Roberto Burgos Cantor
La expresión: camino tramposo, me gustó desde la infancia.
Los peregrinos que madrugaban para subir a la colina de la Popa reconocieron tres elementos que precedían al encuentro, en la cúspide, con la virgencita morena y liberal capaz de seducir al cabro loco del demonio. Ellos eran: el árbol del ahorcado, la gruta de la virgen, y los caminos tramposos. Uno que otro masón de tolerancia a rastras, acompañaba a su esposa al ascenso con troncos de caña de azúcar y respetuoso quedaba en el atrio de la capilla, mostraba un elemento más: el sendero que conducía a la quinta de Zúñiga, un librepensador de proclamas que mantuvo su flacura con la fortaleza de sus convicciones liberales.
Los caminos tramposos eran transitados por los peregrinos jóvenes y proponían atajos por fuera de la subida de asfalto con curvas empinadas, huecos y cráteres en los bordes sin aceras donde crecían los arbustos. Estas trochas informes, apenas identificadas por la herida amarilla de tierra floja en medio de los cadillos, pringamosas, higueretas y plantas silvestres, se utilizaban con la prevención de quien sabe que en un camino tramposo se retrocede y se acaba sin llegar a ninguna parte.
Con los años la expresión tramposo se restringió y significa a quien engaña, y con preferencia a los señores de garitos y vendedores de cielos para zánganos.
Esta forma de exploración y reto del mundo que acompañó a las devociones de la infancia, volvió cuando leí que los periodistas decían que un senador dijo que el Vicepresidente dijo lo que supieron. Muchos también saben que el Vicepresidente está enfermo. Oyeron que su jefe, o patrono, el Presidente, lo fue a visitar y no pudo verlo. Los pudores de la intimidad vencen la arrogancia del mando. No pudo verlo. Por orden médica. No pudo. Nodo de pu que se parece a pupú.
Y así seguían los días como en los cuentos infantiles. El personaje no se despierta. Hasta esta semana en que las señales de vida salen por alguna ventana o tubería. El primer gesto después del largo sueño del Vicepresidente es apoyar una propuesta de un líder de la oposición a su gobierno y antes rechazada por el Presidente. No sé si en este país de leyes, lo tomó a la tremenda, habrá leyes para besar con examen previo de sida, estará definido si el Vice es el segundo en jerarquía como está previsto en los Ministros.
Parece que América sigue presa por la sombra de los patriarcas y doña Bárbara. No logra avanzar con el minúsculo colectivo de dos: un Pre ( así reducen los cercanos) y un Vice. Incapacidad para avanzar en lo colectivo. En la mayoría de países un hecho normal del sistema de gobierno, los beisbolistas lo saben bien: tener a alguien en la banca por si acaso, se vuelve un conflicto más, infructuoso, sin destino.
Algo ocurre cuando insistimos en la caridad de sacar a la clase obrera de su función histórica y marearlos con la ilusión de que desde el sistema, sin sudar, cambiarán la sociedad. Se enloquecen.
La solución¿? La constitucional: Un Vice del mismo partido del Presidente y escogido por el partido. O una radical: tantos Presidentes como regiones de Colombia y nos ahorramos los gobernadores, la mitad de los ministros y tal vez el Congreso nacional.
Publicado en El Universal, Cartagena de Indias, 07/2012
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