Entrevista a Jaime Abello Banfi, director de la Fundación García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano
Natalia Páez
Cuando en 1967 a instancias de la editorial Sudamericana, la novela Cien años de soledad era publicada por primera vez en Buenos Aires, Gabriel García Márquez ya llevaba dos décadas de labor periodística. Uno de los puntos de inflexión en esa carrera tuvo lugar en 1955 cuando una tarde llegó un hombre a la redacción del periódico en el que trabajaba, El espectador, a contar su historia y los editores enviaron a Gabo a atenderlo. Era un náufrago que había logrado vivir durante diez días en alta mar tras caer de un buque de la armada colombiana. Solo, sin comida, esperando que fueran a buscarlo los aviones de rescate, vivió una feroz pesadilla. El relato tuvo fuerte repercusión por culpa de unos cargamentos de contrabando que se soltaron en la cubierta que hizo que los marinos cayeran al mar. Esta historia se publicó durante 20 entregas consecutivas. Y fue recién en 1970 que fue publicada en forma de libro con el título Relato de un náufrago, hoy considerado una obra maestra de la non fiction.
"Ya desde su primerísima crónica Gabo mostró que era un gran escritor", enfatiza el colombiano Jaime Abello Banfi, director de la escuela que el premio Nobel de Literatura creó para la formación de periodistas y la reflexión sobre la profesión, en América Latina. Sobre el periodismo, Gabo dijo en un discurso ante la Sociedad Interamericana de Prensa: "Es el mejor oficio del mundo." La Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, creada en 1994, y conocida por sus siglas FNPI, acaba de lanzar en Colombia y México el libro Gabo Periodista y busca editor para lanzarlo en la Argentina y España. Allí varios periodistas y escritores eligen la que a su entender es la mejor crónica, columna o artículo del García Márquez reportero.
Se cuenta que pasó 20 días escuchando al náufrago seis horas en cada encuentro. "Al principio García Márquez no lo creía, pero se dio cuenta de que el hombre era un buen contador de cuentos y empezó a publicar por entregas. Luego el periódico mismo le pidió que fuera alargando el relato porque el público había respondido con pasión a ese relato."
Abello Banfi de visita por unos días en Buenos Aires dialogó con Tiempo Argentino sobre el rol de la fundación que dirige y que ve mutar su misión tal como el periodismo ha mutado con los cambios políticos y tecnológicos.
–Después de 18 años de estar reflexionando en la profesión del periodismo desde la FNPI, ¿cuáles son hoy los objetivos que se traza esta institución?
–No podemos trabajar de la misma manera que cuando comenzamos porque ha habido cambios muy importantes. El impacto más relevante es cómo las audiencias se relacionan ahora con la información y los periodistas. Es una audiencia capaz de interpelarse sola y construir los procesos informativos conjuntamente con los medios y los periodistas. Unos lectores y espectadores activos, que generan contenidos, que los comentan, que hacen sus propias distribuciones por las redes. Esto sitúa a los periodistas en un escenario de diálogo e interacción que es muy distinto a la antigua idea de que se está produciendo información para un solo destinatario.
–Con Internet también cambió el negocio de los medios masivos.
–Se está reorganizando el negocio. Los más afectados son los jugadores dominantes anteriores, los históricos líderes de mercado. Por ejemplo muchos periódicos, que están ahora en transición. Ahora viene el cambio más fuerte para la televisión en la era de Internet. Estamos entrando en un campo de convergencia. La gente está siguiendo a través de sus móviles los temas que le interesan, se consumen videos desde distintos dispositivos, ya no necesariamente desde la televisión sino desde otro tipo de fuentes. La TV se va a restructurar como los otros medios. Estamos entrando a un escenario de mayor diversidad y medios. De menos comodidades, pero al mismo tiempo se está enriqueciendo el periodismo en un sentido de experiencias y posibilidades. Internet es una promesa de hacer el mejor periodismo jamás concebido. Pero esa promesa no está garantizada sin el compromiso de un esfuerzo de una dedicación de los periodistas y sin un acercamiento de los periodistas hacia la tecnología.
–¿Qué desafíos tendrá el periodismo?
–La era de Internet exige el desarrollo de nuevas habilidades de reportería. Ya no solo se reportea en la calle en la relación con las fuentes sino también en Internet. Hay un campo en el cual hay que desarrollar habilidades no sólo para detectar y jerarquizar la importancia de hechos informativos que se visibilizan a través de Internet sino también para chequear los datos y contrastarlos. La reportería en la red es tan importante como la de la calle. Son dimensiones diferentes. Cada tema impone su conveniencia de cómo hacerlo.
–¿Cómo percibe a la Argentina respecto del concepto de libertad de expresión?
–Es un país que me alegra que esté a salvo de un problema que hay en otras partes de América Latina como son las agresiones físicas a periodistas. La sociedad argentina tiene que defender su libertad de expresión. En Colombia por ejemplo recibimos amenazas anónimas de muerte contra varios periodistas. Acabamos de hacer una encuesta nacional a periodistas, en las regiones en medios más vulnerables, reconocen la autocensura. Todo lo que tiene que ver con la acción del crimen organizado. Mafias y abusos de parte de sectores de fuerzas militares, policías. Esto se da en muchas partes de América Latina. En Argentina esto no sucede. Aunque hay temas que hay que mirar con cuidado, por ejemplo la discusión sobre la publicidad oficial, que si bien no creo que deba ser equitativa, pienso que no debe ser discrecional. Es un debate que se da en todos lados. Debe contribuir a la democratización y estar en contra de la concentración. «
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De TIEMPO ARGENTINO, 18/05/2013
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