Friday, December 3, 2010
El paso a la puerta de los 100 años de León Tolstói
Este año se conmemora el centenario del fallecimiento de León Tolstói, uno de los escritores más célebres de la literatura universal. Mientras el mundo editorial y cinematográfico le rinden tributos, en Bolivia, Brújula convocó a sus lectores para que hagan una valoración de su obra
Tolstói llevó el realismo a su máxima magnificencia
Juan Pablo Rodríguez C.
“Uno de los errores más grandes cuando se juzga a un hombre consiste en denominarlo, en definirlo como inteligente, tonto, bueno, malo, fuerte, débil, cuando el hombre es todo”, decía en 1898, el conde ruso León Tolstói (1828 – 1910). Para no deshonrar esta máxima suya, diremos de él que es uno de los escritores más célebres de todos los tiempos. El patriarca de las letras rusas, era un ser enigmático y una especie de leyenda viviente, pues fue un inspirador de doctrinas que cambiaron el mundo, como las iniciadas por Martin Luther King y Gandhi; con este último intercambió correspondencia estimulándolo a la resistencia no violenta para la liberación del pueblo hindú. Se hizo vegetariano y aunque era propietario de una gran estancia, vestía con indumentaria campesina, e intentó renunciar a sus propiedades a favor del pueblo ruso. La Iglesia ortodoxa lo excomulgó por las ideas libertarias cristianas que publicó en El reino de Dios está en vosotros. Fue lector de Henry David Thoreau, autor de La desobediencia civil e inspirador de un amplio grupo de fieles, que bautizaron su ideario como la religión tolstoiana. Pero, por sobre todo, Lev Nikoláyevich Tolstói, fue el autor de Anna Karénina (1867) y La guerra y la paz (1869). El escritor cochabambino Eduardo Scott Moreno, dos veces ganador del Premio Nacional de Novela (2004 y 2009), confesó que leyó Anna Karénina a los 11 años de edad y más tarde La guerra y la paz. “En ambas me impresionó la gran construcción temática, la intensidad psicológica de los personajes, la prosa pausada y no dada al efecto inmediato que tanto se usa ahora, sino a la descripción del mundo”, comentó el autor de La doncella del Barón Cementerio y He de morir de cosas así. Otro autor cochabambino, Claudio Ferrufino-Coqueugniot, ganador del prestigioso premio internacional Casa de las Américas por su novela El exilio voluntario (2009), recordó que a sus 17 años había leído casi todo lo que existía traducido al español de Tolstói, desde Los cosacos (1863) hasta Resurrección (1899). “Autor imposible de repetirse, hábil en el macrocosmos histórico, sutil y emotivo en las relaciones humanas”, lo definió. “Tolstói se ufanaba ante Gorky que con La guerra y la paz había escrito otra Ilíada”, añadió Ferrufino-Coqueugniot. El poeta cruceño Gustavo Cárdenas afirmó que cuando los textos literarios son una obra de arte se convierten en inmortales. “Es el caso de los libros del interminable León Tolstói. A no ser por los avezados periodistas, quizás no se recordaría que murió, porque en muchos lugares del mundo su obra está viva y goza de buena salud”, dijo Cárdenas. Mario Vargas Llosa, el reluciente Premio Nobel de Literatura 2010, afirmó en su artículo Tolstói: la querencia del maestro (publicado en julio en El País, de España), que leyó La guerra y la paz en tres idiomas (en francés, inglés y en español), y cada vez sintió ese malestar impregnado de maravillamiento y envidia que produce una obra de arte que parece haber roto los límites. “Fue más allá de lo posible al común de los mortales, al recrear un mundo tan diverso y vertiginoso como el real, pero mucho más nítido, coherente, comprensible y perfecto, con sus casi 600 personajes tan bien diferenciados, sus epopeyas y sus miserias, su aptitud para elevarse sobre sus limitaciones y defectos y alcanzar el heroísmo, la sabiduría y la santidad, o hundirse en la vileza, en la mediocridad del montón y llegar ya siendo nadie a la nada. En ninguno de sus ensayos describió mejor Tolstói la condición humana, lo que somos y lo que no somos, que en esta novela, que emprendió sin pretensiones filosóficas, sociológicas ni religiosas, en la que, como escribió en el epílogo del libro, se propuso sólo contar una historia militar. La guerra y la paz también es eso, desde luego, una crónica de la resistencia del pueblo ruso a la invasión de las tropas napoleónicas, que se lee con la atención absorbente que merece una buena novela de aventuras”, apuntó el Nobel peruano. Para Vargas Llosa hay tantas cosas de que hablar de Tolstói, que “cualquier definición resulta pobre comparada con esa miríada de experiencias y situaciones que hay en ella: lo militar, lo religioso, lo político, lo artístico, el amor, el odio, la generosidad, la amistad, los demonios de la irracionalidad y los instintos más oscuros, el candor, la pureza, la soledad. El calificativo que más le conviene es: total”, argumentó. Tolstói llevó el género realista a su máxima magnificencia, junto a autores como Dickens, Flaubert, Melville o Galdós. Vladímir Nabokov dijo de Anna Karénina, que es la mejor novela de amor de todos los tiempos, y cuando Dostoievski terminó la lectura de la novela se echó a la calle proclamando a gritos que Tolstói era ‘Dios’. “Hace un par de años repetí la lectura de Ana Karénina y mi sentimiento fue el mismo. ¡Qué obra!”, dijo Eduardo Scott Moreno. Y es que al leer sobre las vidas de los protagonistas de Anna Karénina se produce un intenso fenómeno de reconocimiento: todos hemos pasado por las situaciones que describe la novela. “Ana Karénina, de cierta manera, es la obra en que se explora el alma humana, hasta las más abismales profundidades. En una estación de tren, Karénina se enamora del conde Wronsky y la pasión y la locura van construyendo esta magnífica novela”, detalló Cárdenas. Después de finalizar su novela, Tolstói sufrió una crisis espiritual y una profunda depresión, fue atormentado por la discusión sobre la herencia de los derechos de autor de su obra, entre su esposa, Sofía, con quien compartió 48 años y engendró 13 hijos, y su discípulo Vladimir Chertov, incluso hasta se dice que su mujer sentía celos por la relación del escritor con Chertov. “La felicidad no depende de acontecimientos externos, sino de cómo los consideremos”, escribió casi al final de sus días, meses antes de fugarse agonizando de neumonía y fallecer el 20 de noviembre, según el calendario occidental, en la estación ferroviaria de Astápovo. Aunque quizás no esté muerto, sino en otra estación, pues como decía: “La muerte es sólo una puerta, entramos por un lado y salimos por el otro”.
Reeditan sus obras en español Después de muchos años de censura y coincidiendo con el centenario de la muerte de Tolstói, El reino de Dios está en vosotros ha sido traducido al español por Joaquín Fernández-Valdés Roig y publicado por la Editorial Kairós (España). Además, esta fecha generó que varios títulos aparezcan alrededor de su nombre, como Sophia Tolstói, una biografía de la esposa de León elaborada por Alexandra Popoff. Otro libro comentado ha sido la edición del diario de Tatiana Tolstói, bajo el nombre de Sobre mi padre, que fue publicado por la editorial española Norte Sur. Los propios diarios del autor de La muerte de Iván Ilich (1886) son una apetecida obsesión por parte de sus seguidores, y este año, una de las más reconocidas traductoras de la literatura rusa al español, Selma Ancira, editó Diarios (1847 - 1894), una obra que recopila el material que Tolstói anotaba disciplinadamente en sus diarios. En las librerías de Santa Cruz se pueden encontrar títulos como La Muerte de Iván Ilich (Bs 58), Anna Karénina (Bs 160), Cuentos populares (Bs 56) y La guerra y la paz (Bs 304).
Su vida llega al cine Se estima que hay más de 30 adaptaciones al cine de novelas y cuentos de Tolstói; sin embargo, las más destacadas son Anna Karénina, dirigida por Clarence Brown, en 1935, además de la versión que preparó la cadena inglesa BBC con Sean Connery y Claire Bloom, como protagonistas, en 1961. También sobresale la miniserie de la misma productora: La guerra y la paz, con Anthony Hopkins, en 1972. En 1969, también La guerra y la paz, de Serguéi Bondarchuk, ganó el premio Oscar a mejor película. Otra cinta que vale la pena tener en cuenta es la producción francesa El sol también sale de noche, una adaptación de El padre Sergio, elaborada por Paolo Taviani y Vittorio Taviani, en 1990. Sin embargo, una de las más interesantes producciones es La última estación (2010), que recrea las últimas semanas de la vida del escritor ruso, con Helen Mirren y Christopher Plummer, dos candidatos a los Oscar, que fueron dirigidos por Christopher Plummer. La última estación está basada en la obra homónima de Jay Parini (1990). Se concentra en el conflicto entre Sofía, Chertov y León.
Publicado en Brújula (El Deber/Santa Cruz de la Sierra), 20/11/2010
Imagen: León Tolstoi
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