ANTONIO COSTA GÓMEZ
La gente
cree que Sarajevo es una ciudad musulmana, pero en esa ciudad (como en toda
Bosnia) durante siglos se mezclaron musulmanes, judíos, croatas católicos,
serbios ortodoxos, gitanos. Y en eso radica su magia, su sueño. Y ahora vuelve
a tenerla, a pesar de las guerras, de los fanatismos, de las carnicerías.
Nosotros pasábamos del barrio musulmán pintoresco con limonadas a barrios
croatas donde se tomaban cervezas enormes, a barrios serbios al otro lado del
río, a sinagogas judías impresionantes. A ambos lados del río, lleno de
puentes, entre las montañas, la ciudad continúa su sueño a pesar de todo.
En Sarajevo
vivió unos años Ivo Andric, el escritor yugoslavo que siempre se consideró
yugoslavo. Allí situó su novela “La señorita”, sobre una burguesa miedosa que
nunca sale de casa, y un día, en su paranoia, le parece que alguien ha entrado,
y se muere de un ataque al corazón. Andric destacó por sus grandes novelas en
que habla de Yugoslavia, de puentes, de conexiones, El puente sobre el
Drina, Crónica de Travnik… Pero empezó escribiendo poesía,
en Ex Ponto, escrito en la cárcel, se sentía como Ovidio
desterrado en un confín solitario del imperio.
Y escribió
poemas tan bellos como «Lo que sueño y lo que me pasa” donde sale de la ciudad
para encontrar el sueño primigenio:
Más allá de
los suburbios, muy lejos, al final del bosque,
en lo que
da miedo rodeando la ciudad
tú me das
sentido y olvido
y este
milagro nunca será revelado
pero
siempre crecerá en mí
hasta que
tú no lo lleves
como las
alas más poderosas.
O se
entusiasma con los puentes, aquellos puentes de Yugoslavia, antes de que cada
cultura se encerrara en sí misma:
No
destruyas todos los puentes, podrías volver.
Cuando no
hay puentes es inútil entender, es inútil querer.
Deja al
menos un puente entre mi corazón y yo.
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De
CULTURAMAS, 01/07/2020
Fotografía: Consuelo De Arco
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