Saturday, November 11, 2023

'Diario de Corea': la gran fiesta erótica literaria de Pablo Cerezal


JESÚS FERNÁNDEZ ÚBEDA

 

Una de las grandes virtudes que, como escritor, tiene Pablo Cerezal (Madrid, 1972) es su desparrame literario, su tremenda –y acertada– capacidad de desbordar géneros. Su última obra, Diario de Corea (Versátiles Editorial), es buena prueba de ello. ¿Es un dietario, una novela lírica, un poemario encubierto? Sí pero no, no pero sí, a saber. Y en ese "a saber", en esa anarquía ordenada y excesiva, se manifiesta el embrujo de su prosa.

El argumento de Diario de Corea es simple: un tipo narra su enamoramiento, sus fantasías eróticas y sus polvos salvajes con una chica que "no es coreana, ni del sur ni, por supuesto, del norte. Ni siquiera es asiática". El qué no da para muchoy da igual, porque el cómo es fabuloso. Cerezal, dándole la vuelta al efecto Magdalena de Proust, empieza a narrar sus andanzas con su amante cuando se le cae un diente de leche que aún permanecía anclado en su dentadura. "Ahora que lo miro –escribe–, comprendo que ya estoy más cerca del cementerio que del paritorio, y que lo que me queda por vivir ya es un morir lento y despacioso".

El autor escribe bajo la influencia o, cuando menos, tiene dejes de Francisco Umbral y de Henry Miller. Aléjense del libro quienes pretendan encontrarse con un primo pobre de Cincuenta sombras de Grey. En Diario de Corea hay mucho sexo, pero mucho sexo bien contado, con elegancia, finura y, por supuesto, sin beatería. Cerezal ejecuta un lirismo exuberante, salpicado de sentencias que pasarían por versos –"Siempre es primavera en ti, amor, aunque suene a propaganda de grandes almacenes"–, pero sabe detenerse en el momento justo para no caer en el manierismo.

Además, bien a través de sus ojos, o de los "ojos adultos" de Corea, "mujer de mirada niña que ha perdido sus pupilas entre cambalaches y cachivaches", Cerezal traza la geografía de un Madrid que "se pretende moderno ignorando que lo moderno solo es saber poner al día lo antiguo", o en el que, en sus vagones, "hace turismo sin saldo un rebaño proletario de pupilas con pantalla táctil que rehúyen el contacto"; en la segunda parte de la obra, el autor pasea al lector por las bibliotecas borgianas o las plantaciones de té de Corea del Sur. Si ha estado o no allí, da igual.

Así, en Diario de Corea, Pablo Cerezal ofrece un chupito de aguardiente literario, puro e independiente, y concentrado, quemante y placentero, en el que sigue manifestando, sin quererlo o, al menos, sin ínfulas, su apuesta temeraria por la despiadada y agradecida explotación, en el mejor de los sentidos, de la lengua maravillosa que se margina y/o maltrata en Canet de Mar o en el Premio Espasa de Poesía.

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De LIBERTAD DIGITAL, 24/12/2021

2 comments:

  1. Arábica y Madrid-Cochabamba son también muy recomendables. Pablo Cerezal es un escritor a tener muy en cuenta, la verdad.

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