RODOLFO HENRICH
ARAUZ
Una tarde a
fines de mayo de 1966 “una mujer muy
desgreñada oliendo a ajo” llega a Naira, la primera peña folklórica de Bolivia.
“Busco al señor Favre” le dice a Pepe
Ballón, el fundador y director, quien la
recibe impresionado por su aspecto. Pero
conforme transcurre la charla, Pepe se
da cuenta que está frente a “una mujer de gran talento, de gran sensibilidad,
una artista” y casi al término de la conversación, “¿quién es usted?” le pregunta. “Violeta Parra”…, le contesta.
No se la conoce aún en Bolivia.* Violeta y Gilbert se aman apasionadamente por casi cinco años hasta que Gilbert,
cansado del carácter dominante y posesivo de Violeta, la deja, deja Chile y la Carpa de la Reina,
lo deja todo y llega a La Paz para caer seducido por tan peculiar ciudad
llena de contrastes y por la enorme riqueza y fuerza que el quenista
suizo encuentra en la música folklórica boliviana. Entonces ella lo encuentra
en Naira con la esperanza de recuperarlo y reparar las heridas que deja el amor ausente.
En la vieja
casona de la calle Sagárnaga No. 161, en el segundo patio a la izquierda, una
habitación que sirve de depósito da acceso a otra en desnivel en la que
hay un otro desnivel que sirve de cama por su forma y su tamaño. Nada más que no sea
un poco de ropa y bártulos personales caben en tan apretado ambiente. En ese
rincón y en esa cama, vive, en toda la extensión del hecho y la palabra,
Gilbert Favre el Gringo bandolero, el cofundador de la Peña Naira, el de Los
Jairas. En ese aposento se acomoda
Violeta junto a él para compartir cama,
amores y recuerdos pero pesa en el tiempo y en el ambiente la sensación de que
el viejo amor se ha vuelto arisco.
Viernes,
noche de peña. Violeta debuta. Tengo el privilegio de anunciarla, presentarla a
los amigos y parroquianos que acuden al ambiente íntimo, familiar de Naira. Soy
el presentador, algo así como un maestro de ceremonias, informal, que les cuenta quién es, de dónde viene, qué
hace, y cuánto hizo Violeta como artista y folklorista. Sencilla, humilde, casi insignificante crece,
se agiganta y su talento copa, con cada una de sus composiciones e
interpretaciones, todos los rincones del
ambiente.
Violeta,
al llegar por segunda vez a La Paz en
octubre del mismo año, siente en el fondo de su alma que el universo afectivo de Gilbert, a no ser por
encuentros fugaces de amor con otros amores sin que sean amores se ha vaciado del que ella le daba. Sabe que
ya no queda nada con que llenar las
horas del amor y de la vida, nada que no
sea la depresión y la tristeza. Presagio
de un final sin retorno.
Una mañana
como a las diez llego a la peña, voy al depósito, la puerta está abierta.
Encuentro a Violeta apoyada contra la pared a modo de espaldar en su lecho. Me
acerco a saludarla y me dice -Rudy
siéntate a los pies- . Tiene las rodillas dobladas y sostiene sobre su falda
una pieza desplegada de cartón que había servido poco antes de caja para
zapatos. Me cuenta que ha escrito en ella unos versos. Puedo ver las letras de
trazo grande escritas con lápiz. Me las lee, profundas, como si manaran desde
sus entrañas y penetren el alma y la memoria, y así lo siento desde que empieza
diciendo “Gracias a la vida que me ha dado tanto…”
*Entrecomilladas:
Lo relatado por Pepe Ballón en una entrevista.
Nota: Esta
historia es verídica pero es justo aclarar que luego de rastrear información
que corroborare lo dicho, queda la duda sobre cuándo y dónde Violeta
compuso y cantó por primera vez Gracias a la vida. Según Wikipedia,
“Gracias a la vida was written and recorded in 1964-65 following Parra's
separation with her long-time partner. It was released in Las Últimas
Composiciones (1966), the last album Parra published before committing suicide
in 1967”. (SIC).
La separación
ocurre en 1966 y si la composición hubiera sido producto de esta, la contradicción cronológica es evidente.
Según
Wikipedia en español, “En un día del año
1965, Violeta Parra interpretó Gracias a la vida en una audición privada que
hizo para Rubén Nouzeilles, gerente de EMI Odeón Chilena. La impresión que el
tema causó en el empresario hizo que éste pensara que Parra atravesaba una
crisis, de la cual había que salvarla.
Sin embargo, en 1966 Violeta Parra renunció a este contrato y firmó otro
con la empresa Corporación de Radio de Chile, representante de RCA Víctor en
esa época.¨
Violeta, en
aquella época, no era conocida en
Bolivia y su Gracias a la vida recién alcanzó
universalidad en los años setenta por su amplia difusión en las voces de
Mercedes Sosa y luego en las de Elis
Regina, Joan Baez y otros intérpretes. Además, una lectura profunda de los
versos en los que dice:
Gracias
a la vida que me ha dado tanto
Me ha
dado la marcha de mis pies cansados
Con
ellos anduve ciudades y charcos
Playas y
desiertos, montañas y llanos
Y la
casa tuya, tu calle y tu patio.
¿Qué otra
¨casa tuya¨, qué ¨otra calle¨ y qué otro ¨patio¨ pueden ser sino la casa, la
calle Sagárnaga y el patio que anduvo Violeta siguiendo las huellas de
Gilbert?
De ser así,
lo que escribió y leyó Violeta para mí podría no haber sido la versión original
sino la versión que actualmente
conocemos.
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