Hugo Vera Miranda
No existe ningún lugar seguro en el planeta. Ni siquiera tu cama. Menos tu cama. La cama es el elemento más terrorífico de la humanidad, la mayoría de la gente muere en ella. Ayer cambié el colchón. ¡A la mierda el colchón! ¡Fuera! Por allí pasaron algunos poetas en tránsito por el pueblo. Amigos de toda la vida. Se los cedía por deferencia acumulativa, porque soy un buen tipo o por simple homenaje. Yo mientras tanto dormía por cualquier rincón de la casa. Incluso una noche dormí aferrado a una lámpara. Se fue el colchón y se fueron miles de historias. Un colchón lleno de polvos. Risas por doquier. Llantos en la madrugada. Gritos. Espasmos. Mujeres hablándote de sus maridos. De sus niños en el colegio. De cómo asaltar un Banco. De poner estricnina en su plato favorito. Consejos para adelgazar. Algunas decían: mañana va a llover. Mañana va a nevar. Mañana haré un pollo al champiñón. ¿Quieres escuchar a Charlie Parker? Te amaré por siempre y todas esa imbecilidades. Si mi colchón hablara me diría: eres un terrible hijo de puta. Allí dije te amo a diestra y siniestra. Soledad me dijo: debes tratar bien a mi hija. Su hija me dijo: debes tratar bien a mi madre. Allí una vez filmé una película porno. Una sola toma de una hora y cuarto. La actriz era una señorita decente y yo su partenaire. En ese colchón soñé con García Márquez. Con Sábato y con el diablo. Con aviones que se estrellaban frente a mi casa. Allí tuve mis primeras pesadillas de la infancia. Allí llegué borracho y con vómitos. Temblando de frío y con malas calificaciones. Con mujeres desconocidas que se iban antes del amanecer. ¿No recuerdas que yo también tuve sexo contigo? No respeté madres, esposas o hermanas de amigos. Yo no tuve la culpa. Fue el colchón. La cama. El elemento más terrorífico de la humanidad.
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De Inmaculada decepción, 14/09/2014
Imagen: Fernando Botero/Amantes en la cama, 2011
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