Miguel Sánchez-Ostiz
Día fosco, de primavera. Son hermosos en esta ciudad en la que apenas salgo de casa. Antes, cuando sentíamos que teníamos muy desgastado el adoquín, nos íbamos a Donostiastián a pasar unas horas asomados al mar que nos falta sin remedio y a otros océanos. Ahora no. Ahora: «si pongo un pie fuera de casa y aspiro el aire profundo, me llenaré de fantasmas», leo en un magnífico artículo de Claudio Ferrufino-Coqueugniot, «La administración del oro del tiempo», que aquí enlazo. Ahora solo pienso en hacer el bulto, «con rumbo a no sé dónde». Ahora me asomo al mentidero y leo: la delegada del gobierno en Navarra ha prohibido la concentración en protesta por la exposición abusiva del regimiento América 66; al hijo de Tejero, la Audiencia nacional le ha devuelto el destino retirado por festejar el 23-F junto a su padre, el golpista Tejero, en instalaciones de la Guardia Civil; el cónsul español en Londres no da explicaciones por alojar al fulero Blesa, alto emblema de la trampa nacional, en su residencia oficial; mientras el salario mínimo no llega a los 700 euros (hay mucha gente que gana menos), cada parlamentario español en Bruselas dispone mensualmente de hasta 17.200 euros; el número dos de la candidatura del PP afirma que España crea 7.000 empleos al día, lo que supondría la creación de 5.110.000 en dos años; la causa contra un antidisturbios que golpeó a una menor y un fotógrafo en 2011 queda archivada sancionado con ello la absoluta impunidad policial; la vicepresidenta de gobierno dice: «Se ve en las calles, hay mucha más alegría que hace meses»... y mañana, y luego, más, mucho más. «Me voy, me voy, me voy, pero me quedo», digo con el poeta, porque sé que otra vida es posible a pesar de los pesares y por su causa... leo a Ferrufino y páginas luminosas de Lezama, miro los dibujos de Ana García de Pablo, los de Pedro de la Sota, escribo de la edad, escucho a Cannonball Adderley, sigo los pasos de Ciro Bayo y Segurola por las calles blancas de Sucre en 1893... no puedo vivir de luto permanente ni asomado a la tronera para disparar con pólvora de feria, me digo, porque para ellos sería la victoria definitiva. La tregua necesaria. El respiro. Vives en una época negra dominada por granujas. Te salvas como puedes.
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De vivirdebuenagana, blog del autor, 20/05/2014
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