publicado en El País, Montevideo, 2010
Imagen 1: Roberto de las Carreras
Imagen 2: Julio Herrera y Reissig
Imagen 3: Palacio Heber, Montevideo, 1900
Monday, September 6, 2010
Celestial Mountains
For ages the solid snowy chain of the majestic mountains Tien-Shan sparkling under the subeams in the horizon was the subject of thoughts and desires of many Europeans. This is, may be, the most remote, mysterious and, therefore, the most attractive mountains of the former Soviet empire. The untouched peaks, unknown gorges, no any settlements and roads. The life of locals is still like the life of their ancestors, which named their mountains «Tengri-Таg» – «Ghosts’ mountains». The Chinese reformed common name Tengri-Таg into the Tien-Shan that means «Celestial mountains». The first European that visited the Tien-Shan in 1856 was one of the biggest Russian researchers of the last century, Peter Semenov. Here he made discoveries in the field of geography and zoology, which had great significance and brought him acknowledgment, glory and courtesy title «Semenov-Tien-Shanskiy». At the beginning of the next century Italian prince, Chezare Borgeze, big adventurer, came to Khan-Теngri vicinity accompanied by two friends. Owing to the information reported by him, Gotfrid Merzbaher, the famous alpinist and geographer from Munhen was able to come to bottom of the Great Mountain of the Lord of the Ghosts by Inylchek gorge in 1902. However, the Tien-Shan remains the country, the most part of which is still waiting for its discovers. 800 km wide and 2800 km long, 1500 km from which fall on the Chinese territory, it lasted as a whole unit from Uzbekistan until Mongolia. The part of the Tien-Shan belongs to Kazakhstan: northern ranges – Ketmen, Zaili Alatau, Kungey, Terskey and Kirghiz Alatau; western ranges – Talass Alatau, Karzhantau, Ugamskiy and Maidantalskiy; small part of the Central Tien-Shan – Meridional range Saryzhaz and Tengri-Tag. The peak of victory is the highest top of the Tien-Shan (7439 m), discovered in 1943 and named after Soviet Army’s victories in the Great World War fronts. It is located in the south of one of the main ranges of the Central Tien-Shan – Terskey Alatau. There is the border between Kazakhstan and Kirghizstan. The Peak of Victoria is located to the south Khan-Tengri (6995 m), the highest mountain peak in Kazakhstan. The main highest ridge of the Tien-Shan – Zaili Alatau is 350 km long, 30-40 km wide, 4000 m of the average height. The slopes of Zaili Alatau are disjointed by many dried up beds and cut by numerous rivers. The sharp peaks alternate with the intermountain plains. In the central part of Zaili Alatau under the influence of external natural forces the rocks were destroyed and sharpened and mountain gorges here are already narrow and scrap. Ketmen – one of the middle mountain ranges is located in the eastern part of the Tien-Shan. Its length is 300 km within Kazakhstan, 50 km wide; 3500 m is its mean height. Hillside of Кetmen is disjointed by riverbeds of Ily watershed. Ketmen through Kulaktau interlocks with the Kungey Alatau range. Only the range with the northern slopes of its north-eastern part belongs to Kazakhstan territory. The medium height of this mountain range is 3800-4200 m. Ketmen’s slopes are flat, the peaks are leveled. Kirghiz Alatau is a large mountain system. Its highest peak is the Western Alamedin (4875 m). In Kazakh part the mountain height doesn’t exceed 4500 m. The northern slopes represent collapsed and destroyed mountains. Kazakhstani part of the western Tien-Shan begins from Talass Alatau (around Taraz city). The north-western slopes of Ugam range lie further and northern ones of Manas peak – all of them are considered to be Kazakhstani territory. Kazakhstani part of Talass Alatau are Jabagly mountains, having divided into two mountain ranges, create watershed of the Аksu-Jabagly rivers.
The Karatau range lies in the western outskirts of the western Tien-Shan. It is the only mountain range that lays cramp on the territory of Kazakhstan. It spreads in north-western direction for 400 km, its medium height is 1800 m. the highest point is Мynzhylky (2176 m). It lowers to the north-west and at the place of the Sarysu and Chu dry rivers merge passes to the highland. The north-western and south-western Karatau chines are divided by the intermontane valleys. A big stock of mineral resources was found in the territory of Karatau. They are used for manufacturing lead and zinc in Shymkent lead-zinc plant, and to provide the phosphoric raw material to Taraz chemical plants. The ores are obtained by cut-and-cover method. Karatau is the source of the building materials such as gypsum, cement and etc. that gives good profit to the state. In Kazakhstani part of the Tien-Shan there are 1009 glaciers, the longest one (about 13 km) is Korzhenevskiy’s glacier, descending from Talgar peak to Taushilik valley. The frost is widely represented in the Tien-Shan; the ice amount is counted by milliards of cubic metres. The Tien-Shan climate is severe, characterized by sudden change of the weather that is connected with closeness of the Takla Makan dessert. The snow line goes in the lower height, than in Pamir: the snow lies permanently, starting from 3200 metres. Many rivers flow by the Tien-Shan mountain spurs and by the intermountain valleys. The lakes in the mountains are so picturesque. The Lakes – Big Almaty and Issyk – appeared at the landslides during old enormous earthquakes. The Big Almaty Lake is not older than 2200 years old, аnd the Issyk Lake, almost fully discharged in 1963 by cloudburst flood, is more than 4500 years old. The Tien-Shan flora and fauna is rich and versatile. With the purpose of saving it the wildlife sanctuaries and national parks were organized such as: Аksu-Jabagly, Almaty, Ily-Alatau and others.
Imágenes: Vistas de las "Montañas de los espíritus", según los uygures, o las "Montañas celestiales", de acuerdo a los chinos
En la Casa, los galardonados con el Premio Literario 2009
Autor: Yohana Lezcano Lavandera | Fuente: La Ventana | 29 de Enero 2010
Al ritmo del Bugalú, los Bailadores de Santa Amalia hicieron gala de sus potencialidades artísticas para ganarse la sonrisa y el aplauso de todos los asistentes a la presentación de los Premios Casa 2009, celebrada este miércoles junto al majestuoso Árbol de la vida. El Bugalú, modalidad musical surgida en la década del 60 en Nueva York y propia de la cultura diaspórica latina en los Estados Unidos, es una de las hibrideces que cocina el investigador puertorriqueño Juan Flores en su ensayo Bugalú y otros guisos, laureado con el Premio Extraordinario del pasado año.
Flores explicó que su libro trata sobre identidades mezcladas en un guiso de culturas cuya base primordial es la historia social. Y es que Bugalú… habla de esos latinoamericanos radicados en los Estados Unidos que hace medio siglo no poseían muchos conocimientos sobre música, pero que aún así, la llevaban en el corazón.
El también profesor de estudios latinos del departamento de análisis social y cultural de la Universidad de Nueva York reveló que su propósito al realizar ese ensayo fue rescatar aquellas costumbres eclipsadas por fenómenos anteriores y posteriores de quienes no son reconocidos como parte de América Latina.
Junto a otros sonidos que delatan a la música como ventana de la cultura centrada en la historia diaspórica, Bugalú y otros guisos propone adentrarse en otros temas como los flujos migratorios y las remesas culturales de los inmigrantes latinos en Norteamérica en su proceso de conformación de identidades, costumbres y valores propios.
Otro de los galardonados con el Premio de la pasada edición fue el boliviano Claudio Ferrufino-Coqueugniot, quien ofreció las claves de su libro El exilio voluntario y las motivaciones surgidas para escribir “unas páginas que lo que tienen de turbias también lo tienen de sinceras.”
Roberto Zurbano, director del Fondo Editorial Casa de las Américas, quien estuvo a cargo del lanzamiento de los libros, indicó que la “novela intensa” de Ferrufino, “escrita desde cierto escepticismo y desesperanza en medio de los Estados Unidos por un boliviano”, puede ser leída desde varias posibilidades: fantástica, autobiográfica, de aventuras.
La única mujer que obtuvo la más alta distinción del Premio Literario en 2009, Yolí Fidanza, hizo llegar una comunicación desde su Argentina en agradecimiento al jurado que confió en su novela juvenil La prometida del señor de la montaña o La doncella del Huillallaco.
“La palabra escrita debe reemplazar a la presencia física y llegar igualmente cargada de emoción”, escribió Fidanza en la carta enviada, la cual reflejaba también la definición de su obra como “un libro corto donde están contados, en un lenguaje limpio, unos sucesos en parte históricos, en parte pura ficción”.
Argentina fue el país que más premios alcanzó en la edición 50 del concurso literario. En la categoría testimonio fue privilegiado el libro Mañana es lejos (memorias verdes de los años rabiosos), del rioplatense Eduardo Rozenzvaig.
Según el director del Fondo Editorial Casa de las Américas, Mañana es lejos, “vuelve sobre los pasos de un momento terrible para la vida de los argentinos y vuelve a exorcizar los fantasmas de lo que fue la dictadura militar en ese país.”
Réquiem, del poeta brasileño Ledo Ivo, completa los cinco Premios Casa 2009 presentados en la jornada del miércoles. Este es un libro que “desde el resplandor del silencio alcanza un ritmo poético que resulta un canto esencial a la vida”, y para Zurbano “debe ser leído en la más pura intimidad.”
Durante el lanzamiento de las obras premiadas el pasado año, se presentó también la mención en la categoría de Novela 2009, Lo que no fue, del argentino Enrique Ferrari.
Esta narración entra en una reescritura de la Guerra Civil vivida por un descendiente de españoles en Argentina. Roberto Zurbano agregó que vale la pena tener una referencia de esa “ficcionalización de una historia o historización de una ficción” para reconstruir cualquier biografía de esos que llegaron a América Latina después de la Guerra Civil.
Uno de los premios honoríficos otorgados por la Casa hace un año fue El alternado paso de los hados, del peruano Carlos Germán Belli, el cual obtuvo el premio de poesía José Lezama Lima. Este es un “poemario de madurez en el que se asoman, bajo una sencillez sorprendente, preocupaciones que abarcan de los asuntos más nimios a los más trascendentales.”
Quienes asistieron a la presentación de los Premios Casa 2009 en la Sala Che Guevara, disfrutaron de la presencia del colombiano Roberto Burgos Cantor, autor de La ceiba de la memoria, obra condecorada con el Premio de narrativa José María Arguedas.
Burgos Cantor exaltó la importancia de la Casa como lugar de legitimidad para esos escritores que resultan premiados y señaló que esa condición lo honra y lo llena de retos. Además recordó que en “Don José María Arguedas” está el “tremendo conflicto del narrar y del lenguaje”.
Por otra parte, Zurbano dijo del premio Ezequiel Martínez Estrada correspondiente a la obra Globalización e identidades nacionales y postcoloniales… ¿de qué estamos hablando?, del chileno Grínor Rojo: “Es un libro de una ensayística crítica bastante aguda que niega y afirma, simultáneamente, que las literaturas pueden expresar identidades nacionales en tiempos de globalización”.
Un momento especial fue también la intervención del investigador brasileño Carlos Walter Porto-Gonçalves, ganador del premio Casa 2008 con La globalización de la naturaleza y la naturaleza de la globalización, y jurado de la presente edición en la categoría de literatura brasileña.
Porto-Gonçalves realizó varias reflexiones sobre la situación actual de nuestro mundo y enfatizó en que la esencia de la sociedad capitalista es la separación del hombre de la naturaleza a través de un mecanismo en que todo pasa a ser mercancía.
El brasileño argumentó la creciente diferencia entre pobreza y opulencia, y destacó que los países más necesitados no tienen ni la más mínima posibilidad de participar en el “banquete” de los ricos.
Este jueves a las siete de la noche se realizará la entrega de los Premios Casa de las Américas 2010 en la Sala Che Guevara.
Imagen: Portada de la edición de Casa de las Américas de Bugalú y otros guisos, La Habana, 2010
Reportaje a Andrés Rivera por Damián Lapunzina
¿Cómo surgió Andrés Rivera escritor?
-Yo empecé a escribir antes de empezar a escribir, nací en un hogar obrero, en la década del treinta, la famosa década infame. La pieza en donde vivíamos mi padre, mi madre y yo era el lugar donde se reunían militantes sindicales en la clandestinidad. Traían eh… sus discursos épicos, sus panfletos a medio escribir, sus declaraciones, los libros de actas de los sindicatos. Y yo, con mis pocos años de escuela, corregía las faltas de ortografía. Para ese momento además yo era un chico enfermizo. Entonces, en la cama leía obras tan entretenidas como las actas del comité central de la CGT.
Allí lo interrumpo con una pregunta que me surge al escucharlo, mi pregunta tiene que ver con la vivencia de un niño en esos momentos, él me mira a los ojos y me pide un poco de paciencia. Abre su vida a las preguntas con una generosidad que aprecio. Este Andrés Rivera al que supuse un hombre difícil de entrevistar y un poco parco, resulta más que agradable, inteligente y comprometido con una manera de pensar y hacer que en cada historia, detalle, anécdota se deja ver, sin dudas. Tiene una mirada profunda que transmite una vida, me gustaría ser amigo de este tipo, me digo.
Después ya mi padre me dictaba todo, me daba la idea de lo que quería decir para el periódico del sindicato y yo le redactaba la notícula, y él corregía aquí y allá para darle más énfasis, ¿verdad?. Y entonces discutíamos y yo le decía papá no, con un signo de admiración basta, desde aquel momento detesto los signos de admiración.
¿Que pasaba por la cabeza de un chico?
En la cabeza de ese chico convivían las historietas del Tony, las largas lecturas, con muy pocos dibujos, del Tit Bits, revista que desapareció y cuanta revista caía en mis manos, …junto a un libro que yo me acuerdo que me impresionó mucho de María Luisa Carneli, autora completamente desconocida para FM y para AM, ehmmmmm "El levantamiento de los mineros de Asturias en 1934", épico, épico…
Dinamita pura… ¿verdad? Ja ja ja.
-Me curé…me curé. Fueron pasando los años, como es obvio, y una editorial que desapareció, editorial Tor, editó "Los Miserables" de Víctor Hugo, estremecedor,(Rivera acentúa esta palabra que en su honor no tendrá signos de admiración), por favoor, y hay algo que todavía repito a mi esposa y hago toda la mímica, Hugo le adjudicó el nombre de Delesclouze, yo intento pronunciarlo muy mal en francés, y lo describe así, esa es la fuerza de un escritor, que deja grabada una imagen en el lector: -Alto, flaco, todo vestido de negro, con galera de copa negra, y sube a las barricadas en 1848 en París, y lo matan, la contrarrevolución lo mata, espléndido. Y Juan Valjean cambiándose de nombre, volviéndose rico, una maravilla!.
¿A que edad lo leyó?
-Y tenía menos de dieciocho. -Y después yo tenía un tío muy culto, Felipe, expulsado dos veces, no una, dos, del partido comunista argentino, por trotzkista. Que es como los católicos decían hereje, judío blasfemo. Mi tío pone debajo de mi nariz a Roberto Arlt, "Los Lanzallamas" y los "Siete Locos"; ¿que querés que te diga? Te comento algo? No verdad?, a otra cosa.
(La calidez y la admiración que expresa Rivera por Arlt es difícil de transmitir en este papel, hay que escuchar su voz al decirlo.)
-Me lancé sobre El juguete rabioso, El amor brujo y todo lo que encontré de Arlt, listo listo, todo todo, todo Arlt. Tarde, por prejuicios, leí a Borges, de donde vienen los prejuicios, muy claro, agente de la reacción burguesa, término con el que lo tildaba el partido comunista argentino, yo fui militante del partido comunista argentino, y no me arrepiento, desde, fecha histórica si la hay, septiembre de 1945 hasta mediados de 1973, veinticinco años. Ahí me expulsaron e hicieron bien. Siguiendo los pasos del tío Felipe, a mi manera. Leí a Borges, a escondidas, así como leí a León Davidovich Trotsky a escondidas y descubrí que era un escritor de primer agua, de primer agua, olvidémonos su costado ideológico pensémoslo nada más en su escritura, lo mismo con Borges, Borges nos enseñó a escribir (acentúa estas palabras para que no queden dudas, Don Andrés admira al Borges escritor y no quiere que queden dudas). Bien. En el medio Enrique Amorim, el compañero de Borges, amigo de Borges, hay una historia ¿querés que te la cuente?
Le pido por favor que lo haga.
Al fin y al cabo hay tantas historias, Borges ha sido un fabulador que nos ha divertido a todos,nos ha puesto en los labios una sonrisa como irónica. Borges y Amorim van, entran a un boliche de campaña, se acodan en el mostrador Hay una conversación que sube de tono, hasta los gritos, Amorim se da vuelta, Borges entregado a su cañita, suena un disparo, ruido de cuerpo que cae, Borges se da vuelta, pasa por encima del cuerpo caído, y sale y le dice a Amorim, ahora contame (Rivera modula su voz como Borges al decirlo) para mí esa historia se llama "el arte de narrar" ta claro?.
Vaya que sí, don Andrés, pienso.
Hay otra de Borges, si querés la ponés sino… esta no tiene titulo:
Un poeta que creo que se llamó, creo, Gustavo Garcia Saraví, Borges, dice Saraví, -La poesía es un sentimiento inefable. Buenoo, dice Borges, si, tal vez, quizá, pero.. Y yo lo tengo atravesado aquí, y se señala el pecho así a lo ancho, el torax, todo. Respuesta de Borges: ¿Un poco incomodo no?
Se escuchan risas, y son las nuestras.
Vuelve a hablar Rivera: Lecturas arbitrarias entonces, como, corresponde.
Le pregunto sobre la obra de Amorim, comentándole mi desconocimiento y me nombra "La Carreta", gran escritor, y asiente, dejando otro estiletazo, "Hay tantos enterrados, Amorim, Enrique Wernicke, gran escritor".
Vuelve a su vida:
-En algún momento yo, era estudiante de escuela industrial, descubro, yo elijo ser química industrial como especialización, yo elegí la química porque me ofrecía un campo muy vasto de misterio, pero el misterio quedo allí y yo acá. De manera que me hice la rabona a la escuela un año, otoño , invierno, me iba a la Plaza de Mayo, en ese tiempo había puestos de libros, me compraba libros, viejos, usados, empecé a armar mi biblioteca, hasta que un día le dije a mi padre, mira pasó esto, y la respuesta fue muy simple, tenés que ir a trabajar, entonces aprendí el oficio de tejedor textil, de seda, trabajé siete años como tejedor, desde los veinte hasta los veintisiete años.Y entre tanto escribí "El Precio" mi primera novela, leída hoy es un desastre, esta llena de retórica, de grasa, de mierda, por favor ponelo, la estoy reescribiendo, si despojándola de toda esa hojarasca inútil, tratando de ir al hueso del relato, el hueso del relato se mantiene.
¿A qué edad la escribió?
-"El Precio" aparece en el 57´, yo tenía veintinueve años. El año que viene se van a cumplir cuarenta y cinco años de la primera edición y espero publicar la segunda edición el año que viene.Y después vinieron los otros libros. Hasta que eh, algún nicho, recoveco, aparato burocratico del estado, se les ocurrió que me tenían que adjudicar, o que le tenían que adjudicar a la "Revolución es un sueño eterno" el premio nacional de literatura, vino, yo en ese momento estaba trabajando de corrector de estilo, mi esposa me llamó por telefono una tarde a las cuatro de la tarde, me acaba de llamar Luis Gregorich, para avisarme que te dieron el premio nacional, yo colgue despacito y subí y se lo dije a mis compañeros, un poco, ehhh, como si caminara en el aire, ahora bien, la noticia tardó en aparecer en Clarín dieciocho días, mis compañeros de trabajo empezaron a mirarme de reojo, si yo no los había estado cargando, ellos sabían que yo escribía, conocían mi producción anterior, etc.,cuando la noticia apareció, bueno se formalizó todo el papeleo burocrático me dieron cinco mil pesos y sigo recibiendo setecientos nueve con cincuenta mensuales, decicí no trabajar más como asalariado, estaba ganando ochocientos,entonces me dije, estaba haciendo los tramites jubilatorios, más la jubilación de periodista, mas lo que saque de derechos de autor, me convierto en un privilegiado, hace quince años que soy un privilegiado, efectivamente, frente a lo que hoy gana un asalariado, un empleado, Yo con mil quinientos como bife todos los días, tengo para correrme hasta Fausto, hace treinta años que compro libros en Fausto, y compró el libro que se me antoja, que creo que tengo que leer, y punto no compro más que eso, un jean, o dos o tres para intercambiar, una camisa de Grafa que son resistentes, y si vos viste alguna fotografía mía en alguna recepción voy con esa camisa, no le estoy haciendo propaganda a Grafa, pero es así.
Me quedó la pregunta ¿en que trabajaba su padre?
-Mi padre fue hasta el ascenso de Perón a la presidencia, 24 de febrero de 1946, dirigente de los obreros del vestido , en ese momento se hacen cargo del sindicato los que en ese momento fueron llamados los burócratas y hoy son llamados los gordos, y mi padre siguió como siempre trabajando en el taller que pudo encontrar, no se hizo cuentapropista, no puso un negocio, le ofrecieron porque era un obrero completo, y murió obrero, punto. Todavía tengo un traje , no preguntes de que año, que me pongo para las grandes celebraciones, impecable, esta allí, era un obrero completísimo. El pensaba, como buen obrero industrial, aprendiz de marxista, que el trabajo tenía que ser industrial, por eso trató de trabajar en los talleres del vestido que tuvieran mayor número de obreros y obreras, el último que trabajó antes de jubilarse era creo de cien obreros, que para esa época era mucho.
¿Hay un libro que sea el más querido o algo así? ¿Existe eso para el escritor?
-Si en alguna medida, digamos que hay una fracción muy intensamente autobiográfica, que es "Tierra de exilio" y hay otro que yo aprecio desde el punto de vista de la literatura que es "En esta dulce tierra".
También "El verdugo en el umbral" es autobiográfico y marcadamente ¿no?
-Sí, yo creo que se puede armar una saga familiar con, ¡por favor! Saga con ese eh , ¡la he visto escribirla con zeta!, El precio, Nada que perder, El verdugo en el umbral y Tierra de exilio.
Como nosotros hacemos un programa de Jazz, literatura y fotografía, le voy a pedir que hable de jazz y de fotografía.
-Cómo no, cómo no.
¿Qué opina del jazz?
-El jazz me gusta mucho,pero muchísimo, mi esposa trajo de la casa del papá que falleció una gran caja con compact discs, ¿puede ser? Yo para esas cosas de los aparatos modernos soy peor que el negro que aparece en la isla con Robinson Crusoe, ehh… bien… y pongo de vez en cuando eso algunos discos de jazz, a ver… ( hace una pausa al mejor estilo Hichtcock para dar un remate pedido por su publico) Juan Sebastian Bach y el Jazz, ahí esta dicho todo en materia de música.
¿Y la fotografía?
-Mmmm, en algún momento de mi reciente juventud, porque esta es la madurez de mi juventud, lo cual quiere decir una segunda juventud tuve una relación bastante estrecha con Grete Stern y lo que era la mera apreciación de un lector respecto de las fotos, allí creció algo, en contacto con Grete Stern, de pronto empecé a mirar cosas que no eran ni el retrato de la multitud, ni un boxeador que sangra por la nariz, ni las fotos de un incendio, ni las fotos familiares, hoy miro de otra manera las fotos, hoy miro de otra manera las fotos familiares, y eso creo debérselo a Grete Stern. Siempre yo sentí, que la fotografía, reemplaza la página mejor escrita que uno pueda imaginar, ¿recordás esa foto que apareció en tapas de muchos diarios, de ese"cana" si "cana" en el sentido más peyorativo, grandote él y una madre de la plaza, abrazándola?, esa es clásica, clásica, el fotográfo que sacó eso, todas las medallas del mundo.
¿Por qué lo expulsaron del partido comunista?
-Por una dedicatoria, les dedique un libro, "El Precio" a Juan Gelman y Juan Carlos Portantiero, "Que no se entregarán nunca". A ellos los habían expulsado del partido poco tiempo antes, y bueno, esa fue la posibilidad de decirles todo lo que pensaba y pegar el portazo, criticándoles toda la linea politica del partido comunista argentino, asi que fui acusado de trotzkista, y todos los etcéteras que se te puedan ocurrir, ¡a otra cosa!.
Así cierra esta parte de la entrevista al escritor, trabajador, pensador y por qué no maestro Andrés Rivera, nos ha dejado sabor a poco esta entrevista y trataremos de continuarla en otra de sus visitas a Buenos Aires.
Imagen 1: Entierro de Víctor Hugo, 1 de junio, 1885
Imagen 2: Sello postal argentino conmemorando a Roberto Arlt
Imagen 3: Caricatura de Jorge Luis Borges
-Yo empecé a escribir antes de empezar a escribir, nací en un hogar obrero, en la década del treinta, la famosa década infame. La pieza en donde vivíamos mi padre, mi madre y yo era el lugar donde se reunían militantes sindicales en la clandestinidad. Traían eh… sus discursos épicos, sus panfletos a medio escribir, sus declaraciones, los libros de actas de los sindicatos. Y yo, con mis pocos años de escuela, corregía las faltas de ortografía. Para ese momento además yo era un chico enfermizo. Entonces, en la cama leía obras tan entretenidas como las actas del comité central de la CGT.
Allí lo interrumpo con una pregunta que me surge al escucharlo, mi pregunta tiene que ver con la vivencia de un niño en esos momentos, él me mira a los ojos y me pide un poco de paciencia. Abre su vida a las preguntas con una generosidad que aprecio. Este Andrés Rivera al que supuse un hombre difícil de entrevistar y un poco parco, resulta más que agradable, inteligente y comprometido con una manera de pensar y hacer que en cada historia, detalle, anécdota se deja ver, sin dudas. Tiene una mirada profunda que transmite una vida, me gustaría ser amigo de este tipo, me digo.
Después ya mi padre me dictaba todo, me daba la idea de lo que quería decir para el periódico del sindicato y yo le redactaba la notícula, y él corregía aquí y allá para darle más énfasis, ¿verdad?. Y entonces discutíamos y yo le decía papá no, con un signo de admiración basta, desde aquel momento detesto los signos de admiración.
¿Que pasaba por la cabeza de un chico?
En la cabeza de ese chico convivían las historietas del Tony, las largas lecturas, con muy pocos dibujos, del Tit Bits, revista que desapareció y cuanta revista caía en mis manos, …junto a un libro que yo me acuerdo que me impresionó mucho de María Luisa Carneli, autora completamente desconocida para FM y para AM, ehmmmmm "El levantamiento de los mineros de Asturias en 1934", épico, épico…
Dinamita pura… ¿verdad? Ja ja ja.
-Me curé…me curé. Fueron pasando los años, como es obvio, y una editorial que desapareció, editorial Tor, editó "Los Miserables" de Víctor Hugo, estremecedor,(Rivera acentúa esta palabra que en su honor no tendrá signos de admiración), por favoor, y hay algo que todavía repito a mi esposa y hago toda la mímica, Hugo le adjudicó el nombre de Delesclouze, yo intento pronunciarlo muy mal en francés, y lo describe así, esa es la fuerza de un escritor, que deja grabada una imagen en el lector: -Alto, flaco, todo vestido de negro, con galera de copa negra, y sube a las barricadas en 1848 en París, y lo matan, la contrarrevolución lo mata, espléndido. Y Juan Valjean cambiándose de nombre, volviéndose rico, una maravilla!.
¿A que edad lo leyó?
-Y tenía menos de dieciocho. -Y después yo tenía un tío muy culto, Felipe, expulsado dos veces, no una, dos, del partido comunista argentino, por trotzkista. Que es como los católicos decían hereje, judío blasfemo. Mi tío pone debajo de mi nariz a Roberto Arlt, "Los Lanzallamas" y los "Siete Locos"; ¿que querés que te diga? Te comento algo? No verdad?, a otra cosa.
(La calidez y la admiración que expresa Rivera por Arlt es difícil de transmitir en este papel, hay que escuchar su voz al decirlo.)
-Me lancé sobre El juguete rabioso, El amor brujo y todo lo que encontré de Arlt, listo listo, todo todo, todo Arlt. Tarde, por prejuicios, leí a Borges, de donde vienen los prejuicios, muy claro, agente de la reacción burguesa, término con el que lo tildaba el partido comunista argentino, yo fui militante del partido comunista argentino, y no me arrepiento, desde, fecha histórica si la hay, septiembre de 1945 hasta mediados de 1973, veinticinco años. Ahí me expulsaron e hicieron bien. Siguiendo los pasos del tío Felipe, a mi manera. Leí a Borges, a escondidas, así como leí a León Davidovich Trotsky a escondidas y descubrí que era un escritor de primer agua, de primer agua, olvidémonos su costado ideológico pensémoslo nada más en su escritura, lo mismo con Borges, Borges nos enseñó a escribir (acentúa estas palabras para que no queden dudas, Don Andrés admira al Borges escritor y no quiere que queden dudas). Bien. En el medio Enrique Amorim, el compañero de Borges, amigo de Borges, hay una historia ¿querés que te la cuente?
Le pido por favor que lo haga.
Al fin y al cabo hay tantas historias, Borges ha sido un fabulador que nos ha divertido a todos,nos ha puesto en los labios una sonrisa como irónica. Borges y Amorim van, entran a un boliche de campaña, se acodan en el mostrador Hay una conversación que sube de tono, hasta los gritos, Amorim se da vuelta, Borges entregado a su cañita, suena un disparo, ruido de cuerpo que cae, Borges se da vuelta, pasa por encima del cuerpo caído, y sale y le dice a Amorim, ahora contame (Rivera modula su voz como Borges al decirlo) para mí esa historia se llama "el arte de narrar" ta claro?.
Vaya que sí, don Andrés, pienso.
Hay otra de Borges, si querés la ponés sino… esta no tiene titulo:
Un poeta que creo que se llamó, creo, Gustavo Garcia Saraví, Borges, dice Saraví, -La poesía es un sentimiento inefable. Buenoo, dice Borges, si, tal vez, quizá, pero.. Y yo lo tengo atravesado aquí, y se señala el pecho así a lo ancho, el torax, todo. Respuesta de Borges: ¿Un poco incomodo no?
Se escuchan risas, y son las nuestras.
Vuelve a hablar Rivera: Lecturas arbitrarias entonces, como, corresponde.
Le pregunto sobre la obra de Amorim, comentándole mi desconocimiento y me nombra "La Carreta", gran escritor, y asiente, dejando otro estiletazo, "Hay tantos enterrados, Amorim, Enrique Wernicke, gran escritor".
Vuelve a su vida:
-En algún momento yo, era estudiante de escuela industrial, descubro, yo elijo ser química industrial como especialización, yo elegí la química porque me ofrecía un campo muy vasto de misterio, pero el misterio quedo allí y yo acá. De manera que me hice la rabona a la escuela un año, otoño , invierno, me iba a la Plaza de Mayo, en ese tiempo había puestos de libros, me compraba libros, viejos, usados, empecé a armar mi biblioteca, hasta que un día le dije a mi padre, mira pasó esto, y la respuesta fue muy simple, tenés que ir a trabajar, entonces aprendí el oficio de tejedor textil, de seda, trabajé siete años como tejedor, desde los veinte hasta los veintisiete años.Y entre tanto escribí "El Precio" mi primera novela, leída hoy es un desastre, esta llena de retórica, de grasa, de mierda, por favor ponelo, la estoy reescribiendo, si despojándola de toda esa hojarasca inútil, tratando de ir al hueso del relato, el hueso del relato se mantiene.
¿A qué edad la escribió?
-"El Precio" aparece en el 57´, yo tenía veintinueve años. El año que viene se van a cumplir cuarenta y cinco años de la primera edición y espero publicar la segunda edición el año que viene.Y después vinieron los otros libros. Hasta que eh, algún nicho, recoveco, aparato burocratico del estado, se les ocurrió que me tenían que adjudicar, o que le tenían que adjudicar a la "Revolución es un sueño eterno" el premio nacional de literatura, vino, yo en ese momento estaba trabajando de corrector de estilo, mi esposa me llamó por telefono una tarde a las cuatro de la tarde, me acaba de llamar Luis Gregorich, para avisarme que te dieron el premio nacional, yo colgue despacito y subí y se lo dije a mis compañeros, un poco, ehhh, como si caminara en el aire, ahora bien, la noticia tardó en aparecer en Clarín dieciocho días, mis compañeros de trabajo empezaron a mirarme de reojo, si yo no los había estado cargando, ellos sabían que yo escribía, conocían mi producción anterior, etc.,cuando la noticia apareció, bueno se formalizó todo el papeleo burocrático me dieron cinco mil pesos y sigo recibiendo setecientos nueve con cincuenta mensuales, decicí no trabajar más como asalariado, estaba ganando ochocientos,entonces me dije, estaba haciendo los tramites jubilatorios, más la jubilación de periodista, mas lo que saque de derechos de autor, me convierto en un privilegiado, hace quince años que soy un privilegiado, efectivamente, frente a lo que hoy gana un asalariado, un empleado, Yo con mil quinientos como bife todos los días, tengo para correrme hasta Fausto, hace treinta años que compro libros en Fausto, y compró el libro que se me antoja, que creo que tengo que leer, y punto no compro más que eso, un jean, o dos o tres para intercambiar, una camisa de Grafa que son resistentes, y si vos viste alguna fotografía mía en alguna recepción voy con esa camisa, no le estoy haciendo propaganda a Grafa, pero es así.
Me quedó la pregunta ¿en que trabajaba su padre?
-Mi padre fue hasta el ascenso de Perón a la presidencia, 24 de febrero de 1946, dirigente de los obreros del vestido , en ese momento se hacen cargo del sindicato los que en ese momento fueron llamados los burócratas y hoy son llamados los gordos, y mi padre siguió como siempre trabajando en el taller que pudo encontrar, no se hizo cuentapropista, no puso un negocio, le ofrecieron porque era un obrero completo, y murió obrero, punto. Todavía tengo un traje , no preguntes de que año, que me pongo para las grandes celebraciones, impecable, esta allí, era un obrero completísimo. El pensaba, como buen obrero industrial, aprendiz de marxista, que el trabajo tenía que ser industrial, por eso trató de trabajar en los talleres del vestido que tuvieran mayor número de obreros y obreras, el último que trabajó antes de jubilarse era creo de cien obreros, que para esa época era mucho.
¿Hay un libro que sea el más querido o algo así? ¿Existe eso para el escritor?
-Si en alguna medida, digamos que hay una fracción muy intensamente autobiográfica, que es "Tierra de exilio" y hay otro que yo aprecio desde el punto de vista de la literatura que es "En esta dulce tierra".
También "El verdugo en el umbral" es autobiográfico y marcadamente ¿no?
-Sí, yo creo que se puede armar una saga familiar con, ¡por favor! Saga con ese eh , ¡la he visto escribirla con zeta!, El precio, Nada que perder, El verdugo en el umbral y Tierra de exilio.
Como nosotros hacemos un programa de Jazz, literatura y fotografía, le voy a pedir que hable de jazz y de fotografía.
-Cómo no, cómo no.
¿Qué opina del jazz?
-El jazz me gusta mucho,pero muchísimo, mi esposa trajo de la casa del papá que falleció una gran caja con compact discs, ¿puede ser? Yo para esas cosas de los aparatos modernos soy peor que el negro que aparece en la isla con Robinson Crusoe, ehh… bien… y pongo de vez en cuando eso algunos discos de jazz, a ver… ( hace una pausa al mejor estilo Hichtcock para dar un remate pedido por su publico) Juan Sebastian Bach y el Jazz, ahí esta dicho todo en materia de música.
¿Y la fotografía?
-Mmmm, en algún momento de mi reciente juventud, porque esta es la madurez de mi juventud, lo cual quiere decir una segunda juventud tuve una relación bastante estrecha con Grete Stern y lo que era la mera apreciación de un lector respecto de las fotos, allí creció algo, en contacto con Grete Stern, de pronto empecé a mirar cosas que no eran ni el retrato de la multitud, ni un boxeador que sangra por la nariz, ni las fotos de un incendio, ni las fotos familiares, hoy miro de otra manera las fotos, hoy miro de otra manera las fotos familiares, y eso creo debérselo a Grete Stern. Siempre yo sentí, que la fotografía, reemplaza la página mejor escrita que uno pueda imaginar, ¿recordás esa foto que apareció en tapas de muchos diarios, de ese"cana" si "cana" en el sentido más peyorativo, grandote él y una madre de la plaza, abrazándola?, esa es clásica, clásica, el fotográfo que sacó eso, todas las medallas del mundo.
¿Por qué lo expulsaron del partido comunista?
-Por una dedicatoria, les dedique un libro, "El Precio" a Juan Gelman y Juan Carlos Portantiero, "Que no se entregarán nunca". A ellos los habían expulsado del partido poco tiempo antes, y bueno, esa fue la posibilidad de decirles todo lo que pensaba y pegar el portazo, criticándoles toda la linea politica del partido comunista argentino, asi que fui acusado de trotzkista, y todos los etcéteras que se te puedan ocurrir, ¡a otra cosa!.
Así cierra esta parte de la entrevista al escritor, trabajador, pensador y por qué no maestro Andrés Rivera, nos ha dejado sabor a poco esta entrevista y trataremos de continuarla en otra de sus visitas a Buenos Aires.
Imagen 1: Entierro de Víctor Hugo, 1 de junio, 1885
Imagen 2: Sello postal argentino conmemorando a Roberto Arlt
Imagen 3: Caricatura de Jorge Luis Borges
La muerte lejos
Miguel Sánchez Ostiz
Setenta y dos cadáveres de migrantes sin papeles, procedentes de países centro y sudamericanos, asesinados a manos de un poderoso grupo criminal ligado al narcotráfico, los Zetas, en un rancho del estado fronterizo de Tamaulipas. No estoy muy seguro de que la noticia no se haya centrado más en los autores del crimen que en las víctimas.
Una realidad. O mejor, dos. La primera: esos grupos criminales tienen en jaque al gobierno mexicano, a su policía y a su ejército, que se diga lo que se diga no ha podido hasta ahora controlarlos. La segunda: lo que les puede suceder a manos de esos grupos criminales, que en el último año han secuestrado a 20.000 inmigrantes, no desanima a los que emprenden a diario la migración hacia el sueño americano. Todo lo que se escriba sobre este asunto será poco.
De no quedar un superviviente de la masacre, no se habría sabido gran cosa de lo sucedido. Pero el joven ecuatoriano, cuya vida ahora corre serio peligro, ha destapado el pozo negro de la infamia.
Para relato de viaje, el de esa persona. Todo lo demás empieza a ser cuento y banalidad, palabrería en beneficio de la industria turística. Los viajes que merece la pena leer y ser relatados son otros y tienen que ver con los avatares de las personas empujadas o condenadas a la emigración. Van a nutrir la épica de un futuro inmediato. Relatos como El exilio voluntario, del boliviano Claudio Ferrufino-Coqueugniot, acerca de la inmigración pluriétnica al asalto del sueño americano, vale por todas las excursiones literarias del cosmopolitismo de pega pagadas por Cooperación Internacional o el Centro de las Letras Españolas, con las que no se puede escribir otra cosa que El arte de viajar de gorra.
El esteticismo y el cosmopolitismo empiezan a estar de más, muy vistos, demasiado. La época del Orient-Express y los sleeping-cars queda demasiado lejos. Son millones de personas las que se desplazan en busca de un presente más digno y se juegan con ello la vida. Desplazados, desarraigados por fuerza, burlados por mafias, explotados, despreciados, excluidos, esclavizados. Son los protagonistas de las nuevas crónicas de Indias, aunque no todos vengan de ellas, y van a escribirlas, de eso estoy seguro, y no nos va a gustar lo que cuenten, de eso también estoy seguro".
Publicado el 29 de agosto de 2010 en el Diario de Noticias de Navarra y en el blog del autor
Imagen: Roberto Matta/La Danse de la Mort Portfolio, 1972
Saturday, September 4, 2010
Entrevista a Germán Dehesa
Por Susana Garduño
Germán Dehesa, con todo y el cansancio que traía a cuestas de un viaje a Coatzacoalcos, Veracruz, tuvo la gentileza de recibir en su estudio a Club de Lectores y nos habló del poder mágico de las palabras y los libros.
El poder mágico de la palabra “Alfalfa”. (Del griego: Alfa = comienzo) Seguramente esa palabra debe tener un poder mágico tremendo, puesto que puede convocar, puede incitar un volver a comenzar algo. Entonces yo se la recomiendo mucho a aquellos amantes que tuvieron alguna ruptura, pero que tienen franca voluntad de volver a comenzar, de tener una segunda oportunidad, que se miren a los ojos y se digan “alfalfa”, y se abracen y verán como todo comienza otra vez.
¿USTED DIRÍA QUE LOS LIBROS TIENEN UN GRAN IMPACTO EN LA VIDA DE LAS PERSONAS?
¡Enorme! No porque haya lecciones inmediatas, ni moralejas; todo eso es muy trivial, es como la epidermis de un libro. La forma es la que siempre acaba pegando, te hace entender que hay un milagro en todo. Porque yo no veo una rosa y digo: ¡Ah, mira! Una rosa divina que en gentil cultura /es con su fragante sutileza/ magisterio purpúreo a la belleza/ enseñanza nevada a la hermosura; yo ya me conformo con saber que es una rosa, pero Sor Juana… la veía y encontraba en ella un amago de la humana arquitectura y simplemente esa música que ella creaba con las palabras, hace darme cuenta de que se puede hacer una flor de puras palabras, es decir, Sor Juana termina, no hablando de la rosa, sino edificando una rosa verbal. Y eso es ¡alucinante! Entonces se puede ir creando una especie de mundo paralelo y entendiendo mejor este mundo. Casi como el lobo de Caperucita, para entenderte mejor … para eso leo, para eso escribo, para mirarte mejor ... Seguramente pasé por la etapa narcisista de la lectura donde uno al leer se está buscando a uno mismo. Es decir, el libro funciona como un espejo y el libro que más nos gusta es el que nos refleja mejor. Leía en la infancia, febrilmente, a Los tres mosqueteros , porque en mis delirios imaginativos pensaba que podría haber sido uno de ellos, que sólo las circunstancias de espacio-tiempo ya no me permitían ser D'Artagnan, Aramis, Porthos o todos juntos. Era para mí un gran espejo.
Hay lectores que mueren en esta etapa narcisista, de “espejito, espejito, dime que soy bello, dime que soy valiente o el más malo de toda la región”. Pero debería haber siempre un momento en que descubres que no hay tal, que más que un espejo, el libro es una ventana. En el momento en que la ventana te es revelada, la lectura se vuelve absolutamente imprescindible. Porque desde ahí tienes el mejor mirador hacia el mundo.
Aprendes a leer, para leer mejor a tu pareja, para leer mejor a tus amigos, para entender mejor a tu país. Para ubicarte de mejor manera en el mundo, hasta donde eso es posible. Tomar conciencia del misterio, no resolverlo, pero por lo menos, adivinar las orillas del misterio o, como proponía Sor Juana, “ Rotular el silencio ”. Esa es nuestra tarea.
USTED ES UN GRAN ADMIRADOR DE SOR JUANA, ¿VERDAD? LA CITA FRECUENTEMENTE.
Sor Juana, Quevedo, Lope de Vega, Fray Luis de León. Son nuestros poetas. Pero también de pronto Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, el humor implacable de Cortázar y tantos y tantos autores que pasan por tu vida. Hay veces que regresas a tu casa después de una jornada en la Ciudad de México y de veras te sientes Ulises regresando a Itaca. Tratando de recuperar a una Penélope que ya no te reconoce, como ocurre en el libro original. Él se fue 20 años. Tú te vas un día y ya no te reconocen de la friega que te pone un día en esta ciudad. Entonces tienes que darles pruebas de que sí eres tú, como lo hace Ulises.
¡En fin! Los libros atraviesan por mi vida y yo voy circulando entre los coches y los libros y alcanzando la vida y queriendo siempre salirle al encuentro. El mexicano siempre está sentado, a ver qué le trae la vida. Y así nos ha ido. Creo que lo que tenemos que hacer es salirle al paso a la vida, no esperar que llegue, sino encontrarla, agarrarla de buenas y con un libro en la mano, porque el libro te va a permitir descifrarla mejor.
EN SU LIBRO ¡QUÉ MODOS! USOS Y COSTUMBRES TENOCHCAS , USTED CITA COMO ESPECIES EN PELIGRO DE EXTINCIÓN A: EL BUEN HOMBRE , LA BUENA MUJER … ¿EN QUÉ CONDICIONES CREE QUE SE ENCUENTRE EL BUEN LECTOR ?
También amenazado. Las formas electrónicas de comunicación, están arrinconando e imponiéndole una aparente obsolescencia a la lectura. Aunque siempre es el impacto de lo nuevo. Creo que el libro tiene con qué resistir. Pero nuestro problema no son los autores, ni los libros. Nuestro problema es hasta cierto punto de librerías, pero ya estamos mejor que hace treinta años. Creo que el problema básico son los lectores, que no creamos lectores. Entonces, ¿para qué más autores, para qué más libros, para qué más esfuerzos por reunir bibliotecas si no hay quien lea, quien se acerque a los libros?
Lo nuestro tiene que consagrarse a la formación de lectores y la única manera de formar al lector es explicándole que leer es la segunda forma de recreo que tiene el ser humano. La primera se cumple entre hombre y mujer y no voy a dar detalles. Pero la otra es la lectura. La conversación con los difuntos / en músicos callados contrapuntos , como decía Quevedo.
¿CREE USTED QUE LOS LIBROS DEBIERAN TAMBIÉN EVOLUCIONAR EN ALGUNA MANERA?
Sí yo creo que ya hay ciertos géneros que se van quedando viejos. Ciertos géneros a los que les hemos concedido demasiada importancia por demasiado tiempo. Pienso sobre todo en la novela, que ya prácticamente ser escritor equivale a ser novelista. Cuando se pueden escribir estupendas crónicas. Juan Villoro, entre nosotros, es un cronista sensacional. Se puede escribir excelentes ensayos y tenemos ensayistas de primera: Federico Reyes Heroles, Silva Herzog Márquez, Lorenzo Meyer. Te puedo dar el nombre de muchos extraordinarios ensayistas.
No es por la vía de la ficción por la única que se accede al conocimiento. Tampoco quiero que desaparezca la novela, sino que atemperemos y nos demos cuenta de que El buen lector siempre terminará leyendo poesía.
Previamente hay que convencerlo de que aquello que nos decían de que leyendo tienes más poder, leyendo aprendes más… en el fondo te están diciendo “y entonces más pronto te convertirás en el Fidel Velázquez de tu grupo y controlarás a todo mundo”. Borrar eso y decirle: “Tú olvídate, tú métete a un libro como quien se mete a una fiesta, si en la página 70 la fiesta no te interesa, no sabes ni de qué se trata, tienes todo el derecho de largarte, no todos nacimos para todos los libros”.
Aunque sean obras maestras, yo, a las 15 páginas de leer a James Joyce dije: “no nací para esto, mi vida es otra”. Y me dediqué a leer otros autores que me decían más y me resultaban más intelegibles.
Tampoco hay que castigar o censurar. Por ejemplo, imponen “lecturas obligatorias”. Eso es terrible. Es como el matrimonio, donde tienes que ser feliz a ‘güevo', no se puede. A veces uno es feliz, a veces uno tiene promontorios de serenidad, y luego de pronto también unas llanuras de depresión, todo eso es el caminar por la vida. Y lo mismo pasa con la lectura. ¿Cómo “lectura obligatoria”? ¡No! Cuando yo fui maestro de literatura en preparatoria, mi táctica era ofrecer por lo menos 100 libros y decirles: Este es breve y trata de esto… este es largo y este… tá-tá-tá. Y no les voy a pedir que me hagan una monografía. Yo voy a venir todas las tardes y quiero que vengan, cualquiera de esas tardes a contarme de algún libro de los que hayan leído. Si leen cinco, están del otro lado, si no leen esos cinco, ni siquiera se presenten a examen. Y si leen 25 tampoco se presenten a examen porque ya están aprobados.
¡Y no sabes qué deleite! ¡Se hacían las colas inmensas de muchachos para irme a contar su experiencia de lector y compartirla! Y que yo les dijera lo que a mí me había dicho el libro. O muchas veces cacharlos en que ni habían leído. Les decía:
–Y, ¿qué pasó, te acuerdas cuando se le viene encima la piedrota a Porthos?
–¡Ah, sí qué momento!
–Y le digo “No hay ninguna piedrota, baboso, vete a leer” ¡Y ya! Pero esa idea de que es una obligación… ¡No, hombre, si es lo más divertido de este mundo leer! ¡Lo más tranquilizante!
Bueno… por ejemplo, tenía la horrible costumbre de leer el domingo por la noche El Proceso (de Kafka) y no dormía, me quedaba con los ojos pelones hasta el lunes. Entonces mejor tengo a San Juan de la Cruz, mejor tengo a Jaime Sabines, mejor tengo a Juan Ramón Jiménez. Hay libros que no hay que leer en la noche, porque de veras, se le meten a uno en los sueños. Si es que llega uno a tener sueños.
¿QUÉ LE ACONSEJARÍA A QUIEN QUISIERA CONVERTIRSE EN ESCRITOR?
En escritor… pues que trate de ser un excelente lector. Que no tenga miedo de imitar a alguien a quien le conceda autoridad magisterial. Que es cierto que en literatura, la única manera de superar una influencia, es cediendo a ella y asimilándola a tu estilo. De esa manera, poco a poco podrás ir encontrando tu voz.
Pero si quieres ser escritor, primero pregúntate: “¿tengo algo qué decir? ¿Qué herida traigo?” Y si no traes herida… ¡los que no traen herida no escriben! Todo escritor habla por la herida. De algún modo la vida, la realidad, lo lastimó. Si no, no se proponen la tarea de recomponer esa realidad. Psss… está a toda madre, está muy bien instalado, ¿cuál es el problema?
Pero cuando de pronto te atropella la vida, cuando traes una herida, ¡de muchos tipos! Porque además, ahora todo mundo pensará: “me tiene que abandonar un ser amado” No, no, no, ¡espérate! De muchas maneras la vida te desacomoda y necesitas de las palabras, las “palabras mágicas”, para reacomodarte. Si no tienes esto, ni lo pienses, ni te pongas a escribir. Si no estás dispuesto al gran impudor… porque escribir es encuerarse y si no estás dispuesto a eso…
Me acuerdo que me pasó una vez con una alumna talentosa en un taller de literatura que yo tenía, que llegó con una propuesta para una novela. Y le digo: es una propuesta excelente, pero tú eres una señora y las señoras no cuentan estas historias. Entonces pregúntate: ¿quieres ser escritora o quieres ser señora ? Porque las dos cosas no se pueden. Entonces, si estás dispuesta a la indecencia de encuerarte, nos vemos la semana que entra.
Y llegó la semana siguiente y me dijo “¡Ya! Ya hablé con mi familia, y les dije que voy a perder toda compostura”. Y fue un libro muy bonito que se llama Quién como Dios que ya está traducido como a ocho idiomas. Y le fue muy bien, pero pues Doña Eladia, alias Lali, renunció a ser señora.
UN MENSAJE A NUESTROS LECTORES:
¡Que se pongan a leer! ¡Que lo disfruten! Es un gozo inmenso, es la gran compañía, lo que nunca te falta. En los momentos de soledad, es lo único que te ilumina cuando de pronto ya te apagaron la luz, o ya te la cortaron (la luz). Entonces ahí está la literatura, ahí están los poetas. Y ya desde los poetas empezamos a navegar. Porque los poetas son las cumbres y todos los demás como que escurren desde esas cumbres que son los grandes poetas. Y más México, que en el siglo XX, ¡qué lujo de poetas tuvimos! Pellicer, Novo, Villaurrutia… es una nómina que remata con Octavio Paz y Jaime Sabines y dice uno: De veras, qué sabia es la condición humana que se da cuenta de que en un país donde la palabra va a ser violentamente agredida y prostituida por los medios de comunicación, pero sobre todo, por los políticos, es necesario generar anticuerpos.
Y esos anticuerpos son los poetas, son los que le devuelven su pureza original, los que alivian a las palabras y las vuelven otra vez mágicas. Por eso hay que leerlos, disfrutarlos. Y luego regalarle el poema a alguien que amemos y firmarlo nosotros. De aquí a que se entera ya hasta hijos tuvimos con ella. ¡Que hagan lo que quieran! Pero yo he sido muy feliz leyendo y escribiendo.
Círculo de lectores
Imagen: Caricatura de Germán Dehesa
Fallece Germán Dehesa
Apenas el jueves pasado reveló en su columna que padecía cáncer.
México, DF. El escritor, dramaturgo y columnista Germán Dehesa murió este jueves a la edad de 66 años en su casa de la ciudad de México.
El pasado 25 de agosto, Dehesa reveló en su columna Gaceta del Ángel, del periódico Reforma, que padecía cáncer. “Tengo cáncer, pero hasta ahora la enfermedad no me ha producido ningún dolor insoportable”, escribió.
“Nadie tiene idea de cuándo será la terminación cronológica de mi vida, pero calcula la ciencia médica que esto ocurrirá hacia los finales de este año”, señaló en esa ocasión. Pero la muerte lo alcanzó hoy a las 18:35 horas rodeado por su familia, según emisiones radiofónicas.
Puma de corazón, añadió: “Yo tengo que guardar reposo por algunos días, pero muy pronto volveré a vestir mi uniforme azul y oro y a sembrar el pánico por todas las canchas de la República. Ahí me los encontraré”.
El periodista José Cárdenas detalló en su noticiario que, según fuentes cercanas, esta mañana el escritor (que nació en el Distrito Federal el 1 de julio de 1944) ya no podía hablar y no escribiría más.
El pasado 11 de agosto, Dehesa fue condecorado como Ciudadano Distinguido de la ciudad de México por el jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, y el 31 de agosto fue reconocido por el Club de Industriales por su trabajo en el mundo de las letras, la política, el arte y la cultura universal.
Este viernes recibiría un homenaje a las 20 horas en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Germán Dehesa nació en la ciudad de México el 1 de julio de 1944. Sus estudios de preparatoria los realizó en el Centro Universitario México (CUM).
Estudió Ingeniería Química y Letras Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México, institución en la cual trabajaría como profesor y catedrático por más de 25 años.
Destacó en la radio y la televisión mexicana, fue un reconocido dramaturgo y promotor cultural. A nivel nacional fue ampliamente reconocido por sus colaboraciones salpicadas de comedia en los diarios del Grupo Reforma y su participación en la película “Cilantro y perejil” (1995).
Hacía apariciones especiales en el programa de discusión deportiva “Los capitanes” en ESPN.
El 8 de mayo de 2008 se le otorgó el premio de periodismo Don Quijote, el cual recibió de manos del Rey de España Juan Carlos I. El jurado declaró que en su obra realizó "una síntesis brillante (...) entre el idioma español y el habla popular mexicana, en una combinación imaginativa de las palabras, que demuestra la plasticidad, riqueza y vitalidad de la lengua de Cervantes".
Algunas de sus obras son “Adiós a las trampas”, “La familia (y otras demoliciones)”, “¡Qué modos!: Usos y costumbres Tenochcas”; “¿Cómo nos arreglamos? Prontuario de la corrupción de México”; “Las nuevas aventuras de El Principito”.
También “No basta ser padre”, “Viajero que vas”, “Cuestión de amor”, “Adiós a las trampas 2”, “Los PRIsidentes”, “Fallaste corazón”.
Entre sus obras de teatro están “Tapadeus III”, “El gabinete de Belem”, “Borges con Música”, “El pórtico de las palomas”, “Pacto con botas” y “Monjas coronadas”.
La Jornada en línea/Publicado: 02/09/2010 19:32
Imagen: Germán Dehesa
Thursday, September 2, 2010
Los diez imperdibles de Rosario
A orillas del Paraná, La ciudad se reinventa con nuevos paseos y atractivos. La cultura, los bares míticos y Las leyendas de Olmedo y Fontanarrosa.
Por EDUARDO POGORILES
Vanguardia y tradición
La legendaria Rosario no tiene un fundador definido. Nació del sueño de muchos y eso es parte de su encanto, al menos desde que Manuel Belgrano hizo jurar la bandera en sus barrancas –eso fue en 1812– y luego Justo José de Urquiza, hacia 1852, la soñó como cabecera ferroviaria, puerto y capital de la Confederación enfrentada a Buenos Aires.
Después llegaría a esta ciudad de Santa Fe el auge de la “pampa gringa”, con la inmigración europea y barcos llenos de trigo y carnes hacia el mundo: Rosario era “la Chicago argentina”. Soñó por un tiempo con un futuro industrial sembrado de trenes, talleres y frigoríficos. Sobrevivió a muchas crisis y desde la década de 1990 se reinventó como una ciudad de servicios, que según el sitio web Trip Advisor es uno de los diez destinos turísticos “emergentes” en el mundo. En Rosario se dice que ya existen 10 mil plazas hoteleras y 21 clubes náuticos, con 22 mil barcos registrados. Antes, la fortuna de cerealistas y coleccionistas de arte dejó testimonios urbanos, como el espléndido Palacio Minetti –en estilo art decó– sobre la peatonal Córdoba o el racionalista Museo Castagnino, en el Parque Independencia, donado por Rosa Tiscornia de Castagnino en 1937. Ahora, con el auge de la soja,
Rosario se pobló de nuevos hoteles y shoppings, abrió un casino que recuerda a Las Vegas, renovó su paseo costanero y diseñó sitios atractivos para las familias con chicos. Volvió a mirar al río: se demolieron las rejas del viejo puerto, las terminales ferroviarias ahora son centros culturales. Rosario se conectó mejor con el país mediante las autopistas, el aeropuerto y el puente hacia Victoria, en Entre Ríos. En este largo camino, brilló con los nombres de artistas como Berni, Nebbia, Olmedo y Fontanarrosa. Hay muchas razones para volver a sus calles.
El monumento a la Bandera
Son diez mil metros cuadrados en el sitio donde Belgrano izó la bandera nacional el 27 de febrero de 1812. Lola Mora lo imaginó a comienzos del siglo XX, pero de aquello sólo quedan sus esculturas, en el Pasaje Juramento, una de las áreas del monumental paseo construido en mármol travertino de San Juan. Se inauguró en 1957 sobre un proyecto de los arquitectos Angel Guido y Alejandro Bustillo, con los escultores Alfredo Bigatti y José Fioravanti. Los visitantes abundan entre las altas columnas del Propileo, con la eterna llama que recuerda al soldado desconocido. Debajo está la Galería de las Banderas, dedicada a los países americanos. Más allá, el Patio Cívico con su gran escalinata, que funciona como un escenario –aquí cantó Alfredo Kraus y bailó Jorge Donn– en las fiestas populares. La torre, conocida como La Proa, tiene 70 metros de altura y un ascensor, que lleva al público hasta el mirador, con una buena vista panorámica del Paraná y la ciudad.
Casco histórico
A pocos metros del Monumento a la Bandera, atravesando el Pasaje Juramento, se llega al casco antiguo. Aquí nació la ciudad, alrededor de la Capilla del Rosario, donde hoy están la Catedral, la plaza 25 de Mayo, el Palacio Municipal –antiguo Palacio de los Leones– y el Correo Central. También frente a la plaza, sorprende la mansión italianizante del Museo de Arte Decorativo Firma y Odilo Estévez, una fachada en mármol de Carrara que anticipa el esplendor de sus salones e importantes pinturas –como un retrato de Goya, “Doña Teresa Ruiz de Apodaca de Sesma”– además de una colección de muebles, marfiles y cerámicas rescatados de las antiguas casonas de Rosario. Hay más para ver en los alrededores, por caso, el edificio de la antigua Aduana del Puerto, o el Paseo del Siglo, al que conduce una caminata –siguiendo el eje de la calle Córdoba–, para ver edificios como el de la Bolsa de Comercio o el Palacio Minetti. No hay que perderse una visita al Teatro El Círculo, en la esquina de Laprida y Mendoza, esta sala con 1.552 butacas se inauguró en 1904 y vio pasar, entre otros, al cantante Enrico Caruso. (Horarios y precios de entrada a museos y teatros, en www.rosarioturismo.com).
Parque Independencia
Es el pulmón verde de Rosario y para los rosarinos es, simplemente, “el parque”. Está entre los bulevares Oroño y 27 de Febrero, la avenida Pellegrini y Ovidio Lagos. Además del estadio de fútbol de Newell’s Old Boys, el Hipódromo, el predio de la Sociedad Rural y los salones del Museo Histórico Provincial Julio Marc –con platería y armas de los tiempos de Belgrano y de Rosas–, hay un lago y muchos botes para remar. Los chicos tienen un espacio propio en El jardín de los Niños: acá hay juegos, como “La montañita encantada” o “La máquina de volar”. Ubicado frente al Parque Independencia, en un moderno edificio sobre Pellegrini y el bulevar Oroño, funciona el Museo Municipal de Bellas Artes Juan Castagnino que reúne 3 mil obras en su colección. Tiene pinturas de artistas de la talla de Berni, Gambartes, Noé, Iommi o Alonso. Este museo es una de las estrellas de la cultura rosarina.
Bar El Cairo
Está en la esquina de Sarmiento y Santa Fe desde 1943, aunque lo reciclaron –ahora es más amplio– en 2004. El humorista, dibujante y escritor Roberto Fontanarrosa fue el cliente más famoso de este bar: tenía su “mesa de los galanes” –se conserva como un tesoro, justo frente a la caja del bar, tapizada de fotos del “Negro”–, que también frecuentó el catalán Serrat. El bar tiene su sitio en Internet (www.barelcairo.com), además de una librería, galería de arte y un espacio para shows musicales o presentaciones de libros. A toda hora del día, aquí reinan ciertos platos clásicos: lomo al grill, pizza “especial” de jamón, queso y morrones, el sándwich tostado con ketchup –el “Carlito” rosarino– o el café “lágrima”. Fontanarrosa se enamoró del bar El Cairo y habló de la bohemia en sus libros. Por estas mesas también pasaron el cómico Alberto Olmedo y su amigo, Bernardo “Chiquito” Reyes. Justo frente al bar, las ventanas de la esquina dejan ver el majestuoso Palacio Fuentes, que inspiró al escritor César Aira para su novela “Los misterios de Rosario”.
Pichincha y el culto a Olmedo
Hasta mediados del siglo XX, el barrio de Pichincha fue el centro de la “mala vida” rosarina, pero ahora se está poblando de anticuarios, galerías de arte y bares de moda. Hacia 1920, en el eje de la antigua calle Pichincha (rebautizada Ricchieri) había hasta tres cabarets por cuadra y burdeles famosos. Eran los tiempos bravos de los mafiosos Chicho Chico y Chicho Grande. De aquello sobreviven leyendas urbanas que hoy son patrimonio arquitectónico, como el “Madame Safo” –descrito por el narrador uruguayo Juan Carlos Onetti en “Tierra de nadie”– o el “Petit Trianon”. En Jujuy y Pichincha se ve aún el teatro Casino, donde actuaba una célebre vedette, “Rita la Salvaje”. El cómico Alberto Olmedo nació en el barrio y aquí tiene dos estatuas. Una de ellas está en “Esquina del Negro”, patio cervecero ubicado en Brown y Callao, donde se pueden ver los testimonios del gran actor, que el dueño reunió con devoción: fotografías de Olmedo, ropas y bordereaux de teatro. A dos cuadras de aquí está la Estación Rosario Norte, reciclada como sede de la Secretaría de Cultura. A pocos metros de la estación se inicia el Parque Norte, donde hay ferias de artesanos. En un sitio del parque, sobre Rivadavia y Pueyrredón, se ve la otra estatua de Olmedo, sentado en un banco de plaza que los turistas eligen para fotografiarse.
El río y las islas
Frente a Rosario abundan las islas, bañados, lagunas y arroyos. Se dice que, en verano, más de veinte mil personas cruzan el río hacia los recreos que están en los paradores isleños, para disfrutar de las playas, andar en canoa o ir a pescar. Algunos nombres clásicos son: Cabañas del Francés, Puerto Pirata, Los Benitos, Vladimir, Willy Dixon, Waikiki y Deja Vú. Para el turista recién llegado a la ciudad, lo más típico es un paseo en barco por el Alto Delta del Paraná, saliendo desde la Estación Fluvial hacia el Puente Rosario-Victoria, en naves grandes como “Del Paraná Eco Turismo” o “Ciudad de Rosario” (pueden consultarse más datos sobre excursiones en el sitio web del Ente Turístico Rosario: www.rosarioturismo.com).
La isla de los inventos
Rosario dispone de varios espacios para los chicos y sus familias, que le dan forma a un “tríptico de la infancia”. Por un lado, El Jardín de los Niños en el Parque Independencia. Por el otro, la Granja de la Infancia en la Avenida Perón 8000. Finalmente, la concurrida Isla de los Inventos, ubicada en Corrientes y Wheelwright, en los cinco mil metros cuadrados que ocupaba la antigua estación Rosario Central, recuperada en su arquitectura de ladrillos, andenes y galpones. La propuesta en la Isla de los Inventos es unir el juego, las ciencias, la tecnología y el arte con un eje pedagógico. Guiados por expertas que orientan los juegos, aquí los chicos abren puertas para volar con su fantasía. Los escenarios recrean el mundo ferroviario y su fascinación (Más información en losinventos@rosario.gov.ar).
Bulevar Oroño
Las más ricas familias de Rosario construyeron sus mansiones desde 1862 en el Bulevar Oroño, un ícono del progreso con toques europeos. Hoy es un recorrido de casi veinte cuadras que se disfruta a pie, desde Pellegrini hacia el río. Entre palacetes de la Belle Epoque rosarina, palmeras y pérgolas, se destaca la Iglesia Evangélica Alemana inaugurada en 1912, en Oroño y San Lorenzo. Un buen final del paseo es el Parque España, diseñado por Oriol Bohigas sobre el río, con sus llamativas columnas, galerías de arte y teatro.
Revista Eñe, Clarín, Buenos Aires, agosto 2010
Imagen 1: Vista de Rosario de Santa Fe
Imagen 2: La mesa de Roberto Fontanarrosa en el Bar El Cairo