tag:blogger.com,1999:blog-45358789637910030542024-03-16T11:52:32.119-07:00Sugiero Leer...Unknownnoreply@blogger.comBlogger3067125tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-29645109800775297912024-03-07T15:25:00.000-08:002024-03-07T15:25:00.267-08:00Ahora o nunca; Miguel Sánchez-Ostiz<p><b></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiy0Rdw2MyEhQyn6PttuAqSABQ3ko7AS1oyRFq3SC0btRAhT0WAOqQQZzU0Ua5FrBkxGbu7_wEQzXryEpevokFylbf5ndVQa6yN2qEqOu0LY1fsGgMuxX6rSYXc1JFAv-iLbPTtYMXotdbJki20bMOjSqiUXypEYVNSVAThXHC6Bvt-S9gly-BfVxmmXZ8/s1024/50c28666-27d8-4db7-8d3b-87f11efb8bf9-768x1024.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="768" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiy0Rdw2MyEhQyn6PttuAqSABQ3ko7AS1oyRFq3SC0btRAhT0WAOqQQZzU0Ua5FrBkxGbu7_wEQzXryEpevokFylbf5ndVQa6yN2qEqOu0LY1fsGgMuxX6rSYXc1JFAv-iLbPTtYMXotdbJki20bMOjSqiUXypEYVNSVAThXHC6Bvt-S9gly-BfVxmmXZ8/s320/50c28666-27d8-4db7-8d3b-87f11efb8bf9-768x1024.jpg" width="240" /></a></b></div><b><br />DANIEL
MOCHER</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">No tendré
la osadía de afirmar que es el mejor de los dietarios de Miguel Sánchez-Ostiz,
pero es el que yo prefiero, entre los que he leído, hasta la fecha. Publicado a
mediados del 2022 por la editorial Renacimiento, comprende las anotaciones
correspondientes al año 2016. En sus páginas, no es que el autor se desentienda
totalmente de la cosa pública, uno de sus temas más recurrentes, pero toma, en
cierta medida, algo de distancia terapéutica de la noticia biliosa, de la
actualidad airada y desabrida, del análisis político enconado, rebelde y
contestatario que predominaba en otras entregas y en sus columnas de opinión en
prensa. De carácter más íntimo, prestando mayor atención a lo importante, a la
esencia fundamental de sus propias entretelas, este diario vira con mano
maestra hacia temas axiales como lo son la enfermedad, la vejez (“ese horror al
que das cuanto puedes la espalda”) y la muerte. Sánchez-Ostiz paladea como
nadie el recio licor de los sueños desportillados y las ilusiones en merma
creciente, cata y describe al detalle, sin autocomplacencias (“Franqueza con
uno mismo, difícil franqueza esa”), la pérdida del vigor, el cansancio, el
miedo y el fracaso. Con una honestidad fuera de lo común, con una sabia y
desengañada mirada lúcida, de excepcional estilo inconfundible, pasa
Sánchez-Ostiz en estas páginas a través de un año lleno de mucho más que mera
literatura, la vida cierta de un año más que otro año de vida, un sincero cajón
de sastre en el que todo cabe, con las inevitables reflexiones sobre el ingrato
oficio del escritor que vive fuerapuertas, aldeano y otoñal (“Escribir como
quien desbasta un tronco muerto a golpes de gubia”), el cepo agridulce de las
redes sociales, los visitas a Biarritz, Pamplona, Bayona, San Juan de Luz, el
refugio de los seres queridos, el recuerdo de los viajes míticos. Hay sus
caminatas por los senderos baztaneses y las más difíciles trochas interiores
ostizianas, ambas rutas intercomunicadas, indisolubles, descritas con
delicadeza de acuarelista y en ocasiones también con furia soliloqueada o con
la lírica exactitud del haiku más certero. Además transitan por este diario sus
viejas compañías, las innatas obsesiones: el tiempo perdido, la vida echada en
balde, la carga de los errores irreparables, sus “gatillazos del alma”, la
niebla, las traiciones, como le cortejan distantes, fugaces, simbólicas, las
garzas que pasan y no regresan, y si regresan nunca es lo mismo, son otras,
hemos cambiado y ya se sabe. “La vida ya fue, dijo Tabucchi” o “De la vida me
acuerdo, pero dónde está”, que dejó escrito Gil de Biedma. Podría parecer que
la negrura domina el tono general de la obra pero a poco que uno mire bien, que
relea con atención este dietario sobresaliente, esta vanitas abierta en canal,
podrá apreciar una rara alegría, como aquella de José Hierro, que nace del
dolor, una humilde, honda e insobornable celebración del vivir a pesar de todo,
desde el sosiego que aportan los años de experiencia, las puertas asumidas del
invierno y el cobijo interior bien amueblado. Revolotean alrededor los
pajarracos sombríos de la depresión y la derrota pero como dice el autor, si no
recuerdo mal, en otro de sus dietarios: si finalmente desarzonados, resistir
todavía, plantar cara arrodillados. O algo así. Esta es una obra mayor dentro
del género diarístico en español y puede que también una de las cumbres en la
ingente producción de Miguel Sánchez-Ostiz. No digan después que no fueron
avisados. Ahora o nunca.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De REVISTA
PURGANTE, 29/02/2024<o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-81339587414941529202024-03-07T15:12:00.000-08:002024-03-07T15:12:07.605-08:00De zorros y almendros<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUK9_pbmMpNd5oBzy_bYWPcA-W4YqfP9kgPa_kIOJKZdKON_eN8xTRxZlMXeRsTkwt4xFyGNbyR3-kWMHUJPlLyFHe2bwmvJDWk6curyIDAB4OUUhA2FE6fUbEI6kVvj_UE5ldeLPA93joCSScXYnclcCx2EQyMxg0SyzY-1z7fNuEzw7HbxIV6sQnLFk/s280/IMG_7992.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="158" data-original-width="280" height="158" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUK9_pbmMpNd5oBzy_bYWPcA-W4YqfP9kgPa_kIOJKZdKON_eN8xTRxZlMXeRsTkwt4xFyGNbyR3-kWMHUJPlLyFHe2bwmvJDWk6curyIDAB4OUUhA2FE6fUbEI6kVvj_UE5ldeLPA93joCSScXYnclcCx2EQyMxg0SyzY-1z7fNuEzw7HbxIV6sQnLFk/s1600/IMG_7992.jpg" width="280" /></a></b></div><b><br />DANIEL MOCHER</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Junto a un
campo repleto de almendros en flor, en el arcén de la carretera comarcal que va
a Cheste, un zorrezno atropellado, inerte sobre el brillo de su sangre al
primer sol de la mañana. Me da por pensar en cómo la vida pone siempre cerca de
la belleza el azote inmisericorde de lo terrible, pegado al horror más
sofocante dispone el vaso de agua fresca y cristalina. Después de cada sesión
de quimioterapia que mi suegro recibía, ibamos siempre a un restaurante
italiano. Los carbohidratos relativizan el mal del mundo, y la grappa ni te
cuento. Leo en <i>Vaciad la tierra</i>, una biografía poética sobre Osip
Mandelstam durante su martirio soviético, escrita por Agustín Pérez Leal,
que <i>donde la muerte muestra sus vergüenzas está el verso que brota, que
se descara y echa a caminar</i>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La imagen
inmediata es oscura, delirante, dura como una reclusión forzada, poética como
el aire que entra por las rendijas, claustrofóbica, raramente bella. Es un
recuerdo parásito de <i>Rebeldía y sumisión</i>, que acude sin venir a
cuento, obra de teatro dirigida por Sigfrid Monleón y con texto del poeta
Alejandro Simón Partal. Trata sobre el cautiverio de Dietrich Bonhoeffer,
párroco luterano, teólogo que formó parte de la resistencia contra el nazismo y
que fue encarcelado y acusado de conspirar para matar a Hitler por lo que
terminó ahorcado en 1945. En los albores de la pandemia, mientras estábamos
obligados a permanecer encerrados en casa y yo disfrutaba de una excedencia
laboral cuando Marcos era un bebé, fue subida a YouTube de manera gratuita para
el disfrute general de la platea y el mío en particular. Es paradójico cómo me
sentí un poco más libre a través de una historia tan asfixiante y olvidé por un
rato la jaula impuesta. Las virtudes del arte son incontables, salvíficas. Como
aquellos almendros en flor tan cerca de la tragedia, el arte siempre nos da una
tregua. Comento este casual redescubrimiento con Claudio Ferrufino y le envío
el enlace para que pueda verla, creo que el tema es de su interés y estoy
seguro de que disfrutará de la obra. Hace poco hablábamos también sobre la
novela que narra el paso de Osip Mandelstam por la prisión de Butyrka y su
posterior viaje en tren hacia Siberia, muriendo de camino, en Vladivostok.
Atracción común por esas tinieblas densas desde las que sale la luz más pura
que un ser humano pueda dar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Regresan
los mosquitos y el sudor, de la mano de una primavera que cada vez se anticipa
más, viene la plaga. También llega la noticia de que tras más de veinte años
dando vueltas como enfermero por la sanidad valenciana, gracias a una orden que
viene desde Europa para disminuir la temporalidad, parece que antes de que
termine el año por fin conseguiré una plaza de funcionario en propiedad.
Trabajo asegurado para toda la vida, con los tiempos inestables que pululan no
es poca la tranquilidad. Tengo la gran suerte de poder escribir de lo que
quiera y como quiera, me gano los garbanzos con algo muy alejado de la
literatura. Libertad de cátedra artística dirigida a tres o cuatro gatos
lectores, como mucho. No es necesario más. Hacemos cábalas en los ratos muertos
de la clínica, por los pasillos, en las consultas, a la hora del almuerzo.
Cuando nos toque elegir destino solo quedarán plazas en los grandes hospitales
y en la Valencia más rural. Yo me decanto por la segunda opción. Con cuatro
hijos, cuatro gatos y una perra prefiero trabajar en el Centro de Salud de Mordor
o al otro lado del muro, al norte de Poniente, antes que hacer de nuevo turnos
rodados y noches en largas salas de luces tenues con olor a café, ambiente de
quejidos, aerosoles mucolíticos y antisépticos variados. Además, cada vez tengo
más querencia por el campo y las aldeas, por lo despoblado y lo que se ha
quedado fuera de esta época. Celebramos el puesto vitalicio con la botella 146
de 555 de Aldeasoña, un Ribera del Duero espléndido. Mientras llegan los platos
principales, Toni, jefe de sala del restaurante Huerto Martínez, se sienta a
conversar con nosotros sobre lo humano y lo divino, siempre presente su amado
Camarón de la Isla, mis libros de aforismos, las cocochas de merluza y la
receta de sus deliciosas alcachofas a la mostaza, confitadas, confiesa, y
nosotros que creíamos que eran hervidas. Con los cafés regresa a nuestra mesa y
brindamos con Cragganmore. Sabe que vayamos donde vayamos, volveremos de vez en
cuando a comer a su casa, que es la nuestra.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Ya de
noche, en la cama, pienso en <i>Las dos Fridas</i>, misteriosa e
inquietante obra que Frida Kahlo pintara en 1931, la indígena y la de raíces
europeas, ambas mujeres y sus herencias, unidas por un sistema cardiovascular
que se hace común para dos corazones definitivamente inseparables. Me gusta y
me sostiene esa mezcla, esa fractura que se une, la comunión de lo diferente,
de lo escindido, y el arte que nace de todo esto, esa pareja de enamorados que
Marc Chagall pintó sobrevolando la ciudad, el surrealismo de Leonora
Carrington, <i>Hurt</i> de Johnny Cash y sus ganas de empezar de
nuevo, Nick Cave cantando: <i>I don't believe in an interventionist
God, </i>entrando de lleno en un debate teológico con mucha miga. Creo que
Job estaría de su parte. Me duermo entre Hans Küng y Karl Rahner, Leonard
Cohen, Julieta Venegas y Metallica, me acunan los poemas de Vicente Gallego y
de Mark Strand, los aforismos de Ramón Eder, de mi amigo Michel F. y de Miguel
Ángel Alonso Treceño. La oscuridad no es absoluta. Bajo los párpados tengo un
pequeño zorro muerto, jamás vi un pelaje tan bello como el suyo ensangrentado,
su cara transmitía paz, me duele, abre los ojos, levanta la cabeza rota, me
mira fijamente, y alrededor, todos los árboles pierden sus pétalos, retroceden,
nos dejan solos, mejor esperar a que llegue pronto una nueva mañana. </span>No
hay consuelo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal">en febrero 29, 2024 <a href="https://danielmocher.blogspot.com/2024/02/de-zorros-y-almendros.html?m=1" title="permanent link"></a> <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De LOS
PROPIOS PASOS, blog del autor </span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-36639001413210373742024-02-09T17:18:00.000-08:002024-02-09T17:18:10.133-08:00Perpetuo: vigencia de Victor Serge<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-7RERLecnz9Iv-2z5LDjL18v508ApyA_g1IuJ98fH-Hp2dn4btqYCXlBJwGns2ClOHDcNFzlPrH633D78BANFZ7wlKwEwULyM4IOgN55VozwPIgwcKqKMDSmCJfFf1tSk2Y9uqt7d2-hZjRzr3eozpNRxnAcIZgqLz57Eu1Zy-BJENQXbL4vt9kt2Cp4/s267/z.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="267" data-original-width="189" height="267" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-7RERLecnz9Iv-2z5LDjL18v508ApyA_g1IuJ98fH-Hp2dn4btqYCXlBJwGns2ClOHDcNFzlPrH633D78BANFZ7wlKwEwULyM4IOgN55VozwPIgwcKqKMDSmCJfFf1tSk2Y9uqt7d2-hZjRzr3eozpNRxnAcIZgqLz57Eu1Zy-BJENQXbL4vt9kt2Cp4/s1600/z.jpg" width="189" /></a></b></div><b><br />SUSAN SONTAG</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">¿Cómo
explicar la oscuridad de uno de los héroes éticos y literarios más imponentes
del siglo XX: Victor Serge? ¿Cómo dar cuenta de la desatención de <i>El
caso Tuláyev</i>, una novela maravillosa que sigue siendo redescubierta y
olvidada de nuevo desde su publicación, un año después de la muerte de Serge en
1947?<br />
¿Será porque ningún país puede reclamarlo? “Un
exiliado político de nacimiento”: de ese modo Serge (nombre real: Victor
Lvovich Kibalchich) se describía a sí mismo. Sus padres eran opositores a la
tiranía zarista que habían huido de Rusia a comienzos del decenio de 1880, y
Serge nació en 1890 “por azar en Bruselas, por los caminos del mundo”, según
cuenta en <i>Memorias de mundos desaparecidos</i> [<i>Memorias de un
revolucionario</i>], escritas en 1942 y 1943 en la ciudad de México, donde,
como paupérrimo refugiado de la Europa de Hitler y huyendo de los asesinos de
Stalin, transcurrieron sus últimos años. Antes de México Serge había residido,
escrito, conspirado y hecho propaganda en seis países: Bélgica, en su primera
juventud y de nuevo en 1936; Francia, reiteradamente; España en 1917, donde
adoptó el seudónimo de Serge; Rusia, la patria que vio por primera vez a
comienzos de 1919, a los 28 años de edad, para unirse a la revolución
bolchevique; y Alemania y Austria al mediar los años veinte, por asuntos del
Komintern. En cada país su estancia fue provisional, llena de privaciones y
conflictos, amenazada. En algunos, terminó con la expulsión de Serge,
proscrito, obligado a reanudar su viaje.<br />
¿Porque no fue un escritor —según el modelo
popular— comprometido de modo intermitente en la lucha y la política
partidista, como Silone, Camus, Koestler y Orwell, sino un activista y agitador
de toda la vida? En Bélgica militó en el movimiento de las Juventudes
Socialistas, una rama de la Segunda Internacional. En Francia fue anarquista
(del llamado género individualista), y a causa de los artículos en el semanario
que codirigía, en los cuales expresaba algo de simpatía por la notoria banda
Bonnot tras la detención de los malhechores (a Serge nunca se le imputó
complicidad alguna), y a su negativa a convertirse en informante tras su propia
detención, fue condenado a cinco años de reclusión incomunicada. Luego de su
puesta en libertad, en Barcelona los anarcosindicalistas españoles lo
desilusionaron por su renuencia a intentar hacerse con el poder. De vuelta a
Francia, fue recluido quince meses a finales de 1917, esta vez (según la orden
de detención) por “indeseable, derrotista y simpatizante bolchevique”. En Rusia
se afilió al Partido Comunista, luchó en el sitio de Petrogrado durante la
guerra civil, se le comisionó el examen de los archivos de la policía secreta
zarista (y escribió un tratado sobre la opresión estatal), encabezó la unidad
administrativa del comité ejecutivo de la Tercera Internacional —comunista—,
participó en sus tres primeros congresos y, afligido por la creciente barbarie
del gobierno en la recién consolidada Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas, logró que el Komintern lo enviara al extranjero como organizador y
propagandista en 1922. (En esta época no había más que unos cuantos miembros
extranjeros autónomos del Komintern, el cual era, de hecho, el Departamento de
Exteriores, o de la Revolución Mundial, del Partido Comunista ruso.) Después
del fiasco revolucionario en Berlín, y de una ulterior temporada en Viena,
Serge volvió en 1926 a la URSS ya regida por Stalin y se afilió oficialmente a
la Oposición de Izquierda, la coalición de Trotski, del cual había sido aliado
desde 1923: se le expulsó del partido a finales de 1927 y se le detuvo poco
después. En suma, Serge iba a sufrir más de diez años de cautiverio por sus
consecutivos compromisos revolucionarios. Se les presentan problemas a los
escritores que ejercen otra profesión más ardua de tiempo completo.<br />
¿Porque —a pesar de todas estas distracciones—
escribió mucho? La hiperproductividad no está tan bien vista como antaño, y
Serge fue excepcionalmente productivo. Sus escritos publicados —casi todos
actualmente agotados— son siete novelas, dos volúmenes de poesía, una
recopilación de cuentos, un diario postrero, sus memorias, unos treinta libros
y panfletos políticos e históricos, tres biografías políticas y centenares de
artículos y ensayos. Pero hubo más: una memoria del movimiento anarquista
francés anterior a la Primera Guerra Mundial, una novela sobre la revolución
rusa, un breve poemario y una crónica histórica del segundo año de la
revolución confiscados en su totalidad cuando al fin se le permitió a Serge
abandonar la URSS en 1936 y a consecuencia de haber presentado ante la <i>Glavlit</i>,
la censura literaria, una solicitud de salida de sus manuscritos —nunca se han
recuperado—, así como muchísimos materiales archivados en lugar seguro pero aún
inéditos. En todo caso, es probable que su carácter prolífico le haya sido
desventajoso.<br />
¿Porque la mayor parte de lo que escribió no
pertenece a la literatura? Serge comenzó a escribir narrativa —su primera novela, <i>Los
hombres en la cárcel</i>— cuando tenía 39 años. Lo precedían más de veinte años
de dedicación a obras especializadas de valoración histórica y análisis
político y a una profusión de brillante periodismo político y cultural. Se le
suele recordar, si acaso, como un valeroso disidente comunista, un clarividente
y asiduo opositor de la contrarrevolución de Stalin. (Serge fue el primero en
denominar a la URSS Estado “totalitario”, en una carta que escribió a unos
amigos en París la víspera a su detención en Leningrado, en febrero de 1933.)
Ningún novelista del siglo XX contaba con algo parecido a sus experiencias
insurgentes directas, a su íntima relación con los dirigentes que hicieron
época, a su diálogo con intelectuales políticos fundacionales. Había conocido a
Lenin: la esposa de Serge, Liuba Rusakova, fue la estenógrafa de Lenin en 1921;
Serge había traducido <i>El Estado y la revolución</i> al francés; y
escribió la biografía de Lenin poco después de su muerte en enero de 1924.
Estuvo cerca de Trotski, aunque no se reunieron de nuevo hasta el destierro de
éste en 1929; Serge iba a traducir <i>La revolución traicionada</i> y
otros escritos últimos y, en México, donde Trotski lo había precedido como
refugiado político, a colaborar con la viuda en su biografía. Antonio Gramsci y
Georg Lukács estuvieron entre sus interlocutores, con los que debatió, cuando
todos vivían en Viena en 1924 y 1925, acerca del giro despótico que la
revolución había dado casi de inmediato, bajo Lenin. En <i>El caso Tuláyev</i>,
cuya trama épica es el asesinato que perpetró el Estado estalinista de millones
de fieles al partido así como de casi todos los disidentes en los años treinta,
Serge escribe sobre un destino que él mismo, de modo inverosímil, eludió por
muy poco. Las novelas de Serge han sido admiradas sobre todo en su calidad de
testimonio; de polémica; de inspirado periodismo; de narrativa histórica. Es
cómodo subestimar los frutos literarios de un escritor cuya obra no es
literaria en su mayor parte.<br />
¿Porque no hay literatura nacional que pueda
reclamarlo cabalmente? Cosmopolita vocacional, dominaba cinco lenguas: francés,
ruso, alemán, español e inglés. (Parte de su infancia transcurrió en
Inglaterra.) Por su narrativa ha de ser considerado un escritor ruso, si se
tiene en cuenta la extraordinaria continuidad de las voces rusas en la
literatura, cuyos predecesores son Dostoyevski, el Dostoyevski de <i>Memorias
de la casa muerta </i>y <i>Los demonios</i>, y Chejov, y cuyas
influencias contemporáneas fueron los grandes escritores de los años veinte,
sobre todo Boris Pilniak, el de <i>El año desnudo</i>, Yevgeny Zamiatin e
Isaac Babel. Pero mantuvo el francés como su lengua literaria. La copiosa
producción de Serge como traductor fue del ruso al francés: obras de Lenin,
Trotski, el fundador del Komintern Grigori Zinoviev, la revolucionaria
prebolchevique Vera Figner (1852-1942), cuyas memorias relatan sus veinte años
de reclusión incomunicada en una prisión zarista, y, entre los novelistas y
poetas, Andrei Biely, Fiodor Gladkov y Vladimir Maiakovski. Y todos sus libros
los escribió en francés. Un escritor ruso que escribe en francés: eso implica
que Serge sigue ausente, incluso como nota al pie, de las historias de la
literatura rusa y francesa.<br />
¿Porque siempre se politizó su dimensión de
escritor literario, fuera cual fuere, es decir, se percibió como una proeza
moral? La suya fue la voz de una recta militancia política, un prisma
paulatinamente reducido por el cual vemos el cuerpo de una obra que ejerce
sobre nuestra atención otros reclamos no didácticos. A finales de los años
veinte y durante los treinta, fue un escritor muy publicado, al menos en
Francia, con una corte pequeña pero ferviente: una corte política, desde luego,
sobre todo de credo trotskista. Pero en los últimos años, luego de que Trotski
lo excomulgara, esa corte lo abandonó ante las predecibles calumnias de la
prensa del Frente Popular prosoviético. Y las posiciones socialistas que Serge
adoptó tras llegar a México en 1941, un año después de que el verdugo enviado
por Stalin asestara un pioletazo a Trotski, parecían a sus restantes
partidarios indistinguibles de las socialdemócratas. Más aislado que nunca,
boicoteado por la izquierda y la derecha en la Europa occidental de la
posguerra, Serge, el ex bolchevique, ex trotskista y anticomunista, siguió
escribiendo: casi siempre para la gaveta. Sí publicó un libro breve, <i>Hitler
contra Stalin</i>, participó con un camarada español exiliado en una revista
política (<i>Mundo</i>) y colaboró con regularidad en unas cuantas revistas
extranjeras; sin embargo —a pesar de los empeños de admiradores tan influyentes
como Dwight Macdonald en Nueva York y Orwell en Londres por encontrarle un
editor—, dos de las últimas tres novelas de Serge, los últimos cuentos y poemas
y sus memorias permanecieron inéditos en todos los idiomas hasta después, casi
siempre muchos decenios después, de su muerte.<br />
¿Porque en su vida hubo demasiadas dualidades?
Fue un militante, un reformador del mundo hasta el final, lo cual lo convirtió
en anatema de la derecha. (Aunque, como anotó en su diario en febrero de 1944,
“los problemas ya no tienen la hermosa simplicidad de antaño: era provechoso
vivir de antinomias como socialismo o capitalismo”.) Con todo, era un
anticomunista con luces suficientes para inquietarse porque los gobiernos
estadounidense y británico no habían comprendido que la meta de Stalin después
de 1945 era apoderarse de toda Europa (a costa de una tercera guerra mundial),
lo cual, en una época de amplias propensiones soviéticas y anti-anticomunistas
entre los intelectuales de Europa Occidental, volvió a Serge un renegado, un
reaccionario, un belicista. “Todos los enemigos adecuados”, señala la vieja
expresión: Serge tuvo demasiados enemigos. En cuanto ex, y luego anti,
comunista, nunca hizo penitencia suficiente. Lo deplora pero no se arrepiente.
No ha renunciado a la idea de un cambio radical en la sociedad a causa de las
consecuencias totalitarias de la Revolución Rusa. Para Serge —hasta aquí
coincide con Trotski—, la revolución fue traicionada. No sostiene que desde el
comienzo se tratara de una ilusión trágica, de una catástrofe del pueblo ruso.
(Pero ¿lo habría afirmado si hubiera vivido una década o más incluso? Es
probable.) Por último, fue un intelectual activo de toda la vida, lo que
pareció estropear sus méritos como novelista, y fue un vehemente activista
político, lo que tampoco daba realce a sus virtudes narrativas.<br />
¿Porque siguió hasta el final identificándose con
un revolucionario, vocación hoy día tan desprestigiada en el mundo próspero?
¿Será porque, de un modo inverosímil, persistió en albergar esperanzas… aún?
“Atrás queda —escribió en 1943 en <i>Memorias de mundos desaparecidos</i>—
una revolución victoriosa descaminada, diversos intentos de revoluciones
abortadas y masacres tan abundantes que provocan un cierto vértigo.” Y sin
embargo Serge declara que “aquellos fueron los únicos caminos posibles para
nosotros”. Y reitera: “El porvenir se me presenta lleno de posibilidades más
grandes que las que entrevimos en el pasado.” Sin duda esto no podía ser
cierto.<br />
¿Porque, a pesar del cerco y la derrota, su obra
literaria se rehusó a llevar la esperada carga melancólica? Su carácter
indomable no resulta tan atractivo para nosotros como el de una impresión más
angustiada. En su narrativa Serge escribe sobre los mundos en los que ha vivido
y no sobre sí mismo. Es una voz que evita los consabidos tonos de la
desesperación, el arrepentimiento o la perplejidad —tonos literarios, como
suele entenderlos la gente—, aunque la propia situación de Serge fuera cada vez
más apremiante. Ya en 1947 intentaba con desesperación salir de México, donde
le estaba prohibida toda actividad política por las condiciones de su visado,
y, puesto que uno estadounidense era inconcebible a causa de su afiliación al
Partido Comunista en los años veinte, pensaba volver a Francia. Al mismo
tiempo, incapaz de no sentirse interesado, estimulado, dondequiera que
estuviese, creció su fascinación hacia lo que observaba de las culturas
indígenas y el paisaje en diversos viajes por el país, y había comenzado un
libro sobre México. El final fue lamentable. Desarrapado, desnutrido, cada vez
más aquejado de angina de pecho —que empeoró a causa de la altitud de la ciudad
de México—, sufrió un infarto en la calle a altas horas de la noche, llamó un
taxi y murió en el asiento posterior. El conductor lo depositó en una
comandancia de policía: transcurrieron dos días antes de que su familia supiera
lo que había sucedido y pudiera reclamar el cuerpo.<br />
En suma, nada hubo, nunca, de triunfal en su
vida, en la del eterno estudiante menesteroso y en la del militante en fuga,
salvo que se exceptúe el triunfo de su inmenso talento y aplicación de
escritor; el triunfo de sus convicciones firmes y su astucia, y por ello su
incapacidad para estar en compañía de los fieles, los crédulos cobardes y los
meramente ilusionados; el triunfo de la incorruptibilidad así como de la
valentía, y por ende el de un sendero solitario y distinto al de los
mentirosos, los aduladores y los arribistas; el triunfo, a mediados de los años
veinte, de haber tenido razón.<br />
Porque tuvo razón se le ha castigado como
narrador. La verdad de la historia deja fuera la verdad de la narrativa, como
si estuviésemos obligados a elegir.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">···</span></b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">¿Será
porque su vida estuvo tan saturada del drama histórico que ensombreció su obra?
En efecto, algunos de sus más fervientes defensores han afirmado que la mejor
obra literaria de Serge fue su propia vida tumultuosa, repleta de peligros,
insobornable. Algo semejante se ha afirmado de Oscar Wilde, que no pudo
resistirse a la agudeza masoquista: “Todo el genio lo dedico a mi vida; sólo el
talento a mis obras.” Wilde estaba en un error, y así también este elogio a
Serge. Como suele ser el caso de la mayoría de los escritores cardinales, los
libros de Serge son mejores, más sabios y más importantes que la persona que
los escribió. La creencia contraria desdeña a Serge y las preguntas
fundamentales —¿Cómo debemos vivir? ¿Qué sentido puedo darle a mi vida? ¿Cómo
se puede mejorar la de los oprimidos?— que honró con su lucidez, su rectitud,
su valor, sus derrotas. Si bien es cierto que la literatura, sobre todo la
literatura rusa del siglo XIX, es la casa de esas preguntas, tener por
literaria una existencia vivida a su amparo resulta cínico, o meramente
filisteo. Sería denigrar la moral y la literatura. Y la historia también.<br />
Los lectores actuales de Serge tienen que
situarse en una época en la cual la mayor parte de la gente aceptaba que el
curso de sus vidas estaba determinado por la historia más que por la
psicología, por las crisis públicas más que por las privadas. Fue la historia,
un momento histórico determinado, lo que orilló a los padres de Serge a salir
de la Rusia zarista: la ola represiva y el terrorismo de Estado causados por el
asesinato de Alejandro II que cometió <i>Narodnaya Volya</i> (La
Voluntad del Pueblo), la rama terrorista de un movimiento populista, en 1881.
El científico y padre de Serge Leon Kibalchich, en ese entonces oficial de la
Guardia Imperial, pertenecía a una agrupación militar que simpatizaba con las
exigencias de los <i>narodniki</i> (populistas) y apenas eludió el
fusilamiento cuando el grupo fue descubierto. En su primer refugio, Ginebra,
conoció a y se casó con una estudiante radical de San Petersburgo originaria de
la pequeña nobleza polaca, y la pareja hubo de pasar el resto del decenio, en
palabras de su hijo, exiliado político de segunda generación, viajando “en
busca del pan cotidiano y de las buenas bibliotecas… entre Londres (el Museo
Británico), París, Suiza y Bélgica”.<br />
La revolución estaba en el centro mismo de la
cultura del exilio socialista en cuyo seno había nacido Serge: la esperanza
quintaesenciada, la intensidad quintaesenciada. “Las conversaciones de los
adultos se referían a procesos, a ejecuciones, a evasiones, a los caminos de
Siberia, a grandes ideas constantemente puestas en tela de juicio, a los
últimos libros sobre esas ideas.” La revolución fue la tragedia moderna. “Había
siempre en las paredes, en nuestros pequeños alojamientos azarosos, retratos de
ahorcados.” (Uno de los retratos habrá sido, sin duda, el de Nikolai
Kibalchich, pariente lejano de su padre y uno de los cinco conspiradores
condenados por el asesinato de Alejandro II.)<br />
La revolución implicaba peligro, riesgo de
muerte, prisión probable. La revolución implicaba sufrimientos, privaciones y
hambre. “Me parece que si, cuando tenía doce años, me hubieran preguntado: ¿qué
es la vida? (y yo me lo preguntaba a menudo), habría contestado: no sé, pero veo
que quiere decir <i>pensarás, lucharás, tendrás hambre</i>.”<br />
Y así fue. La lectura de las memorias de Serge
permite volver a una era que en la actualidad parece muy remota a causa de sus
energías introspectivas, sus búsquedas intelectuales apasionadas, sus códigos
de inmolación y sus esperanzas inmensas: una era en la que chiquillos de doce
años de padres cultivados podían normalmente preguntarse “¿Qué es la vida?” El
temperamento de Serge no era, para la época, precoz. Fue la cultura hogareña de
sucesivas generaciones de voraces lectores idealistas, entre ellos muchos
procedentes de países eslavos; digamos que los hijos de la literatura rusa.
Firmes creyentes en la ciencia y el desarrollo humano, iban a suministrar las
tropas a muchos movimientos radicales del primer tercio del siglo XX; e iban a
ser utilizados, desilusionados y traicionados y, si de casualidad vivían en la
Unión Soviética, ejecutados. En sus memorias Serge relata algo que su amigo
Pilniak le dice en 1933: “No hay un solo adulto pensante en este país que no
haya pensado que podía ser fusilado.”<br />
A partir del final de los años veinte, el abismo
entre la realidad y la propaganda aumentó drásticamente. Fue el clima de
opinión que llevó al valeroso escritor rumano Panait Istrati (1884-1935) a
considerar la retirada de su veraz crónica de una estancia de dieciséis meses
en la Unión Soviética en 1927 y 1928, <i>Hacia otra llama</i> [<i>Rusia
al desnudo</i>], por orden de su poderoso patrocinador literario francés Romain
Rolland, la cual, cuando en efecto se publicó, impugnaron todos sus otrora
amigos y partidarios en el mundo literario; y que condujo a André Malraux, en
calidad de editor de Gallimard, a rechazar la contenciosa biografía de Stalin
del ruso Boris Suvarin (1895-1984, nombre verdadero: Boris Lifchitz) porque
perjudicaba la causa republicana española. (Istrati y Suvarin, amigos íntimos
de Serge, formaron con él una suerte de triunvirato de escritores francófonos
extranjeros que, desde finales de los años veinte, se arrogaron el ingrato
papel de denunciar desde la izquierda —y por ello prematuramente— lo que estaba
acaeciendo en la Unión Soviética.) Para muchos que vivían en el mundo
capitalista desolado por la Depresión, parecía imposible <i>no </i>sentir
afinidad con la lucha de este enorme país atrasado por mantenerse y crear,
según sus objetivos manifiestos, una sociedad nueva fundada en la justicia
económica y social. André Gide era poco florido cuando escribió en su diario en
abril de 1932 que habría sido capaz de morir por la Unión Soviética: “En el abominable
trance del mundo actual, el nuevo plan de Rusia me parece ahora la salvación.
¡Nada puede persuadirme de lo contrario! Los argumentos miserables de sus
enemigos, lejos de convencerme, hacen que me hierva la sangre. Y si mi vida
hiciera falta para asegurar el éxito de la URSS, la ofrendaría de inmediato…
como lo han hecho ya, y lo seguirán haciendo, muchos otros, y sin distinguirme
de ellos.”<br />
En cuanto a lo que en verdad estaba sucediendo en
la Unión Soviética en 1932, así es como comienza Serge “El hospital de
Leningrado”, un cuento escrito en México en 1946 que se anticipa a la narrativa
de Solzhenitsyn:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En 1932
estaba viviendo en Leningrado… Eran tiempos oscuros, de escasez en las ciudades
y hambre en los pueblos, de terror, de asesinatos secretos y persecución de los
administradores de la industria y los ingenieros, los campesinos, los clérigos
y todos los que se oponían al régimen. Yo pertenecía a la última categoría, lo
cual quería decir que en la noche, incluso en las profundidades del sueño,
nunca dejaba de estar atento a los ruidos en la escalera, a los pasos
ascendentes anunciando mi detención.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En octubre
de 1932 Serge escribió al Comité Central del Partido solicitando permiso para
emigrar; le fue denegado. En marzo de 1933 se le detuvo de nuevo y después de
un tiempo en la Lubyanka se le condenó al exilio interno de Orenburg, un pueblo
inhóspito en la frontera entre Rusia y Kazajastán. La difícil situación de
Serge fue objeto de inmediatas protestas en París. En el Congreso Internacional
de Escritores para la Defensa de la Cultura, una reunión estelar celebrada en
París en junio de 1935, presidida por Gide y Malraux, y clímax de los esfuerzos
ideados por el Komintern para movilizar a los escritores no afiliados y
progresistas en defensa de la Unión Soviética —precisamente cuando el programa
de Stalin para incriminar y ejecutar a todos los miembros supervivientes de la
vieja guardia bolchevique se estaba llevando a cabo—, algunos delegados
plantearon “el caso de Victor Serge”. El año siguiente Gide, que estaba a punto
de emprender, con séquito, un viaje triunfal por la Unión Soviética al que se
le había dado suma importancia propagandística, se entrevistó con el embajador
soviético en París para solicitar la liberación de Serge. Rolland, a su vuelta
de una visita de Estado a Rusia, presentó el caso ante el propio Stalin.<br />
En abril de 1936 se llevó a Serge (con su hijo
adolescente) de Orenburg a Moscú, se le despojó de la ciudadanía soviética, se
le reunió con su esposa, en delicada condición psíquica, y su hija pequeña y a
todos se les puso en un tren a Varsovia: el único caso durante la era del Gran
Terror en que un escritor fue liberado (es decir, expulsado de la Rusia
soviética) a resultas de una campaña foránea de apoyo. Sin duda contribuyó
considerablemente que el ruso nacido en Bélgica fuera tenido por extranjero.<br />
Después de llegar a Bruselas a finales de abril,
Serge publicó una “Carta abierta” a Gide en la revista francesa <i>Esprit</i>,
en la que agradecía su reciente intervención ante las autoridades soviéticas
para intentar la recuperación de sus manuscritos confiscados y en la que
evocaba algunas de las realidades soviéticas sobre las cuales Gide acaso no se
enteraría durante su visita, como la detención y asesinato de muchos escritores
y la supresión absoluta de libertad intelectual. (Serge ya había buscado alguna
relación con Gide a principios de 1934, al enviarle una carta desde Orenburg
acerca de sus conceptos comunes sobre la libertad en la literatura.) Los
escritores pudieron reunirse en secreto varias veces tras el regreso de Gide,
en París en noviembre de 1936 y en Bruselas en enero de 1937. Las entradas de
estas reuniones en los diarios de Serge ofrecen un profundo contraste: Gide es
el entendido consumado, el maestro sobre el que había descendido el manto del
Gran Escritor, y Serge el adalid de las causas perdidas, itinerante,
empobrecido, en riesgo permanente. (Desde luego, Gide era cauteloso con Serge:
de su influencia, de dejarse extraviar.)<br />
La escritora francesa de aquel periodo al que
Serge sí se parece —en la severidad de su rectitud, en su dedicación incesante,
en su convencida renuncia a la comodidad, las posesiones y la seguridad— es su
más joven contemporánea y compañera de militancia política, Simone Weil. Es más
que probable que se hubieran conocido en París en 1936, poco después de la
liberación de Serge, o en 1937. Desde junio de 1934, justo después de su
detención, Weil había estado entre los responsables de mantener vigente “el
caso de Victor Serge” protestando directamente ante las autoridades soviéticas.
Compartían un amigo íntimo, Suvarin; ambos escribían con regularidad en la
revista sindicalista <i>La Révolution próletarienne</i>. Trotski conocía
bien a Weil —una noche, a los 25 años de edad, había sostenido un debate cara a
cara con Trotski durante la breve visita de éste a París en diciembre de 1934,
cuando Weil dispuso que usara un apartamento de sus padres para una reunión
política clandestina— y figura en una carta dirigida a Serge de julio de 1936
como respuesta a la recomendación de que ella colaborara en la nueva revista
que Serge pretendía fundar. Y durante los dos meses a finales del verano de
1936 en que Weil fue voluntaria en las Brigadas Internacionales que luchaban en
pro de la República española, su enlace político principal, al que vio a su
llegada a Barcelona, fue el disidente comunista Julián Gorkin, otro amigo
íntimo de Serge.<br />
Los camaradas trotskistas habían sido los
defensores más activos de la liberación de Serge, y mientras Serge daba en
Bruselas su adhesión a la Cuarta Internacional —como se denominaba a la liga de
partidarios de Trotski— sabía que la propuesta del movimiento no era una
alternativa viable a las doctrinas y prácticas leninistas que habían llevado a
la tiranía estalinista. (Para Trotski, el crimen consistía en que se estaba
ejecutando a la gente <i>equivocada</i>.) A su partida de París en 1937 le
siguió una disputa manifiesta con Trotski que, desde su reciente exilio
mexicano, denunciaba a Serge como anarquista encubierto; por respeto y afecto,
Serge se negó a rebatir el ataque. Impávido ante la calumnia de ser tenido por
un renegado, un traidor a la izquierda, publicó más tratados y opúsculos a
contracorriente acerca del destino de la revolución desde Lenin hasta Stalin, y
otra novela, <i>Medianoche en el siglo</i> (1939), situada casi
siempre en un pueblo remoto parecido a Orenburg cinco años antes y al cual
habían sido deportados los miembros perseguidos de la oposición de izquierda.
Es sin duda la primera descripción en una novela del Gulag, o con más propiedad
GULAG, el acrónimo del vasto imperio penitenciario interno cuyo nombre oficial
en ruso se traduce como Administración General de Campos. <i>Medianoche en
el siglo</i> está dedicado a los camaradas del partido radical más
honorable de la República española, el disidente comunista —es decir,
antiestalinista— Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), cuyo dirigente,
Andreu Nin, ejecutado por agentes soviéticos en 1937, era otro amigo íntimo de
Serge.<br />
En junio de 1940, tras la ocupación alemana de
París, Serge huyó al sur de Francia, y finalmente llegó hasta el refugio que
estableció el heroico Varian Fry que, en nombre de una agrupación privada
estadounidense llamada Comité de Rescate Urgente, auxilió a unos dos mil
estudiosos, escritores, artistas, músicos y científicos a encontrar una salida
de la Europa de Hitler. Allí, en un castillo a las afueras de Marsella que sus
residentes y visitantes —entre los que estaban André Breton, Max Ernst y André
Masson— bautizaron <i>Espervisa</i>, Serge continuó atareado en su nueva y
más ambiciosa novela sobre el imperio del crimen de Estado en la Rusia
soviética, que había comenzado en París a principios de 1940. Cuando por fin
llegó el visado mexicano para Serge (Breton y los demás fueron acogidos en
Estados Unidos), zarpó en marzo de 1941 a un largo y precario viaje por mar. Lo
retuvo un interrogatorio, luego los oficiales del gobierno de Vichy lo
encarcelaron cuando el buque carguero recaló en Martinica, se retrasó de nuevo
por falta de visas de tránsito en la República Dominicana, donde en su obligada
estancia escribió un tratado político pensado para el público mexicano (<i>Hitler
contra Stalin</i>), y se le detuvo de nuevo en La Habana, donde, encarcelado
una vez más, prosiguió con su novela, por lo que Serge no llegó a México hasta
septiembre. Concluyó <i>El caso Tuláyev</i> al año siguiente.<br />
Nada persiste del aura controvertida de la novela
en los albores del siglo XXI. Nadie en su sano juicio puede en la actualidad
poner en entredicho los graves sufrimientos que el sistema bolchevique infligió
al pueblo ruso. En ese entonces el consenso era otro, lo cual causó el
escándalo de la crónica desfavorable del viaje de Gide, <i>Regreso de la
URSS</i> (1937): Gide siguió siendo incluso hasta después de su muerte en 1951
el gran escritor de izquierdas que había traicionado a España.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Esa actitud
se reprodujo en el conocido rechazo de Sartre a mencionar la cuestión del Gulag
sobre la base de que desanimaría la justa militancia de la clase obrera
francesa. (“Il faut pas faire désesperer Billancourt.”) Para la mayoría de los
escritores que se identificaban con la izquierda en esos decenios o que
sencillamente se consideraban opositores a la guerra (y les consternaba la
perspectiva de una tercera guerra mundial), la condena a la Unión Soviética era
por lo menos problemática.<br />
Como para reafirmar la ansiedad de la izquierda,
los que no tenían empacho en denunciar a la Unión Soviética parecían ser
precisamente los mismos que no tenían escrúpulos en ser racistas, antisemitas o
desdeñar a los pobres; intolerantes que nunca habían oído el canto de la sirena
del idealismo o habían sido movidos a ejercer un interés activo en favor de los
excluidos y los perseguidos. El vicepresidente de una importante compañía de
seguros estadounidense, que también fue el mayor poeta del siglo XX en Estados
Unidos, acaso recibiera con beneplácito el testimonio de Serge. Así, la sección
XIV del magistral poema de Stevens “Esthetique du Mal”, escrito en 1945,
comienza de este modo:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Victor
Serge dijo: “Sigo su demostración<br />
con el sordo desasosiego que se siente<br />
ante los enajenados razonadores.”<br />
Dijo de Konstantinov. La revolución<br />
es labor de enajenados razonadores.<br />
La política de la emoción debería<br />
asemejarse a una estructura intelectual.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Que resulte
insólito encontrar a Serge evocado en un poema de Stevens nos revela el
absoluto olvido en que ha caído, pues en efecto fue una presencia inmensa en
algunas de las revistas serias más influyentes de los años cuarenta.
Probablemente Stevens habrá sido lector de <i>Partisan Review</i>, sino es
que de la inconformista revista radical de Dwight Macdonald <i>Politics</i>,
que publicó a Serge (y también a Simone Weil); Macdonald y su mujer Nancy
habían sido el sustento financiero y de otros órdenes para Serge durante los
desesperados meses en Marsella y en su viaje colmado de obstáculos, ayuda que
se prorrogó asiduamente cuando Serge y su familia vivieron en México.
Patrocinado por Macdonald, Serge había comenzado a escribir en <i>Partisan
Review</i> en 1938 y continuó enviando artículos desde esta última e
inverosímil residencia. En 1942 fue nombrado corresponsal en México de la
publicación quincenal anticomunista <i>The New Leader</i> (a lo que
Macdonald se opuso resueltamente) y más tarde comenzó a colaborar —por
recomendación de Orwell— en <i>Polemic</i> y en la <i>Horizon</i> de
Cyril Connolly en Londres.<br />
Revistas minoritarias; pareceres minoritarios.
Primero extractados en <i>Partisan Review</i>, los retratos magistrales de
Czeslaw Milosz sobre el honor mutilado del escritor, la conciencia del escritor
bajo el comunismo, <i>El pensamiento cautivo</i> (1953), fueron
rechazados por buena parte del público literario estadounidense como una obra
propagandística de la Guerra Fría de un escritor polaco emigrado hasta entonces
desconocido. Recelos semejantes perduraron hasta los años setenta: cuando la
crónica irrefutable e implacable de Robert Conquest sobre las masacres de
Estado de los años treinta, <i>El gran terror</i>, se publicó en 1969, el
libro fue considerado controvertido en muchos sectores: sus conclusiones tal vez
de escasa utilidad, sus implicaciones manifiestamente reaccionarias.<br />
Aquellos decenios de hacer la vista gorda
respecto de lo que sucedía en los regímenes comunistas, sobre todo la
convicción de que criticar a la Unión Soviética era prestar auxilio y dar
aliento a los fascistas y belicistas, nos parece hoy día incomprensible. A
principios del siglo XXI hemos pasado a otras ilusiones; otras mentiras que la
gente inteligente de buenas intenciones y política humanitaria se repite a sí
misma y a sus partidarios a fin de no prestar auxilio y dar aliento a sus
enemigos.<br />
Siempre ha habido gente que arguye que la verdad
es a veces inoportuna, desfavorable: un lujo. (Esto se llama pensar con sentido
práctico o político.) Y por otro lado, los bien intencionados se muestran
comprensiblemente renuentes a prescindir de los compromisos, los juicios y las
instituciones a que se ha dedicado mucho idealismo. Es cierto que hay
situaciones en que la verdad y la justicia parecen incompatibles. Y acaso
existan aún más trabas para distinguir la verdad que para reconocer las
reclamaciones de la justicia. Parece demasiado fácil que la gente <i>no</i> reconozca
la verdad, sobre todo cuando puede implicar la ruptura, o el rechazo, de una
comunidad que aporta una parte valorada de su identidad.<br />
Se obtiene un resultado distinto al oír la verdad
de alguien que estamos dispuestos a escuchar. ¿Cómo fue capaz el marqués de
Custine de comprender —proféticamente— durante su viaje de cinco meses por
Rusia, un siglo antes, el valor esencial que para esta sociedad tienen las
extravagancias del despotismo, la sumisión y la perpetua mentira para complacer
a los extranjeros, que describió en su diario epistolar <i>Cartas de Rusia</i>?
Sin duda tuvo que ver que el amante de Custine fuera polaco, el joven conde
Ignacy Gurovski, que debió de haber estado más que dispuesto a contarle los
horrores de la opresión zarista. ¿Por qué Gide, entre todos los visitantes de
izquierda a la Unión Soviética en los años treinta, fue el único que no quedó
seducido con la retórica de la igualdad comunista y el idealismo
revolucionario? Quizás porque había sido advertido para detectar la falta de
honradez y el miedo de sus anfitriones gracias a los inoportunos informes del
impecable Victor Serge.<br />
Serge, con modestia, afirma que sólo hace falta
algo de claridad e independencia para decir la verdad. En <i>Memorias de
mundos desaparecidos</i>,<sup>1</sup> escribe:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Reconozco
el mérito de haber visto claro en algunas circunstancias importantes. La cosa
en sí no tiene nada de difícil y sin embargo es poco común. No creo que sea una
cuestión de inteligencia elevada o desprendida, sino más de buen sentido, de
buena voluntad y de cierto valor para superar la influencia del medio y la
inclinación que resulta de nuestro interés inmediato y del temor que inspiran
los problemas. “Lo terrible cuando se busca la verdad —decía un ensayista
francés— es que se la encuentra…” Se la encuentra y ya no se es libre ni de
seguir la pendiente del medio que nos rodea ni de aceptar los lugares comunes y
corrientes.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">“Lo
terrible cuando se busca la verdad…” Una frase que debería estar fijada sobre
la mesa de todo escritor.<br />
La necedad y las mentiras ignominiosas de
Dreiser, Rolland, Henri Barbusse, Louis Aragon, Beatrice y Sydney Webb, Halldór
Laxness, Egon Erwin Kisch, Walter Duranty, Leon Feuchtwanger y otros como ellos
casi se han olvidado del todo. Y también los que se les opusieron, los que
lucharon por la verdad. La verdad, una vez obtenida, es ingrata. No podemos
recordarlos a todos. Lo que se recuerda no es el testimonio sino… la
literatura. El presunto caso para exceptuar a Serge del olvido que espera a la
mayoría de los héroes de la verdad está respaldado, en última instancia, por la
excelencia de su narrativa, sobre todo por <i>El caso Tuláyev</i>. Pero un
escritor literario al que se considera sobre todo como un escritor didáctico;
un escritor sin país, un país en cuyo canon literario su narrativa pudiera
encontrar un lugar: tales son los elementos del complejo destino de Serge que
siguen opacando este libro cautivador y admirable.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">···</span></b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La
narrativa, para Serge, es la verdad, la verdad de la trascendencia propia, la
obligación de dar voz a los enmudecidos o a los silenciados. Desdeñaba las
novelas acerca de la vida privada, particularmente las novelas autobiográficas.
“La existencia de los individuos no tenía interés para mí, sobre todo la mía”,
sostiene en sus <i>Memorias</i>. En una entrada de sus diarios (marzo de
1944), Serge explica el amplio alcance de la idea de la verdad narrativa:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Quizás la
fuente más profunda es la sensación de que la vida maravillosa está pasando,
volando, escapándose inexorablemente, y el deseo de atraparla en pleno vuelo.
Fue este sentimiento desesperado lo que me llevó, como a los dieciséis años, a
advertir un instante precioso que me hizo descubrir que la <i>existencia</i> (humana,
“divina”) <i>es memoria</i>. Después, con el enriquecimiento de la
personalidad, descubrimos sus límites, la pobreza y los grilletes de la
identidad, descubrimos que sólo tenemos una vida, una individualidad
circunscrita para siempre, pero que incluye muchos destinos posibles, y que […]
convive […] con otras existencias humanas, con la tierra, con las criaturas,
con todo. La escritura entonces se vuelve la búsqueda de una personalidad
compuesta, una manera de vivir destinos diversos, de penetrar en los demás, de
comunicarnos con ellos […] de evadirnos de los límites habituales de la
identidad […] (Sin duda hay otro tipo de escritores, individualistas, que sólo
buscan su propia afirmación y son incapaces de ver el mundo excepto a través de
sí mismos.)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La meta de
la narrativa era contar cuentos, evocar mundos. Este credo atrajo a Serge en
cuanto narrador hacia dos ideas de la novela al parecer incompatibles.<br />
Una es el panorama histórico, en el que cada
novela tiene su sitio como episodio de una historia incluyente. La historia,
para Serge, relataba el heroísmo y la injusticia en la primera mitad del siglo
XX europeo y pudo haber comenzado con una novela situada en los círculos
anarquistas franceses justo antes de 1914 (sobre lo que en efecto escribió unas
memorias, confiscadas por la GPU). En las novelas que Serge pudo concluir, el
periodo cubierto es el que va de la Primera a la Segunda Guerra Mundial: es
decir, de <i>Los hombres en la cárcel</i>, escrita en Leningrado a finales
de los años veinte y publicada en París en 1930, a <i>Los años sin perdón,</i> su
última novela, escrita en México en 1946 y no publicada hasta 1971 en
París. <i>El caso Tuláyev</i>, cuyo material es el Gran Terror de los años
treinta, corresponde al final del ciclo. Los personajes reaparecen —un recurso
clásico de las novelas, como algunas de Balzac, ideadas como una serie—, aunque
no tantos como cabría esperar, y ninguno es un <i>alter ego</i>, un doble
del propio Serge. El Alto Comisario de Seguridad, Erchov, el fiscal Fleischman,
la repugnante <i>apparatchik</i> Zvieryeva y el virtuoso opositor de
izquierdas Ryzhik de <i>El caso Tuláyev</i> estaban ya presentes
en <i>Ciudad ganada</i> (1932), la tercera novela de Serge, ubicada
en el sitio de Petrogrado, y, probablemente, en una novela perdida, <i>La
Tourmente</i>, secuela de la anterior. (Ryzhik es también un personaje
importante, y Fleischman uno menor, en <i>Medianoche en el siglo</i>.)<br />
De este proyecto sólo quedan fragmentos. Pero si
Serge no se entregó tenazmente a la crónica, como la sucesión de novelas de
Solzhenitsyn sobre la época de Lenin, no se debe meramente a que le faltara
tiempo para concluir la serie, sino a que estaba en ciernes otra idea de la
novela que de algún modo subvertía la primera. Las novelas históricas de
Solzhenitsyn son todas de una pieza desde el punto de vista literario, y no son
mejores por ese hecho. Las de Serge ilustran diversos conceptos de cómo se ha
de narrar y con qué fin. El “yo” de <i>Los hombres en la cárcel</i> es
un medio para darle voz a los otros, a muchos otros; es una novela de
compasión, de solidaridad. “No quiero escribir memorias”, afirmó en una carta a
Istrati, que escribió el prólogo a la primera novela de Serge. La
segunda, <i>El nacimiento de nuestra fuerza</i> (1931), emplea un
agregado de voces: la primera persona del singular, la del plural y una tercera
que es omnisciente. La crónica en varios volúmenes, la novela como secuela, no
era el mejor medio para el desarrollo de Serge en cuanto escritor literario,
pero siguió siendo una suerte de posición por defecto desde la cual, siempre
trabajando bajo el acoso y el apremio financiero, podía generar nuevas tareas
narrativas.<br />
Las afinidades literarias de Serge, y muchas de
sus amistades, estaban entre los grandes modernistas de los años veinte, como
Pilniak, Zamiatin, Sergei Esenin, Maiakovski, Pasternak, Danil Charms (su
cuñado) y Mandelstam, en lugar de con los realistas como Gorki, emparentado por
el lado materno, y Alexei Tolstoi. Pero en 1928, cuando Serge comenzó a
escribir narrativa, la nueva era milagrosa prácticamente había acabado,
destruida por los censores, y pronto los propios escritores, en su mayoría,
fueron detenidos y asesinados o se suicidaron. La novela panorámica, la
narración con voces múltiples (otro ejemplo: <i>Noli Me Tanger</i>, del
revolucionario filipino decimonónico José Rizal), bien podría haber sido la
forma predilecta de un escritor con una acendrada conciencia política; la
conciencia política que sin duda no se deseaba en la Unión Soviética, donde,
como sabía Serge, no había posibilidad alguna de que fuese traducido y
publicado. Aunque también es la forma de algunas obras perdurables de la
modernidad literaria, y ha engendrado géneros narrativos nuevos y diversos. La
tercera novela de Serge, <i>Ciudad ganada</i>, es una obra brillante en
uno de esos géneros, la novela protagonizada por una ciudad (al igual que <i>Los
hombres en la cárcel</i> tenía a “esa máquina terrible, la cárcel”, de protagonista),
manifiestamente influida por <i>Petersburgo</i> de Biely y por <i>Manhattan
Transfer</i> (cita a Dos Passos como influencia), y quizás por <i>Ulises</i>,
un libro que admiraba mucho.<br />
“Me parecía sin duda buscar una nueva vía para la
novela”, afirma Serge en sus <i>Memorias</i>. Un aspecto en el que Serge
no estaba buscando nuevas vías es en su concepto de las mujeres, que recuerda
al de las grandes películas soviéticas del idealismo revolucionario, desde
Eisenstein a Alexei Gherman. En una sociedad de desafíos —de sufrimientos y
sacrificios— centrada totalmente en los hombres, las mujeres casi no existen,
al menos no de un modo positivo, salvo como objetos amorosos o pupilas de
individuos muy ocupados. Pues la revolución, según la descripción de Serge, es
en sí misma una empresa heroica, masculina, revestida de valores viriles: la
valentía, el arrojo, la resistencia, la firmeza, la independencia, la capacidad
para la brutalidad. Una mujer atractiva, alguien cálido, entrañable, tenaz, a
menudo víctima, no puede exhibir esas características varoniles; por lo tanto
no puede ser sino la socia minoritaria de un revolucionario. La única mujer
enérgica de <i>El caso Tuláyev</i>, la fiscal bolchevique Zvyeryeva (a la
cual ya le tocará el turno de ser detenida y asesinada), se caracteriza
reiteradamente por su patética e implorante sexualidad (en un pasaje se nos
presenta masturbándose) y por su físico repugnante. Todos los hombres de la
novela, sean o no viles, despliegan sus patentes ansias carnales y una
confianza sexual sin afectaciones.<br />
<i>El caso Tuláyev</i> relata un conjunto de
historias, de destinos, en un mundo densamente poblado. Además de las mujeres
de reparto, hay al menos ocho personajes estelares: dos emblemas de la
desafección, Kostia y Romachkin, humildes oficinistas solteros que comparten
una habitación dividida con una mampara en un apartamento colectivo de Moscú
—dan comienzo a la novela—, y los leales veteranos, arribistas y sinceros
comunistas, Ivan Kondratiev, Artyem Makeyev, Stefan Stern, Maxim Erchov, Kiril
Rublev, el viejo Ryzhik, los cuales, uno tras otro, son detenidos, interrogados
y condenados a muerte. (Sólo a Kondratiev se le indulta y envía a un remoto
puesto en Siberia, gracias a un benévolo capricho arbitrario del “Jefe”, como
se le llama a Stalin en la obra.) Se retratan vidas enteras, cada una de las
cuales podría constituir otra novela. El relato de la detención de Makeyev,
astutamente orquestada mientras asiste a la ópera (al final del capítulo
cuatro), es en sí mismo un cuento digno de Chejov. Y el drama de Makeyev, su
historial, su ascenso al poder (es el gobernador de Kurgansk), su detención
repentina cuando visita Moscú, su reclusión, interrogatorio, confesión, es sólo
una de las tramas desarrolladas en <i>El caso Tuláyev</i>.<br />
Ningún interrogador es uno de los personajes
principales. Entre los secundarios está el epítome narrativo del filocomunista
influyente. En una escena postrera, situada en París, “El profesor Passereau,
célebre en dos hemisferios, Presidente del Congreso para la Defensa de la Cultura”,
le dice a la joven emigrante Xenia Popov, que solicita en vano su intervención
en auxilio del más benévolo de los viejos protagonistas bolcheviques de Serge:
“Guardo un respeto absoluto por la justicia de su país… si Rublev es inocente
el Tribunal Supremo le dispensará su justicia”. En cuanto al epónimo Tuláyev,
el alto cargo gubernamental cuyo asesinato desencadena las detenciones y la
ejecución de los demás, sólo aparece fugazmente al principio de la novela.
Figura allí para ser asesinado.<br />
El Tuláyev de Serge, al menos su asesinato y las
consecuencias de éste, parece aludir evidentemente a Sergei Kirov, el dirigente
de la organización del partido en Leningrado, cuyo asesinato en su oficina el 1
de diciembre de 1934, a manos de un joven afiliado al partido llamado Leon
Nicolayev, fue la excusa de Stalin para los años de masacres que se sucedieron,
lo cual diezmó la afiliación leal del partido y asesinó o mantuvo en el
presidio a millones de ciudadanos comunes durante decenios. Acaso sea difícil no
leer <i>El caso Tuláyev</i> como una novela en clave, si bien Serge
advierte explícitamente contra esa interpretación en una nota preliminar. “Esta
novela —escribe— pertenece al dominio de la narrativa. La verdad que crea el
novelista no puede confundirse, de ningún modo, con la verdad del historiador o
del cronista.” Resulta difícil imaginar a Solzhenitsyn prologando una de sus
novelas sobre Lenin con semejante aviso. Aunque quizás se deba creer en la
palabra de Serge, si tenemos en cuenta que situó su novela en 1939. Las
detenciones y procesos de <i>El caso Tuláyev</i> son sucesores
narrativos, más que síntesis narrativas, de los verdaderos procesos de Moscú de
1936, 1937 y 1938.<br />
Serge no sólo destaca que la verdad del novelista
difiere de la del historiador. Defiende, aquí de modo implícito, la supremacía
de la verdad novelística. Serge había expresado esa pretensión más temeraria en
la carta a Istrati sobre <i>Los hombres en la cárcel</i>: una novela que,
a pesar “del uso ventajoso de la primera persona del singular”, no trata “sobre
mí” y en la que “no quiero apegarme mucho a las cosas que en efecto he
presenciado”. El novelista, continúa Serge, está en busca de “una verdad más
rica y general que la verdad de la observación”. Esa verdad “a veces coincide
casi de modo fotográfico con algo que he visto; a veces difiere en todos los
aspectos”.<br />
Pretender la supremacía de la verdad narrativa es
un venerable lugar común literario (su primera formulación se encuentra en
la <i>Poética</i> de Aristóteles), y en boca de muchos autores parece
fingida e incluso interesada: un consentimiento reivindicado por el novelista
para ser impreciso, parcial o arbitrario. Aseverar que el aserto de Serge nada
tiene que ver con ello equivale a señalar las pruebas de sus novelas, sus
irrefutables sinceridad e inteligencia aplicadas a verdades <i>vividas</i> recreadas
en forma narrativa.<br />
<i>El caso Tuláyev</i> no ha gozado ni
siquiera de un poco de la fama de <i>Oscuridad al mediodía</i> [<i>El
cero y el infinito</i>] (1940) de Koestler, una novela que trata
ostensiblemente el mismo tema, y que asevera lo contrario en cuanto a la
correspondencia de la narrativa con la realidad histórica. “La vida de N. S.
Rubashov es una síntesis de las vidas de un conjunto de hombres víctimas de los
llamados procesos de Moscú”, advierte al lector la nota preliminar de <i>Oscuridad
al mediodía</i>. (Se cree que Rubashov está basado sobre todo en Nicolai
Bujarin, con algo de Karl Radek.) Sin embargo, la síntesis es precisamente la
limitación de esta obra de cámara, la cual es un alegato político y un retrato
psicológico. Se aprecia una época completa a través del prisma del atormentado
confinamiento e interrogatorio de una persona, interpolados con pasajes
memoriosos, retrospectivos. La novela comienza con Rubashov, el ex comisario
del pueblo, arrojado a su celda mientras la puerta se cierra con estrépito, y
termina con el verdugo trayendo las esposas, el descenso a los sótanos del
presidio y la bala en la nuca. (No es insólito que <i>Oscuridad al mediodía</i> fuera
llevada a escena en Broadway.) La revelación de <i>cómo</i> —es
decir, mediante qué argumentos en lugar de la tortura física— se pudo inducir a
Zinoviev, Kamenev, Radek, Bujarin y los otros dirigentes que pertenecían a la
élite bolchevique a confesar los absurdos cargos de traición presentados en su
contra es la historia de <i>Oscuridad al mediodía</i>.<br />
La novela polifónica de Serge, de múltiples
trayectorias, mantiene un punto de vista mucho más complejo del carácter, del
entramado de la política con la vida privada, y de los procedimientos terribles
de la inquisición de Stalin. Su ambición intelectual es mucho más amplia. (Un
ejemplo: el análisis de Rublev de la generación revolucionaria.) De los
detenidos, todos confesarán al final salvo uno —Ryzhik, que permanece
desafiante, prefiere la huelga de hambre y la muerte—, aunque sólo otro se
parece al Rubashov de Koestler: Erchov, al que persuaden de rendir un último
servicio al partido reconociendo que formaba parte de una conspiración para
asesinar a Tuláyev. “Cada hombre tiene un modo de ahogarse”, es el título de
uno de los capítulos.<br />
<i>El caso Tuláyev</i> es una novela mucho
menos convencional que <i>Oscuridad al mediodía</i> y <i>1984</i>,
cuyos retratos del totalitarismo han demostrado su carácter inolvidable: quizás
porque esas novelas cuentan con un solo protagonista y relatan una sola
historia. No hace falta pensar en la naturaleza heroica del Rubashov de
Koestler o del Winston Smith de Orwell; el hecho mismo de que ambas novelas
sigan a los protagonistas de principio a fin obliga al lector a identificarse
con la víctima arquetípica de la tiranía totalitaria. Si es posible afirmar que
la novela de Serge tiene un héroe, ése, presente sólo en el primer y el último
capítulos, no es una víctima: es Kostia, el verdadero asesino de Tuláyev, del
que nadie sospecha.<br />
El asesinato: el aire huele a muerte. En eso
consiste la historia. Se compra un revólver Colt de un proveedor tenebroso; no
hay motivo, salvo porque es un objeto mágico, de acero negro azulado, y parece potente
oculto en el bolsillo. Un día, el comprador, el insignificante Romachkin, un
alma miserable y también (ante sí mismo) “un hombre puro cuya única
preocupación es la justicia”, camina cerca del muro del Kremlin cuando una
figura de uniforme “que no ostenta insignia alguna, de rostro endurecido,
bigote cerdoso, y sensual de modo inconcebible” asoma, seguido por dos
individuos vestidos de paisano, a unos diez metros de distancia; se detiene
entonces a dos metros para encender su pipa y Romachkin comprende que se le ha
presentado la oportunidad de atentar contra el mismo Stalin (“el Jefe”). No se
atreve. Asqueado de su propia cobardía, le regala el revolver a Kostia, el
cual, en la calle una noche nevada, observa a un hombre robusto en abrigo
forrado de pieles y gorra de astracán con un maletín bajo el brazo saliendo de
un potente automóvil negro que acaba de detenerse frente a una residencia
privada, escucha que su chofer se dirige a él como Camarada Tuláyev —Tuláyev
del Comité Central, advierte Kostia, el de las “deportaciones en masa” y de las
“purgas universitarias”—, lo mira despedir al coche (de hecho, Tuláyev no
pretende entrar a su casa sino seguir andando para cumplir una cita sexual),
momento en el cual, como en un trance, como ausente, el revólver sale del
bolsillo de Kostia. El arma detona: un súbito estruendo en el silencio
absoluto. Tuláyev cae en la acera. Kostia huye por las calles silenciosas y
estrechas.<br />
Serge hace del asesinato de Tuláyev algo casi
involuntario, como la muerte de un desconocido en una playa por la que es
juzgado el protagonista de <i>El extranjero</i> (1942) de Camus. (Es
muy poco probable que Serge, aislado en México, hubiera podido leer la novela
de Camus, publicada clandestinamente en la Francia ocupada, antes de terminar la
propia.) El imperturbable antihéroe de la novela de Camus es una suerte de
víctima, en primer lugar por la ignorancia de sus acciones. En contraste,
Kostia rezuma emoción, y su <i>acte gratuit</i> es a la vez sincero e
irracional: su conciencia de la iniquidad del sistema soviético actúa <i>a
través</i> de él. Sin embargo, la violencia ilimitada del sistema hace que
sea imposible confesar su acción violenta. Cuando, hacia el final de la novela,
Kostia, atormentado por las crecientes injusticias que ha desencadenado su
obra, envía una confesión escrita, sin firma, a Fleischman, fiscal jefe del
caso —y poco antes de que él mismo sea detenido—, éste quema la carta, recoge
las cenizas, las pulveriza bajo el pulgar y, “con tanto alivio como lóbrego
sarcasmo”, se dice a media voz: “El caso Tuláyev está cerrado”. La verdad,
incluso una confesión real, no tiene cabida en el género de tiranía en que se
ha convertido la revolución.<br />
Asesinar a un tirano es una hazaña que acaso
evoca el pasado anarquista de Serge, y Trotski no se equivocaba del todo cuando
acusó a Serge de ser más anarquista que marxista. Pero Serge no respaldó nunca
la violencia anarquista: sus convicciones libertarias fueron las que, muy
pronto, volvieron a Serge anarquista. Su vida militante le procuró una experiencia
profunda de la muerte. La experiencia se manifiesta con más penetración
en <i>Ciudad ganada</i> y sus pasajes de matanzas orgiásticas por
obligación, por necesidad política, si bien la muerte preside todas sus
novelas.<br />
“No nos corresponde a nosotros ser admirables”,
declara la voz de un desconsolado encomio a la insensibilidad revolucionaria,
“Meditación durante un ataque aéreo”, en <i>El nacimiento de nuestra
fuerza</i>. Nosotros los revolucionarios “debemos ser precisos, perspicaces,
fuertes, inflexibles y estar armados: como máquinas”. (Desde luego, Serge está
totalmente entregado, por carácter y convicción, a lo admirable.) El tema
central de Serge es la revolución y la muerte: para forjar la revolución se
debe ser despiadado, se debe aceptar que es inevitable matar al inocente como
al culpable. No hay límites a los sacrificios que puede exigir la revolución.
El sacrificio de los demás; el sacrificio propio. Pues esa <i>hybris</i>,
el sacrifico de muchos otros a la causa revolucionaria, asegura en la práctica que
a la larga la misma violencia despiadada se dirigirá contra los que forjaron la
revolución. En la narrativa de Serge, el revolucionario es, en el sentido
estricto y clásico, una figura trágica: un héroe que hará, y está obligado a
hacer, <i>lo malo</i>; y por ello corteja, y sobrellevará, la pena, el
castigo.<br />
Pero en la mejor narrativa de Serge —éstas son
mucho más que “novelas políticas”— la tragedia de la revolución está situada en
un marco más amplio. Serge se dedica a mostrar el carácter ilógico de la
historia, de los motivos humanos y del curso de las vidas personales, de las
que nunca se puede afirmar que han sido merecidas o inmerecidas. Por
ello, <i>El caso Tuláyev</i> concluye con los destinos contrastantes
de sus dos vidas nimias: Romachkin, el hombre obsesionado con la justicia, a
quien le faltó la valentía o la distracción para matar a Stalin, se ha
convertido en un burócrata estimado (hasta el momento no purgado) en el Estado
del Terror, y Kostia, el asesino de Tuláyev, el hombre que protestó a pesar de
sí mismo, se ha evadido en un humilde empleo agrícola en el lejano oriente de
Rusia, en la futilidad y en un nuevo amor.<br />
La verdad del novelista —a diferencia de la
verdad del historiador— permite la arbitrariedad, el misterio, la falta de
voluntad. La verdad de la narrativa se reabastece: pues hay mucho más que
política y mucho más que el capricho de los sentimientos humanos. La verdad de
la narrativa queda plasmada, como en la mordaz materialidad descriptiva de la
gente y los paisajes de Serge. La verdad de la narrativa muestra aquello para
lo que nunca se hallará consuelo y lo desplaza con una disposición curativa
ante la totalidad de lo finito y cósmico.<br />
“Quiero hacer estallar la luna”, dice la pequeña
al final de <i>“</i>El cuento de la luna perpetua<i>” </i>(1926) de
Pilniak, que recrea en la narración una de las primeras liquidaciones de un
posible rival futuro ordenadas por Stalin (aquí llamado “Número Uno”): el
asesinato, en 1925, del sucesor de Trotski para encabezar el Ejército Rojo,
Mijail Frunze, obligado a someterse a una cirugía innecesaria, y que muere,
como se había previsto, en la mesa de operaciones. (La rendición de Pilniak a
las directivas literarias de Stalin en los treinta no impidieron que le dieran
un tiro en 1938.) En un mundo de crueldad e injusticia insoportables, parece
como si toda la naturaleza debiera rimar con la pesadumbre y la pérdida. Y en
efecto, cuenta Pilniak que la luna, como si respondiese al desafío, desaparece.
“La luna, redonda al igual que la mujer de un mercader, nadó tras las nubes,
fatigada por la persecución.” Pero la luna es perpetua. También la indiferencia
redentora, la amplia visión redentora, la del novelista o del poeta, que no
soslaya la verdad de la reflexión política, más bien nos dice que hay algo más
que política, más, incluso, que historia. La valentía… la indiferencia… la
sensualidad… el mundo vivo de las criaturas… y la piedad, la piedad para todos,
son perpetuas. </span>~<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"><i>— Traducción de Aurelio Major</i><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De LETRAS
LIBRES, 30/junio/2004<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-18345254349665419342024-01-28T15:27:00.000-08:002024-01-28T15:27:08.496-08:00Donostiarra<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnwTn1kPoFX23ix2b1IK9ts1llFNiE_Y_H4ufgTq1AOASCaC4ZZ1l_llY-A4eXoFpV4_bN91OkcfyT1LLIoveSbOgEeiKrDDxBV7tFasRml6WaPDpZSn2ALoZjl9-4AMlONLg-T7-6t4EUtd9v1tQd6KmATOumgK2T2r5G1gBr2r0UJbGFhtmBEkrDJ-o/s280/8B447511-D73E-430A-ABD2-9E2D95B267AC.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="210" data-original-width="280" height="210" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnwTn1kPoFX23ix2b1IK9ts1llFNiE_Y_H4ufgTq1AOASCaC4ZZ1l_llY-A4eXoFpV4_bN91OkcfyT1LLIoveSbOgEeiKrDDxBV7tFasRml6WaPDpZSn2ALoZjl9-4AMlONLg-T7-6t4EUtd9v1tQd6KmATOumgK2T2r5G1gBr2r0UJbGFhtmBEkrDJ-o/s1600/8B447511-D73E-430A-ABD2-9E2D95B267AC.jpg" width="280" /></a></b></div><b><br />DANIEL MOCHER</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Desde la
avenida de Zumalacárregui se llega en un santiamén a la playa de Ondarreta.
Allí, apoyado en la baranda, tras años sin venir por San Sebastián, vuelvo a
extasiarme con la belleza de su bahía como si fuera la primera vez. Llegué de
madrugada, cruzando las sábanas blancas de una niebla fantasma, la lluvia fina
en monótonas e hipnóticas punzadas, los largos túneles porosos que serpean por
las montañas pesadas del cansancio. Sin premeditación, por pura necesidad, he
venido a pasear una y otra vez por la playa de La Concha, a hermanarme con la
isla de Santa Clara. Sin descanso, por despejarme, para pensar en qué es lo que
debo hacer con mi vida o para no pensar en nada en absoluto. Hasta que me
duelan las piernas, caminar junto al mar, pues tengo que sobrevivirme. Desde la
parte más meditativa del Peine de los Vientos de Eduardo Chillida hasta el
Aquarium y el Museo Marítimo Vasco, y pasar con respeto ante la estatua de
aquel marinero que salvó a tantos de morir ahogados tras el naufragio de sus
naves, tantas veces que al final, no podía ser de otra manera, encontró su
destino definitivo, tras un naufragio, en el fondo del mar. O seguir un poco
más allá, donde la Construcción Vacía de Jorge Oteiza y poco después, bordeando
la costa, llegar hasta la desembocadura del río Urumea.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El sirimiri
arrecia, voy por el casco antiguo, toca comprar un paraguas en una tienda de
suvenires, también algo para Elena y los niños. Encuentro refugio en la iglesia
de Santa María, donde hay una preciosa cruz de alabastro esculpida por Chillida
a mediados de los setenta y un imponente órgano Cavaille Coll que en ese
momento sonaba a ensayo de misterios graves de fantasmagoría y levitación.
Almuerzo cerca del hotel, en un bar de menús para currantes: alubias rojas,
chicharro con refrito de ajos, cuajada de postre. Todo muy bueno y bien regado
con sidra del lugar. El café llega acompañado por una copa de pacharán y
retales de conversaciones de las mesas vecinas. Se puede apreciar, a poco que
uno mire, algo del costumbrismo donostiarra, esas cosas distintas que tanto me
interesan, también lo que a todos nos asemeja, tan parecidos al fin. Descanso
un poco en el hotel y retomo las caminatas por La Concha. Palacio de Miramar,
la noria, el hotel Inglés, La Perla, la elegancia de los grises, ese toque
afrancesado que tienen algunos edificios en San Sebastián, las farolas dignas
de museo, los tejados, las azoteas oscuras, la noche que desciende cadenciosa,
las luces de la ciudad temblando en la lámina negra de las aguas, el puerto,
las traineras, los perfiles intuidos, suena una tamborada en la distancia,
sigue lloviendo, pintxos y txakoli en el Bare Bare, regreso al hotel donde me
esperan los cuentos de Isaak Bábel, un peso en los párpados, queman, olvido el
reloj, queda a un lado el cuerpo, me arrastra hacia sus profundidades el
simulacro de una muerte perfecta, la luz de lectura ha quedado encendida.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">A la mañana
siguiente paso por Errenteria para saludar a la gente de la librería Noski!,
Sihara Nuño y Juan Manuel Uría, poetas, pintores y aforistas. Allí presenté <i>Los
propios pasos</i> hace poco más de un año y no puedo olvidar, ni sé cómo
agradecer, la acogida tan cálida que me brindaron. No hay doblez en los
abrazos. Hablamos sobre proyectos, de la vida, de la familia y la crianza.
Compro una antología de aforismos, <i>Diario de Corea</i> de Pablo
Cerezal y <i>El porvenir no llega, el pasado no importa</i> de Diego
Vasallo. Juan Manuel, siempre generoso, me regala <i>La tertulia errante</i>.
Ya en Valencia descubro en este libro a Rafael Berrio, cantautor que murió en
los inicios de la pandemia. Llevo dos semanas con sus canciones como banda
sonora de mis días, de mi reincorporación al trabajo tras casi seis meses en
casa cuidando a Claudia. Estoy como un niño que ve el mar o la nieve por
primera vez, así con la música de Berrio. <i>Simulacro, Dadme la vida que
amo, Niño futuro</i>: obras maestras. Y se tejen nuevas conexiones inesperadas:
Lou Reed, Jacques Brel, aparece también Pío Baroja y no sé cómo la negra luz de
Pierre Soulages.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Y así voy,
viviendo del viaje exprés y sus dádivas innumerables, de los recodos
inesperados del camino, de la tregua que brindan los miradores, del cansancio
lenitivo, del horizonte siempre cambiante, del peso de un alma hambrienta, de
la sed que no cesa, de lo nuevo, lo siempre nuevo, del recuerdo de lo grato y bondadoso
sin sorpresas agrias ni decepcionantes, de las segundas y terceras
oportunidades. De lo que pinta Uría, de la unión que Nuño siempre encuentra
entre ciencia y poesía, de lo que cantaba Berrio: <i>El signo variable de
las intemperies. El vagar errante y solitario. El alma elevada en los alcoholes
fuertes. La fiereza en los ojos deslumbrados. El pasar con nada, el mendrugo de
pan. La indolencia a orillas del río. Dadme al clarear lo que es mío: La
hermosa vida que amo</i>. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">en enero 27, 2024 </p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-53523821678548661382024-01-11T15:50:00.000-08:002024-01-11T15:50:12.301-08:00Los viajeros y los mentirosos<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqD3J7ugLRc9nw_BI4ZPS-FTx_uQWMq6213NZtqFQagqmSBfHv9GvLiyk1MjiRgrytJF0Ov0BmpkNuTmh_FmJTVk5RRsnrI9ZhPCGhpfeqRQZTTTZZZkWGup3uuABcVgx2kaPZPcoKfN-1pWJYcaD4-ywQHZw4p1qRKImQ-JaHRGemj8kjSs7AsyG1U0U/s960/418949857_3587517791503587_1369430267220893218_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="510" data-original-width="960" height="170" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqD3J7ugLRc9nw_BI4ZPS-FTx_uQWMq6213NZtqFQagqmSBfHv9GvLiyk1MjiRgrytJF0Ov0BmpkNuTmh_FmJTVk5RRsnrI9ZhPCGhpfeqRQZTTTZZZkWGup3uuABcVgx2kaPZPcoKfN-1pWJYcaD4-ywQHZw4p1qRKImQ-JaHRGemj8kjSs7AsyG1U0U/s320/418949857_3587517791503587_1369430267220893218_n.jpg" width="320" /></a></b></div><b><br />MAURIZIO BAGATIN</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">La vida es
como un viaje. Fuga o retorno, canta el poeta “por la misma razón del viaje,
viajar”, es andar, exagerar, inventarse, retornar y mentir. Y “la mentira es
consustancial al libro de viaje”, frente a una fogata durante las largas noches
los primeros homo sapiens empezaron a contarse, a través de gruñidos y gestos,
aventuras maravillosas, mentiras que les permitió avanzar en la gran aventura,
abandonando las grandes sabanas y descubriendo el resto de la tierra. En las
mentiras hemos vivido literariamente durante milenios. Y a medida que la
ignorancia del mundo disminuye, aumenta la dificultad de contarlo en un libro.
Nace la poesía.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Con Ulises
buscamos el atajo que nunca fue. Van aedos y trovadores, nosotros seguimos la
ruta de la seda que será de Marco Polo, el caminante veneciano, inventándonos
palabras y burdeles, ampliando horizontes en los cuentos que se creerán
solamente él y el Gengis Kan. Hay una vida adelante y mil murallas, el cambio
climático y millones de turistas en la ciudad donde siguen cantando las
sirenas. Ciudades en busca de visibilidad, de otros viajes, de viajeros y de
mentirosos. Dudaron de Isherwood en Berlín, de Elsa Morante que atraviesa la
Historia, de Bruce Chatwin sentado en una vieja cabaña mientras miraba en un
mapa el viaje de Caboto, el de Magallanes, el verdadero reino de Orélie-Antoine
de Tournes. Ahora estará leyendo en la bitácora de Antonio Pigafetta sobre los
grandes pies de los patagones.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Arthur
Rimbaud era mentiroso y alguien dado a exagerar la verdad. Viajaba con el
viento día y noche para encontrar las flores de Alcide Bava. Cruzando el Gran
San Bernardo y en las noches estrelladas de Java, la oscuridad y el libro
abierto de Asia. Antes de los grandes negocios, de la riqueza y del cansancio
hubo glamour. Fue la alquimia del verbo que sembraron Racine y luego, en el
asfalto, Baudelaire; no hubo una escritura sobre la condición humana, nada de
eso en sus exageraciones, fue siempre la aspiración a una condición humana. En
las cartas videntes, en la negra enorme como un hospital, en todos los lugares
desconocidos adonde alucinados deberíamos llegar. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Todos los
libros mienten, las novelas por encima de todos. El Napoleón de Ridley Scott,
el primer beso y ella, la amada, que entraba en un cuadro de Gauguin. Son las
desfiguradas imágenes de la historia, la miel de la mentira. Soñar como Kafka o
como Faulkner, entregarse como el Marqués de Sade. Será que el lenguaje también
miente y que solo la literatura puede permitirnos este otro viaje: destilar
palabras que desnuden “la verdad escondida en el corazón de las mentiras
humanas”. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Dante en
los tres reinos amó siempre solo a Beatrice. Cuentan que cuando dos mentirosos
se juntan, la verdad sale a la luz. El poeta finge, falsea de alguna manera lo
que no es realmente, su voluntad se vuelve nuestra necesidad, y viceversa
también, nuestra voluntad se vuelve su necesidad. Las mentiras son importantes,
el mundo no existiría sin las mentiras. El arte de contar mentiras, o de fingir
y de exagerar, es un arte antiguo, tal vez el más antiguo arte de sobrevivencia
del hombre. En la verdad de las mentiras hay el secreto de la mentira de las
verdades. En el arte hay mentiras, inútiles mentiras y las más útiles. Es la
fantasía, será la imaginación, si existiera la verdad y fuera una mentira la
realidad. Camino solo para los curiosos, al final será toda una ilusión. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Enero 2024<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Imagen:
Ulises y las sirenas<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-50885495418097973702024-01-04T19:38:00.000-08:002024-01-04T19:38:15.595-08:00El parisién<p></p><p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1VKAY9w11SAWMHYD8hhyO9MIkjdL1fuwa8JzUranpemYJM9_QqbmNoImIKKKx3V8yNqyJ7iVvLVRekAOhiev9hHRMrFJGkS1tRuWpxLnd6nBk7R_MmiTyvDxFuBMJRwqyWneJ89kiv4ro97DctG-Uy3tKj5L8a2AjbHLjiknJeVv8pWtBmOdtsbFMSZM/s771/0.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="580" data-original-width="771" height="241" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1VKAY9w11SAWMHYD8hhyO9MIkjdL1fuwa8JzUranpemYJM9_QqbmNoImIKKKx3V8yNqyJ7iVvLVRekAOhiev9hHRMrFJGkS1tRuWpxLnd6nBk7R_MmiTyvDxFuBMJRwqyWneJ89kiv4ro97DctG-Uy3tKj5L8a2AjbHLjiknJeVv8pWtBmOdtsbFMSZM/s320/0.jpg" width="320" /></a></b></div><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><br />DANIEL MOCHER<o:p></o:p></b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">París
también es llegar y ver los suburbios desde el RER B, notar en el paisaje un
predominio del gris que nos reestructura, gris en el cielo y en los edificios,
en las nubes sucias, en las palomas, las azoteas y en el rictus defensivo de la
gente baldada. París también es ese tipo que desde su ventana, en un cuarto
piso del bulevar de Belleville, alimenta con parsimonia a unos cuervos grandes
como halcones. Los mendigos que vivían literalmente en el McDonald’s de la
esquina, resguardados del frío, bebiéndose a sorbos un café interminable y
desdichado. La anciana pálida que hablaba sola, alucinada, y tenía junto a ella
una maleta pequeña y un bolso medio roto del que iba sacando pedazos de comida
que aderezaba con un tubo de mayonesa extraído del bolsillo de su abrigo ajado.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Teseo, en
mármol, humilla al Minotauro y los estorninos que, con su belleza humilde,
picoteando por los jardines de las Tullerías, permanecen impasibles ante
semejante derroche de épica. No son de grandes batallas estos pájaros, son más
bien de agradecer el poco pan y el mucho espacio recibido. En la distancia, la
noria y el Louvre. El frío, omnipresente, se hace más llevadero por el vino
caliente y las salchichas alsacianas. El paseo en barco por el Sena no es solo
ver desde las aguas el Museo de Orsay o el Gran Palais, también es tener la
sensibilidad de advertir las tiendas de campaña debajo de los puentes, poder
leer lo triste entre el lujo y la opulencia y que no nos domine el veneno
fuerte de la indiferencia. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El kebab berlinés
regentado por el chico simpático de origen tunecino, la calle Oberkampf con el
despliegue multiétnico de sus bares y restaurantes, los salones de té y las
tiendas de dulces árabes, el local de comidas para llevar especializado en
cocina antillana. París no es solo la torre Eiffel iluminada en la noche, es
también la foto rodeada de flores del turista asesinado por un islamista
radical cerca del puente Bir-Hakeim. El agradable dependiente marroquí del
Carrefour city que me cuenta su verano en casa de unos familiares residentes en
Mataró mientras hace reír a mi hija Claudia, París es recordar también que no
todos son iguales, y no caer en el prejuicio fácil ni en el barro injusto y
asqueroso de la intolerancia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">París es
callejear sin rumbo, entrar por casualidad en Saint-Étienne-du-Mont y descubrir
que allí están las tumbas de Jean Racine y Blaise Pascal. Comer mexicano por el
Barrio Latino, babear ante alguna librería mítica, atiborrar la nevera del
apartamento de cerveza Kronenbourg y quesos franceses. El spleen, Baudelaire y
sus albatros, los castañeros apostados junto a las galerías Lafayette, el Arco
del Triunfo, el Obelisco de Luxor, el metropolitano, los bazares, los ahorcados
de François Villon, los parques, los aguaceros, las sombras alcohólicas, los
callejones sin salida, y a pesar de todo, Carla Bruni cantándole al amor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">París es
partir distinto de París, dejarse un motivo para volver a Notre Dame, regresar
a casa con algo nuevo en los bolsillos, algo que brilla en la oscuridad como
los adoquines bajo las farolas finiseculares, como los ojos de las gárgolas,
como un gesto de cariño en la terraza de algún café, como la sangre, las
miradas y los filos, el deseo, como el sexo atropellado cuando los niños
duermen, y que todo vuelva a latir después, en calma, pleno de significados,
como la basílica del Sacré Coeur desde la ventana de nuestra habitación, su
nimbo cálido quebrando las tinieblas en la colina de Montmartre, refugio en la
distancia, algo de faro y algo de rompiente, y nosotros la espuma en danza, el
corcoveo de caballos heridos, el último instante, la última oportunidad, y
saber que no hay perdición sin esperanza, como presentimos en los hoteles del
extrarradio o en los aeropuertos, en los centros comerciales, en las salas de
espera, en el trabajo y en todos los lugares donde morimos sin remedio, intuir
que hay cosas que podrían ser diferentes, mientras regresan de la mano,
inseparables, la dicha y la melancolía, como en los cielos estrellados y en las
sillas sin nadie de Vincent van Gogh.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De LOS
PROPIOS PASOS, blog del autor, 31/12/2023<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p><br /><p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-72556574126485998162023-12-27T19:46:00.000-08:002023-12-27T19:46:27.221-08:00ELYTIS: CIEN AÑOS DEL NACIMIENTO DEL POETA DE LA LUZ<p></p><p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjX2IkQ27_VfxENkXdztetQw4G0IdsVEJTppcIs1CjXTbkipF21VjTaMwgd0IVk0UVHl6zLMV6i6LiVlWeoXEEKWc3oHSuq6xr6MG47rj1YkaZtduuN3iqtrwvuvXp5z92VypKySlTB5MPL97LBazUco2_AdTSN5DHAJMTytDK78H0iYU5FPwUGnyO0WmA/s1920/kb_crop_0.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="1920" height="120" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjX2IkQ27_VfxENkXdztetQw4G0IdsVEJTppcIs1CjXTbkipF21VjTaMwgd0IVk0UVHl6zLMV6i6LiVlWeoXEEKWc3oHSuq6xr6MG47rj1YkaZtduuN3iqtrwvuvXp5z92VypKySlTB5MPL97LBazUco2_AdTSN5DHAJMTytDK78H0iYU5FPwUGnyO0WmA/s320/kb_crop_0.jpg" width="320" /></a></b></div><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><br />MIGUEL CASTILLO DIDIER<o:p></o:p></b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Odiseo
Elytis nació en Creta en 1911: Su familia procedía de la isla de Mitilene, la
antigua Lesbos, tierra de Safo. El poeta dijo una vez que su vida fue
"insular". Las islas y el mar fueron su medio natural y ello se
reflejará decisivamente en su poesía. Y en efecto, aunque hubo de hacerse "ateniense
por adopción", siguió siempre afectiva y poéticamente ligado al Mar Egeo,
sus islas de indescriptibles bellezas y especialmente a Lesbos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Estudió
derecho en la Universidad de Atenas, pero pronto deja la senda de las leyes
para seguir el camino de las letras. El abrirse de su alma juvenil al mundo de
la poesía coincide con el nacimiento de lo que en Grecia se llamará
"poesía moderna", término que abarca varias tendencias renovadoras
del quehacer poético que acogen más o menos abiertamente las nuevas tendencias
estéticas europeas. Los primeros poemas de Elytis aparecen en la revista de
vanguardia <i>Nea Grámata </i>en 1935 (Nuevas Letras). Seferis había
hecho su aparición en 1931 y Ritsos, en 1934. Nikitas Randos, al comienzo de la
década, había dado en cierto modo la partida al cambio, a la superación de la
tradición, cuya figura más ilustre era Kostís Palamás (1859-1943).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Entre los
poetas que comienzan a destacarse durante la década del 30, Elytis va a mostrar
rápidamente una especial originalidad. Y aunque en algún momento llegó a
señalárselo como uno de los introductores del surrealismo en Grecia, la mayoría
de los estudiosos de la poesía moderna helénica coincide en afirmar que Elytis
"parte desde el surrealismo" y aprovecha sus técnicas en los
comienzos de su obra, para forjarse enseguida un lenguaje poético propio.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El primer
libro propiamente tal de Elytis apareció en 1940: <i>Orientaciones. </i>Pero
en esa colección se contienen otras que habían sido publicadas en revistas
desde 1935: <i>Primeros poemas, Espóradas. Jornal del verano y las
clepsidras de lo desconocido. </i>El segundo volumen es <i>Sol el
primero, </i>1943, que se integra con <i>Variaciones sobre un rayo de
luz. </i>Ecos de su experiencia como combatiente en la epopeya de Albania,
cuando entre octubre de 1940 y abril de 1941, la pequeña Grecia resistió con
heroísmo inverosímil el ataque gigante fascista, aparecen en el <i>Canto
heroico y fúnebre para el Subteniente caído en Albania. </i>El <i>Axion
Estí, </i>su obra más extensa y compleja sale a la luz en 1959. Vendrán
más tarde otras colecciones poéticas, por lo general reducidas en
extensión: <i>Seis y un remordimiento para el cielo, El árbol-de-la-luz y
la decimocuarta belleza, María la Nube, La erre del amor, </i>y otras.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La luz y
la diafanidad en la obra elytiana</span></b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Uno de los
elementos de la poesía de Elytis que más nítidamente se deja apreciar es la
presencia de la luz. Pareciera que la luz, la luz griega y la luz de la
creación se hubieran consubstanciado con esta poesía y se hubieran enseñoreado
hasta con los objetos que la pueblan. Por esto último, la diafanidad constituye
otro elemento perceptible en esta escritura, la búsqueda de la diafanidad. En
1975, expresaba el poeta: "la diafanidad es quizás el único elemento que
domina hoy mi poesía"</span><a name="nota1"></a><sup><a href="https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-84712011000100016#n1"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">1</span></a></sup><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">. Y añadía: "al decir diafanidad, entiendo
que tras un objeto concreto puede aparecer algo diferente, y tras esto, a su
vez, otra cosa; y así sucesivamente". Por esta compenetración con luz,
todo objeto puede volverse transparente y la transparencia que existe la
naturaleza puede ser trasladada e instalada en la poesía.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Mucho antes
de que lo hiciera el poeta, un estudioso había destacado este aspecto de la
poesía elytiana, entonces en sus comienzos. En efecto, en 1938, escribía Mitsos
Papanikolau: "los paisajes de Elytis poseen toda la diafanidad y la nueva
hermosura de los paisajes que las lluvias y las brisas han purificado y hasta
aquella de los primeros paisajes de la creación. Su naturaleza es joven y tan
encantadora, como si la enfrentaran por primera vez los ojos del niño o de
alguien dormido"</span><a name="nota2"></a><sup><a href="https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-84712011000100016#n2"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">2</span></a></sup><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La fuente
de la luz y la diafanidad están, sin duda, en la naturaleza griega: en la
belleza y plenitud infinitas del mar griego; en la hermosura paradisíaca de sus
paisajes insulares; en la pureza inefable y si pudiéramos decir extraterrenal
del cielo helénico.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De ahí
proviene la voluntad de luminosidad y diafanidad del poeta, al servicio de la
cual ha puesto algunos de sus más característicos recursos expresivos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Uno de esos
recursos lo constituyen las imágenes. El mencionado estudioso Mitsos
Papanikolau también se detenía en las imágenes, al tratar de explicarse la
impresión que le dejaban los primeros poemas de Elytis. Escribía el crítico:
"Sus imágenes </span><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"></span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">im</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">á</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">genes que se suceden una tras otra plenas de la m</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">á</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">s tierna nostalgia juvenil, plenas de frescura
estival, densas, cordiales, ricas en suaves cromatismos</span><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"></span><span style="mso-ansi-language: ES-BO;"> <span lang="ES-BO">crean
el más límpido, el más puro lirismo"</span></span><a name="nota3"></a><sup><a href="https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-84712011000100016#n3"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">3</span></a></sup><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">. Más tarde, en 1960 Hilty destacaba que la
originalidad de las imágenes elytianas, plenas de luz, de color y de vivacidad,
poseen un centelleo intenso; y agregaba que "es justamente en ese
centelleo donde Elytis halla sus dones poéticos más personales"</span><a name="nota4"></a><sup><a href="https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-84712011000100016#n4"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">4</span></a></sup><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Pero veamos
algunos poemas en que hallamos la manifestación de esta búsqueda de diafanidad
y luz. Al personaje de <i>La Marina de las rocas </i></span><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"></span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">figura
enigmática, estatua, mujer, creatura quizás petrificada y expuesta al perpetuo
beso de las olas</span><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"></span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> se dirige el poeta con estas palabras:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Te decía
que midieras en el agua desnuda sus días luminosos<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Que gozaras
de espaldas el alba de las cosas<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">O que vagaras
de nuevo por los llanos amarillos<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Con un
trébol de luz en tu pecho<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La
transparencia de los fondos que es muy real en los mares griegos y a ella se
refiere el poeta cuando sigue hablando a la Marina de los mares:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Y abrías
con estupor tus manos diciendo su nombre Ascendiendo con levedad hasta la
transparencia de los abismos Donde fulguraba tu propia estrella de mar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La tierra
seca, áspera, de Beocia, la ve el poeta como intensamente
luminosa,"ataviada por la música de las hierbas". La saluda en uno de
sus más hermosos poemas como iluminada por el vendaval:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Oh tierra
de Beocia que te ilumina el viento<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">"Oh
piélago inmarchitable": con estas palabras invoca al mar, mientras que a
la isla de Santorini, la antigua Thera, la ve como "la reina de los
latidos y las alas del Egeo" Y "en la tarde/<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">y su
imperial aislamiento, la gaviota su azulada libertad entrega al
horizonte".<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Incluso
en <i>Siete séptinas nocturnas, </i>a pesar del título de esta breve
y temprana colección poética, la luz es el elemento dominante:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El rocío
nace en las hojas Como en el infinito mar El claro sentimiento<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En
estas <i>Septinas, </i>la luminosidad, la claridad, la transparencia,
la diafanidad, se asocian a objetos y realidades de ámbitos muy diversos:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Propicias
claridades de astros Trajeron el silencio... En lo hondo de mi alma Ancla una
flota de estrellas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Como
recordaremos más adelante, el <i>Axion Estí </i>es la obra de más
profundo contenido nacional de Elytis. En ella, la luminosidad triunfa sobre
las sombras en el recuento lírico que se hace de "la pasión", los
sufrimientos del pueblo griego y del poeta; esto a pesar de que en la larga y
accidentada historia del helenismo, sin duda parece pesar más las vicisitudes y
momentos trágicos. Sólo en el sentido de que no es fácil de comprender en la
primera lectura debido al denso contenido y a las alusiones a la historia
griega tres veces milenaria, podría decirse que este magno poema no es tan
claro. Pero en verdad desde el primer "Himno" del <i>Génesis </i>(I
Parte), donde comienza el nacimiento del mundo en la conciencia del poeta, la
luz inunda versos y poemas. Precisamente, la luz se instala en el primer verso
del <i>Génesis </i>y en el primero de la <i>Doxología o Laudes.</i><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En el
principio la luz y la hora primera. Dignum est la luz y el primer voto.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Buscando en
su alma, el poeta trata de iluminar el cielo con la lámpara de las estrellas:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Con la
lámpara del astro a los cielos salí<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Dónde
encontrar mi alma lágrimas de cuatro hojas!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Con la
lámpara del astro doy vueltas por los cielos<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Dónde
encontrar mi alma lágrimas de cuatro hojas!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">"Tengo
algo que decir diáfano e inasible": lo expresa el propio poeta al comenzar
su serie <i>Villa Natacha, </i>en el volumen "Los medios
hermanos" (1974). Y pareciera que el desarrollo de toda su poesía constituyera
un largo esfuerzo por cumplir el anhelo de decirnos ese algo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">A la
luminosidad se asocia frecuentemente el color en la poesía elytiana. Sin duda,
el color más reiterado es el blanco, el albo: <i>aspros y lefkós; </i>y
le sigue en frecuencia el azul, celeste y glauco: <i>uranios, ghalazios,
kianós, glafkós. </i>Este último y el blanco dominan en <i>Edad del
glauco recuerdo.</i><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Y un hálito
bullicioso levantó la blanca casa Los blancos sentimientos recién lavados sobre
El cielo que con una sonrisa iluminaba.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El color
verde suele asociarse en las imágenes elytianas a la frescura, la juventud, la
virginalidad. En <i>La cinco-veces-bella en el jardín, </i>podemos
contemplar a la hermosura joven cantada allí en un paisaje en que elevación,
frescor, alegría de aurora, verdor y armonía se funden estrechamente.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Oh cuán
hermosa eres.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En alto con
tu alboral regocijo<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Plena del
verdor del oriente<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Plena de
los pájaros primeramente oídos<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Oh cuán
hermosa eres<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Arrojando
la gota del día<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Sobre el
inicio del canto de los árboles!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En <i>Portokalenia, </i>poema
de la colección <i>Variaciones sobre un rayo de luz, </i>incluida
en <i>Sol el primero </i>(los dos títulos parecen derramar
luminosidad), cielos y cristales de hielo, ángeles y jovencitas, se reúnen
junto al asombro de cigüeñas y pavorreales, que contemplan la metamorfosis de
una niñita en una mata de naranjo:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Así cuando
los sietes cielos resplandecieron glaucamente Así cuando los cristales de hielo
tocaron una fogata Así cuando fulguraron colas de golondrinas Desconcertáronse
los ángeles en lo alto y abajo las jovencitas Asombráronse en lo alto las
cigüeñas y abajo los pavorreales.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Indisolublemente
ligados a la luz en la poesía elytiana están el mar y la luz, como lo están en
la increíble hermosura de la naturaleza griega. <i>Sol el primero, </i>título
feliz, inspirado posiblemente en un verso de otro poeta de la luz y del mar,
Andreas Kalvos, constituye uno de los volúmenes más importantes de la obra de
Elytis (1943). De él surge la figura de Portokalenia, recién mencionada,
aquella muchachita a la que "tanto la embriagó el zumo del sol", que
aceptó ser una matita de naranjo. El primer poema de la colección es una
negación de la noche y un anhelo de aurora:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">No conozco
ya la noche terrible anonimía de la muerte En lo hondo de mi alma ancla una
flota de estrellas Véspero centinela, brilla junto a la celeste Brisa de una
isla que me sueña<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Para que
anuncie yo el alba desde sus elevados roqueríos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Cuerpo
del Verano </span></i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">es
el segundo poema de este volumen y "constituye un ejemplo clásico"
del arte elytiano. Recordemos su final en el cual el verano es visible en la
figura de una playa, entre las algas y la espuma. Más allá de las inclementes
variaciones de un tiempo a veces cruel y rudo, la sonrisa ilumina el rostro del
tierno muchacho:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Sin embargo
tras todo eso sonríes despreocupadamente Y vuelves a encontrar tu obra inmortal
Como te reencuentra el sol en las arenas Como en tu salud desnuda el cielo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Sol,
mármol, viñas, mar; cuatro "verdades" griegas ligadas a la luz se
entretejen al comenzar otro poema "clásico" de este volumen:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Bebiendo
sol corintio<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Leyendo los
mármoles<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Pasando a
tranco largo por viñas mares<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Luego de
imágenes que aluden a otras "verdades" helénicas </span><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"></span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">viento
limoneros</span><span style="mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;"></span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">, vuelve la luz no nombrada, pero que inunda
los </span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO; mso-ascii-font-family: Calibri; mso-bidi-font-family: Calibri; mso-hansi-font-family: Calibri;">ú</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">ltimos versos:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Hundo mi
mano en los follajes del viento Los limoneros siegan el polen del buen tiempo
Las aves verdes rasgan mis sueños Me voy con una mirada<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Amplia
mirada donde el mundo vuelve a llegar a ser Bello desde el principio en las
dimensiones del corazón!<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Exuberante,
impetuosa, quizás podríamos decir, se muestra la luminosidad en el poema
de <i>El granado enloquecido. </i>De <i>Jornal del verano, </i>en <i>Orientaciones. </i>La
metamorfosis de una niña en planta, en una mata de granado, origina el poema,
que, desgraciadamente, presenta dificultades casi insuperables para su traslado
a nuestro idioma. El personaje, el árbol es femenino en griego, mientras que en
castellano es masculino. La primera estrofa inicia ya una especie de apoteosis
y colores:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En estos
solares blanquísimos que sopla el viento sur Silbando en arcos abovedades,
decidme ¿Qué es el granado<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">/
enloquecido<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Que palpita
de alborada con follajes recién nacidos Desplegando todos los colores en la
altura con un temblor<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">/ de
triunfo?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Luego del
paso del alba al día, el clima de intensa luz permanece y hasta se acentúa:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En el día
que por envidia se adorna con alas de siete clases Ciñendo el sol eterno con
mil prismas Enceguecedores, decidme ¿es el granado enloquecido...<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En la <i>Oda
a Santorini, </i>de la misma colección, una sucesión impresionante de
imágenes nos transporta al tiempo en que surgió del mar esa isla volcánica.
Mientras Seferis vio a Santorini como símbolo del hundimiento fatal de todas
las cosas, del deshacerse de las piedras y de las vidas, tomando como base el
hecho cierto de haber desaparecido partes de la isla, Elytis, en cambio,
prefiere fijar su atención en la sugerencia de la tierra del seno al mar, en el
nacimiento de entre las aguas luminosas de una isla virginal, en los purísimos
tiempos remotos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Nos hemos
encontrado desnudos sobre la piedra pómez mirando las islas surgentes mirando
las islas rojas que se hunden en su sueño, en nuestro sueño.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Esta es la
voz del poeta de Jonia, del cantor de las piedras quebradas, de los mármoles
desechos, de los viajes no terminados y de las islas hundidas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Brotaste de
las entrañas del trueno Estremeciéndote en las nubes contritas Roca amarga,
sufrida, orgullosa Buscaste el sol como primer testigo Para enfrentaros juntos
al temerario fulgor Para desplegaros en el piélago.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Esta es, en
cambio, la voz del poeta del Egeo y sus maravillas de transparencia y luz y sus
islas paradisíacas. Santorini (presente en varios poemas elytianos y hasta en
las canciones infantiles de <i>La erre del amor, </i>1972) es
recordada en el momento increíble de su surgimiento.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Despertada-por-el-mar,
altiva Erguiste un pecho de roca<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Salpicada
por la inspiración del viento sudeste,<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Para que
allí grabara sus entrañas el dolor<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Para que
esculpiera allí sus entrañas la esperanza<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Con fuego
con lava humos<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Con
palabras que proselitizan el infinito.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La isla que
el mar dio a luz, da a luz, a su vez, a la voz del día. Claridad es el signo de
este nacimiento.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Diste a luz
la voz del día<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En alto
erguiste<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En verde y
rosa divagación<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Las
campanas que tañe el montañero espíritu<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Glorificando
a los pájaros en la luz del medio-agosto<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Euforia de
vida, exaltación de existencia, plenitud, de alegría de nacimiento, presiden el
marítimo alumbramiento:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Experimentaste
la dicha del nacimiento<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Saltaste
primera en el mundo<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Nacida-en-la
púrpura, surgente<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Enviaste
hasta los lejanos horizontes<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El augurio
que creció en las vigilias del ponto<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Para
acariciar los cabellos del quinto amanecer.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Reina de
los latidos y de las alas del Egeo", "hija de un arrebato
cumbre-reño", la isla encuentra su destino y la misión que le exige el
poeta. Belleza, luz, vendavales, música de la creación se amalgaman en ella:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Hasta
resplandecer en la proclama del vendaval<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La nueva y
eterna belleza<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Cuando se
eleva el sol de las tres horas<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Íntegramente
glauco tocando el armonio de la creación.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La luz es,
pues, elemento esencial en la poesía de Elytis, componente de su misterio. Para
el poeta, esto forma parte de la raíz helénica de su arte: "Los europeos y
los occidentales hallan siempre el misterio en la oscuridad, en la noche,
mientras nosotros los griegos lo hallamos en la luz, que es para nosotros algo
absoluto.. .Un misterio que nosotros los griegos podemos concebir
integralmente y ofrecerlo. Quizá sea mejor concebible aquí y que la poesía
pueda ofrecerlo al mundo entero: el misterio de la luz".</span><a name="nota5"></a><sup><a href="https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-84712011000100016#n5"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">5</span></a></sup><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Notas</span></b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><a name="n1"></a><a href="https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-84712011000100016#nota1"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">1</span></a><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">.- Elytis, O. Entrevista de I. Ivask, p.
201.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><a name="n2"></a><a href="https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-84712011000100016#nota2"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">2.</span></a><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">- Papanikolau, M., "El poeta Odiseo
Elytis", <i>Neoheliniká Grámmata, </i>N° 72, 16-IV, 1938,
repoducido en <i>Odiseo Elytis Selección 1935-1977, </i>p. 162.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><a name="n3"></a><a href="https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-84712011000100016#nota3"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">3</span></a><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">.- Papanikolau, M., <i>op. cit., </i>en
vol. cit., p. 162.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><a name="n4"></a><a href="https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-84712011000100016#nota4"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">4</span></a><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">.- Hilty, M.R., "Un lirico griego
contemporáneo", en <i>Neue Zürcher Zeitung, </i>17-VII, 1960,
rep. en griego en vol con. Cit., p. 167.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><a name="n5"></a><a href="https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-84712011000100016#nota5"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">5</span></a><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">.- Entrevista de I. Isvak, en vol. cit., p.
201. Como lo hace notar Kimon en su "Introducción" al volumen
Odisseus Elytis <i>The Sovereign Sun Selected Poems, </i>acaso sólo
en Kazantzakis, en la <i>Odisea, </i>podemos encontrar la luz como
elemento básico de un mundo poético. Nosotros añadiríamos a Andreas Kalvos y
sus veinte <i>Odas, </i>plenas de luminosidad. Sobre el tema de la
luz en la <i>Odisea </i>de Kazantzakis, ver Monory M.,
"Kasantzakis et les images de feu", <i>Rev. Etudes
Helléniques, </i>vol. II, Aix-en-Provenzel 1970; y Castillo Didier, M.,
"El tiempo, la muerte y la palabra en la <i>Odisea </i>de
Kazantzakis", apartado de <i>Byzantion Nea Hellás, </i>vol.
III-IV, Centro de Estudios Bizantinos y Neohelénicos Universidad de Chile,
Santiago, 1972-1973.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De Revista
SciELO, 10/2011<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p><br /><p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-55240947912050902712023-12-11T18:06:00.000-08:002023-12-11T18:06:12.602-08:00Tania y las Matrioshkas<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0RgdyRf3Hyea0EhucQKC4eSDuH8m1vQk2TspHui-TvAEflBt7icSjhFLq4AbPyZNlQEqzVa9enQj1GjKh3ksTawm10S_IDPgmMwtP2oa6s1NDyU4Y_NulkWZM-BNnZ1xBvmC4nMxtTW7aqmM2XhT1w-Uzy8d2TtkEJOeWRqkCENbtRkw6AX7fzzlZ25c/s280/IMG_6555.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="187" data-original-width="280" height="187" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0RgdyRf3Hyea0EhucQKC4eSDuH8m1vQk2TspHui-TvAEflBt7icSjhFLq4AbPyZNlQEqzVa9enQj1GjKh3ksTawm10S_IDPgmMwtP2oa6s1NDyU4Y_NulkWZM-BNnZ1xBvmC4nMxtTW7aqmM2XhT1w-Uzy8d2TtkEJOeWRqkCENbtRkw6AX7fzzlZ25c/s1600/IMG_6555.jpg" width="280" /></a></b></div><b><br />DANIEL MOCHER</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Tania vuela
a Rusia para resolver unos asuntos familiares ineludibles. Le pedimos que tenga
cuidado, bromeamos para destensar un poco los nervios, te tratarán como a una
espía, los del FSB. Sometida a interrogatorios extenuantes nuestra Mata Hari
ucraniana y sexagenaria será enviada a la prisión de Butyrka o a la Siberia más
gélida en un pasaje arduo y lento como las cadenas de un tanque sobre la
tundra, nuestra inocente Tania atrapada, y además sin retorno posible.
Fabulaciones. Risas para ahuyentar el miedo, recurso muy humano, abrazos y
besos, cariño sincero en la despedida. No sabe cuándo estará de regreso. Le
digo que si puede nos traiga unas matrioshkas, símbolo de maternidad,
fertilidad y unión familiar. Pienso en pedirle también un gorro de trampero ruso
pero me contengo a duras penas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Mientras
Tania va rumbo a Moscú, acuden hacia mí, en esta tarde ociosa de chimenea y
relajo, viejas historias eslavas al galope como una caballería cosaca cruzando
la estepa hacia el pillaje en aldeas débiles y remotas. Incendios azotando las
sombras. Me sacude la muerte de Pushkin en un duelo de honor y poco después la
de Lérmontov en las mismas circunstancias. Isaac Bábel fusilado por orden de
Stalin, tras el fallecimiento de su protector, el intocable Maksim Gorki. Osip
Mandelstam y tantos otros, asesinados, cuánto talento destruido. Eran tiempos
de violencias rápidas, explícitas, descubiertas, de un salvajismo que no era
preciso ocultar. Hoy tal vez ignoramos, felices o un poco estúpidos, que en el
mundo actual tenemos una trama de violencia parecida, intuimos alguna similitud
que nos parece más lenta, menos brutal, reptiliana, encubierta, cobarde y
diplomática, refinada y cargada de sofisticación, siempre lejana, a nosotros no
puede pasarnos, hasta que se nos cae encima con todo el equipo, aplastándonos,
una violencia idéntica a todas, y ahora, además, también se asesina en vida,
por si fuera poco, sin derramar una gota de sangre, con mayor ensañamiento y
crueldad si cabe. Un asco superlativo sin salida aparente. Soñaremos con algo
mejor, pero otro día.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Sombras de
otros tiempos desfilan por la mesa entre tazas de café y copas variadas. La
lucha despiadada del viejo mundo de los zares y el nuevo mundo proletario, lo
pronto que las ideas se pudren como manzanas cuando son tocadas por la mano del
hombre, anarquistas insurgentes, como Néstor Majnó, ganándose a pulso la
persecución, el exilio y la muerte por tuberculosis junto al Sena, bolcheviques
contra mencheviques, todo bien mezclado, los tiempos y los espacios, Iliá
Ehrenburg hablando en sus memorias de pogromos salvajes, de una antigua Zona de
Asentamiento creada por Catalina la Grande, a petición de los celosos
comerciantes moscovitas que no querían competencia, en donde los judíos tenían
permitido residir, se ordenó la prohibición de la enseñanza del idioma ruso en
sus escuelas y además la injusticia de los <i>numerus clausus</i> que
tenían que soportar en las universidades. El odio tan actual que siempre se
repite. <i>Las montañas se doblan ante tamaña pena y el gigantesco río
queda inerte</i>, que decía la Ajmátova.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">También
aparecen en el salón los 304 años de reinado de la dinastía Románov que
terminan con Nicolás II y su familia fusilados por los bolcheviques en
Ekaterimburgo, sus cuerpos, mutilados, empapados en ácido y quemados, son
escondidos en dos fosas que se descubren en 1991 y en 2007. La sangre del duque
de Edimburgo, sobrino nieto de la zarina Alejandra, fue necesaria para,
mediante análisis de ADN, llegar a la conclusión de que ningún miembro de la
familia había sobrevivido. Las leyendas y especulaciones sobre una posible
huida de Anastasia se desvanecieron en el río revuelto de la historia junto a
la falsa palabra de todas aquellas mujeres que alguna vez juraron ser ella
buscando notoriedad y fortuna.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">He pasado
horas de fiebre y obsesiones, agitado, sin moverme de la silla, creando túneles
y comunicaciones entre libros y personajes, épocas decisivas, en un período tan
cruel, convulso y sanguinario como el presente que nos ha tocado vivir. La
historia es cíclica y a veces calcada hasta el terror como dos gotas de
cianuro. Así me he entretenido hoy, acariciando un gato de Angora que me
muerde. Tania no habrá llegado todavía al Óblast de Kursk, hace frío y es de
noche, <i>communication breakdown</i>, solo quedan cenizas y pavesas en la
chimenea, voy a encender con ellas un nuevo fuego que me lleve a Lublin junto a
Isaac Bashevis Singer tras los pasos de un mago singular o con Claudio
Ferrufino hacia el oriente, a Tashkent, en busca de <i>sangre fresca sobre
la nieve. Sangre de fantasmas.</i><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Imagen:
Matrioshkas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De LOS
PROPIOS PASOS, blog del autor, 09/12/2023<o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-8439342137627796862023-12-05T15:55:00.000-08:002023-12-05T15:55:55.941-08:00Alguien para no olvidar, Norah Lange<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-fj3m9JQZBn-A8i3fDP5DTZkH9AnwUeakCq73r0t_gk5Tn3rpxcC8FwYZJGM78QpGDsiO3aOPwmzGpPWYgDenIPQvTlhaDPsiGEd3vPrkSBaLrS6CiZgnO7IZpAQKNb1Nce7JROE859zk7Y9QnEG05WKM7SAcfowf5wc6_sLaGvpxmf7qd-ceyBhlSbA/s773/phpUaG8Wh-1634826064.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="458" data-original-width="773" height="190" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-fj3m9JQZBn-A8i3fDP5DTZkH9AnwUeakCq73r0t_gk5Tn3rpxcC8FwYZJGM78QpGDsiO3aOPwmzGpPWYgDenIPQvTlhaDPsiGEd3vPrkSBaLrS6CiZgnO7IZpAQKNb1Nce7JROE859zk7Y9QnEG05WKM7SAcfowf5wc6_sLaGvpxmf7qd-ceyBhlSbA/s320/phpUaG8Wh-1634826064.jpg" width="320" /></a></b></div><b><br />MARIANO OROPEZA</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En 1927
César Tiempo y Pedro Juan Vignale editan la “Exposición de la Actual Poesía
Argentina”, un botón del furor renovador de la vanguardia martinfierrista que avasallaba
el campo cultural. Más de cuarenta poetas, hombres, y una sola poeta, mujer.
Norah Lange. Conocida por los círculos intelectuales de Florida, los compañeros
de ruta preferían sus chispeantes discursos en banquetes, una precursora del
marketing editorial, o una figura impactante de diosa nórdica, que su obra
literaria, a la que apreciaban socarronamente. <b>En las pocas líneas
autobiográficas en aquella publicación de los boedistas Tiempo y Vignale, Lange
ubica la casa de la infancia, la mítica de Tronador y Pampa, materia prima de
sus poemas y narraciones, y la constelación reunida sábado a sábado alrededor
de un dios pequeño, Georgie, o sea Jorge Luis Borges “Actualmente en la espera
dichosa del libro que saldrá –“Voz de la vida”, novela de una apenas velada
trama de la musa codiciada por célebres plumas-, y otra más, la de vivir… el
sábado, cuya tarde se alumbra con Georgie, -Eduardo- González Lanuza y Xul
Solar; y que escuchemos juntos los tangos que escuchamos siempre”, confiesa
Norah las sutiles estrategias para hacerse oír en la hegemonía masculina. Punto
aparte, aclara, “Algo que se debe olvidar, tengo veinte años”, respondiendo con
altura a aquel prólogo de Georgie a su primer libro, “iCuánta limpia eficacia
en estos versos de chica de quince años!”, escribe el maduro Borges en 1925.
El camino a las letras femeninas que abrió Alfonsina Storni en la poesía,
fue el legado de Norah Lange en la prosa para todas las escritoras argentinas.</b><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Gunardo
Anfin Lange y Berta Erfjord se habían conocido en La Plata, en un baile de la
colectividad noruega, y casados en 1896, tienen una prolífica descendencia,
nívea y pelirroja, que crece tranquila en Villa Mazzini, hoy Villa Ortúzar.
Allí nace Norah el 23 de octubre de 1905, una de las cuatro Lange. Papá Lange es
un célebre topógrafo que intervino decisivamente en el litigio con Chile, y en
los estudios de navegabilidad del río Pilcomayo, una verdadera hazaña del
novecientos. La mansión no iba a la saga de la fama del noruego, en el recuerdo
de Borges, “Esa quinta que no demarcaré con mentirosa precisión topográfica y
de la que me basta señalar que está en la hondura de la tarde, junto a esas
calles grandes con las cuales es piadoso el último sol y en que el apagado
ladrillo de la altas aceras es un trasunto del poniente cuya luz es como una
fiesta pobre sobre los terrenos finales” Por allí asomaba Norah jugueteando en
los extensos jardines hasta que el padre es contratado en Mendoza e,
intempestivamente, fallece en 1915.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Vuelta la
familia a Buenos Aires, la madre reorganiza la economía familiar de una familia
numerosa y las niñas, ahora mujeres, se irían convirtiendo en secretarias o
traductoras. Pero el destino de la pequeña Norah es diferente porque mamá
Berta, posiblemente a fin de no perder status social, abrió las puertas a la
bohemia literaria de los veinte, <b>“Allí Jorge Luis Borges – “Guillermo
Juan Borges, primo de Jorge Luis es también mi primo, porque es hijo de una
hermana de mi madre. El parentesco común motivó el acercamiento entre Jorge
Luis y yo”, comentaba Lange sobre esta filiación que no impidió el
enamoramiento con ella del tímido Georgie, uno más del autor de “Ficciones”
(1944) </b></span><b><a href="https://www.serargentino.com/gente/arte-y-literatura/jorge-luis-borges-6-poemas-de-amor" target="_blank"></a></b><b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">-
escuchaba de pie solemnes tangos de la guardia vieja, mientras Francisco Luis
Bernárdez, Leopoldo Marechal -las hermanas Amundsen de “Adán Buenosayres”
(1948) son las Lange, en el réquiem de la vanguardia martinfierrista- y Jacobo
Fijman describían acaloradas posibilidades poéticas; allí Horacio Quiroga (…) y
Alfonsina Storni (…) se adiestraban estruendosamente en el Martín Pescador
(…), </span><a href="https://www.serargentino.com/argentina/historia/raul-scalabrini-ortiz-el-que-se-estanca-se-pudre" target="_blank"><span lang="ES-BO" style="font-weight: normal; mso-ansi-language: ES-BO;">Raúl Scalabrini Ortiz</span></a></b><b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> recitaba, a gritos, desparramados trozos
de “El hombre que está solo y espera” (1931) (…) y Xul Solar trasladaba
inquietantes horóscopos a diecisiete idiomas”</span></b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">, rescataba Jorgelina Núñez en la revista Ñ. Y
la pequeña Norah fue creciendo entre estos notables creadores hasta convertirse
en una hermosa mujer, “Inmóvil ante él, una sensación de vacío se fue
agudizando poco a poco. Me pareció que me alejaba de lo que había sido hasta
ese instante y que, al distenderse hacia mí, ese dedo me señalaba algo
desconocido en que me iría internando, paso a paso; algo que, al ofrecerme
otras emociones y otros riesgos, me apartaría paulatinamente, de todas las
pequeñas incidencias, de todos los pequeños miedos, de todas las pequeñas
manías... de toda la ternura que recorrió mi infancia”, aparece en “Cuadernos
de infancia” (1937), un encuentro entre un viejo jardinero y una adolescente
Norah, en una de las mejores páginas del pasaje a la pubertad escritas entre
nosotros.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Con
Borges o con Borges<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En 1923
vuelve Borges de Europa con la novedad del ultraísmo, la metáfora
intuitiva como estandarte frente al anacrónico modernismo, y dan las campanas
del parricidio literario que propone la barra alegre de la revista Martín
Fierro, que consigue aunar vanguardias extranjeras con criollismo entre 1924 y
1927, en la reformismo moderado que caracterizó al movimiento del denominado
Grupo Florida “<b>El trío Borges-Lanuza-Lange dio fuerte envión al movimiento
renovador, animó más al grupo”, rememoraba en 1945 Evar Méndez, el principal editor
en compañía de Girondo, Sergio Piñeiro, Eduardo Bullrich y Alberto Presbich,
y enfatiza que la “juvenil poetisa -palabra despectiva, si las hay,
todavía usada en el siglo XXI- ultraísta Norah Lange, primera y única musa del
grupo martinfierrista”, remarcando la soledad de la escritora</b>. Y las
necesidades de recalcular las maneras de insertarse en un mundo vedado a las
mujeres, “Martín Fierro -recordaba Ulyses Petit de Murat- había incorporado
mujeres a los banquetes. La literatura era cosa de hombres. Norah (Lange)
fue un pilar fundamental de esas reuniones. Pronunciaba discursos subida a una
mesa”, Norah que ya tenía un peso como fundadora de revistas, la
publicación mural Prisma (1921-1922) y la revista
Proa (primera época, 1922-1923). Además su nombre era
reconocido desde que había sido seleccionada en el especial dedicado al
ultraísmo de la consolidada -y tradicional- revista Nosotros en 1922. O lo que
se refiere un animador de las letras y las noches porteñas Petit de Murat son
los extravagantes discursos de Norah que animaban los banquetes, y que son
inseparables del fenómeno artístico y social llamado martinfierrismo. Para la
escritora de “Los días y las noches” (1926) y “El rumbo de la rosa” (1930), los
últimos poemarios casi ignorados, era un campo de batalla, una manera de decir
“aquí estoy” Aquellas disertaciones efervescentes, luego reunidas en
“Discursos” (1942) y “Estimados congéneres” (1968), en la exuberancia,
contrapuesta a la abstracción y distancia de su literatura, son una marca que
descubren una barroca Lange. “Coetáneos consagrados a diversas musas: mi
inquebrantable perspicacia señálame, con énfasis acento, que esta noche no soy
la indicada”, arrancaba tímida en 1934 en uno de los regulares homenajes a la
revista, de un grupo que se preocupó en remachar su pedestal en el canon, para
luego en 1949, ya plenamente instalada en su viraje a la narrativa,
experimental, fantástica, integrarse con plenitud, y no desde una falsa
intelectualidad, “<b>a todos los martinfierristas que durante cuatro años
tratamos de ejercer algo que constituía el fundamento de nuestros días y
nuestras noches. Vuestra imaginación es capaz de dilucidar este anhelo pero
prefiero pronunciarlo para estar más segura: me refiero a la obra sin apremio,
a la amistad sin ictericias, al cariño y a su lógico y enternecedor barullo”.</b> Y
recordaba aquel homenaje a Ricardo Güiraldes, que yendo con Borges, terminó
saliendo de los brazos de Girondo, “avizoré, por primera vez y emocionada vez,
los ojos miradores”, y vivieron juntos hasta la muerte del autor de “20 poemas
para leer en el tranvía” (1922) en 1967.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Lange o
un tesoro nacional a descubrir<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Sin embargo
a mediados del 27 parte Girondo nuevamente a Europa y Norah quedaría algo
decepcionada. Además sin el apoyo de un despechado Borges, su estrella empezaba
a declinar, y decide una alternativa inusual para una mujer de los veinte, o de
cualquier década: visitar a un familiar en Noruega viajando en un barco
carguero, con treinta hombres. Aquella experiencia quedaría retratada en la
segunda novela, “45 días y 30 marineros” (1933), un peculiar diario de viaje,
escrito en tercera persona, dicen que Norah viajó alcoholizada la travesía
completa por el Atlántico, y que con un atmósfera sombría y siniestra anticipa
la literatura existencialista. Para la presentación del libro, Lange se vistió
de sirena en la recepción, que asistió Federico García Lorca, y fue realizada
en la nueva casa, que retomó el ánimo de las tertulias de Tronador, ahora en la
calle Suipacha al 1400, hoy parte del </span><a href="https://www.serargentino.com/argentina/historia/museos-de-la-ciudad-buenos-aires-de-brazos-abiertos" target="_blank"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Museo
Fernández Blanco</span></a><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">,
al igual que la biblioteca Lange-Girondo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">““Cuadernos
de la Infancia” (1937) uno de los más bellos y luminosos libros de memorias
infantiles que se hayan escrito en la literatura latinoamericana, tan rica en
el género” destaca César Aira del libro que obtuvo el Premio Municipal y el
tercer Premio Nacional de Literatura</span></b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">. En la dedicatoria se puede leer, <b>“</b>Oliverio
Girondo -cuyo elogio siempre será mezquino— por su severa, generosa y paciente
culpabilidad”, otra vez en la ironía de subalterno, que reafirma su
subjetividad en la enunciación. El recuerdo fragmentario e invertebrado,
el <i>collage</i>, una manera de narrar cubista, hacen que Lange capture
situaciones al límite de lo decible, como ésa de la madre en Mendoza que
pretende curar a un hijo desfalleciente -un tema caro a Norah, quien no tuvo
descendencia-<b> </b>“Sin vernos, sin mostrarnos, como si ya hubiese
realizado el milagro de su ternura, de su miedo”, pintaba de una memoria
desenvuelta, contrapuesta a las rigideces anteriores de Miguel Cané, Lucio V.
Mansilla o, posteriores, de Victoria Ocampo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">“Si
“Cuadernos de infancia” relata, de
forma más o menos realista, episodios
de su infancia y pubertad, “Antes que mueran” (1944) recrea esos mismos
episodios y algunos otros, extendiéndose incluso hasta la adultez de la autora,
desde el revés de la tela, es decir, ahondando en el mundo psíquico, de
sensaciones y vivencias inefables, casi secretas, de la escritora. La visión es
más interiorizada, por ello el tono es susurrante, más íntimo que en
Cuadernos... -señala María Cecilia Ferreira Prado en “Una autobiografía
fantástica de Norah Lange: Antes que mueran” (Estudios Románicos, Volumen 26,
2017)- El retrato directo del anterior libro da paso a un estilo mucho más
sugerente donde lo que prima no es la narración en sí de la anécdota infantil,
sino la captación de una atmósfera, a veces de un presentimiento, el dibujo de
aquello que no se ve pero se intuye, la
inquietud que pasa desapercibida para los
otros y que atañe al mundo emocional del personaje. Por
ello, en “Antes que mueran” no hay nombres ni datos espaciales o temporales
precisos que ayuden a definir lo vivenciado, el relato se abisma en una
ambigüedad y una atemporalidad inquietantes”, en uno de los libros más curiosos
de la literatura local, estampas, relatos y poemas en prosa, en el vacío
conmovedor de una niñez demolida en la adultez, quizá cercano a Silvina Ocampo.
Por lo demás, <b>Lange con este inclasificable libro se ubica en la
vanguardia de la literatura fantástica que propician Borges, Ocampo y Adolfo
Bioy Casares en los cuarenta. Las posteriores novelas “Personas en la sala” (1950)
y “Los dos retratos” (1956) completan un universo femenino en clave tan oscuro
como el epílogo de “Antes que mueran” Póstumamente se editó la novela
inconclusa “El cuarto de vidrio” (2006).</b> Norah Lange fallece en Buenos
Aires el 4 de agosto de 1972. En 2021, a 115 años de su nacimiento, el
Instituto de Literatura Hispanoamericana de la Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad de Buenos Aires y el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos
Aires (Malba) organizaron las “Jornadas Norah Lange/Oliverio Girondo”
entre el 20 y 21 de octubre, registradas en </span><a href="http://www.malba.org.ar/"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">malba.org.ar</span></a><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> y en el canal de YouTube del
museo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">“Me
gusta todo lo que esté rodeado de cierto enigma: nunca pude aceptar las cosas
directas. Me chocan. Me educaron de esa manera, y yo la acepto como un
beneficio más que como una deformación”, comentaba la escritora a Beatriz de
Nóbile en 1968, dando pistas de cómo leer una literatura en permanente
resignificación, que se mueve</span></b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">. Adriana Astutti —responsable de la publicación de sus Obras Completas
para Beatriz Viterbo, en el Centenario de la autora— entiende que "a Lange
el reconocimiento de escritores nunca le faltó; César Aira, Elvio Gandolfo,
Arturo Carrera dijeron que ella es una de las grandes de la literatura
argentina. La crítica empieza a considerarla de manera más constante a partir
de los 80, con lecturas en el horizonte de los estudios de género o en el de
las vanguardias, como las de Francine Masiello, Silvia Molloy, Beatriz Sarlo o
Nora Domínguez, entre otros". Como esa hache que se agrega Lange al nombre
oficial de la partida de nacimiento, Berta Nora, en el prisma del canon que la
silencia, que la pone de “mujer de” o de <i>femme fatale</i> de la
literatura, en lo que no se nombra, una nueva baraja del mazo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Dice
Norah Lange<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">“Tarde a
solas”<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Vacía la
casa donde tantas veces<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">las
palabras incendiaron los rincones.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> <o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La noche
se anticipa<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">en el
plano mudo<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">que
nadie toca.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> <o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Voy a
solas desde un recuerdo a otro<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">abriendo
las ventanas<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">para que
tu nombre pueble<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">la
mísera quietud de esta tarde a solas.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> <o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Ya nadie
inmoviliza las horas largas y cerradas<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">tanto
pudor de niña.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> <o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Y tu
recuerdo es otra casa.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> <o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Y mis
latidos forman una hilera de pisadas<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">grande y
quieta<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">por
donde yo tropiezo sola.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">que van
desde su puerta hacia el olvido.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De “Los
días y las noches”, 1926<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">“Una
noche, sin ninguna razón, se me ocurrió que sería terrible no poder resistirse
al impulso de manifestarle a alguna de mis amigas que su madre era estúpida o
que su hermana preferida sólo merecía el calificativo de insignificante, de
tonta (...) Al rato dejé de reflexionar en esos absurdos y terminé por
dormirme, pero, algunos días después, durante la visita que hicimos Susana y yo
a unos amigos que nos querían mucho, me asaltó, repentinamente, la tentación de
proclamar que el dueño de la casa era un imbécil.<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Sentí
que el impulso se tornaba irrefrenable, y que una sensación de rubor y
miedo me subía por las piernas (itálicas del articulista). Mientras los
demás charlaban y reían, yo aguardaba el momento para decir «tu padre es un
imbécil», tan serenamente como cuando se llega a una conclusión”<o:p></o:p></span></i></p>
<p class="MsoNormal"><b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De
“Cuadernos de la infancia”, 1937<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><b>Dicen de Norah Lange<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">“En 1950,
“Personas en la sala”, con una dedicatoria “a un poeta auténtico y
entrañable”…¿Entrañable? Sí. Palabras imprevistas que rompen la costumbre del
pensamiento, encanto breve y reiterado, una sorpresa tras otra, surrealismo,
inteligencia o divagación, pero siempre encanto, el instantáneo prestigio de
las cosas inesperadas, el poder de las palabras que no tenían que andar juntas
y que ya se aman. Imágenes, imágenes, belleza o gratuidad según el estado de
ánimo de quien lee, pero concretado en lo sensible, el pequeño descubrimiento,
la irrealidad conmovedora. Y en este delicioso mosaico, colección y revista, no
unidad, diestra carrera de insertar palabra tras palabra, sin desmayo,
mintiendo y jugando, Norah Lange siempre hace vivir las agudas apariencias de
algo que es ya verdad tras las trampas y las acrobacias” de Adelaida Gigli en
revista <i>Contorno</i> 5-6. Septiembre de 1955. Buenos Aires.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Fuentes</span></i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">: Lange, N. <i>Obras completas</i>.
Dos tomos. Rosario: Beatriz Viterbo. 2006; Miguel, M. E. <i>Norah Lange.
Una biografía</i>. Buenos Aires: Editorial Planeta. 1991; De Navascués,
J. <i>“Las miedosas memorias de Norah Lange”</i> en Anales de
Literatura Hispanoamericana, nro 26 II. Servicio de Publicaciones. UCM. Madrid,
1997; <i>El periódico Martín Fierro en las artes y en las letras
1924-1927.</i> Catálogo. Museo Nacional de Bellas Artes. 2010. Buenos
Aires.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> _____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO">Imagen</span><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">: Norah Lange </span><a href="http://www.cultura.gob.ar/" target="_blank"></a><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De SER
ARGENTINO.COM, 23/10/2021 </span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-51223734131965733682023-12-05T14:57:00.000-08:002023-12-05T14:57:39.279-08:00Leo Perutz. Hasta el último aliento<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgY8w63CENFJMwVnEhHpCuJMhNXvLSJbEq7f9eho7FYqmFTA8mFbC2wVVLRFnzgQ4r58N6oPtJGM909q3y-GJ2tGDJz50g4jhfUV-JZj3LwHLjDnu5oqqIU6LiEA9XpPxaBYcTWvcFVWt9w5iaaIoUgbhCA2ZRygFAXu4ZwBaYntyxmm9OTt5loZBgAsBs/s462/leo-perutz-el-maestro-del-juicio-final.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="462" data-original-width="300" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgY8w63CENFJMwVnEhHpCuJMhNXvLSJbEq7f9eho7FYqmFTA8mFbC2wVVLRFnzgQ4r58N6oPtJGM909q3y-GJ2tGDJz50g4jhfUV-JZj3LwHLjDnu5oqqIU6LiEA9XpPxaBYcTWvcFVWt9w5iaaIoUgbhCA2ZRygFAXu4ZwBaYntyxmm9OTt5loZBgAsBs/s320/leo-perutz-el-maestro-del-juicio-final.jpg" width="208" /></a></b></div><b><br />JUAN JIMÉNEZ GARCÍA</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Seguramente
las dos obras que han corrido mejor fortuna de Leo Perutz son <i>De noche,
bajo el puente de piedra</i> (aquel paseo en múltiples relatos por la
Praga rodofilna, ese lugar mágico) y <i>El maestro del juicio final</i>,
que ahora nos trae Asteroide, en una nueva traducción de Jordi Ibáñez. Si la
primera nos remitía a un lugar bien especial, por otra parte el lugar de
nacimiento del escritor, esta nos lleva a una Viena no menos especial, en la
que pasó su vida. Es importante. Para Perutz, los lugares no son un sitio
cualquiera, sino un complejo telón de fondo que tiene algo que decir, con una
historia (muchas) detrás.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El
maestro del juicio final</span></i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> es una novela policiaca sin policías, una novela de crímenes con
suicidas y una novela fantástica en la que los otros mundos están en este. La
quiebra de un banco, un actor en horas bajas, una reunión de amigos para
interpretar a Bach, la nueva presencia de un ingeniero de origen báltico, una
historia sobre un joven que saltó por una ventana y la de su hermano, que quise
entenderle y acabó repitiendo los actos inexplicables de aquel, se convierten
en una inquietante historia sobre la creación y sus límites, sobre la búsqueda
de los desconocido y sobre un juicio final que todos llevamos dentro y que nos
corresponde a cada uno, lejos de ser un destino compartido.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Más allá
del misterio sobre el que se construye todo el relato, una carrera contrarreloj
para encontrar al verdadero culpable y salvar el honor (y con él la vida),
Perutz construye su relato sobre la fortaleza de unos personajes de una espesura
y unas dobleces no muy habituales en el género (si es que podemos hablar de una
novela de género, que tal vez sí). El barón Von Yosch, narrador y protagonista,
es un oficial de caballería de vida no muy complicada, que escribe con ternura
sobre sí mismo pero que se revela en sus actos y un sus palabras con una veleta
que gira hacia el lugar que le marca su humor del instante. Frente a él, el
ingeniero Waldemar Solgrub no deja de ser su opuesto. Ya no solo en la
atracción que sienten por Dina, la mujer del Eugen Bischoff, actor en sus
últimas horas, intentando ahondar en un próximo Ricardo III, sino en una cierta
nobleza. Solgrub no es personaje de la atracción del narrador, pero en sus
actos de desvela como un ser preocupado por algo que no está muy a la moda: lo
justo. Ellos dos no dejan de ser los únicos que están a la altura. Uno en su
miseria, que fatigosamente intenta superar, otro en su pasión, irracional para
la razón de los otros.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Podríamos
pensar en Poe o en Conan Doyle y seguramente nos equivocaríamos. Leo Perutz
está preocupado por otras cosas y su relato no aspira a la oscuridad o a la
revelación, sino más bien a ir al encuentro de algunos apuntes, pocos, sobre la
condición del artista y la necesidad de que la creación surja de un riesgo, un riesgo
que puede acabar con el propio creador. Una búsqueda que puede acabar en el
extravío y la muerte. Una necesidad de llegar más allá, a ese lugar dónde nadie
ha llegado antes y que está en algún rincón de nosotros mismos. Y mientras
tanto, nosotros recorremos ese camino hasta el último aliento, en un viaje a
través de los miedos de los demás.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De DÉTOUR,
27/03/2017<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-49887509994967514552023-12-02T15:54:00.000-08:002023-12-02T15:54:53.524-08:00Arábica; Pablo Cerezal (Lecturas de Noviembre)<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEvOqCr7kQH26H6SYWJdGTzU3bkO5dhNuYmLWeS2XaL9o90iy2PAFOXHJ7seCSYxowOrTeCJhTgC9znD9aM4xPFk0LRGmfGAHogvyZ_c-I1mOyDi7DmCBi8mToVDiXpwtP4isrI7HNOrSySdy2cdUoKv-5nDagAkRtl384Q94rMJ4dxPlubpb8Yi1O1yE/s1024/549c8d94-0c52-4219-bece-457a6433d3ef-576x1024.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="576" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEvOqCr7kQH26H6SYWJdGTzU3bkO5dhNuYmLWeS2XaL9o90iy2PAFOXHJ7seCSYxowOrTeCJhTgC9znD9aM4xPFk0LRGmfGAHogvyZ_c-I1mOyDi7DmCBi8mToVDiXpwtP4isrI7HNOrSySdy2cdUoKv-5nDagAkRtl384Q94rMJ4dxPlubpb8Yi1O1yE/s320/549c8d94-0c52-4219-bece-457a6433d3ef-576x1024.jpg" width="180" /></a></b></div><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><br />DANIEL MOCHER<o:p></o:p></b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Pablo
Cerezal nos regala en esta novela excepcional su pasión por la música, por el
café y por los débiles. Entre el reportero Munir, la prostituta Tiziana y el
conserje Francesco, tres seres desubicados, frágiles, sin arraigo, se va
tejiendo y destejiendo una historia de amor, amistad, sexo, hachís, café 100%
arábica, la búsqueda del camino y la identidad, los sueños y las ilusiones, la
traición, el engaño, la pérdida, infancias difíciles, viajes por el
Mediterráneo musulmán en busca de los grandes Cafés y sus historias míticas,
Led Zeppelin, Jean Genet, los atentados del 11 de septiembre del 2001, David
Bowie, Oum Kalthoum y mucho más que tiene cabida exacta en la trama y desfila
por sus páginas de la mano magistral de un autor de estilo único, personal e intransferible,
barroco y callejero, lírico, enciclopédico, periodístico, rompedor, libre,
híbrido, mestizo, innovador, elegante, ecléctico, todo al servicio de un
artefacto literario que atrapa desde la primera página. No se puede salir
impertérrito de este libro. Como el aroma embriagador de un buen café arábica,
sería un pena que pasase desapercibido.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De REVISTA
PURGANTE, 30/11/2023<o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-81414483221856054282023-11-16T16:01:00.000-08:002023-11-16T16:01:04.103-08:00Scarlet Rivera: El violín del huracán<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSbZq1_lsWlSuHgB-5Qre4QMVDpxgjg-1uBH5p7JcOplAzyc4xvaij9hi1bP-fUdkXT65kKG5Nu6Y7UZ-Hg-byrVvTYQ8XWRGnd5rredYPFJ25cO3noAhkaZtP-NZk5wy1G1HtwE2xkGMksJzX61iSYq1rNMdfrPwUReVcdntXFs9ec3W3kGnIvgkefcM/s800/Scarlet-Rivera.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="445" data-original-width="800" height="178" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSbZq1_lsWlSuHgB-5Qre4QMVDpxgjg-1uBH5p7JcOplAzyc4xvaij9hi1bP-fUdkXT65kKG5Nu6Y7UZ-Hg-byrVvTYQ8XWRGnd5rredYPFJ25cO3noAhkaZtP-NZk5wy1G1HtwE2xkGMksJzX61iSYq1rNMdfrPwUReVcdntXFs9ec3W3kGnIvgkefcM/s320/Scarlet-Rivera.jpg" width="320" /></a></b></div><b><br />JULIA ROIG</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Un sinfín
de historias y leyendas hablan sobre el significado o el poder del cruce de
caminos. El no-lugar, que decía <b>Marc Auge</b>, <i>donde los
ciudadanos se convierten en meros elementos de conjuntos que se forman y
deshacen al azar</i>. En las encrucijadas se enterraba a los suicidas en la
Edad Media, se llevaban a cabo ejecuciones y en muchas culturas el cruce de
caminos servía para invocar a los ancestros y espíritus, realizar ofrendas,
rituales mágicos, de purificación e incluso, canjes a lo <b>Robert Johnson</b> con
el mismísimo diablo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Algo más
prosaico pero no menos poético, es el cruce de caminos que en ocasiones une a
dos personas. O tres. O dieciocho. Y esos encuentros también pueden resultar
una ofrenda para nuestros sentidos, un punto de encuentro entre lo terrenal y
lo divino.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Un 5 de
junio de 1975, una joven de 25 años llamada <b>Donna Shea </b>caminaba
con el estuche de su violín al hombro por la 13th Street del Lower East Side,
de Nueva York. La historia no habla de a dónde se dirigía ni de dónde venía
porque a veces todo ese envoltorio de detalles queda reducido a la nada, sobre
todo cuando una limusina de un color verde horrible se cruza en tu camino. Esa
joven nacida en Chicago en 1950, de orígenes irlandeses y sicilianos, que
soñaba con viajar a Europa del Este, amaneció un jueves cualquiera sin poder
imaginar jamás que acabaría subiendo a un coche desconocido para ir a un local
de ensayo en el que pasaría la tarde, escuchando tocar y tocaría ante <b>Muddy
Waters</b>, entre otros, grabaría ese verano un álbum, <b>Desire,</b> y
saldría embarcada prácticamente en una gira que duraría seis meses. El nombre
artístico de la violinista es <b>Scarlet Rivera</b> y el del brujo
con el que se cruzó y cambió su vida haciéndola subir al coche, <b>Bob
Dylan</b>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Tres meses
después, el escritor y dramaturgo <b>Sam Shepard</b>, encontraba una
pequeña nota de color verde sobre la mesa de su cocina con un número de
teléfono. <b>Bob Dylan</b> quería que le acompañara en su gira para
escribir el guion o cuaderno de bitácora de la misma, con la idea de que todo
desembocara en una película. Shepard tenía mil planes en mente en su nuevo
rancho. ¿Qué pensaba <b>Dylan</b>? ¿Que con un chasquido de dedos iba a
dejarlo todo? Sí, de nuevo, el brujo, el bardo de Minnesota, abducía al
escritor más <i>cool</i> del momento y lo unía a esa <i>troupe</i> <i>rocanrolera
y circense</i> que haría historia recorriendo EEUU y Canadá en 57
recitales que venían a retumbar el mundo, a imagen y semejanza de los indios
Hopi, <i>con su legendaria danza de la serpiente y como mensajeros de este
mundo lanzarían su plegaría al más allá.</i> </span>La gira del trueno que
retumba había cobrado vida.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Dylan y
Shepard no se habían encontrado nunca antes, al menos siendo conscientes de
ello. En la misma época en la que el Wizard grababa el épico disco <b>The
times are changing</b> en los míticos Columbia Studios de Nueva York
(lugar que alumbró las grabaciones del <b>Kind of blue</b> de <b>Miles
Davis,</b> <b>The Wall</b> de <b>Pink Floyd</b> o el <b>New
York New York</b> de <b>Frank Sinatra</b> entre otros muchos),
tan sólo a unas calles de allí, en pleno corazón del Greenwich Village, un
joven <b>Shepard</b> trabajaba de busboy, lo que vendría a ser
ayudante de camarero en uno de los garitos más emblemáticos, el Village Gate.
La mayor parte de los feligreses que acudían a expiar sus pecados a golpe de
voz o mediante el exorcismo de los instrumentos musicales en el famoso estudio
de grabación, también conocido como <b>The Church</b>, ya que eso fue, una
iglesia desde 1875, en 1948 reconvertida -eriza por dentro imaginar la acústica
y la sensación que debía embriagar cada grabación- tocaban después en vivo, al
caer la noche, en el <b>Village Gate</b>. Ambos lugares gozaban de mágicas
propiedades acústicas, damos fe de ello.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Los tres,
Rivera, <b>Shepard</b> y <b>Dylan</b> gastaron sus suelas,
sus manos, sus días y noches en busca de sus sueños, en el mismo entramado de
calles antes o después o al mismo tiempo. De hecho los tres procedían de
ciudades muy cercanas, Rivera y Shepard de Illinois, a orillas del Lago
Michigan, y el bardo <b>Dylan</b> de un poco más arriba, Duluth, a
orillas del Lago Superior. En esa rayuela del destino se fueron moviendo
siempre cerca.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La <i>reunión
urgente y salvaje</i> de 18 músicos quedó maravillosamente retratada de la
mano de Shepard en un épico libro que probablemente nada tenía que ver con la
idea original de lo que debía ser. Algo nos dice que <b>Dylan</b> quería
hacer su propia película, inspiradísima en <b>Les enfants du paradis </b>(1945),
ya que verle con esa máscara blanca y ese sombrero de ala ancha repleto de
flores es ver al gran mimo y actor <b>Jean-Louis Barrault</b> en la
misma. Así, como dijo <b>Oscar Wilde</b> «el hombre no es él mismo
cuando habla en su propia persona. Dale una máscara y te dirá la verdad», así
hizo el <i>hoodoo man</i>, con su banda improvisada y cambiante, sin
apenas ensayos, conciertos en pequeños aforos, sembrando el hechizo en ciudades
ignoradas en las grandes giras, con actuaciones de casi cuatro horas por sólo
siete dólares y medio, más bien una ruina en lo económico, pero para ser
historia hay que hacer historia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Allí, en
ese cruce de caminos, fortuito o premeditado, con un elenco de músicos inaudito
e inspiradísimo, embriagados todos con <i>el violín que lloraba y reía</i>,
los temas sonaron con una energía hechizante, la mirada de Dylan electrizaba y
sometía, hay algo hipnótico en cada grabación que nos ha llegado. Para la
historia, las cuerdas de<b> Scarlet</b> en el «Yo acuso» musical más
efectivo y emotivo que se recuerde, el «Hurricane»<i>,</i> nos sigue
maravillando, sonó con una fuerza distinta lo envolvió todo de un fuego místico
porque allí estaba «la misteriosa dama oscura del violín, con sus sortilegios,
su espada y su serpiente», tal y como la describió <b>Shepard</b>. Y como
suele pasar en el no-lugar, los elementos de conjuntos que se forman y deshacen
al azar, el de Minnesota no volvió a contar con <b>Scarlet,</b> según
dicen eso suele pasar con los genios. O con los trucos de magia en los circos.
O en los cruces de caminos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Pero el
violín del Huracán nos sigue y seguirá hechizando.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De MUZIKALIA,
16/11/2023<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-38993120920953026262023-11-16T15:48:00.000-08:002023-11-16T15:48:04.398-08:00Escapismos<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCKwd_okkzCpILwwL7dv1r4SPSfVFiLsfJy-VCojmYWrvRr01s8SgFKgwHLhEKoxYx3uEzKziTAzZdt0oVB87qPMkVVks9mRyfm0MqqE3bA9tQNh432LosMf8nR2NQa2m_2NxhNNJDZgU-Fr_tkQOvWKgnAkTabzgSXJEtgkN5WbDDnmBLZSsBtRGzmZk/s320/IMG_6066.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="216" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCKwd_okkzCpILwwL7dv1r4SPSfVFiLsfJy-VCojmYWrvRr01s8SgFKgwHLhEKoxYx3uEzKziTAzZdt0oVB87qPMkVVks9mRyfm0MqqE3bA9tQNh432LosMf8nR2NQa2m_2NxhNNJDZgU-Fr_tkQOvWKgnAkTabzgSXJEtgkN5WbDDnmBLZSsBtRGzmZk/s1600/IMG_6066.jpg" width="216" /></a></b></div><b><br />DANIEL MOCHER</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Hay una
inclinación natural a la desaparición desde hace muchos años, al escapismo, a
las bombas de humo, tal vez la tendencia sea intrínseca, como un hilo que forma
parte esencial de esta madeja inextricable que soy, de este atadillo de enigmas
y pasiones que anda (con sobrepeso) y cuenta sílabas (fatigándose). Hubo un
tiempo de tribus y ninguna era la mía. Eso deja huella, cicatrices, callo en la
fractura, psicología y perspicacia. A la fuerza ahorcan. Descreo desde entonces
de toda estructura piramidal, me incomodan las multitudes, la arenga y su
escabeche, me espantan las sectas, las peñas, los partidos. Voy o trato de ir
por otras veredas menos transitadas, con más aire. La ausencia, el desapego, la
disolución del ego, ser como un gran Buda de bronce que pude ver en Nara, en el
templo Tōdai-ji, monolítico y etéreo, estar y no estar o viceversa, no sé, ir
cruzando el cielo con aquella bandada de grullas, gris en lo gris, que vi sobre
mi cabeza en una gasolinera navarra, los atardeceres impagables de la Albufera
de Valencia contemplados desde su embarcadero, prestar atención a lo
desatendido, guardar silencio y dejar que el mundo hable en mí, para mí, por mí
y por todos mis compañeros, con sencillez y hondura, que esa es la verdadera
esencia del quedar callado, enmudecido, para que lo otro se diga mejor por
nuestros cauces finalmente silenciosos y entregados, tácitos, por entero
disponibles.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En estos
días movedizos igual se inauguran museos de arte contemporáneo que se lanzan
misiles, así de contradictorios somos. El hombre es mosca cojonera para el
hombre. Un mismo ser humano es capaz de lo mejor y lo peor, del machete y la
caricia, lo sabemos por experiencia. Odiosos y adorables en alternancia
impetuosa mientras dure la vida o el vigor. Por eso, todavía, la esperanza o el
Apocalipsis, depende del día o del humor, todo es posible. La política hiede a
estiércol, cada día una guerra nueva y la amenaza constante, creciente, de una
tercera guerra mundial, la economía de los ciudadanos de a pie acusa el efecto
mariposa gravemente y las familias cada vez se distancian más, cada uno por su
lado con sus claves bancarias, su wifi y sus ilusiones, como islas flotantes a
la deriva de un desamor que suele resultar estúpido, torpe y ridículo. Tristes
hundimientos. Todas las direcciones son contrarias cuando no contamos con el
prójimo y su equipaje. Distopías cruzando nuestras noches en vela como fuegos
artificiales sobre la bahía.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">No siempre
es posible quedarse entre los demás, hay que reservar momentos para estar con
nadie, o sea, con lo más cierto de uno mismo. Me escoro y me alejo un poco, que
uno aprende a esquivar los golpes a golpes. Las ves venir cuando, por
desgracia, no has visto venir muchas otras parecidas que hicieron daño
irreparable en la línea de flotación y en el currículum. No huyo de la realidad
y su aspereza, no evito su contacto ni el de sus gentes, pero me es preciso
como el respirar, cada vez con mayor frecuencia, el irme por las ramas o por
peteneras, pensar en las musarañas y no salir en la foto. Por un rato hacer
apología de lo inútil y lo improductivo, hacer un nucciordine en toda regla, y
que viva el dolce far niente, la hora del vermú, la siesta con pijama y orinal,
el ir por libre, el loco del pueblo también, la mente en blanco. Simpatía por
Robert Walser, Thoreau, la vida retirada de Fray Luis de León, la casa
emboscada de Christian Bobin muy cerca de Saint Fermin, las certeras soledades
al óleo de Edward Hopper. Simeón el Estilita, hazme un sitio que voy corriendo,
en el desierto cabemos todos. </span><i>None but the lonely heart</i> de
Tchaikovsky, <i>only the lonely (know the way i feel)</i> que cantaba
Roy Orbison tras las grandes gafas oscuras de su timidez.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Hoy seremos
Oimiakón en el frío siberiano, La Rinconada andina, Rapa Nui, la recóndita isla
de Tristán de Acuña, el archipiélago Juan Fernández en donde estuvo Miguel
Sánchez-Ostiz siguiendo los pasos novelescos de Alexander Selkirk, dejadme en
el centro exacto de la puszta húngara, hoy toca perderme sin retorno por los
Apalaches o por la estepa infinita de Mongolia, permitídmelo, que mañana
volveré a ser pachinko en Shinjuku, mercado de las especias en Nueva Delhi,
rascacielos desmedido en Shanghái, vendedor de café en el gran bazar cairota de
Jan el-Jalili, seré todos nosotros, con todo nuestro vértigo, un atasco
interminable en la pinche hora pico de la Ciudad de México.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Imagen:
Houdini.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De LOS
PROPIOS PASOS, blog del autor<o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-72003349068703672422023-11-11T17:07:00.001-08:002023-11-11T17:07:30.776-08:00'Diario de Corea': la gran fiesta erótica literaria de Pablo Cerezal<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQ5RDlQEcH09QV7GJQ4tExJkqPuLV45MpMNjwAqFR46FlPEz4ye7zPrHZjexUHmV_gWKVlL61j-sPVkxSJITQYvgSbgOR6DZR8VhP2HTaG-OczSYVxA45FvxBjsdUoKHr6LJdLrzHHDeiBbT7naHmCHjUf6rsu2d-MSaUzSRX4X-jDx3j9Xi6mHubAzgo/s480/diario-corea-pablo-cerezal-portada-libro.jpg.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="476" data-original-width="480" height="317" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQ5RDlQEcH09QV7GJQ4tExJkqPuLV45MpMNjwAqFR46FlPEz4ye7zPrHZjexUHmV_gWKVlL61j-sPVkxSJITQYvgSbgOR6DZR8VhP2HTaG-OczSYVxA45FvxBjsdUoKHr6LJdLrzHHDeiBbT7naHmCHjUf6rsu2d-MSaUzSRX4X-jDx3j9Xi6mHubAzgo/s320/diario-corea-pablo-cerezal-portada-libro.jpg.webp" width="320" /></a></b></div><b><br />JESÚS FERNÁNDEZ ÚBEDA</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Una de las
grandes virtudes que, como escritor, tiene </span><a href="https://www.libertaddigital.com/cultura/libros/2021-06-08/arabica-de-pablo-cerezal-el-ultimo-tsunami-literario-de-un-escritor-puro-6787439/"><b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Pablo Cerezal</span></b></a><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> (Madrid, 1972) es su
desparrame literario, su tremenda –y acertada– capacidad de desbordar géneros.
Su última obra, </span><a href="https://versatileseditorial.es/producto/diario-de-corea-pablo-cerezal"><b><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Diario de Corea</span></i></b></a><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> </span></i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">(Versátiles Editorial), es buena prueba de
ello. ¿Es un dietario, una novela lírica, un poemario encubierto? Sí pero no,
no pero sí, a saber. Y en ese "a saber", en esa anarquía ordenada y
excesiva, se manifiesta el embrujo de su prosa.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El
argumento de <i>Diario de Corea</i> es simple: un tipo narra su
enamoramiento, sus fantasías eróticas y sus polvos salvajes con una chica que
"no es coreana, ni del sur ni, por supuesto, del norte. Ni siquiera es
asiática". <b>El <i>qué</i> no da para mucho</b>, <b>y
da igual, porque el <i>cómo</i> es fabuloso</b>. Cerezal, dándole la
vuelta al efecto Magdalena de Proust, empieza a narrar sus andanzas con su
amante cuando se le cae un diente de leche que aún permanecía anclado en su
dentadura. "Ahora que lo miro –escribe–, comprendo que ya estoy más cerca
del cementerio que del paritorio, y que lo que me queda por vivir ya es un
morir lento y despacioso".<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El autor
escribe bajo la influencia o, cuando menos, tiene dejes de <b>Francisco</b> <b>Umbral</b> y
de <b>Henry Miller</b>. Aléjense del libro quienes pretendan encontrarse
con un primo pobre de <i>Cincuenta sombras de Grey</i>. En <i>Diario
de Corea</i> hay mucho sexo, pero mucho sexo bien contado, con elegancia,
finura y, por supuesto, sin beatería. Cerezal ejecuta <b>un lirismo
exuberante</b>, salpicado de sentencias que pasarían por versos –"Siempre
es primavera en ti, amor, aunque suene a propaganda de grandes
almacenes"–, pero sabe detenerse en el momento justo para no caer en el
manierismo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Además,
bien a través de sus ojos, o de los "ojos adultos" de Corea,
"mujer de mirada niña que ha perdido sus pupilas entre cambalaches y
cachivaches", Cerezal traza la geografía de <b>un Madrid que</b> "<b>se
pretende moderno ignorando que lo moderno solo es saber poner al día lo antiguo</b>",
o en el que, en sus vagones, "hace turismo sin saldo un rebaño proletario
de pupilas con pantalla táctil que rehúyen el contacto"; en la segunda
parte de la obra, el autor pasea al lector por las bibliotecas borgianas o las
plantaciones de té de Corea del Sur. Si ha estado o no allí, da igual.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Así,
en <i>Diario de Corea</i>, Pablo Cerezal ofrece un chupito de aguardiente
literario, puro e independiente, y concentrado, quemante y placentero, en el
que sigue manifestando, sin quererlo o, al menos, sin ínfulas, su apuesta
temeraria por la despiadada y agradecida explotación, en el mejor de los
sentidos, de <b>la lengua maravillosa que se margina y/o maltrata en Canet
de Mar</b> o en el Premio Espasa de Poesía.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De LIBERTAD
DIGITAL, 24/12/2021<o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-44438416467715829572023-11-10T12:54:00.001-08:002023-11-10T12:54:20.404-08:00Jodasievich, Necrópolis<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2_4oM-u-2Qrf1O88v3RSN3vulLZhFQzAueeHmCiffKBHcE8XRfyR2PIilCEe7Q75-zZJu4B0G8eOEHHjP5cO5xfEl9iMBLNb9CokHiQSh7H0GlamZILYYwXMRThvd9ytlAg_4tMPET3dSNhuzxYq5zwcVt49c0MiMFJrmdT2wNVqtRzkodKZ5v62P3rY/s320/foto%20de%20vladimir%20jodasievich.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="212" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2_4oM-u-2Qrf1O88v3RSN3vulLZhFQzAueeHmCiffKBHcE8XRfyR2PIilCEe7Q75-zZJu4B0G8eOEHHjP5cO5xfEl9iMBLNb9CokHiQSh7H0GlamZILYYwXMRThvd9ytlAg_4tMPET3dSNhuzxYq5zwcVt49c0MiMFJrmdT2wNVqtRzkodKZ5v62P3rY/s1600/foto%20de%20vladimir%20jodasievich.jpg" width="212" /></a></b></div><b><br />LAURA
ESTRIN</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></b></p>
<blockquote style="border: none; margin: 0 0 0 40px; padding: 0px;"><p class="MsoNormal" style="text-align: right;"><b><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">“Soy un
historiador, no un crítico” (Gersenzon citado por Jodasievich)</span></b></p></blockquote>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Sigo con
los libros que encantan, con los que les interesan solo a los que les
interesan. Quiero decir, tomados por algunos autores, solo queremos seguir
leyéndolos y ahí están entonces estos retratos, genialidad de la forma. Voy
desdeñando la ficción a pasos grandes, prefiero estos libros de una <i>sinceridad
irremediable</i> –como dijo Néstor Sánchez. O como precisó el <i>Diario</i> de
Gombrowicz, para el escritor exiliado que vive en una sociedad restringida,
asegura que «lo más indicado es una sinceridad áspera».<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Con prólogo
de Berbérova estos retratos de Jodasievich. Y puedo abrir y cerrar un paso por
la literatura rusa entre <i>El subrayado es mío</i> de ella, su
mujer, y <i>Necrópolis</i>. Ella cuenta que al irse de Rusia Jodasiévich
afirmaba: “Lo más importante: es absolutamente indispensable sentirse
´emigrados´ al pie de la letra, y no personas que al azar ha llevado desde
Jamovniki (barrio de Moscú) hasta París. La literatura no puede sobrevivir en
los hospicios ni en los asilos para niños abandonados”. Era una época de semi-emigrados,
anota él luego.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">También
puede tirarse una cuerda tensa, como pensó Shklovski para uno de sus libros,
entre los perfectos retratos de Tsvietáieva y éstos. Ambos habían sentido muy
profundamente que <i>adentro de Rusia era imposible y afuera inútil</i>. Fueron
tan diferentes pero tan enloquecedoramente obsesivos ambos, tan atornillados a
nosotros luego de leerlos. Libros sin retorno: o escribir como Gógol o dejar de
hacerlo, así pensaban ellos. Quizá porque como Jodasiévich en su primer
recuerdo señala justo: “Puede parecer raro a primera vista, pero, en principio
era normal en ese período y en ese ambiente que el ´don de escribir´ y el ´don
de vivir´ fuesen valorados casi del mismo modo.” Incluso se valoraba solo el
talento para vivir, lo más difícil, agrega, ya sabemos que escribir, escribe
cualquiera.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Digo
que <i>Necrópolis</i> es un libro insistente de la vida, para empezar
a hablar de amor hay que ir a los cementerios –dice Babel. Y Jodasievich en
estas memorias anota: “Las huellas que dejó en la vida, al igual que las que
dejó en la literatura, no son profundas. Pero antes de morir, con esa ironía
que raramente lo abandonaba, me dijo: ´Recuérdalo: sin embargo existí”
(“Muni”). <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Jodasievich
no cierra sus retratos, no los acomoda, no son solo de escritores, son solo de
gente que él tuvo cerca en los años terribles de la Rusia del 900: “Muni y yo
vivíamos en un mundo abstruso y complejo que ahora me resulta difícil de
describir tal como entonces lo percibíamos… Vivíamos por consiguiente en dos
mundos… En una carta en verso de 1909 Muni me escribía con letra clara: ´la
poesía no salvará a Rusia,/ Difícilmente Rusia salve a la poesía’”. Jodasievich
escribe: “la Revolución nos desalojara a todos y a todo definitivamente” cuando
Gumiliev altivo con su misma porte afirmaba: “nada ha sucedido. ¿La Revolución?
Nada sé de ella”. El escritor puede vivir un tiempo en su propio aire.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">En el
tijereteante retrato de Esenin, Jodasievich afirma: “El año 1917 nos aturdió.
Habíamos olvidado que no siempre la revolución viene de abajo, que a veces
puede venir de muy arriba”: Esenin, siguiendo a Kliuev, se orientaba hacia
donde había que hacerlo, eso Jodasievich marca fuerte. Y es en el único
medallón en que analiza poemas y escribe: “No juguemos con las palabras” y
hablando de los bolcheviques: “estaban dispuestos a desprenderse de la última
camisa y a perder el alma por amor al prójimo. Y a fusilar a ese mismo prójimo
si ´lo hubiese ordenado la Revolución´. Todos escribían poemas y todos estaban
en contacto directo con la Cheka. Uno de esos seráficos rubiecitos se hizo más
tarde de un nombre en los campos de fusilamiento. Pienso que Esenin los
frecuentaba debido a su curiosidad sin escrúpulos y a su gusto por las cosas
extremas, fueren cuales fueren.” Esenin después vio que no se iba hacia ningún
socialismo y lo escribió: “No soy un delincuente, no robé nada,/ no fusilé
desgraciados en la prisión./ No tengo amigos entre la gente,/soy súbdito de
otro reino”. Creo que por uno de estos versos Mandelstam lo perdonó.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Y así el
libro retrata gente que se quedó sola, que se murió, gente que mataron, gente
que armó una enorme <i>necrópolis</i>. Jodasievich dice clarito lo que
piensa y vio de ellos, “Era antisemita” – anota de Briusov. Pero no inventa
nada, Briusov mismo había dicho: “los polacos son de lejos antisemitas mucho
más coherentes que yo”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Jodasievich
en varios de sus retratos aclara casi dialogal: “Estas son memorias, no un
artículo crítico” y en el recuerdo de Sologub, otra vez: “No estoy escribiendo
un ensayo crítico, pero tampoco quiero hacer afirmaciones gratuitas”. Los
autores son los que se permiten escribir lo que quieren. Así <i>Necrópolis</i> muestra
el devaneo comunista de Briusov: “Mientras se escribía sobre la metamorfosis de
Briusov, de ´esteta´ a poeta ´comprometido´, él, en el techo de su casa,
aprendía a tirar con el revólver, ´por si los huelguistas vienen a robar´”.
Briusov no tardó en decir que la revolución era el gobierno de los judíos.
Jodasievich afirma sin vueltas: en el 18 comienza el terror y Briusov había
denunciado al propio Jodasievich.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"> <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Jodasievich
era poeta pero dejó de escribir poesía. Jodasievich era muy duro, un gran
pesimista, estas memorias de sus contemporáneos son como frases que él se dice
a sí mismo. No parecen esperar un lector, Jodasievich está seguro de lo que
dice, no espera que lo confirmen. Inesperadamente el retrato de Esenin deja
al <i>provinciano</i> muy abajo y en el de Gorki éste queda bastante
arriba. No tiene problemas en afirmar que el genio de Biely se malogró y que
los Simbolistas, y también los Acmeístas, jugaron a las palabras “estropeando
los significados –y estropeando las vidas”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Jodasievich
varias veces aclarará: “Por distintos motivos, hoy no puedo contar todo lo que
sé y pienso sobre Biely… Este deseo me obliga a ser honesto al máximo. Considero
un difícil deber el eliminar de la narración la hipocresía de las ideas y el
miedo a las palabras… La verdad no puede ser mezquina, baja…” Así afirmará que
solo <i>Petersburgo</i> tiene una instancia filosófica, política, sus
demás obras son siempre autobiográficas. Llamativamente es la que más se
conoce, de la que más se habla, de la no autobiográfica… Lo histórico-político
es <i>serio</i>, <i>correcto, objetivo</i>, la vida mancha y la
crítica quiere siempre hablar de otra cosa. Y la vida de Biely era una
laceración, como él mismo la definió, frente al recuerdo de Muni, para quien la
vida era un ´ligero estorbo´, como ´el incidente´ de Maiakovski o la <i>astilla</i> de
otros autores. Quizá al bosque no habría que haberlo talado, reflexiona
Jodasievich, y las astillas no habrían saltado -supone triste.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Jodasievich,
de quien hemos leído poco y solo sabemos por Berbérova, por Tsvietáieva, es un
poeta directo, esos que no explican: Chestov decía que aquellos “no son más que
´fastidiosos consoladores´ que no saben ni siquiera lo que dicen” y agrega: “El
que es libre no solo no busca explicación, sino que como una intuición
infalible adivina que la simple posibilidad de una explicación es el mayor
peligro que amenaza su libertad”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Me parece
que estos libros gustan solo a los que algo conocen ya de lo que ellos tratan.
Es como ver fotos de las vacaciones de otros, de los recuerdos de otros. Es
como no pedirle al pescador que recorra su espinel pedirnos que no querramos
andar por donde hemos andado. Éstos son retratos que cuentan lo que no hay que
contar, de Biely leemos en <i>Necrópolis</i>: “Se lamentaba conmigo:
´Pasternak me aburre´. Supongo que a Pasternak le decía: ´Jodasievich me
aburre´”. Digamos, un libro contundente, y podemos silabear como hacía
Tsvietáieva para acentuar el término. Y “Muni”, en el retrato, es presentado
así: “En sus juicios literarios era en extremo severo, despreciaba casi sin
vueltas todo lo que no fuese absolutamente genial; tenía la desgracia de ser
muy sincero”. Este libro incluso señala un inoportuno Blok muriéndose ya
mientras pronuncia su conocido discurso a Pushkin, mientras articula: “los
funcionarios son nuestra plebe, la plebe de ayer y de hoy” y luego Jodasievich
define: “El autor de <i>Los doce</i> confiaba a la sociedad y a la
literatura rusa el deber de custodiar la extrema herencia pushkiniana: la
libertad, aunque fuese secreta” y allí la enorme afirmación del <i>Blok</i> de
Berbérova: Blok murió por falta de aire. Jodasievich dirá siempre más rocoso,
que Blok ya no podía vivir, que “murió de muerte”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Jodasievich
es un hombre áspero pero el retrato más entrañable es el de Gersenzon: “la
bondad no opacaba su vivacidad, no debilitaba su ánimo… Cada tanto gritaba:
´¡hablen francamente, francamente´!… intolerante a la estupidez, a la
hipocresía, al doctrinarismo –cosas que en verdad lo ofendían-, sin embargo
jamás se fastidiaba cuando la ofensa era personal”. Y Jodasievich dirá. “Su
crítica era siempre benévola –y despiadada-. Expresaba sus opiniones con una
brutal franqueza”. ¡A Gersenzon, eso consta en el documento
que <i>Necrópolis</i> cita, lo dejaron morir los de la CEKUBU
(Comisión Central para el Mejoramiento de las Condiciones de vida de los
Académicos)!.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Ehrenburg
en sus memorias escribe que “Jodasievich hablaba de todo el mundo con tono
sarcástico y escribía poesías tiernas en las que decía que la muerte lo
atraía”, Ehrenburg agrega que en ese tiempo Blok hacía su diario, Korolenko
escribía cartas y Gorki artículos. Por el 900 hubo otros malhumorados, parece
que Chaim Soutine, el pintor lituano emigrado a París, también era un huraño
obstinado, siempre de mal humor –eso lo cuenta el hijo de Chagall.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Necrópolis </span></i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">es un libro que evidentemente
responde al grito de Shklovski de que hay que escribir biografías para ganar la
batalla contra la historia y refrenda mi idea de que hay solo algunas verdades
y no miles y que el mejor Gorki está en <i>Los bajos fondos.</i> Estos
retratos son una tijera dura de citas, de recuerdos, un tejido espinoso. Cuando
se extiende sobre el ir y venir, sobre el imposible mundo en que soñaba Gorki,
escribe: “no puedo decir ahora todo lo que sé y pienso, y por otro lado una
narración llena de reticencias no tendría sentido”. Pero no tarda en avanzar:
“Pero, el principal motivo, el más importante y que probablemente él mismo
ignoraba, se representaba mediante una particularísima circunstancia: su
actitud –en extremo compleja- con respecto a la verdad y a la mentira, que en
él se manifestó bien pronto, y que ejerció una influencia decisiva tanto en su
obra como en toda su vida.” Y nuevamente: “Escribo recuerdos sobre Gorki, no un
ensayo crítico sobre su obra…” para agregar más abajo: “A este ´gran realista´,
en verdad, lo que le deleitaba era solamente todo aquello que hermosea la
realidad…” y cita una carta del propio autor: “odio la verdad del modo más puro
y firme”. Gorki, a muchos les dio hogar y comida, liberó a muchos autores de la
Rusia del 20, se sacó él mismo enojado con Lenin –Irina Bogdaschevski siempre
nos recordaba sus “Pensamientos inoportunos” (<i>Letopis</i>), nadie recuerda
que volvió con Stalin, enredado. Chentalinski cuenta como mataron a su hijo y
cómo a él, tal vez. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Jodasievich
vivió una temporada en Italia como su huésped, nos cuenta que Gorki sabía de su
mito y lo jugaba: “solía decir tristemente, con una mueca, tenso e irritado:
´no se puede, arruinaría la biografía´. O bien: ´qué quieres, debo hacerlo, de
otro modo, arruinaría la biografía”. Cuando Gorki leyó los recuerdos que
Jodasievich editaba sobre Briusov, le dijo: “ha escrito de un modo muy cruel,
pero espléndidamente. </span>Cuando muera, se lo ruego, escriba sobre mí”.
<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"><o:p> _____</o:p></p><p class="MsoNormal"><o:p>De CUARTA PROSA, 21/06/2018</o:p></p><p class="MsoNormal"><o:p>Imagen: Vladislav Felitsianovich Jodasevich</o:p></p>Unknownnoreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-11825071949336689262023-10-16T18:08:00.001-07:002023-10-16T18:08:15.267-07:00Esta noche no bailo<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFANzDiHznxI3Z0Usq5YQqDKm4QW-2se9BxkQXtMB_Khc_8qXaFxwWULlxXGmstq8CS5QfwkTr170xRt-U_-afST0hvs6rV88CGmZXou5aJsxnl6qbzYIs6H4rLwGJ8nEi9tZqT3Fq-Hb88ZkReChOjW_cPAMHj7vQ3WoiIYcVwTl-FBpb-YNRpwSIQNA/s1400/dance_49f20478-d2a2-493f-87b3-07b42bd4d365.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="804" data-original-width="1400" height="184" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFANzDiHznxI3Z0Usq5YQqDKm4QW-2se9BxkQXtMB_Khc_8qXaFxwWULlxXGmstq8CS5QfwkTr170xRt-U_-afST0hvs6rV88CGmZXou5aJsxnl6qbzYIs6H4rLwGJ8nEi9tZqT3Fq-Hb88ZkReChOjW_cPAMHj7vQ3WoiIYcVwTl-FBpb-YNRpwSIQNA/s320/dance_49f20478-d2a2-493f-87b3-07b42bd4d365.webp" width="320" /></a></b></div><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><br />ELI KOSKY<o:p></o:p></b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De cuando
en cuando me pisé, bailando, el largo vestido negro que protege mis nervios.
Bailé Soul Kitchen hasta quedarme dormida.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Desperté y
seguí bailando. Es domingo. Día de lavar ropa. Secó rápido hace horas. Esta
noche no bailo. Leo la carta a Irina que escribió Claudio en el crepúsculo
havdálico. Me salto la melódica entrada. La balada no desangra bilis negra.
Fumo, vuelvo a Claudio. Me fricciono y deslizo por el espejismo amargo de su
locura agitada. Inhalo y exhalo paranoica conciencia de sangre. Subrayo todos
los nombres que encuentro. Claudio nombra a Blaise Cendrars. Fumo. Cendrars
nombra a Guillaume Apollinaire. Fumo. Apollinaire nombra a Kuropatkin. Bebo un
trago de agua porque a ese puto sí lo conozco. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Se apagan
las musas de Amberes, mientras aparece Else Lasker Schüler. En mi cabeza
escucho, en mi voz, la voz de Churchill en una escena primigenia. Cuando Tel
Aviv no tenía raíces. Cuando era una pequeña ciudad abandonada y se les dijo a
los residentes, que el Ministro de Colonias británico Sir Winston Churchill
visitaría la ciudad. El alcalde Meir Dizengoff decide llevar a cabo la
recepción en la calle principal, pero lucía insípida. Sin jardines, sin
árboles. Meir tuvo la idea de arrancar los árboles de la zona verde para
plantarlos, de forma temporal, en la calle principal un día antes de la visita
del ministro. Entonces, los árboles empezaron a caer uno por uno ante la vista
los todos. Sir Winston Churchill se rió.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">— Meir—,
dijo Churchill. Usted debe saber que en este mundo, sin raíces, nada dura.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Interrumpen
mi lectura y escritura. Debo terminar todo aquí. Disfrutaré de la paz,
arropando a mis hijas. Mientras afuera, titánicas raíces luchan por mantener su
árbol de pie. Afuera el amor se marchita y las tumbas florecen.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Imagen:
Marc Chagall<o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-91177812168139511672023-09-08T16:59:00.002-07:002023-09-08T16:59:37.577-07:00Gota fría<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRBezTRF1NTPeXKxlHv8bnN3DmgBMLR7P2xYbYbV4T2Y4zFLU1DpbRngdXTxqFMa2WPeAeN9g8gXOAacUhjnJy-Ke2wV44qIYgWi15PiHCrIm0hkd4FaY7g1VDlsk8wsbkLRo7GTudDNQO6g20zA3geGpGplD0FYSE9Skjfyyx5ii69XTQoLRTFU6p8HU/s320/IMG_4777.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="240" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRBezTRF1NTPeXKxlHv8bnN3DmgBMLR7P2xYbYbV4T2Y4zFLU1DpbRngdXTxqFMa2WPeAeN9g8gXOAacUhjnJy-Ke2wV44qIYgWi15PiHCrIm0hkd4FaY7g1VDlsk8wsbkLRo7GTudDNQO6g20zA3geGpGplD0FYSE9Skjfyyx5ii69XTQoLRTFU6p8HU/s1600/IMG_4777.jpg" width="240" /></a></b></div><b><br />DANIEL MOCHER</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Entramos en
septiembre y es lluvia, viene la gota fría, los verdes parecen norteños, de
tonos más jugosos, las hojas carnosas, oxigenadas, jóvenes. Se me llega a
olvidar por completo que vivimos en un secarral cerca del mar. Bajan las
temperaturas y el cielo gris, cárdeno, invita al cocido valenciano, el cuerpo
se da al sofá y el alma a la introspección. Las siestas con aguacero son casi
un regreso al útero materno. Despertar y que crujan las junturas, volver del
más allá. Tiraremos de calvados y pipas de girasol ucranianas mientras se nos
pasa la tarde en ver llover que es otra forma de hablar con Dios, con nosotros
mismos o con nuestros propios muertos. Las grandes conversaciones siempre
quedan pendientes, no concluyen, como nos pasa cuando dialogamos con la lluvia
o la nieve, el prado, las olas encrespadas o el amor.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Avanzo en
mis lecturas actuales: Julio Jurenito de Iliá Ehrenburg, Insomnio de Carlos
Izquierdo y La belleza fragmentada de Juan Manuel Uría. Voy al trabajo con el
coche nuevo, estrenar máquinas veloces nos enseñorea de alguna forma,
falsamente, sientes que te rodea un resplandor, una fiebre como de gobernar las
alturas, es adictiva la alucinación, el triunfo va sobre ruedas, parece que lo
perdido es poco y la derrota menor, que valió la pena, y si aparece un nubarrón
real entre pensamientos lelos se agradece algo de rock and roll clásico en el
dial. Qué delicia el autoengaño con caviar ruso y coches alemanes. Por aquello
de despistar, de que parezca que sí aunque sea que nunca, que definitivamente
no. Sigo. Sobre los cerros desciende una tela sucia, humo manso y lacio,
desvaneciéndolos. La carretera de Madrid ha recuperado el tráfico normal, las
vacaciones y su fulgor van quedando arrinconadas por las obligaciones
cotidianas y el asco reincidente. ¿Qué flor encarar fijamente sin bajar la
mirada al instante con culpa y vergüenza?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Elena
prepara croquetas y ensaladilla rusa con los restos del cocido, cocina de
aprovechamiento, volvemos a la dieta sacrificada de las posguerras. El aceite a
precio de oro y subiendo, a este paso habrá que prepararlo todo a la plancha,
al vapor o volver a la manteca de cerdo aunque la náusea. Nuestras abuelas
estarían orgullosas al ver cómo no desperdiciamos nada y tal vez apesadumbradas
por lo que se cierne inevitable y funesto sobre el presente. La dieta
mediterránea se postula como un lujo de ricos, para el resto de mortales quedan
las neveras sórdidas, las azoteas de neones fundidos, la comida chatarra o el
pienso de engorde.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Los niños
ya necesitan el retorno al colegio y nosotros que vuelvan a sus aulas. En unos
días me quedaré en casa para disfrutar los meses de permiso de paternidad que
me quedan. O para sufrirlos, a qué engañarse. Tendré que cuidar de Claudia,
llevar a Marcos a la escuela, hacer las compras, cocinar… deseo estar a la
altura y espero que me sobre algo de tiempo para el vicio de la lectura y la
escritura, esa necesidad vital tan poco apreciada. Tengo miedo, no lo niego,
no. No sé si podré ser un digno padre de familia, si estaré a la altura de lo
que se espera de mí o daré en espantajo. Habrá días difíciles, momentos tensos
llenos de olvidos y torpezas, hay planes de fuga, refugios ya inventariados,
cuando lo malo apriete mucho, cuando el agobio, pasearé hacia la cantera, entre
naranjos, por los viñedos, con el miedo de un padre que ama y no soporta el
fracaso, el abandono o el desprecio, dejaré la comida preparada, bien temprano,
para perderme por los caminos rurales mientras empujo un carro de bebé y busco
bajo las piedras resecas un escorpión, aprendí que es mi nahual, y si lo
encuentro que me explique por qué tanto dolor si tengo todo lo importante, por
qué lo pierdo sin remedio si tanto lo quise, si no soy sin ello, ¿no lo veis
claro? Jirón sin vosotros, fundido a negro de mi propia historia. ¿Dónde estará
el alebrije que me aparte de estas ganas de puro trago violento que me calme?,
sueño cortocircuitos, desconexiones, ese trago bien duro que se lleve a mis
demonios de una vez por todas aunque algo fundamental de mí se lleve al otro
lado para siempre. Por fortuna, Escribe Víctor Colden: “<i>¿Me duele? Lo escribo.
Cauterizo heridas con palabras</i>”. Así lo siento yo también en el centro de
esta encrucijada del diablo rodeada de precipicios y zarzales, cumbres,
tormentas, madrigueras, laberintos y raras, espinosas, flores de montaña
mojadas por la lluvia y por la sangre. Y así, escribiendo, casi sin darme
cuenta va pasando el chaparrón, un tiempo distinto, más soportable, sucedió al
tiempo adusto. Tímidamente amanece, me quito el awayo del luto de mí mismo,
silencio las rancheras desesperadas, los boleros melancólicos, el blues de la
frontera y vuelvo a darme sin reservas, en carne viva, vehemente, niño, loco,
enamorado, al duro y difícil trabajo de la alegría.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De LOS
PROPIOS PASOS, blog del autor, 06/09/2023<o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-49747473996913480772023-08-25T11:42:00.001-07:002023-08-25T11:42:18.284-07:00Opio de la lejanía<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2GTOMTaNpHfpyyELluSAB2GySJ_jkG5eYwnrqUptRa18E4O4vl9NpdizpRvsMBBevfyylYGynXjeiAcXEvAXE_bs-GThEJ2lavn9WRBHaCy7pCn_zos7fIn6pTPUHgLtQCNBzulDAnxIu6YiqWM3Sn_cIB7AJtg5YQlk6JtpjFETI-BN0a6juepqtDfI/s280/IMG_4676.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="158" data-original-width="280" height="158" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2GTOMTaNpHfpyyELluSAB2GySJ_jkG5eYwnrqUptRa18E4O4vl9NpdizpRvsMBBevfyylYGynXjeiAcXEvAXE_bs-GThEJ2lavn9WRBHaCy7pCn_zos7fIn6pTPUHgLtQCNBzulDAnxIu6YiqWM3Sn_cIB7AJtg5YQlk6JtpjFETI-BN0a6juepqtDfI/s1600/IMG_4676.jpg" width="280" /></a></b></div><b><br />DANIEL MOCHER</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Un rosario
ortodoxo de Kutaisi, Georgia. Mi compañera de trabajo ha querido tener el
detalle y me lo trajo de su viaje por tierras de la antigua Cólquida. Habla del
senderismo hasta los glaciares de Ushguli, las torres defensivas medievales de
Mestia, Svaneti, el valle del Juta. Vuelve alucinada, cansada y feliz de mucho
andar con la mente en blanco como si fuera por el fin del
mundo, disfrutando de un paisaje que parece de otra galaxia, de las flores
silvestres que crecen en medio de esa nada que muchas veces resulta ser un todo
desconocido. Los monasterios apuntalados, las casas medio derruidas, niños
alegres cruzando a caballo la corriente revuelta de los ríos. Jachapuri tres
veces al día, ensalada de tomate y pepino, también khinkali. Sopas, guisos de
ternera y cerdo, brochetas, cilantro en casi todos los platos. La gente muy
amable, humilde, sinceramente acogedora. Hay un par de zonas del país que son
controladas por los rusos y dicen que se está construyendo una gran autopista
para evitar que las comunicaciones y las rutas comerciales terrestres pasen
inevitablemente por Rusia. Para variar, la empresa es de capital chino y la
mano de obra filipina. Hay quien comenta que cuando llegue el progreso a
Georgia quizás reluzca como nunca pero habrá perdido algo de su más auténtico
sabor, irremediablemente. Los zopilotes no tardarán en revolotear sobre Tiflis
cuando haya posibilidad clara de negocio y pillaje.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Escuchando
los relatos de los amigos que regresan, las historias amenas sobre sus
aventuras lejanas, alguna anécdota interesante en los viajes de los demás, nos
damos a la ensoñación fácil y a la proyección de travesías más o menos
posibles. Nos entregamos. Ese brillo entusiasmado en sus ojos cuando hablan, el
nimbo de haber vuelto diferentes, transformados, beatos de la belleza, ese trémulo
fulgor es el que nos arrebata y siempre queremos más.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Soñamos con
viajes iniciáticos, odiseas, el vellocino de oro, descubrir el Arca de la
Alianza, haber encontrado La Ciudad Perdida de La Sierra Nevada de Santa Marta
en Colombia, pirámides desconocidas, o los templos de Angkor en la selva
camboyana. Pero eso sucede una o ninguna vez en toda la existencia de un ser
humano normal. Debemos cambiar el chip, la hoja de ruta y las coordenadas,
terminar con la mentira del tiempo lineal y del espacio limitado. El único
viaje de la vida es la propia vida en viaje, remotos, recónditos, fuera de
nuestras zonas de confort, incluso en casa, del otro lado de nuestra piel,
extramuros en lo cotidiano, también en nuestros barrios o en el pueblo, en el
trabajo, cada día, buscando nuevas aristas a las viejas palabras de siempre
para mejor explicarlo todo o explicarnos un poco más en el intento.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Opio de la
lejanía y de lo exótico, adormidera de la imaginación, llévanos en vuelo libre
hacia lo otro por ver si hallamos en el filo de lo diferente, tal vez allí, a
tientas sobre brasas, lo más nuestro de lo nuestro, esa ceguera que se rasga, y
empezar a ver de nuevo, como por primera vez, más amplio y más profundo, ya
casi no hay límites, abiertos de par en par, sabiendo que en la sombra hay
algún pespunte de luces indomeñables y en la luz danza sin descanso una sombra
esclarecida, desnudos, sin máscaras, inermes, en la cara oculta de la luna, en
el lado más vivo de lo vivo, crin de estrellas fugaces cruzando la noche, y seremos
más nosotros, redivivos, en la dulce llaga de lo extraño.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Imagen: Ushguli, Georgia.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De LOS
PROPIOS PASOS, blog del autor, 25/08/2023<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-52051012549037773172023-08-15T13:28:00.001-07:002023-08-15T13:28:10.215-07:00Antecitos de la República. Santiago Eccles, el chacal "Ternura"<p><b><span lang="ES"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSZRJ8ZbOHwg6ds2a2aDRjS-ohiJ5Mvg19-DM7idCh3D_Gvw1ZKPmSy7WuYhJhmWCxCw7K4VGCGDoFb5vf6EEYneX8SuAA0ng4xiZI-D4U7t2W_jR0iHwLjxO_AnBwRcSuUCkHz0cNOq5u8kbux9G0RLjzDwN-Qf3Ne8UUktNSX1f0sF5XrrIJJuVcMxw/s1366/0.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="583" data-original-width="1366" height="137" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSZRJ8ZbOHwg6ds2a2aDRjS-ohiJ5Mvg19-DM7idCh3D_Gvw1ZKPmSy7WuYhJhmWCxCw7K4VGCGDoFb5vf6EEYneX8SuAA0ng4xiZI-D4U7t2W_jR0iHwLjxO_AnBwRcSuUCkHz0cNOq5u8kbux9G0RLjzDwN-Qf3Ne8UUktNSX1f0sF5XrrIJJuVcMxw/s320/0.jpg" width="320" /></a></b></div><b><br />VLAD GASSAR (Vladimir Gastón Arancibia Camacho)</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">1825, la bestia
realista está herida de muerte, se perciben sus últimos estertores agónicos.
Furiosamente embiste contra los autores de su tragedia. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">El 11 de marzo de
1825, después de organizar las primeras tareas que requerirá el nuevo Estado,
Antonio José de Sucre sale presuroso de La Paz rumbo a Oruro, lugar definido
por Decreto del 9 de febrero de 1825, para que sesione la Asamblea de Diputados
de los Pueblos del Alto Perú que decidirá el destino de estas tierras. (1).<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Pero, el camino de la emancipación aún no
está libre; el destino le depara todavía sorpresas, algunas nada gratas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">En la playa
orureña de Curupaya, cerca de medio día deambula un tipo imponente, alto, un
ropero; de rato en rato se arrodilla, habla con la arena, como los apaches,
rastrea algo.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">No es hombre de
estos lares, es choco, un choclo en erupción mostaza; un pelirrojo con las
mejillas llenas de pecas y la piel extremadamente rojiza, de unos 40 años, es
el escocés Santiago Eccles venido de las tierras de High Lander. No se percata
que un soldado realista lo observa desde el monte a golpe de vista<b style="mso-bidi-font-weight: normal;">. </b>(1) <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Abruptamente, las
tripas le llaman, y se acomoda detrás un gran peñón a cumplir el llamado de la
naturaleza; de pronto, siente el frío de una bayoneta calada que le acaricia el
trasero.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">- Ahora, te haré
deponer el alma – exclama una voz <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Que el enemigo lo
pille al feroz escocés en semejante posición es devastador, una afrenta, una
gran humillación.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">- Tranquilo, ¿qué
pasa, man?, ¿qué pasó, qué pachó, papachó? .¿uno ya no puede ni hacer del
cuerpo?<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Soy de los vuestros, un oficial
de artillería, llévame a tus jefes, los cuáles sin duda, te premiarán, valgo
para ti más vivo que muerto…<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">El fusil
desconcertado. Agachado, todavía con los pantalones abajo aprovecha un descuido
y se lanza a los pies del soldado, derribándolo como un muñeco, el gigantón lo
agarra como ariete y estrella su cabeza contra el pedrón.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Él sí sabe hacer evacuar el alma.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">La hoja de
servicios del “Zanahoria”, apodo del escocés, marca el 2 de noviembre de 1819
como la fecha de ingreso a la guerrilla, por su intrepidez y bravura es
ascendido a capitán de artillería por el comandante general José Manuel
Chinchilla. (2)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Como el
extranjero, hay cientos de europeos considerados mercenarios que pelean en uno
y otro bando. Santiago Eccles observó siempre una conducta errátil como una
veleta, cambia según la dirección del viento. Olfatea algo malo y endereza la
nariz. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Se levanta un día
más patriota, menos realista; al siguiente, más realista, menos patriota; un
paso a la izquierda, otro paso a la derecha, un pasito a la izquierda y termina
entregándose en cuerpo y alma al ejército español. Es ahora un capitán del
ejército del General Pedro Antonio de Olañeta con una misión especial.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">El mariscal llega
a Oruro el 16 de marzo de 1825, allí se entera que el general realista mandó a
sus agentes para borrarlo del mapa altoperuano y de la faz de la tierra.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">El General Pedro
Antonio de Olañeta ha perdido la chaveta, pelea contra el ejército libertador,
contra sus reales autoridades, contra su propio ejército, contra sí mismo,
obsesionado por plantar un reino independiente del reino de Castilla, exclusivo
para él, solito para él; se acuartela en Potosí y no acepta mando de nadie, menos
de los advenedizos colombianos.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">El plan empieza a
desarrollarse, Eccles solicita audiencia con el Prefecto de Oruro, Cnl. Ortega;
pero por extraños motivos, es a quién le confiesa el plan de Olañeta y entrega
como pruebas un polvo oscuro hecho de opio y arsénico<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>que iba a ser mezclado en el chocolate espeso
y cuatro cartas firmadas por el general realista dirigidas a algunos
distinguidísimos caballeros para financiar el pago del trabajo. (2)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Sobre el
procedimiento, “el Zanahoria” pretendía contar con el mozo que sirve a Sucre
sus alimentos encandilándole con una pepa de oro. Estupefacto, el prefecto
comunica al mariscal lo informado. (2)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Conducido ante
Sucre, muerto de vergüenza y de no saber dónde poner su rostro se presenta como
Pablo Eccles de origen suizo, ratificándose en el siniestro plan. Están en la
mira “el Zambo” (apodo de Sucre) y el general José Miguel Lanza, comandante de
la División de los Valles (integrada al ejército de Sucre)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Eccles, canta a
capella y a viva voz. Fue necesario darle una señora bofetada para callarlo,
porque si no, seguía hablando hasta la noche.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">- José María Rey
de Castro, secretario personal de Sucre, conmocionado afirma:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">- Hubiese sido un
envenenamiento masivo en mesa. Las chocolateras son todas igualitas; no se
habría podido diferenciarlas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">-<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Agentes andan por Cochabamba con el mismo
propósito ofreciendo la recompensa de 16.000 pesos al que lo ejecute - remata
Eccles.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Es extraño, pero,
la víctima como en el síndrome de Estocolmo, enternecido como una madre, le
escribe al autor intelectual del atentado una carta preñada de reflexión; como
del padre al hijo descarriado:<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>“(…) Al llegar a esta Villa me he encontrado
con una novedad. El capitán suizo Eccles ha presentado cuatro cartas de V.S.
para don Francisco Ostria, don Miguel Zeballos, don Manuel Arguedas y don
Hipólito Maldonado, todas escritas de letra de V.S. y rubricadas de su mano,
ellas contienen unas libranzas para que estos sujetos den a Ecles ciertas
cantidades de dinero para una comisión importante de que venía encargado. Eccles
ha declarado que su comisión era para asesinarme y matar al general Lanza, y ha
presentado el veneno que V. S. le dio para el efecto, que es una composición de
opio y arsénico, añadiendo que otro agente de V. S. que anda por Cochabamba
tiene la misma comisión con el premio de 16.000 pesos al que lo ejecute…Tal
crimen no cabe sino en un corazón corrompido y malvado, y hablando sinceramente
no había creído a V.S. capaz de él.” (3)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Ante la confesión
del conjurado, todos esperan que el mariscal ordene su inmediato fusilamiento;
pero, no, sucede exactamente lo contrario,<span style="mso-spacerun: yes;">
</span>magnánimo como siempre, perdona al escocés; es liberado y retribuido con
dos sueldos por su colaboración. Faltó poco para que lo besara.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">El mundo se le
vino encima al general Pedro Antonio; su brazo derecho: el general<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Carlos Medinacelli en Talima y Cotagaita se
da la vuelta y declara la independencia de Charcas y decide ir al encuentro de
Olañeta para liquidarlo; no fue un burdo motín donde supuestamente es ejecutado
por <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>un sargento español por un lío de
faldas como aparenta mostrar la historia oficial. Hubo una gran batalla; su
tropa fue destrozada<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>por 4.000 hombres.
Asimismo, nunca se supo qué hizo su sobrino, el tal Casimiro Olañeta con el
dineral que recibió para la compra de armas.<span style="mso-spacerun: yes;">
</span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">La de Tumusla es
la batalla liberadora, la única y última que liberó al Alto Perú (lo que hoy es
Bolivia) en ese momento; puesto que las de Ayacucho y Junín se libraron en territorio
del Bajo Perú. La batalla épica de Tumusla del 1 de abril 1825, en la que
murieron cientos de combatientes fue ocultada. El general mordió el polvo de la
derrota ante la gloriosa caballería de la nación Chichas. Resulta extraño que
después de tres meses de fallecido, le llegará el nombramiento de virrey,
llegaste tarde, marqués.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Enterado, Bolívar
putea por la confusa muerte de Olañeta y le pide explicaciones a Sucre sobre lo
que realmente le pasó. El libertador tenía conversaciones avanzadas puesto que
el monárquico nostálgico le había planteado negociaciones a principios de 1825
sobre el destino del Alto Perú. El “Culo de Hierro” (apodo de Bolívar) le había
prometido el título de comandante del ejército del Perú.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">El héroe de
Ayacucho, fiel a su misión en el Alto Perú, deja atrás el cobarde complot
contra su vida y prosigue su tarea de reunir a la Asamblea, que por diversas
causas no se llevó a cabo en Oruro, sino en la ciudad de La Plata (4), hoy
Sucre. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">Evadiendo las
sombras danzantes que intentan acabar con él, Sucre terminará finalmente
emboscado y asesinado en la selva de Berruecos el 4 de junio de 1830 en el
camino entre Popayán y Pasto cuando se dirigía al Ecuador. (4)<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">-Es curioso, pero
Santiago Eccles con un pasaje oscuro se subió al tren de la historia, una calle
en Sacaba, Cochabamba, y otra, en una ciudad chilena llevan su nombre.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS <o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">(1) Vargas, José
Santos (2016). Diario de un Comandante de la Guerra de la Independencia
1814-1825. 4ta Edición. Trascripción, introducción e índices de Gunnar Mendoza.
Biblioteca del Bicentenario de Bolivia; pp. 89, 491.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">(2) De Guzmán
Rocha, Raúl, Niño (2021). Maten a Sucre en Oruro. Periódico La Patria. Sección
Dominical.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>Oruro 02 mayo 2021.
Recuperado de: </span><a href="https://impresa.lapatria.bo/noticia/"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">https://impresa.lapatria.bo/noticia/</span></a><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;"> 1035 352/ maten-a-sucre-en-oruro<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">(3) De Sucre,
Antonio José (1981). De mi propia mano. Carta de Sucre (copiador). Oruro 16 de
marzo de 1825 al Señor General Don Pedro Antonio de Olañeta. p. 288. Registrado
por la Gaceta del Gobierno del Perú, número 36 de 24 de abril de 1825. Archivo
de Sucre, t. V, pp 317-318. Primera Edición. Fundación Biblioteca Ayacucho,
Banco Central de Venezuela, Serie Bicentenaria. Recuperado de: </span><span style="mso-field-code: " HYPERLINK ";"><span class="MsoHyperlink"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">https://miraflores tv.com</span></span></span><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">.ve/ebooks/de-mi-propia-mano/en_linea.Ht
ml#p=325<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">(4) Caballero M.
(1996). Las Tres Muertes del Mariscal. En Insurgencia y Revolución. Antonio
José de Sucre y la Independencia de los pueblos de América Universidad
Internacional de Andalucía. Sede Iberoamericana. La Rabida. p.129. Recuperado
de: </span><a href="https://dspace"><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">https://dspace</span></a><span lang="ES" style="mso-ansi-language: ES;">.
unia.es/ bitstream/ han dle/10334/1517/06Caballero_.pdf </span></p>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-58681963315062252142023-08-09T21:21:00.002-07:002023-08-09T21:21:21.792-07:00Tertulias de agosto<p><b><span lang="ES-MX"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDUqW7oh3oBQc48lU_JCN427TSD8MPaA-4q-QIhdGTxKlkuXpB1BOQP4JsBVJjpDqD_lfwF_VkPtB5YiNMRzYDc85Z6OPCw39bp8utGF8PcmD3qSyVedL00Kum-IcpDXsqcYi67vraowFOowFr0EBaCjXtk026ziqXeFaIpJgh5LtOsrGHM-W-pGa6it0/s1599/366061254_3488678628054171_7139235010664897279_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1599" data-original-width="1200" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDUqW7oh3oBQc48lU_JCN427TSD8MPaA-4q-QIhdGTxKlkuXpB1BOQP4JsBVJjpDqD_lfwF_VkPtB5YiNMRzYDc85Z6OPCw39bp8utGF8PcmD3qSyVedL00Kum-IcpDXsqcYi67vraowFOowFr0EBaCjXtk026ziqXeFaIpJgh5LtOsrGHM-W-pGa6it0/s320/366061254_3488678628054171_7139235010664897279_n.jpg" width="240" /></a></b></div><b><br />MAURIZIO BAGATIN</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;"><o:p> </o:p></span></i></b></p>
<p class="MsoNormal"><b><span lang="ES-MX">Estremecedor silencio. Silencio gigante.
Imperceptible silencio. Silencio infinito</span></b></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">“No
despiertes al perro que duerme”, me decía mi hermana, “bien sabe él porqué
descansa a estas horas”. Canícula de agosto bajo la higuera, se hablaba en este
mes dedicado al emperador Augusto. Virgilio lo sabía, y fue recordando los
campos de su pueblo natal, escribiendo el gran poema que leeríamos bajo aquel
árbol en agosto. Dejamos dormir al perro, la frescura después del crepúsculo no
tenía precio. El silencio detrás de los setos, el gajo de sandía roja como la
sangre en las manos sudadas, la mirada firme hacia las luciérnagas. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Entropía<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Pensamos en
las grandes civilizaciones con demasiado romanticismo. ¿Qué habrán pensado los
habitantes de la isla de Pascua mientras talaban el último árbol presente en la
isla? Hay errores humanos que la historia solo ahora va recordando. Nuestras
huellas que van encadenadas a otras huellas, al infinito. Borges decía que la
memoria modifica el pasado. También el recuerdo necesita ser tamizado, pensar
en el olvido de los dioses y en la falibilidad de la Historia.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">La biología de la democracia<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Escribió
Stefano Massimi que en la biología de la democracia, deberíamos recordarlo
siempre, llevamos dentro la anti socialidad, el culto al líder, el
totalitarismo. Vivimos en el tercer milenio y vemos morir a Masha Amini de 22
años porque no lleva el velo correctamente, vemos a cien años de distancia
gente que inunda una plaza italiana con el brazo extendido como durante la
Marcha sobre Roma. Propio como con el Herpes Zoster. ¿Qué tal? Civilización o
Barbarie dijo alguien, ¿no?<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Oriana Fallaci<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">“La verdad
no está a la derecha o a la izquierda, no está al centro, la verdad está en el
futuro”. Lapidaria la escritora italiana. Unas sus palabras, mal dichas o mal
interpretadas, y así mutilaron casi toda su obra. <i style="mso-bidi-font-style: normal;">No hay hechos sino interpretaciones</i>, dijo Nietzsche.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Diógenes<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Hoy
necesitamos una deconstrucción derridiana, filosófica e histórica. Una
deconstrucción que vaya al texto, que destruya la memoria, y con la aporía vaya
abriéndose a varios significados. Creer en el fantasma de un evento
“imprevisible”.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Concursos literarios<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Quien
escribe es así, la otra cara del que vive. Observa y siembra, destila y cocina.
Jorge Zabala fue visionario también en esto, reconoció antes que muchos otros
que “El clima estético de Bolivia sigue confuso. Ya no hay arte, sólo hay
premios”. El mosquito en la noche siempre va a la oreja, “la vida es la farsa
que todos tenemos que recitar”.<span style="mso-spacerun: yes;"> </span><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">…solitario y final<o:p></o:p></span></b></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">“Pasé mucho
tiempo mirando los árboles verdes. / La paz invadió mi mente.”, es el íncipit
de una bella poesía de Danil Jarms, escritor ruso del absurdo. El absurdo que
tanto estamos viviendo hoy, y que en la época en la cual vivió él, era
perseguido. Castigando la contemplación, el tiempo biológico, la pereza y la
poesía. Seguir el imperceptible movimiento de una araña, antes de modificar el
pasado por la inconsciencia del presente.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">Agosto 2023<o:p></o:p></span></i></b></p><p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;">_____</span></i></b></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-MX">Imagen: Jamillo</span></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-MX" style="mso-ansi-language: ES-MX;"><o:p> </o:p></span></i></b></p>
<p class="MsoNormal"><o:p> </o:p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-61874216563781383452023-08-09T21:01:00.001-07:002023-08-09T21:01:22.248-07:00Clamando por salir<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirCnpUAjMcSKNGiw9sqxqiKlHZODUazRFEF1AAtu6-qbnY9U1tu5GIx8FEhz-F0ZcHKrDFaM1yBobr-B8gLF3MqVRci5gOD0E5TJGYymIHpR0StWS0zOgD2pjLa8vi7tlqvutU1DKsvMM-hMFYmf3CcItruN_xHBJYNtSUxForLyo8b3wCyxK_ZUoG-tY/s280/D78067C5-9F2A-4EAB-A25E-4445CCE1F42E.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="280" data-original-width="280" height="280" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirCnpUAjMcSKNGiw9sqxqiKlHZODUazRFEF1AAtu6-qbnY9U1tu5GIx8FEhz-F0ZcHKrDFaM1yBobr-B8gLF3MqVRci5gOD0E5TJGYymIHpR0StWS0zOgD2pjLa8vi7tlqvutU1DKsvMM-hMFYmf3CcItruN_xHBJYNtSUxForLyo8b3wCyxK_ZUoG-tY/s1600/D78067C5-9F2A-4EAB-A25E-4445CCE1F42E.jpg" width="280" /></a></b></div><b><br />DANIEL MOCHER</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Desear
volver al bosque junto al Irimia de Panait Istrati, que fue recluido en el
palacio del arconte Samurakis bajo la férrea vigilancia de su guardia albanesa,
escapar o morir en el intento. Ser como el tigre de William Blake, <i>brillo
ardiente en las selvas de la noche</i>. ¿Dónde la alfombra mágica de Tangu? ¿Y
las ficciones de Borges? ¿Dónde, Gilgamesh, la planta espinosa que devuelve la
juventud? La dejaste un momento descuidada para darte un baño y al regresar a
por ella había desaparecido. En su lugar, la vieja piel de una serpiente,
vestigios de un vigor extinguido. Como escribió Gil de Biedma, <i>la luz
usada deja polvo de mariposa entre los dedos</i>, y deleitarse en cada mota de
ese polvo irrepetible, agradecidos, también con añoranza, eso es hacer memoria.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Entre
libros voy, trazando caminos que no sé hacia dónde me llevan pero diría que soy
un poco más feliz o menos triste, que no es lo mismo, que me sostengo también
por esas lecturas que me leen y me completan, balsámicas, cabalísticas,
providenciales. Abrirse a toda la realidad, sin reservas, no es vivir en una
realidad paralela ni en un otero ingrato. <i>Break on through to the other
side</i>. Regalarse al universo mundo es otra forma más profunda de
ensimismarse en una intimidad sin límites, en carne viva. Como Píndaro, <i>agotar
el campo de lo posible</i>, que es infinito, vertiginoso, insondable.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Los agostos
laborables son un dedo artrósico, punzada sarmentosa, hurgando en la herida
primordial. Hay mañanas veraniegas que parecen desiertos y nosotros eremitas,
místicos derviches, ancianos metafísicos, sabios presocráticos de arrabal. No
hay Virgilio que nos acompañe en este descenso amargo e imprevisible, habrá
caída y aprendizaje, los bares y las tiendas que frecuentábamos están cerrados
por vacaciones, los amigos brillan y duelen por su ausencia, en la radio suenan
Aerosmith, Credence y los Dire Straits, algo es algo para un lunes acre lleno
de aristas filosas untadas con curare. He almorzado solo y estaba en compañía,
encaramé la mirada entre los árboles urbanos buscando la danza galante de las
tórtolas o el porte franciscano de algún gorrión enamorado, hoy he vuelto a
fijarme en los ciruelos rojos, en la luz que achicaba sombras sin descanso,
quería morder tus labios de nuevo, miré a mis hijos con amor, sigo deseando ser
mejor y más bueno, frágil, humano, más pequeño, hago piruetas por mantenerme en
pie.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Marcel
Schwob y Henry Miller aumentan la lista de lecturas pendientes, todavía no
hemos sido borrados ni derrotados definitiva e irrevocablemente, no encarguéis
réplicas de La Victoria de Samotracia, cancelad el banquete, que no suene ahora
un chelo fúnebre, que Bach guarde silencio, cerrad el cielo y el infierno,
traigan un ron pirata, canten con alegría, relájense, dejémonos llevar por este
armónico fragor de vida, no hemos muerto aún, todavía podremos bañarnos en el
río Ñuble a su paso por San Fabián de Alico, ir a Georgia, a Crimea, a los
fiordos noruegos, pasar por Jerusalén y después a Samarcanda, todavía tengo
ilusiones, dejaré mil cosas por hacer, casi por hacer, vidas imaginarias
levantándose entre cenizas, vibrando en el instante, rizando el rizo, rozando
lo increíble, tengo un niño dentro clamando por salir, hay esperanza.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Imagen: Georgia.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De LOS
PROPIOS PASOS, blog del autor, 08/2023<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-24163100898173495152023-07-23T09:12:00.002-07:002023-07-23T09:12:38.938-07:00Cesare Pavese Y Fernanda Pivano, nuestra literatura norteamericana<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxjEAwVfDYKEBuIGc8G8cimFa12Uc-B1FoB7HPwOuRpW4B0QtbWJGh4hNXbKLajhOHjHTBaUHXdYzaT3-NrIzwXhw6P42rdfWnW8Ky2y3AZnI0lg7S4jheYLQFOkQOWKPN5pIFJk_IotZGJLxa77xr6QvPkG5G193oQBNfy_dFCkRkwD-IH7_e6-C6D-o/s299/362650364_3478025832452784_5472391159015685415_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="299" data-original-width="190" height="299" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxjEAwVfDYKEBuIGc8G8cimFa12Uc-B1FoB7HPwOuRpW4B0QtbWJGh4hNXbKLajhOHjHTBaUHXdYzaT3-NrIzwXhw6P42rdfWnW8Ky2y3AZnI0lg7S4jheYLQFOkQOWKPN5pIFJk_IotZGJLxa77xr6QvPkG5G193oQBNfy_dFCkRkwD-IH7_e6-C6D-o/s1600/362650364_3478025832452784_5472391159015685415_n.jpg" width="190" /></a></b></div><b><br />MAURIZIO BAGATIN</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">Moby Dick
nada por mares nuestros, de una colina de Spoon River vemos todos los
cementerios de las ambiciones humanas fallidas. Sin Cesare Pavese y Fernanda
Pivano en Italia seríamos más pobres literariamente.</p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La Italia
fascista no quería saber que se escribiera en contra de la guerra, en contra
del capitalismo y que se hablara de paz. Fernanda Pivano lo hizo y lo pagó con
la cárcel. Se enamoró Cesare Pavese de la literatura norteamericana como del
salir de una luna nueva, de una necesidad de oxígeno, de un nuevo camino que
desvincule Italia del encerrado drama que estaba viviendo. Ambos fueron una luz
adentro del túnel de aquellos años.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Escribía
Cesare Pavese que: “Estos americanos han inventado una nueva manera de beber.
Hablo, se entiende, de una manera literaria”. William Faulkner nos invita al
salón, ahí beben John Steinbeck y Ernst Hemingway, viajan, deambulan, se
pierden, regresan y vuelven a beber, Erskine Caldwell y Charles Bukowski entran
y salen. No hay pausas para esta literatura irrequieta, depresiones y guerras
acompañan leyes secas y bombardeos, América es la única que puede narrar todas
las contradicciones, disfrazar las derrotas del ser e inventarse nuevos mundos,
el rock and roll y la bomba atómica. Las grandes narraciones rusas cruzan el
océano, ahora son las metrópolis a incendiar las páginas y a los viejos y
nuevos mitos. Llegarán Don DeLillo y Russell Banks, Joyce Carol Oates y Toni
Morrison. Norteamérica es profunda y su poesía más aun, Walt Whitman su
profeta. Norteamérica es violenta y su letra más aun, Corman McCarthy su
grabador. Norteamérica es profética, Bob Dylan su juglar.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Nos
persiguen a veces el cuervo de Allan Poe, los pasos de una Manhattan Transfer
bulliciosa, el aullido de Allen Ginsberg. La beat generation que sigue
lapidaria sobre los sueños de las últimas generaciones, sin olvidar las
generaciones pérdidas de Gertrude Stein y el estallido de Jame Dean en Cholame.
</span>Norteamérica son sus sueños y su cruel realidad.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Escuchaba,
sentado bajo el nogal, las letras de las canciones del poeta Fabrizio De André,
Spoon River se volvía el rio de mi pueblo, eran poesías tan nuestras y sin
embargo su gen estaba por todas partes, en Norteamérica como en la Italia de
entonces, en la de siempre. Me acompañaron el trueno de Foster Wallace y la
desaparición de Thomas Pynchon, la soledad de Paul Auster y la insuperable
poesía de Emily Dickinson. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La
literatura norteamericana sigo conservándola como la palabra que Henry Miller
llevó hasta las calles de una Paris que todos extrañamos, el cuchillo de la
trompeta de Miles Davis en sus calles. Es el silencio de sus pueblos nativos,
una copa de Jack Daniels y el blues. El coraje de un hombre y de una mujer en
ofrecernos, en medio del negro fascismo, voces afuera del rebaño. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">22 de julio
2023<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Imagen:
Sello postal dedicado a Edgar Lee Masters </span></p>Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-25759589849870612262023-07-20T11:21:00.000-07:002023-07-20T11:21:13.174-07:00Balzac<p><b></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXoxHZTTj2AXWCkXiZjAhP3ZPcD2S2YITtqKNELWRVNaKFzYMveh4ns6b4AkNYnEUiEdB4nMDxtRGcDKPVwbjRAGISUA0Txv4kvE73o-ar7VQvClDXeFwIdTw8kTRMOH6OLgDK16Q0TOvC3s0E-EdGfZMhEWUc9CXO3r6CW3vw7DTfo9VWKPFpP8AglVQ/s701/357453317_1740188603079776_508520477510463143_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="701" data-original-width="526" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXoxHZTTj2AXWCkXiZjAhP3ZPcD2S2YITtqKNELWRVNaKFzYMveh4ns6b4AkNYnEUiEdB4nMDxtRGcDKPVwbjRAGISUA0Txv4kvE73o-ar7VQvClDXeFwIdTw8kTRMOH6OLgDK16Q0TOvC3s0E-EdGfZMhEWUc9CXO3r6CW3vw7DTfo9VWKPFpP8AglVQ/s320/357453317_1740188603079776_508520477510463143_n.jpg" width="240" /></a></b></div><b><br />DIEGO MEDRANO</b><p></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Cuántos,
cuántos ojos legañosos, pequeños, recién amanecidos, húmedos, leyeron o
enfrentaron, la boca llena de aire y los pulmones vacíos, los dedos codiciosos,
el tacto en la vista y la verga tiesa, las mil páginas que dedicó Maurois a
Balzac. Cuántos. Recuerdo a Leopoldo María Panero custodiando este tocho, junto
al Contra Sainte-Beuve de Proust que publicaba Tusquets por esos años, en una
mochila de colgar con cuerdas, casi trapo, hoy tan presente por todas las
espaldas. No hay verano sin tocho ni desafío o reto largo. Cuántos, cuántos
valientes entran en el menudeo del enorme escritor, a mordiscos, a sorbos, los
dientes serios y la lengua loca. Balzac es toda Francia, junto con Victor Hugo,
el monstruo total, una prosa empujada por el juego, las tres jarras de café
negro, el insomnio, la comida a lo bestia, el sudor frío, la prosa sin
descanso, las ganas de dinero sin descanso, el beber sin descanso, follar sin
tregua, alcohol a morro y sin parar en vasos. Flaubert quedó en un señor
tranquilo que pesca junto al río. Su furia y psicosis es la de Dostoievsky. La
bella locura, una locura hermosa. "Merezco este infierno", decía
mientras reía por el diente que le faltaba, la risa con agujero negro y pátina.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Del muro de
Facebook del autor, 07/2023<o:p></o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-1110521141653036732023-07-17T11:40:00.000-07:002023-07-17T11:40:07.914-07:00Suvenires reunidos<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhC0u9NgbgsaXLiwktcj1mzxvijiQ87-0suP9oHODQDl4glmZF7qzYYO4jbe0kmww4VQCH6Vy_AAP2YgRcApy5osKNEqDYEx-rRL2k4RMHiy2UiiL71PNj1m3G974QCK5814RXX2aamjzBQ5OOT4OY2nSVwBxhReyHV_nPa8NQRzz8rQ4CaCgm7Q-uMBQ8/s320/55742A99-6B3C-4B28-84B0-130857DB0061.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="320" data-original-width="240" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhC0u9NgbgsaXLiwktcj1mzxvijiQ87-0suP9oHODQDl4glmZF7qzYYO4jbe0kmww4VQCH6Vy_AAP2YgRcApy5osKNEqDYEx-rRL2k4RMHiy2UiiL71PNj1m3G974QCK5814RXX2aamjzBQ5OOT4OY2nSVwBxhReyHV_nPa8NQRzz8rQ4CaCgm7Q-uMBQ8/s1600/55742A99-6B3C-4B28-84B0-130857DB0061.jpg" width="240" /></a></b></div><b><br />DANIEL MOCHER</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Elena, la
hermana de Sergei, acaba de llegar a Valencia desde Járkov. Hace un año que no
están juntos, ha venido para despejarse un poco, estar con los suyos y alejarse
del epicentro del horror. Su marido no puede salir de Ucrania, volverá con él
en uno o dos meses. Desde el aeropuerto, antes de llegar a la casa de Ira y
Sergei ha querido pasar por la nuestra para saludarnos y entregarnos unos
regalos como agradecimiento por haber acogido a su familia que, le decimos, ya
es nuestra familia. Nalyvka de cerezas, limoncello casero, las dos botellas
pintadas y decoradas por ella con arte y cuidado. Dos preciosos iconos
ortodoxos, san Marcos y santa Claudia, y un cuadro con una estampa veneciana
pintada por su padre que murió repentinamente hace un par de años. Unas pastas
de té, para Elena unos guantes de lana de oveja y para mí una botella de
Gentleman Jack. No sabe qué hacerse para corresponder lo que no es necesario ni
nombrar. Hemos recibido con creces lo que un día dimos. El mejor regalo es
verla aquí, su mirada limpia y su sonrisa alegre pese a lo vivido y aunque sepa
o intuya lo que le puede esperar después de esta plácida estancia en Valencia.
Militancia del júbilo a pesar de tanto canalla malicioso en el poder. Vivir con
plena intensidad, a todo corazón, el presente luminoso sin lamentos inútiles
por lo que hemos perdido o se nos ha arrebatado. Difícil. Admirable.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Mi hijo
Iván también ha regresado del viaje que ha hecho con su madre para estar casi
un mes con su familia japonesa. Okayama, Kurashiki. La cercana Hiroshima y
Miyajima, la isla santuario. Ha traído palillos para todos, algo de té y un
aguardiente de boniato, imoshochu, que a mí me encantaba, en especial uno de
Miyazaki que se llama Kurokirishima, la isla de la niebla oscura, o algo así.
Idas y venidas. Partidas, vacaciones, regresos y reencuentros. Yo estoy en
época de crianza, de escasas travesías, de viajes inmóviles a lo Mac Orlan,
alrededor de mi cuarto y mi jardín, trayectos recurrentes por los viajes ya
hechos y por los imaginados. Paladear el humo, la ensoñación y esa punzada
agridulce en el cielo de la boca que nunca sabemos de dónde viene.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Cerca de mi
trabajo encontré, en una librería de segunda mano, Kyra Kyralina y El tío
Anghel de Panait Istrati. Se lo comento a Claudio Ferrufino que celebra el
hallazgo y me recuerda la importancia de leer también a Iliá Ehrenburg. Pido su
Julio Jurenito de inmediato, llegará mañana, engrosando la larga lista de
lecturas pendientes. Otro camino que se abre hacia lo imprevisible.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El sábado
laboral termina a mediodía. Mañana tranquila, con el calor que hace casi no han
venido pacientes. Estarán en la playa o en sus casas con el aire acondicionado
a tope o amorrados a sus ventiladores y abanicos intentando sobrevivir. Cada
uno alivia como puede la calina, el bochorno, el cambio climático, la soledad.
Rosa, mi compañera de guardia, planea un viaje familiar a Asturias, Javi y
Belen están ansiosos por bajar la persiana del bar y enfilar hacia el cabo de
Gata. Todos buscamos siempre un lugar donde ser distintos y no podamos
reconocernos. Ya en casa veo un interesante documental sobre las andanzas por
el altiplano boliviano de los ladrones Butch Cassidy y Sundance Kid. Inevitable
su final de plomo y sangre en San Vicente tras su rastro de robos por las
mineras Oruro y Potosí, y su huida por el salar de Uyuni hacia el sur.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Antes de
las siete de la tarde es imposible salir de casa. Refrescamos hasta el alma en
la piscina, los niños juegan con pistolas de agua cerca de mi Glenfarclas on
the rocks. Elena planea un fin de semana en un hotel de esos temáticos que te
ofrecen todo lo necesario para no salir de sus instalaciones, alejarse unos
días de la rutina y que te lo hagan todo. Me pongo a bucear agradeciendo el
instante, el refugio de este paréntesis, perdí pero en el fondo reencontré el
anillo dorado de la felicidad. Cada cosa que llega a mi vida es admitida sin
reservas, lo bueno, lo feo, lo malo, el bien, la verdad y la belleza. Los
viajes de los demás quedan marcados en mi pasaporte, sus lecturas dejan huella
en mis estanterías. Sé que en la superficie me esperan siempre mi familia, mis
historias, el mundo que he creado y el que acepto, Istrati en la hamaca,
Toshiro Mifune preparando un té verde para Kurosawa, suenan canciones de
Okinawa por los bosques rumanos, klezmer de Bucovina por el castillo de Himeji,
mientras Sundance y Butch recuerdan el suave sabor de la carne de llama, el
recio alcohol de los mineros, se acaba la resistencia de mis pulmones, emerjo,
rellenan mi copa de nuevo, palpan con cuidado los agujeros de bala que hay en
sus sienes polvorientas y ríen sin miramientos, alborotados, al recordar sus ya
muy antiguas muertes bolivianas.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal">En julio 16, 2023 <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal"><o:p> __</o:p></p><p class="MsoNormal"><o:p>De LOS PROPIOS PASOS, blog del autor</o:p></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535878963791003054.post-23935166165661368322023-07-12T14:11:00.001-07:002023-07-12T14:11:48.628-07:00Milan Kundera o el canto a la libertad<p><b><span lang="ES-BO"></span></b></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><b><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTbhTDWNcK1Dczrh2EgiSezdqYoT8L-W6H_nAKxr3t-qR6IV3A_5dWamMFEUeBoNHB_Slh_Tx5XUtYeO_wxg_UE4cjU5wiUyIE_EKBVFNBR50gtLcVK1jboeQFbUKtvBiz7frQfbk7FbFZwdOlmOK2CpvPe3ZBMGc9wQ6B9wdiENtYzYArW8fLqp0pacw/s859/kundera_milan3.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="859" data-original-width="640" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTbhTDWNcK1Dczrh2EgiSezdqYoT8L-W6H_nAKxr3t-qR6IV3A_5dWamMFEUeBoNHB_Slh_Tx5XUtYeO_wxg_UE4cjU5wiUyIE_EKBVFNBR50gtLcVK1jboeQFbUKtvBiz7frQfbk7FbFZwdOlmOK2CpvPe3ZBMGc9wQ6B9wdiENtYzYArW8fLqp0pacw/s320/kundera_milan3.jpg" width="238" /></a></b></div><b><br />GERMÁN GULLÓN</b><p></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El gran
escritor checo Milan Kundera nos ha dejado cuando el olvido empezaba a
arañarle los talones. Incluso su reputación apareció cuestionada en la última
década, cuando sus últimas novelas, puestas bajo la lupa por la crítica fijada
en interpretar la identidad personal, comenzaron a ser juzgadas con la estrechez
de miras de los apóstoles de la <b>cultura de la cancelación</b>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Cuando en
2014 publicó <i>La fiesta de la insignificancia </i>las miradas del
protagonista, Alain, un intelectual de edad avanzada, señas que indican una
clara semejanza con Kundera, a una joven cargadas de <b>erotismo</b>,
acompañadas de ciertos arriesgados comentarios hizo que algún recensionista se
preguntase si todavía cabía defender la validez y perduración de su obra.
Apreciaban estos comentaristas un evidente <b>antifeminismo</b>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El
barómetro crítico anuncia, pienso yo, una tormenta pasajera, porque si
ampliamos la lente estimativa comprenderemos mejor el contexto de su vida y
literatura, que dan mejor cuenta de la talla del autor. Y antes de entrar en
materia, recuerdo que Javier Marías, digo el rey Xavier del Reino de Redonda,
confirió a Kundera el título de duque de Amarcord.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Y recuerdo
también que la literatura y la filosofía producidas en el Este de Europa
durante el pasado siglo manifiestan una cercanía notable al folclore, entonces
los artistas cosechaban desde el siglo XIX fuentes temáticas de la tradición.
Aparece en los autores la preocupación por la identidad, por <b>indagar
sobre sus raíces.</b><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">El padre de
Milan Kundera (1929-2023), Ludvik, discípulo de Leo Janácek, el gran
investigador e intérprete de músicas eslavas, enseñó piano a su hijo, y le
familiarizó con una forma de sentir y sintonizar con el pulso de la vida checa.
Esta educación chocaba con la ideología oficial de los ocupantes soviéticos, y
poco a poco su carrera profesional, de profesor de literatura y de música, de
literato, le convierten en un <b>disidente político</b>, uniéndose así a
otros miembros de esa ruptura provocada por los intelectuales del Este de
Europa durante la guerra fría. La imposibilidad de ganarse la vida y de participar
en la vida cultura checa al ser expulsado por sus actividades subversivas del
Partido Comunista, le llevó a emigrar a Francia (1975), donde adquirió la
nacionalidad en 1987.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Para las
nuevas generaciones, el nombre y la obra de Kundera quizás apenas evoque
recuerdo alguno, pero en los <b>años ochenta</b> del pasado siglo,
varias de sus novelas, especialmente <i>El libro de la risa y el
olvido </i>(1979), <i>La insoportable levedad del ser</i> (1984)
y <i>La inmortalidad </i>(1988), escritas ya en su país de adopción,
alcanzaron <b>un éxito extraordinario</b>, precisamente porque planteaban
un tema de actualidad, la relación entre la identidad personal y la nacional.
La Comunidad Económica iba dando forma a lo que sería la Unión Europea, y en
España concretamente la transición planteaba retos al desarrollo
democrático. <b>Leer a Kundera te permitía ensayar tus propios dilemas</b>.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">También <b>eran
novelas del exilio, lo que naturalmente resonaba en España</b>, donde la
recuperación de los trasterrados ocupaba un lugar preferente. Estas novelas no
cayeron del cielo, venían precedidas por tres estupendas narraciones, plenas de
humor, donde se recrea ya la vida bajo el régimen comunista, tituladas <i>La
broma </i>(1967),<i> La vida está en otra parte</i> (1972)
y <i>La despedida</i> (1973).<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">La
insoportable levedad del ser </span></i><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">permanece en la memoria por muchas razones. Hay asuntos inolvidables, el
amor de Teresa por un perro. Son detalles que por momentos te sacan de la
historia central, y te recuerdan que este libro se caracteriza por mezclar la
ficción con el ensayo. El mundo representado fluye como en la vida, de lo
insignificante, que nos impacta por la carga afectiva, a lo intelectual.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Esto a la
vez le concede a las novelas de Kundera una forma particular, en la que todo se
acaba conectando. En especial, y lo que no dejará de tocar a los lectores es la
manera en que la identidad personal de los personajes se ven afectadas,
incluidas, por las fuerzas políticas que quieren forzar un conflicto para
anular la libertad personal. Hoy, la brutal <b>guerra de Ucrania</b>, la
crueldad y excesos rusos, perspectivizados por los de la Checoslovaquia de los
ochenta, nos permiten entender lo que significa esta violencia personal, que no
se contabiliza en cadáveres, sino en <b>seres anulados por el poder del
más fuerte.</b><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Leer al
Kundera novelista me parece hoy un ejercicio muy razonable y oportuno. Su libro
de ensayos <i>El arte de la novela </i>(2006), una lectura que
provoca a releer la literatura del Este europeo. Y, como la violencia humana es
un río que no cesa, me atrevo a afirmar que la fuerza expresiva de las novelas
de Kundera, la calidad literaria de sus textos, quedará con nosotros.<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">_____<o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">De EL
ESPAÑOL, 12/07/2023<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;">Imagen: </span>Milan
Kundera, photo: Gisèle Freund,IMEC/Fonds MCC, Muzeum hl. města Prahy</p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO"><o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal"><span lang="ES-BO" style="mso-ansi-language: ES-BO;"><o:p> </o:p></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0