Sunday, February 5, 2012
La intimidad como forma de violencia
Por Daniel Averanga Montiel
Tengo la necesidad de hilar fino al momento de hablar de Te odio, la (esperemos que no) última novela de Christian J. Kanahuaty, puesto que, siendo una novela corta, posee una intensidad envidiable al momento de compararla con mamotretos psicoanalíticos que sirven de novela, últimamente, en nuestro país.
LA NARRACIÓN. En Te odio me he topado con diversas cosmovisiones (algunas precisas, otras ambiguas) sobre la intimidad y, sorprendiéndome un poco más, he descubierto que no se necesita de extensas epopeyas para conseguir un profundo análisis de la vida en pareja y sus repercusiones en las formas de pensar (y actuar) de los sujetos que la componen. En este caso, la narradora de la trama, una mujer anónima que no se presenta en ningún momento —y que tampoco lo necesita por la energía con la que se expresa—, es la responsable de armar esta novela-monólogo-confesionario, en la que no se sabe en qué momento se da sentido al título, sea por su terrible y premeditada confusión de tiempos, como su propia confusión de sentimientos con respecto a Armando, su antiprotagonista (en toda la novela no es más que un fantasma avivado por la narradora para dar testimonio mudo de lo que vivió con ella).
Lectura sencilla pero no simplona, debido a la complejidad de tabús que se destruyen en unas cuantas líneas, sin apelar a la moral, sino a una descarga profunda de sinceridad por parte del autor y, por qué no decirlo, también por parte de su narradora: una mujer que ama y odia y miente y usa su cuerpo como tabla de salvación para no caer en esa depresión inextricable por la que muchos pasan y que es difícil de conceptualizar, porque no forma parte de los territorios de la razón, sino de algo más profundo, que pocos escritores varones pueden comprender.
LA INTIMIDAD VIOLENTA. En Te odio la intimidad no implica reserva o seguridad por sentirse cerca de alguien: la narradora cuenta innumerables experiencias que parecerán íntimas por antonomasia, pero que al final no lo son por ser placebos físicos que no alcanzan a llenar los vacíos afectivos y existenciales que la rodean durante todo el monólogo. La intensidad de los momentos aparentemente íntimos se concentra en la violencia con la que ella los construye, sin pararse a presenciar más de cerca las consecuencias de lo que hace: la infidelidad despejada de todo velo, no como un atentado contra la dignidad de quien la comete, sino como un recurso de ayuda para no hundirse, es sólo uno de los rasgos más violentos de Te odio, sin contar muchas más cosas ligadas a lo que la mujer desesperada en general piensa de su pareja, de cómo se construye la intimidad desde la inseguridad, sin olvidar su belleza en el instante que sucede: la intimidad violenta que gusta porque salva, la intimidad confusa pero bella que nos ayuda a debatir sobre la vida en pareja, sin esperar comprenderla en su totalidad; la intimidad amoral, fuera de los cánones más fuertes que establecen las buenas costumbres, que nos permite cuestionar muchas cosas que parecen parte de nuestra vida, y que al final son sólo pretextos para no conocernos por el miedo que tenemos a encontrar algo que no nos gusta de nosotros mismos...
UNA LITERATURA MADURA. Kanahuaty logra un punto a favor cuando perfila a una mujer como narradora, tratando de adentrarse en el intrincado mundo femenino y analizar cómo una mujer que no tiene nada que perder piensa sobre la vida, el amor, el odio, el poder y la impotencia, formando un escrito ágil, sin tapujos, sensato y a la vez incendiario, que puede tener muchas interpretaciones, sin esperar que alguna sea la correcta en general.
Te odio forma parte de la nueva literatura boliviana madura, que explora y explota la intimidad, pero que no es intimista por su carácter objetivo sobre el mundo afectivo, siempre tan ambiguo al momento de crearlo. Rodrigo Hasbún, Giovanna Rivero, Liliana Colanzi, Wilmer Urrelo y Sebastián Antezana son parte íntegra de esta nueva ola de sangre madura y literaria, y Christian Kanahuaty ya está dentro de ella, sin opción a réplica.
CONTRATAPA (POR MARTIN KOHAN): “¿Qué tiene una mujer en mente? Christian Kanahuaty no ofrece una respuesta para esa tan famosa pregunta. En cambio, parece detenerse en la propia pregunta para acecharla y para desplegarla a lo largo de las páginas de Te odio. El monólogo sin cortes de su narradora no sigue, como podría parecer, un fluir de la conciencia, más bien sigue sus remolinos. Porque lo cierto es que no progresa, ni siquiera como deriva; en todo caso, se revuelve, gira sobre sí, choca contra su propio impulso, se pierde en sus contradicciones, se hunde en los huecos que ella misma provoca. “Recordar a veces es un acto sin sentido que no lleva a nada”, declara con desazón ya casi desde un principio. Y sin embargo no deja de lanzarse al recuerdo, persuadida de que en esa nada y en ese sinsentido no hay otra cosa que su verdad”.
*Escritor alteño y no abajeño
2 La publicada por la editorial Correveidile es la segunda novela del autor cochabambino.
1982 es el año de nacimiento de Kanahuaty, autor también de la novela Invierno.
Kanahuaty logra un punto a favor cuando perfila a una mujer como narradora, tratando de adentrarse en el intrincado mundo femenino y analizar cómo una mujer que no tiene nada que perder piensa sobre la vida, el amor, el odio, el poder y la impotencia, formando un escrito ágil, sin tapujos, sensato y a la vez incendiario, que puede tener muchas interpretaciones, no una sola correcta.
Publicado en Fondo Negro (La Prensa/La Paz), 5/2/2012
Imagen: Portada de Te odio
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