Miguel Sánchez-Ostiz
De no haber buscado en los diarios de Cioran (Cahiers 1957-1972) una cita sobre el poder reparador de la venganza, no estaría ahora mismo releyéndolo y pensando que para defender todo aquello que no entra dentro de la corrección social o política hay que tener nombre, de lo contrario tienes el abucheo y el descrédito asegurado, lo mismo por lo que se refiere a la lucidez sobre lo más inmediato. Sin contar con que esas anotaciones confiadas al diario, que para él sustituye a su mejor amigo y le libera de confidentes, lo están al mejor refugio: la posteridad le espera y en su caso la gloria literaria. De no tenerla, muchos cientos de esas entradas no pasarían de ser miserias comunes al resto de los mortales: malos humores, vanidades, accesos de orgullo, lucideces que encabronan a los eternamente positivos, furias y mezquindades, rencores, altiveces, desprecios generalizados, puestas de largo, desperaciones de cuarro perras de las que él mismo execra... contradictorio Cioran, incitador siempre, no hay exceso que no se le perdone, forman parte del papel que le atribuímos: lo desconocemos, sí, pero está ahí, en su diario, menos entre líneas de lo que parece.
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De vivirdebuenagana, blog del autor, 03/12/2013
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