Friday, March 31, 2017

Misicuni: canalizando el desastre

JOSÉ CRESPO ARTEAGA

Anteayer (fecha de eliminatorias), veíamos al Messi de Orinoca a la entrada del túnel, que no del estadio paceño, haciendo una de esas cosas que mejor sabe hacer: cortar cintas, develar plaquetas conmemorativas, girar llaves o manivelas, apretar botones, y todas esas cuestiones que adornan las inauguraciones. Hete ahí, su incansable mano operaba el milagro de abrir (‘aperturar’ dicen los neologistas) las válvulas del embalse de Misicuni para calmar la sed de más de medio siglo de los insaciables cochabambinos. Poco después empezarían a llover los spots oficialistas con la etiqueta “Misicuni es una realidad” y al ver el ocre colorido del agua hacía soñar que allí tendríamos un sitio donde abrevar chicha para siempre.

Tan histórica jornada debía, naturalmente, ser convenientemente engalanada empezando por el acarreo de todo tipo de personal, desde edecanes militares hasta azafatas vestidas de cholitas. Juraría que hasta los helicópteros que trasladaron al amado líder y al resto de su comitiva estaban relucientes con guirnaldas de coca. Para los discursos de rigor hubo que montar la tarima correspondiente con techo, atril, parlantes y demás accesorios para tan magnos eventos. Faltó la alfombra roja para completar el decorado, pero como allí había sólo barro, ripio y algunos materiales de construcción, qué mejor que maquillar el escenario con obreros, cascos, tuberías, vehículos y otras maquinarias. Por supuesto que las cámaras de la televisión estatal registraban las estampas desde todos los ángulos posibles. 

Más tarde, observaba en vivo, en los informativos del mediodía, que el caudillo participaba de otra concentración multitudinaria, en un colegio a escasos kilómetros de mis aposentos, mientras un ballet folclórico le bailaba una cuequita para alegrar sus ojos. Obviamente observando la función desde lo alto de otra tarima para resaltar su estatus de estadista universal. Por un momento pensé que habían traído bajo la panza del helicóptero el entarimado desde las montañas de Misicuni, sitio bastante inaccesible por sus serpenteantes caminos. 

Había sido nomás cierto que el Messi plurinacional trabaja (y juega fútbol por el bien de la nación) infatigablemente, porque a las pocas horas se lo vio bien sentado en el palco oficial del Hernando Siles alentando con su inconfundible liderazgo a la Verde para que diera una lección de altura a la Albiceleste comandada por el verdadero Messi, que por triquiñuelas infantinas de último momento de la FIFA el astro, igualmente universal, no pudo salir al césped a pasear su fútbol. Dicen que el Messi de las alturas invitó al Messi de las pampas a subir al palco para intercambiar camisetas probablemente, pero el gaucho, bastante mosqueado, no estaba para tan soberanos caprichos. Esperemos que Infantino y sus secuaces no le aumenten la sanción por semejante desplante.

Veinticuatro horas después, los cochalas no nos cambiábamos por nadie, pues seguíamos celebrando por doble partida: la hazaña de la selección (para dolor de los argentinos) y la materialización de un sueño largamente anhelado, según aseveraban las autoridades. Para eso habían llamado al “hermano presidente”, para que sepa el mundo entero que gracias a sus desvelos nunca más padeceríamos por el agua, luego de décadas de sufrir las incesantes promesas de los gobernantes de turno. Con la apertura de las compuertas se canalizaban nuestras esperanzas, aseguraban por ahí. 

Almorzábamos en casa, almorzaban los trabajadores de la represa en el comedor de campaña. Venturosa coincidencia que salvó sus vidas, confesaban algunos tras cámaras, que si no el cuantioso torrente que salía descontrolado del túnel los hubiera arrastrado colina abajo como ilustraban las frescas imágenes de televisión mientras el agua carcomía y se tragaba la plataforma como un blando pastel, arrastrando a su paso tubos y otros materiales dispersos en el lugar. Gran sorpresa para todos que todo el staff de ingenieros con que cuenta el Proyecto Hidroeléctrico Misicuni no se había dado cuenta de que las tuberías antiguas solo tenían capacidad para soportar 300 litros por segundo y le hicieron meter la pata al caudillo que inauguró un día antes entre sonrisas y aplausos la provisión de 450 litros/segundo para supuesta felicidad de los cochabambinos, prometiendo que en los venideros meses el caudal iba a sobrepasar el millar de litros aguardando que Semapa tendiese los nuevos ductos de mayor diámetro. 

Increíblemente, el presidente de Misicuni (que se dice ingeniero y antiguo gerente de Semapa para mayores señas) salió a la palestra a deslindar toda responsabilidad, achacándole el desastre al alcalde Leyes y al jefe de Semapa de no haber advertido que la tubería no era apta para mayores presiones y que además ya tenía bastantes años de antigüedad. Lógicamente, desde el municipio devolvieron la pelotita acusando al gobierno central de apresurar la inauguración con fines propagandísticos. En el medio, se especula también que Ende (empresa nacional de electricidad) tendría parte de la culpa al no haber concluido trabajos que venía realizando. Mientras la población se pregunta quién pagará los platos rotos (una millonaria pérdida de tiempo y recursos), continua latente el peligro en cada obra que inaugura el régimen masista (¿se acuerdan del colapso del puente del alcalde Cholango que por pura chiripa no mató a nadie a pocos meses del estreno?). ¡Qué otra cosa se puede esperar en el país del “le meto nomás”!


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De EL PERRO ROJO (blog del autor), 30/03/2017 

Wednesday, March 29, 2017

Rodolfo Walsh, el escritor que nos enseñó a ser periodistas

LUCÍA CHOLAKIAN HERRERA

Este 25 de marzo se cumplen 40 años de aquel día en el que a la Argentina le arrebataron a uno de los periodistas más lúcidos de nuestra historia. Rodolfo Walsh fue un militante comprometido con su oficio, con la crónica de la política y la realidad nacional que hundió sus pies en el barro más oscuro de nuestra historia para relatar una sola cosa: la verdad.

En tiempos en los que el término “posverdad” inunda los portales de análisis comunicacional, en este momento de la historia en que la fusión de las redes y la opinología hacen circular información que fortalece el cinismo y estimula la ausencia de rigor, cabe recordar a su figura no solo como la de un militante político comprometido con las causas revolucionarias en tiempos de genocidio y persecución, sino también como la de un trabajador periodístico ejemplar.

Rodolfo Walsh tomó al lenguaje de aquel tiempo y lo volvió en contra del tiempo mismo. Su obra “Operación Masacre” marcó un antes y un después en la estética del relato periodístico policial, dándole a las víctimas del fusilamiento de José León Suárez una voz retroactiva y, a su vez, brindándole a la sociedad un grito de alerta ante un terror que aún era inimaginable. Y su Carta Abierta a la Junta Militar, aquella que le costó la vida, fue un gesto de coraje y un ejemplo político con pocos precedentes en nuestra historia.

Rescatar a Walsh no implica solamente releerlo y analizarlo sino también reflejar sobre la actividad periodística del presente. En el análisis periodístico de la política argentina, hay tantos materiales como perspectivas ideológicas. El hecho quedó supeditado a la forma, la relevancia al alcance y la veracidad a la poiesis. Entonces, ¿cómo contaría Walsh los tiempos que corren?

Solo hay una manera de imaginarlo: revisándolo. En NodalCultura hoy acercamos una serie de sus escritos, novelas y cuentos para descarga libre y gratuita.

Para quien quiera dedicar el fin de semana de la memoria de todas y todos para recordarlo a él.

Para que estos 40 años extrañando la pluma de Walsh no hayan sido en vano. 


Carta abierta de un escritor a la Junta Militar

1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.

El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.

El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.

Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese “ser nacional” que ustedes invocan tan a menudo.

Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante solo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad argentina.

2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.

Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio. 1

Más de siete mil recursos de habeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.

De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda una ley que fue respetada aun en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.

La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el “submarino”, el soplete de las actualizaciones contemporáneas. 2

Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.

3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y en horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.

Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción internacional ante ejecuciones en regla, mientras en lo interno se subraya el carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.

Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.

Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia, incapaces de influir en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de “cuenta-cadáveres” que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.

El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y solo 10 o 15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos. 3

Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y a los partidos de que aun los presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento.
Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor. 4

El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.

4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas. 5

Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, “con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles”, según su autopsia.

Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron. 6

Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.

En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3A de López Rega, capaces de atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea 7, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti. Las 3A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre “violencias de distintos signos” ni el árbitro justo entre “dos terrorismos”, sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y solo puede balbucear el discurso de la muerte. 8

La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos en Chile, Bolivia y Uruguay. 9

La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.

Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de Prensa Libre Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.
A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: “La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal”. 10

5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no solo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.

En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar 11, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.

Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9%, prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron. 12

Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la “racionalización”.

Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subterráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes solo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo, el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.

Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar “el país”, han sido ustedes más afortunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.

Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.

6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta solo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S. Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.

Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: “Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos”. 13

El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el “festín de los corruptos”.

Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideología que amenaza al ser nacional.

Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aun si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.

Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.

Rodolfo Walsh. – C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977.

Referencias:
1 Desde enero de 1977 la Junta empezó a publicar nóminas incompletas de nuevos detenidos y de “liberados” que en su mayoría no son tales sino procesados que dejan de estar a su disposición pero siguen presos. Los nombres de millares de prisioneros son aún secreto militar y las condiciones para su tortura y posterior fusilamiento permanecen intactas.
2 El dirigente peronista Jorge Lizaso fue despellejado en vida, el ex diputado radical Mario Amaya muerto a palos, el ex diputado Muñiz Barreto desnucado de un golpe. Testimonio de una sobreviviente: “Picana en Ios brazos, las manos, los muslos, cerca de Ia boca cada vez que lloraba o rezaba… Cada veinte minutos abrían la puerta y me decían que me iban hacer fiambre con la máquina de sierra que se escuchaba”.
3“Cadena Informativa”, mensaje Nro. 4, febrero de 1977.
4 Una versión exacta aparece en esta carta de los presos en la Cárcel de Encausados al obispo de Córdoba, monseñor Primatesta: “El 17 de mayo son retirados con el engaño de ir a la enfermería seis compañeros que luego son fusilados. Se trata de Miguel Ángel Mosse, José Svagusa, Diana Fidelman, Luis Verón, Ricardo Yung y Eduardo Hernández, de cuya muerte en un intento de fuga informó el Tercer Cuerpo de Ejército. El 29 de mayo son retirados José Pucheta y Carlos Sgadurra. Este último había sido castigado al punto de que no se podía mantener en pie sufriendo varias fracturas de miembros. Luego aparecen también fusilados en un intento de fuga”.
5 En los primeros 15 días de gobierno militar aparecieron 63 cadáveres, según los diarios. Una proyección anual da la cifra de 1500. La presunción de que puede ascender al doble se funda en que desde enero de 1976 la información periodística era incompleta y en el aumento global de la represión después del golpe. Una estimación global verosímil de las muertes producidas por la Junta es la siguiente. Muertos en combate: 600. Fusilados: 1.300. Ejecutados en secreto: 2.000. Varios. 100. Total: 4.000.
6 Carta de Isaías Zanotti, difundida por ANCLA, Agencia Clandestina de Noticias.
7 “Programa” dirigido entre julio y diciembre de 1976 por el brigadier Mariani, jefe de la Primera Brigada Aérea del Palomar. Se usaron transportes Fokker F-27.
8 El canciller vicealmirante Guzzeti en reportaje publicado por La Opinión el 3-10-76 admitió que “el terrorismo de derecha no es tal” sino “un anticuerpo”.
9 El general Prats, último ministro de Ejército del presidente Allende, muerto por una bomba en setiembre de 1974. Los ex parlamentarios uruguayos Michelini y Gutiérrez Ruiz aparecieron acribillados el 2-5-76. El cadáver del general Torres, ex presidente de Bolivia, apareció el 2-6-76, después que el ministro del Interior y ex jefe de Policía de Isabel Martínez, general Harguindeguy, lo acusó de “simular” su secuestro.
10 Teniente Coronel Hugo Ildebrando Pascarelli según La Razón del 12-6-76. Jefe del Grupo I de Artillería de Ciudadela. Pascarelli es el presunto responsable de 33 fusilamientos entre el 5 de enero y el 3 de febrero de 1977.
11 Unión de Bancos Suizos, dato correspondiente a junio de 1976. Después la situación se agravó aún más.
12 Diario Clarín.
13 Entre los dirigentes nacionales secuestrados se cuentan Mario Aguirre de ATE, Jorge Di Pasquale de Farmacia, Oscar Smith de Luz y Fuerza. Los secuestros y asesinatos de delegados han sido particularmente graves en metalúrgicos y navales.
14 Prensa Libre, 16-12-76.

[Fuente: www.nodal.am]

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De SEPHATRAD (blog de Isac Nunes), 29/03/2017

Serendipias queridas

PABLO CINGOLANI

Dicta la señora Wikipedia que “una serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. También puede referirse a la habilidad de un sujeto para reconocer que ha hecho un descubrimiento importante aunque no tenga relación con lo que busca”. Me encantó la serendipia de hallar esta palabra. Mas cuando la doña enciclopedia virtual me informa que el origen del vocablo nos remite a Ceylán, bendita isla, allí donde los ogros –según la traducción del divino cónsul de 1001 Nights- mueren todos juntos porque alguien, supongo un nativo, supongo un ceilanés, corta un limón. Esto lo cuentan Borges y Bioy en otra serendipia: su maravilloso libro de relatos breves.

El afortunado hallazgo de la palabra serendipia (esto es otra redundancia) se lo debo a Carolina, transmisora por una cadena de amistades, de mi descubrimiento del término. Y si vamos a identificar su origen para mí no es la ínsula índica sino la villa de Olot, en la Cataluña volcánica. Otra serendipia: ese tal Olot, al cual algún día acudiré, peregrina y militantemente, está poblado de volcanes. Es una comarca como Los Lípez bolivianos. Hay cráteres por todos lados. Como hay serendipias a troche y moche (The Beatles, The White Album), gracias a Dios y a los Apus.

En mi presente, signado por una sucesión de hallazgos inesperados, siento como una bendición del idioma y su vocabulario, haber encontrado esta palabra. Viviendo un tiempo de serendipias vibrantes y halagadoras, supongo que es lógico y mágico que se aparezca en el horizonte de mi relación con el mundo la luz amparadora de este término. No hay serendipia que por bien no venga.

Serendipia querida: debo decirte que me sonaste tan musical que no podré jamás olvidarte. Suenas a cascabeles –cascabeles de gatitos o rubíes. Te asocié con serpientes, con amarus: algo que se arrastra pero tiene fuerza, poder, magnetismo (y temor pero sólo a los que no aman la vida). Víboras y vendimias. Te probé y te sentí como uva o calamar (serpientes del mar), algo morado, algo que brinda un fruto, inspira rebeliones y poemas, lates mi serendipia querida.

Pensar que viví 53 años sin conocerte no me abruma frente al hallazgo imprevisible de conocerte –este texto, creo, se va tratando de tautologías, se va tratando de escribirse aferrando al que lo escribe a un mojón, a una apacheta, a un faro. Se va tratando de decir que la vida intensa, te alegra intensamente pero también te golpea con la misma fuerza y uno, a veces, no sabe qué hacer y bueno, vale -parias del mundo uníos-, allí vienen las serendipias, gloriosas y queridas serendipias, a salvarte.

Yo serendipio esta noche negra y sin estrellas (King Crimson) y también bebo Jack Daniels, otra serendipia, esta botella, ya que no veíamos una rupia de lejos hace meses y un amigo –serendipia o milagro, da igual- nos tiró unos mangos. Entonces, sucede, que frente al capitalismo chupa sangre y devorador de ilusiones, serendipias mediante, te volvés a sentar frente a la maquinita y vas tecleando estas palabras, pensando en Ceylán y en Olot pero sobre todo sintiendo a Los Lípez.

Tengo un amigo, muy serendipioso él. Se llama Alfonso Barrero. Es un tipo inspirador, como pocos. Está loco, igual que yo. Cuando nos conocimos, hace ya tanto tiempo, tantas eras geológicas, vital, demencial, poderosamente creativo, me mostró unas fotos, auténticas serendipias. Miles de llamas bajando cargas de azufre desde los volcanes de Los Lípez, el desierto más alto del mundo. Hasta hoy, no puedo olvidarme de esas imágenes. Tesón y arte puros. Aquello que por tan bello te secuestra del mundo y, a la vez, te lo restituye: un mundo de hallazgos, un mundo de serendipias.

Dije que pienso en Los Lípez porque Alfonsito, hacia allá vamos, vamos a volver a los desiertos: tal vez esto que escribo es sólo para vos, es para decirte que estoy trabajando en ello: nuestra vuelta, serendipiosa y feliz, a los desiertos. Esos eriales que, con vos, me penetraron tanto en el alma que no dejaron de habitarme, como vos, vos que forjaste esa leyenda, hoy olvidada: la presencia, eterna, de Jaime Sáenz en la cumbre del volcán de los volcanes: el Licancabur.

Volveremos a los desiertos, mi amigo, mi hermano, mi compañero de rutas: volveremos a serendipiar. Serendipias o muerte. Los Lípez o muerte, los desiertos o muerte, Bolivia a 5200 metros de altura o muerte. ! Venceremos! Vamos a llegar, otra vez, al cielo. Al cielo, vía Susan.


Río Abajo, 28 de marzo de 2017

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Imagen: Cordillera de Lípez 

Tuesday, March 28, 2017

Perros caribeños

ANTONIO COSTA GÓMEZ

Les llamo perros porque están llenos de vida, porque le ladran a cualquiera en mitad de la noche, porque se expresan de forma sincera y desgarrada. Los Cínicos en la antigua Grecia se llamaron a sí mismos perros porque volvían a lo radical y natural, porque podían decirle al mismo Alejandro Magno que se apartase porque solo querían recibir el Sol, porque no se andaban con remilgos ni con rodeos. Les llamo perros porque tienen vitalidad y autenticidad, porque rompen los platos si hace falta y manchan los sillones, porque se expresan con libertad. Igual que Louis-Ferdinand Céline fue un perro francés que llenó de vida y de garra la literatura, tirando por el aire todos los academicismos y las hipocresías.

Derek Walcott nació en Santa Lucía, una de las Antillas Menores. En  los tercetos de Omeros recrea la mitología griega en las Antillas, dos pescadores y un soldado inglés se pelean por los encantos de Helena, chisporrotean todas las vitalidades del Caribe, todo se mezcla con todo, habla de la cama-lámpara,  del mar-almendra, de la onda-ruido, del azúcar-manzana, habla del picor en las axilas, del chisporroteo de los fritos en aceite, del jamón tachonado con olores, de los caballos de carreras, de las villas naranja, del hedor de los bosques desconocidos, de los olores transportados por el viento, pone evocaciones africanas, imágenes cristianas, palabras en francés, la música calipso, las cortinas como enaguas de los barcos, la vida de los pescadores, se burla de las sonrisas de postal para los turistas y toda esa falsificación, hay que vivir auténticamente el ser a cada instante, hay una especie de orgía adánica, de impulso imparable de vivir, y todo se mueve: Me acosté en la cama / llevado por la corriente y oí el rugido / del viento agitando las ventanas y me acordé /  de Aquiles en su colchón y del desesperado Héctor / tratando de salvar su canoa, pensé en Helen /  como mi isla perdida en la bruma. En La voz del crepúsculo rechaza la musa de la Historia, dice que hay que dejarse de venganzas o de remordimientos y vivir lo adánico, reivindica a los poetas adánicos de América como Neruda o Walt Whitman,  habla de otros poetas del Caribe como Saint John Perse o Aimé Cesaire, que perciben el misterio del Nuevo Mundo, dice que rompemos la vasija de las distintas culturas pero el amor desgarrado que reúne sus fragmentos es más fuerte que el amor que daba por sentada su simetría cuando la vasija estaba intacta, dice que somos mezcla y juntura y frenesí, dice que el niño que lanza una piedra en el Egeo vive lo mismo que el que escucha el susurro de las palmeras en el amanecer en el Caribe, habla de los ibis escarlatas que regresan a la isla Trinidad al atardecer, reivindica la voz del crepúsculo mezclada, misteriosa, delirante, se salta las chorradas de la crítica pedante y habla con pasión y visiones de sus poetas preferidos de todas las latitudes, el Caribe sería entonces esa locura y esa sensualidad que se salta las filosofías, los encierros ideológicos, los conceptos. Al final del libro, en ‘Café Martinique’, habla de un viejo poeta que regresa a su isla después de haber viajado por todo el mundo y siente esa levedad y esa intensidad.

Pedro Blas es el profeta del puerto de Cartagena de Indias. En Cartas del soldado desconocido (Bogotá, 1971) se compara con el profeta Daniel que se encontraba en la fosa de los leones, un soldado sin nombre clama contra los grandes conceptos que sojuzgan la carne viva, contra el militarismo, el patriotismo, las grandes hipocresías. Usa un lenguaje bíblico mezclado con desgarramientos, erotismos, imágenes desenfrenadas, expresiones llenas de fuerza, adjetivaciones audaces, se proclama de la casta de los perseguidos, de los aplastados, se remite a Camus y su rebeldía contra el absurdo en una cita muy significativa, habla de ángeles encadenados con el tono del salmo o la oración. Es un profeta de una religión rebelde, tropical, lunar, con fondo trágico, heredera de los sufrimientos de los esclavos, delirante de vitalidad, su tono tiene tonos de Allen Ginsberg o del descontrol mesiánico de Walt Whitman, que era el mesías de todos los perseguidos y el desenfreno generoso, se rebela contra los aplastamientos yanquis, pero conecta con esa otra América del jazz, los alucines, las pulsiones, tendría una hermana tal vez en Toni Morrison. En Poemas de Calle Lomba (Cartagena de Indias, 1988) celebra orgiásticamente del barrio popular de Gethsemaní, continúa con el  profetismo, la visión, los clamores, proclama una religión tropical, popular y delirante, prosigue la religión del deseo y la desmesura de William Blake,  exalta la religión de lo popular, el exilio, lo lunar, el sexo, las sombras. Nos habla de la policía de Dios y del Sol que vigila todas las esquinas, contra eso inventa su propia luna, el lenguaje se hace todavía más audaz, desenfrenado,  mezclando todos los registros, liberando todos los entusiasmos. Nos habla del maíz negro que nace de la noche, de las brujas contrabandistas, del corazón descalzo sobre las calles. Su Gethsemaní es para él un barrio santísimo, con esa santidad delirante donde triunfa Celia Cruz, lo litúrgico se reúne con la modernidad alucinada, se afirma una fiesta inveterada y genética, un catolicismo salvaje se une a la santería, el rock folla con los fantasmas de la bahía. Si todo escritor genuino es un profeta, Blas es el mártir de los barrios alucinados de Cartagena de Indias.


Pedro Juan Gutiérrez es uno de los escritores más impactantes de Cuba, sus obras chorrean intensidad, sus palabras viven y saltan, sus textos nos golpean. Elimina todo lo que es retórica, literatura en el peor sentido, y por eso mismo proclama la fuerza de la literatura. Una vez charlamos en una terraza de Lavapiés, en Madrid. Lo han comparado con Bukovski, pero él dice que solo son etiquetas para vender, Bukovski era un tipo anglosajón que sentía pánico por su padre, y Gutiérrez adoraba a su padre, en él no hay esos traumas, él es caribeño, es decir, latino al cuadrado. Le pregunto quiénes le influyeron y contesta que Cuba se cerró mucho en los años 60 y les llegaban pocos escritores, pero con Bruguera les llegaban Capote, Dos Passos, Hemingway, y a él le deslumbró Desayuno en Tiffanys de Truman Capote, se dijo: esto es tan natural, no parece literatura. Le pregunto cómo empezó en la literatura y responde que él trabajaba en el puerto de La Habana y quería hacer arquitectura, pero al final estudió periodismo, no quería estudiar literatura, le parecía que eso iba a aplastar su sentido de la audacia, se dijo: lo que tengo que hacer es follarme a todas las mujeres que pueda, viajar todo lo que pueda, me fascina la vida, captar la esencia del ser humano. Le digo que habla de miserias y sordidez, pero tiene como un vitalismo desesperado, y contesta que los cubanos somos así, que son un pueblo mestizo y eso los salva, son bulliciosos, locos, fuertes, se parecen a los brasileños, en el amor por el sexo, la música, el ron, el ser extrovertido, el reírse, por eso en Trilogía sucia de La Habana hay un juego continuo con el lenguaje, la gente siempre inventa palabras nuevas. Le digo que su estilo recuerda al de Céline, que parece que escribe como le surge, que no hubiera elaboración, y contesta que ése es el quid, pero que aprender a escribir así le llevó mucho tiempo, creo que la literatura tiene que ser como la vida, la vida es una gran aventura y hay que dejarse arrastrar por ella, hay mucha similitud entre la literatura y la música, uno escucha a Bebo Valdés y parece que no le da trabajo. Le digo que en ‘Nuestro Graham Greene en La Habana’ compara al escritor con el sacerdote, y contesta que los dos creen en lo que están haciendo y tratan de convencer a los demás, que los dos lo viven.
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De EL COLOQUIO DE LOS PERROS, 12/03/2015

Imagen 1: Pedro Juan Gutiérrez
Imagen 2: Derek Walcott
Imagen 3: Pedro Blas


Canción última

MARISA PEÑA

Mi abuelo coincidió con Miguel Hernández en la cárcel de Ocaña. Mi abuelo venía del penal del Puerto de Santa María, donde había pasado los últimos cuatro años desde que comenzó la guerra y lo enviaban a Burgos, donde debía terminar su condena de veinte años por rebelión... Miguel Hernández venía de la cárcel de Palencia. Pero esa diáspora de presos republicanos, penando por las cárceles franquistas de un lugar a otro de aquella devastada España de la victoria y el rencor, era algo normal y formaba parte del plan de exterminio y esclavitud al que se sometió a los vencidos. El poeta de Orihuela acabó muriendo en la cárcel de Alicante y mi abuelo pasó también por Alcalá de Henares, Buitrago y Cuelgamuros. Ambos murieron de tuberculosis, de pena, de hambre, de desesperanza. Y como ellos miles de presos, hombres y mujeres que supieron el sabor, el color y la textura de la venganza. Para ellos y los que no olvidamos, desde el respeto, y el deseo de justicia y reparación, vaya esta canción última...

CANCIÓN ÚLTIMA

Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.
Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa
con su ruidosa cama.
Florecerán los besos
sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.
El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.

Miguel Hernández.

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Imagen: Miguel Hernández en el frente

Sunday, March 26, 2017

Últimas noticias sobre la bestia de Gévaudan

GUILLERMO ALTARES

Desde la irrupción de los teléfonos inteligentes en nuestras vidas, vivimos en un mundo hiperconectado: recibimos una lluvia de mensajes, consultamos las noticias en cualquier momento y lugar. Sin embargo, las informaciones, de una forma u otra, siempre han viajado a gran velocidad, antes de la era de Internet, de la radio o la televisión. En su libro, 1927. El verano que cambió el mundo (RBA), el siempre ingenioso Bill Bryson cuenta cómo los estadounidenses se mantenían al tanto de la gran pasión nacional: el béisbol. “Para los grandes acontecimientos, como la Serie Mundial, los periódicos de todas las ciudades importantes montaban tableros de resultados gigantes junto a las puertas de las oficinas y atraían a grandes multitudes. En muchas ciudades, los empresarios alquilaban teatros u otros locales de dimensiones considerables (el jardín del Madison Square Garden, por ejemplo) para ofrecer partidos simulados a los espectadores que pagaban por verlos. Un presentador relataba desde el escenario lo que ocurría en un campo de béisbol lejano a partir de información fragmentada que proporcionaban los teletipos”, escribe Bryson.

Pero incluso antes del telégrafo, que en el siglo XIX cambió por completo las comunicaciones (un invento que revolucionó la prensa de una forma bastante similar a lo que a finales del siglo XX ocurrió con Internet), las noticias llegaban a una velocidad increíble. La historia de un lobo terrible, la bestia de Gévaudan, que devoró a decenas de personas en el sur de Francia en el siglo XVIII, puede servir para ilustrar la rapidez de la información en tiempos muy anteriores a la tecnología. Sobre aquellos sucesos que ocurrieron en una región montañosa situada en lo que hoy corresponde a Lozère, que es todavía el departamento menos poblado de Francia, se rodaron dos películas, la mejor de ellas fue El pacto de los lobos, que ofrecía una visión medio fantástica, medio política de la historia con Vincent Cassel y Monica Bellucci. Pero la realidad es mucho más impresionante porque nunca logró aclararse el misterio de la bestia.

En 1764, Francia comienza a padecer los asaltos de un extraño animal, parecido a un lobo, pero con mucha más fuerza y más grande, que durante tres años mata a cerca de 100 personas en salvajes ataques, casi siempre niños y mujeres que estaban solos. Era un momento muy delicado para el país porque la nobleza se enfrentaba a un creciente malestar popular por el hambre, la pobreza y la injusticia, que acabaría estallando en la revolución de 1789. Se abatieron varios lobos especialmente imponentes, pero los ataques continuaron hasta que un extraño personaje, Jean Chastel, acabó con una criatura en junio de 1767. Solo entonces las muertes se detuvieron. Sin embargo, Chastel tenía fama de pertenecer a una familia de brujos, acusada a su vez de diferentes crímenes y, sobre todo, de ejercer poderes sobre animales para azuzarlos contra los hombres. ¿Era él en el fondo el responsable de la bestia? Nunca lo sabremos. El animal muerto fue trasladado a París, pero apestaba tanto que el rey mandó que fuese incinerado antes de que Buffon, el naturalista más famoso de su tiempo (y del nuestro), pudiese examinarlo (otras versiones dicen que sí lo hizo, aunque no dejó documento alguno de la autopsia).

Pero la historia va mucho más allá de la magia. Alcanzó una enorme relevancia política porque la caza de la bestia se convirtió en un asunto de Estado. Luis XV, que reinó durante casi medio siglo, vivía un momento de crisis después de la guerra con Inglaterra por los territorios franceses de ultramar. Los enemigos de Francia, sobre todo Londres, aprovecharon la incapacidad de los ejércitos reales para acabar con la bestia para ilustrar la debilidad del monarca. Por ese motivo, las noticias de cada ataque eran publicadas al día siguiente por diarios europeos: en menos de 24 horas, un muerto en el corazón rural y despoblado de Francia ocupaba la primera plana de un periódico de la capital británica.

“Las noticias viajaban a gran velocidad a través del servicio de correos”, explica el historiador francés Michel Pastoureau. “Se dice muy pocas veces, pero el servicio postal se organizó muy pronto y muy bien a partir del siglo XVI, las noticias circulaban muy rápidamente en Europa, en forma de informes, con periódicos impresos a toda prisa. Hay postas en todas partes. Es lo que más me chocó en esta historia, que en el siglo XVIII ocurriera algo en el corazón de Francia y en Londres se conociera solo 24 horas más tarde”. Nunca sabremos qué había detrás de aquella bestia, salvo que fue la primera historia de terror de un mundo que empezaba a caminar hacia la globalización.

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De EL PAÍS SEMANAL, 29/07/2016


Imagen: Grabado de la época que representa a la bestia de Gévaudan

Saturday, March 25, 2017

La casa, el origen, la vuelta

CLAUDIO RODRÍGUEZ MORALES

Ministro 294, una puerta vieja. Sobre ella una pintura a la diabla, carcomida por unas termitas ya jubiladas. Una escalera hija de otra escalera. Más bien su verruga y mirándola de frente. No hay descenso a secas, sólo insinuación, siempre un nuevo “más abajo” desde otro ángulo. Pedazos de esquinas, el plan de Valparaíso, perspectivas infinitas, caos armonioso, arquitecturas sin unidad. Más allá, si se afina la vista, barcos y un pedazo de mar. Una calle más angosta de lo esperado. Cambios que no percibo a la primera. Los objetos libres de hace cuarenta años, una galería, un patio, plantas, árboles con alma atorrante, una vecina borracha fisgoneando, el mariconcito amigo diciéndole adiós al novio en el poste de luz, simplificados ahora en una muralla única, monocolor, proyectada, tan egoísta ella, hacia el cielo. Solo queda erguirse si se requiere algo de aire nuevo. Por de pronto, yo no lo hago. Lo mío es la tierra firme y su vértigo. Vuelvo a la escalera verruga, tan esquinada y descascarada, como si tuviese sarna y otros pesares. Malezas guachas que crecen sin futuro esplendor entre los peldaños. Al costado, pedazos de pastelones puestos en el limitado orden que permiten las duras penas del declive. El cerro, como siempre, obliga a seguir su perímetro fiero, rebelde y choro. Sentarse y respirar en un tiempo más largo que el requerido para trajinar por la vida. Mirar en derredor y decir sí, es mi casa. La vieja casa del comienzo, la primera página del cuento, el Big Bang particular y minúsculo, sólo detectado por mi olfato y no más de unos pocos centímetros más allá. Un día en que el universo apenas tuvo cosquillas y Dios ni se enteró (preocupado, como estaba, de jugarse con el Diablo la suerte del golpe de Estado que se venía). Pocos cambios a la vista, todos para peor. Es mi opinión y ahí se queda. Al menos no la han demolido, me consuelo. Al menos, desde afuera, se siente el mismo aroma. A tierra gredosa, humedad, basurilla, perros, gatos, ratones, chinches, pulgas y garrapatas. Reencontrarse con el propio inicio. La casa más vieja a pesar de los trabajos de hermoseamiento. Con sus ventanas ahora móviles, su estuco permanente, el adobe y el rechinar. Plomiza por vocación. Sin sus amorosos habitantes, eso sí, y ante eso, sólo resignación. Todos dispersos en ésta y otra vida. La abuela protectora, tías y tíos juguetones, primos leales, padres imberbes, el abuelo inmóvil (ya era hora). Yo mismo, sin ir más lejos, cuento con mi propia dispersión. Vecinos de aquel tiempo vueltos con los años personajes de culebrón, destino trágico para cada uno de ellos. ¡Cuidado! Hay riesgo en detener la viñeta. Desde las alturas, detrás de velos y ventanas, los nuevos habitantes me observan. Incluyendo a un perro ingrávido posado a metros de mi cabeza sobre unas planchas de zinc. Un intruso invadiendo el barrio, piensan de seguro, hay que corretearlo. No me entenderían, pienso yo, aunque se lo graficara en dibujos. El que se fue, se fue nomás, sentencian. Aun así, tomo asiento en el segundo peldaño. Con la cámara en tus manos, registras el instante. Se abre la compuerta nubosa y no queda más que lo esencial. Pañales de género hervidos a baño maría en fondos de hojalata. Viento marino helado haciendo el serpenteo ascendente de siempre. Lavadoras con manivela y espuma de Bio Luvil que se rebasa por el pasillo de madera. Calzones de goma, talco, chupete mosqueado y lleno pelusillas. Pero también consentimiento. Como en el aseo corporal paradito dentro de una tina de plástico, tetera de agua caliente, jabón y estropajo, los brazos serviciales de la abuela en fricción permanente, con algodón y colonia, toalla calientita sobre una estufa. Adiós a la piel de gallina, gustosa y regaloneada, con las prendas de vestir que esperan planchaditas sobre una silla. Sabrosa comida de emergencia, marraquetas gigantes y crujientes con mantequilla, huevo frito en paila pegado en costrones de aceite al metal, tostadas con paté de cerdo, té con cucharadas de azúcar, pescado frito en manteca, tortillas con chicharrones, tomate colorido y jugoso con cebolla, gaseosa Frambuesa Nobis para la sed, maicena con leche y chilenitos con manjar. Pobres pero bien comidos, sin tiempo para la sobremesa. Salgo volando y me reciben unos brazos. Vuelo de nuevo y caigo en otros. Como una suerte de vals, abuela, tíos, tías, padres, un vértigo que se detuvo sin aviso. Un camión de mudanza cargado de unas pocas cosas. Subo con mis padres a la máquina para emprender rumbo desconocido. Cuál de los dos más temeroso, toque de queda, nuevo empleo, cuidado con los soplones de la dictadura, convivir a solas con un niño y sus berrinches. Cada uno vuelto hacia dentro, sin toparse con el miedo del otro. Y yo, sobre sus faldas, sin saber de las razones poderosas para sumarme a ese caldero. Nos aprontamos al juego de la familia, la intimidad y autocontrol. Adiós a la casa vieja y al desbande. Viento seco y calor puentealtino. Otra ciudad. Ahora, al regresar a la dirección Ministro 294, quiero ser el mismo que partió. Tarea imposible. Me fusiono con la casa, sólo un instante, mientras me dice tú también has cambiado y para peor. Entonces, de qué me admiro tanto.

Imagen: http://static.panoramio.com/photos/original/32228758.jpg

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De CHILE LITERARIO, 20/03/2017

Golpear las sombras

JORGE MUZAM

Sigo atrincherado, oteando desde una casamata de hierro oxidado abandonada en un risco. Los caminos del enemigo dejaron de transitarse hace décadas y desde la casamata sólo veo alondras transportando ramitas secas.

Duermo en las noches con mi armadura puesta, el garrote bajo la almohada. Las batallas son incesantes. Golpeo las sombras, sudo, arremeto, mis brazos están en posición defensiva, no recuerdo el rostro de mis enemigos, sólo sé que están ahí.

Peleo por los míos, para defender mi posición, para vengar humillaciones pasadas, alguna vez lo hice por el socialismo, por el comunismo, por el anarquismo, por las bestias indefensas. Pronto percibí que era una burla a mi propia hombría. El ser humano es esencialmente una mierda anticomunista, una plaga de fieras acechando el mejor botín.


Imagen: Hernán Arévalo

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De CUADERNOS DE LA IRA (blog del autor), 14/03/2017

Friday, March 24, 2017

Don Derek

ROBERTO BURGOS CANTOR

En el transcurrir atropellado del mundo, las muertes sin tiros, envenenamientos ni explosiones, quedan relegadas a voces piadosas, lamentos de amistad, pesares por pérdidas que disminuye el sentimiento de compañía.

Algunos periódicos conservan el espacio de los obituarios, nombre antiguo de los libros parroquiales donde el trazo eclesiástico asentaba entierros y defunciones. Fue una ocupación respetable que aparece en alguna de las novelas de Antonio Tabucchi. Los encargados de necrológicas se daban mañas para oponer al dolor por la muerte, la alegría de lo que significó en vida.

Se echa de menos la forma, o género periodístico, cuando el lector enfrenta el desgreño con que se contó el fallecimiento de Derek Walcott en algunos medios. Una celebración del lugar común, la indiferente conformidad, en versos del Tuerto. “…Las personas graves dirán: - ¿De qué murió?
Walcott estuvo en Colombia. Por aquellos años en que se organizaba la feria del libro del Gran Caribe. Caminó por las calles y avenidas de Barranquilla. Lo acompañaban Gustavo Bell Lemus, Alfonso Múnera, Heriberto Fiorillo y, el poeta de Zipaquirá, Álvaro Rodríguez, quien tradujo El Reino del Caimito. “En el ocio de agosto, cuando la mar es apacible, y se aquietan las islas, hojas morenas sobre este mar Caribe,…”.  El poeta de Santa Lucía le mostraba con risueño asombro, a su mujer, cómo los edificios tenían nombres. Le dijo: como en García Márquez.

Después se metió en el laberinto de Cartagena de Indias, en el golpeteo incesante del mar, en sus campanas puntuales para el ángelus y el anuncio de la noche entre murciélagos y pájaros marinos de vuelo atrasado.

De esas ciudades por las cuales anduvo, Jamaica, Trinidad, Guadalupe, Martinica, con casonas de madera empujadas por los huracanes, alambreras destempladas por los pájaros en su vuelo ciego, ámbitos interrumpidos por las edificaciones de hoy; ahora pisaba a Barranquilla y Cartagena de Indias. La Arenosa, nueva, agregaba la corriente del río, su aroma a tierra arrancada y pedazos de bosque amontonados en la desembocadura  contra el mar color de ostra vieja. La heroica y bella apoyada en la eternidad de la piedra le regaló el silencio de los templos al anochecer. En todas respiró el olor del Caribe, su rastro de antiguas migraciones, sus secretos apenas rasguñados, una clave más para desentrañar  el enigma, el que navega en la sangre y el que reposa en el fondo del mar.

Memoria de los pasos, en sus poemas de 2005, Hijo Pródigo, talló a Cartagena:  “cuyas calles, si uno escucha a escondidas, hablarían castellano demótico”.

De ese mundo de esplendor caótico, Walcott, rescató el curso de una poesía. Afluente de lenguas. Enriquecido aporte a lo que nos pertenece: St.- John Perse, su tono majestuoso de ordenador del mundo. Aimé Césaire, el apropiador de lo no nombrado.

Ahora él. Para siempre.

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De BAÚL DE MAGO (columna del autor para EL UNIVERSAL), 23/03/2017

Cuando Baroja visitó a Durruti

MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ

Baroja visitando a Durruti, ¡Oh! ¡Ah! Solo falta que como música de fondo suene El asombro de Damasco… Curiosamente el anarquista Baroja –una de las grotescas imposturas literarias que adornan al personaje– hizo aquel viaje, no en pos de las huellas de anarquista alguno, sino del general carlista Gómez, el de la famosa «expedición», en compañía de dos personajes que poco más tarde le informarían puntualmente de los atentados cometidos por la Falange en Madrid, en los primeros meses de 1936, incluido el atentado contra Jiménez de Asúa del que estuvo acusado, qué casualidad, uno de sus dos compañeros de viaje… de contar las cosas, contarlo todo. Baroja fue a marcarse un tanto y cobrarse «bonitamente» (en genuina terminología de la famiglia) unos duros viajando de gorra en un coche de lujo que no era suyo, sino de un amigo adinerado, erudito, mucho, en guerras civiles, y bibliófilo consumado, que los representaba en España (y primo carnal del abuelo de un zascandil que ya me aburre con sus cuentos).  El anarquismo de Baroja es filfa de la buena, un lamparón más que un adorno. A Baroja le iba el folletín, ya fuera la pena de muerte, el anarquismo, el fascismo o las metempsicóticas... Y qué miopía la de Durruti y sus compañeros creyéndolo uno de los suyos.  (En París, casualmente en las cercanías del Colegio de España que acogió gratis a Baroja entre 1936 y 1937)

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De VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 14/03/2017

Cuando Pío Baroja visitó a Durruti en prisión

SERVANDO ROCHA

«Durruti era un tipo para tener biografía en romance, en un pliego de literatura de cordel, con un grabado borroso en la primera página», afirmó Pío Baroja en El cabo de las tormentas. El escritor había sido alguien incómodo para unos y otros: no se decantó políticamente y de una forma clara por ningún bando pero, de hacerlo, hubiera sido por un tipo de anarquismo no violento, progresista y naturalista. Porque toda su enorme obra puede leerse también como una descripción del anarquismo de la época, que lo llevó a querer conocer a muchas de las grandes figuras de entonces, como en Londres, cuando visitó y pasó varios días en compañía del legendario Malatesta, que entonces regentaba un taller mecánico y, secretamente, mantenía conexiones con grupos libertarios de medio mundo.

Una de sus mejores novelas, perteneciente además a La lucha por la vida, está dedicada enteramente a los esfuerzos de los anarquistas. Me refiero a Aurora Roja, aunque toda su obra está sembrada de referencias hacia el anarquismo y los anarquistas, que conoció y, en algunos casos, compartió sus puntos de vista y aspiraciones. En El cabo de las tormentas aparece la descripción de una de las acciones cometidas por Durruti y sus compañeros:

«El cardenal-arzobispo de Zaragoza era un reaccionario de influencia. La ejercía no solo en su sede sino en Barcelona y recomendaba a las autoridades de allí medidas fuertes y duras contra los obreros y los agitadores. Los anarquistas sabían que el arzobispo conferenciaba en Reus con los jefes de la Patronal de Barcelona y daba consejos para atacar a la organización sindicalista obrera. La banda marchó a Zaragoza; se entendieron los directores con una vieja anarquista catalana que vivía allí hacía algún tiempo, la ciudadana Teresa, y entre todos prepararon una emboscada y mataron al arzobispo una tarde que iba a una posesión suya llamada “El Terminillo”. El arzobispo fue muerto en el auto cuando entraba en su finca, donde había establecido una escuela dirigida por monjas. Los anarquistas le hicieron veinte disparos. El arzobispo cayó muerto y quedaron heridos sus familiares y el chofer».

Sin embargo, un hecho menos conocido tanto de su vida como de la del titán del anarquismo español Durruti, fue la relación que ambos mantuvieron.

Durruti, junto a otros compañeros, amigos y militantes anarquistas como Ascaso y «Combina», habían sido detenidos el 2 de abril de 1933 en Sevilla, a la salida del Congreso Regional de Andalucía y Extremadura. No se les acusó de un delito contra la propiedad privada, sino que fueron conducidos ante el juez por un delito de opinión, como autores de un mítin pronunciado a la clausura del Congreso. Inicialmente fueron encarcelados en la cárcel del Pópulo de Sevilla y, posteriormente, marcharon al penal del Puerto de Santa María, en Cádiz.
BUENAVENTURA DURRUTI, EN EL CENTRO, JUNTO A GREGORIO JOVER Y FRANCISCO ASCASO (PARÍS, 1926)

Baroja visitó inmediatamente a Durruti. Ambos hablaron en privado después de un emocionante recibimiento a Baroja, durante el cual los presos levantaron sus brazos y puños, considerándolo «uno de los suyos». Baroja reaccionó un tanto azorado y con sorpresa.
ANTIGUA CÁRCEL DEL PÓPULO DE SEVILLA EN LA QUE INGRESÓ DURRUTI Y VISITÓ BAROJA. FOTOGRAFÍA TOMADA EN LOS AÑOS TREINTA

El anarquista, en una carta fechada 3 de junio de 1933, menciona la visita del escritor: «Pío Baroja, cuando vino a verme a la cárcel de Sevilla me decía: "Es terrible lo que hacen con ustedes", y yo le pregunté qué posición cree Don Pío que debemos adoptar nosotros frente a estas arbitrariedades. No supo qué contestar. Luego he leído un artículo de él en Ahora, que es la contestación que no se atrevía a darme a través de las rejas».
DÍEZ, ASCASO, PÉREZ COMBINA, DURRUTI Y LORDA EN LA CÁRCEL DE PUERTO SANTA MARÍA (1933)

Durruti se refiere a una pieza escrita por Baroja, titulada «Latifundio y comunismo»,  y publicada en Ahora el 23 de abril de 1933:

«Esto pensaba el otro día aquí, en Sevilla, cuando fui a hablar en la cárcel del Pópulo, vieja, sucia y pintoresca, una cárcel del tiempo de Menmée, con los anarquistas presos. Estos se hallan detenidos por haber hablado con violencia en un mitin. Les vi desde el locutorio, a lo lejos, entre las rejas, como fieras enjauladas. Estaban Durruti, Ascaso, Pérez Combina, Zimmerman, Paulino Díaz y otros muchachos jóvenes. Como los anarquistas son discutidores, comenzaron a discutir conmigo. Hablaban con entusiasmo de la revolución que consideraban próximay del triunfo del comunismo libertario. Yo presentaba mis objeciones de hombre incrédulo y dogmático. Al salir de la cárcel pensaba:  
—¡Quién sabe si lo que propugnan estos hombres, en vez de ser lo utópico del  futuro, sea en Andalucía algo ancestral y tradicional!».
BAROJA Y SU ENCUENTRO CON DURRUTI EN AHORA (23 DE ABRIL DE 1933)
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De AGENTE PROVOCADOR, 13/03/2017

La suerte está echada

MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ

Chuquiagomarka. Celebración y fuga: la crónica de La Paz  que me han rechazado varias editoriales en España, incluida Pamiela; otras ni se han dignado contestarme o leerlo siquiera. Yo creo en ese libro, he puesto en él mucho de mi vida en Bolivia a lo largo de nueve viajes. Pero me temo que la suerte esté echada y que esta no depende de mí. Ahora parece que, por fin, va a salir en Bolivia y eso me alegra y me tiene inquieto, gracias a la suerte, a la dichosa suerte.

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De VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 05/03/2017

Wednesday, March 22, 2017

El futuro

MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ

¿Y eso qué es? A cierta edad, y como mucho, no pasa der la repetición tenaz del presente, la larga espera a fuerza de recuerdos, el despeñadero inevitable a plazo fijo... Para saberlo no hay que irse a las metempsicóticas de los arrabales, como decía Baroja que hacía en el París de 1938-1940, y como hizo el pintor Solana, a que te echen las cartas del tarot, como me las echó a mí una gitana rubia, de mi edad, delgada y maliciosa, de manos y boca de nicotina,  en las minas de Huanuni.

Hoy me he enterado de que el método de adivinación que yo creí genuino de los Andes, el practicado por los yatiris en las calles de La Paz y en las apachetas de la carretera de Oruro, y otras, consistente en echar plomo o estaño fundido, en una sartén, en un balde de agua y leer el futuro en la forma que coja el gurruño, era muy conocido en la Edad Media en las regiones del Rhône y del Saône, la molybdomancia, y que ahora mismo está de actualidad en los arrabales parisinos (barrios sensibles) gracias a las «brujas» del norte de África que hacen negocio con los miedos e inquietudes de gente acosada por el fantasma de la desdicha... Nuestras nadas poco difieren, sostenía Borges, nuestros miedos todavía menos.

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De VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 15/03/2017

Tuesday, March 21, 2017

Ingrata

HUGO JOSÉ SUÁREZ

Café Tacvba siempre me ha sorprendido, normalmente para bien. Durante años, canté a gritos su célebre canción Ingrata. Es cierto, coreaba sin ningún pudor “pues si quiero hacerte daño solo falta que yo quiera lastimarte y humillarte (…) Por eso ahora tendré que obsequiarte un par de balazos pa’ que te duela. Y aunque estoy muy triste por ya no tenerte voy a estar contigo en tu funeral”. A menudo la cantábamos en sendas borracheras, varones y mujeres, recordando algún episodio amoroso fallido. Pero a pesar del sentimiento puesto en cada nota cantada, juro por lo que más quieran, que jamás se me pasó por la mente pegarle balazos a quien dirigía mi voz ni quise ir a sepelio alguno. 

Los integrantes de Cafeta, a quienes sigo, quiero y admiro hace más de 20 años, han decidido no tocar más Ingrata para no incentivar los feminicidios, como una manera de protesta frente al alto índice de violencia y por la sensación de que su letra puede promover agresiones .

Ahí está el problema. Denunciar la violencia es absolutamente legítimo y necesario, pero hay que poner las cosas en su lugar. La música –además de otras artes- reposa en la capacidad de figuración, de moverse en el plano de la ficción, representando situaciones no necesariamente reales pero que permiten conducirnos al laberinto de los sentimientos. La abstracción y el evocar escenarios imaginarios es lo que hace que una canción sea potente, trascendente, que nos haga llorar o reír, que nos permita volar o imaginar. Es gracias a ese proceso mágico que un compositor puede arrancarnos lágrimas, rabia o pasión tan solo escuchando sus palabras. Puede despertar nuestros miedos, nuestras furias, aquello que nos hace humanos.

Si tomáramos literalmente todo lo que se dice en la música –o en las novelas-, habría que empezar una auténtica cacería de brujas, una relectura de lo escrito hasta ahora y censurar, recortar, arreglar lo excesivo, como lo hace el fiscalizador de imágenes eróticas en la maravillosa película Cinema Paradiso.

Imagino a una comisión de aburridos caballeros que, como creyentes ortodoxos que leen la Biblia al pie de la letra y cuando se dice que “si tu mano te hace pecar córtatela” van por un hacha, revisen las letras de tanto que se ha escrito con un plumón rojo. Se encontrarían con párrafos como “rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho, infrahumano, espectro del infierno, maldita sabandija, cuánto daño me has hecho” (Rata de dos patas), o el memorable episodio donde Camelia la texana da siete plomazos al que lo traicionó. Tendrían que empezar a borrar, y borrar, y borrar. ¿Qué quedaría del bolero o del corrido en México si se le quita la figuración y el drama? Correcto: casi nada.

Durante largos siglos el catolicismo jugó un rol perverso controlando la producción estética. Los artistas pudieron poco a poco quitarse las cadenas y transitar por el sendero de la libertad dejando que la creatividad sea su principal guía. Todo indica que hoy se vuelve a erigir un sistema de control de lo políticamente correcto. Un nuevo mainstream cultural impone parámetros dentro de los cuales se debe mover quien quiera expresar algo. El fantasma del control renace, y Cafeta, el grupo más transgresor, crítico y lúcido de los 90, cayó en sus redes.

Me quedo con una última reflexión de un amigo en su muro de Facebook: “Tengo Ingrata versión en vivo en un cd doble original ¿qué debo hacer con este material, según la corrección política? 1. Quemarlo. 2. Esconderlo en un armario secreto. 3. Subastarlo como objeto extraño. 4. Reclamar a los tacubos la devolución de mi dinero”. Y algún cibernauta igual de audaz le dice: “te lo compro”.

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De EL DEBER, 12/03/2017