Wednesday, April 27, 2011
Personajes inolvidables
Ramón Rocha Monroy/Cronista de Cochabamba
¿De qué reían? Motivos no les faltaba, porque Nivardo Paz Arze y Ramiro Villarroel Claure pertenecían a esa vieja generación de cochabambinos inteligentes, humanistas y decidores felices, dotados, además, de una memoria inagotable y una avidez proverbial por la lectura. Nivardo Paz fue en su juventud redactor de la Cámara de Diputados, y allí cosechó anécdotas valiosas, que contaba con una precisión asombrosa. Como aquella que tuvo como protagonistas al ministro de Agricultura, del gabinete de Enrique Peñaranda, y al H. Germán Monroy Block, joven diputado del naciente MNR. Monroy Block fue el orador principal en la interpelación a Arguedas porque en Bolivia no había un Plan Nacional de Agricultura. Entonces Arguedas le contestó: El H. Monroy es muy joven y está pagando derecho de piso. Habla mucho. Yo estuve sentado en ese curul, junto a grandes personalidades, pero nosotros no hablábamos tanto, nos llamaban Los Caballeros del Silencio. Yo pienso que en Bolivia no es necesario un Plan Nacional de Agricultura porque los bolivianos somos agricultores por instinto. En cuanto a mi pensamiento, bien le haría leer mi obra, en especial el ensayo Pueblo Enfermo.
Monroy Block habló una vez más, con un perfecto retruécano: El ministro Arguedas, agricultor por instinto, debería saber que la enfermedad de los pueblos no se cura con el silencio de los caballeros."
Esa era la memoria prodigiosa de Nivardo Paz. ¿Cómo no haberle grabado en vida?
Publico esta valiosa fotografía gracias a René Villarroel, hijo de mi finado maestro Ramiro Villarroel Claure.
Imagen: De izq. a der.: Gral. Alfredo Ovando Candia, Nivardo Paz Arze y Ramiro Villarroel Claure, Alcalde de Cochabamba.
Friday, April 15, 2011
Mal bicho pero genial
Juan Goytisolo
En un excelente artículo publicado recientemente en estas páginas (Los réprobos, EL PAÍS, 30 de enero de 2011), Mario Vargas Llosa comentaba la lamentable decisión del Gobierno francés de suspender el proyectado homenaje a Louis-Ferdinand Céline en razón de su odioso antisemitismo y su abierta colaboración con los nazis.
Céline y Quevedo fueron genios literarios pero también rastreros antisemitas
En 'La hora de todos', Quevedo muestra la más abyecta misoginia
Comparto enteramente su opinión: la extraordinaria empresa subversiva de Viaje al final de la noche y la infame labor panfletaria convivían en efecto en la misma persona pero importa deslindar una de otra. Una creación literaria de la hondura y alcance de la obra maestra de Céline no se sujeta a corrección alguna: brota como un volcán de luz incendiaria con su acompañamiento de escoria. En todos los países e idiomas hay infinidad de poetas y narradores de una corrección política y ética sin mácula, pero de mediocridad irremediable, y algunos que, como el novelista francés, aunaron el genio con un pensamiento y conducta absolutamente abyectos.
No está de más recordar aquí que una obra "correcta" en todos los sentidos del término sería forzosamente didáctica y, por ello, ajena a la esencial rebeldía artística. Los escritores son seres humanos con diversos grados de nobleza y miseria y en la lista de quienes encarnaron esta última y dieron rienda suelta a los peores instintos de la especie a la que pertenecemos.
Vargas Llosa menciona con razón a Quevedo. El autor de los más bellos sonetos de amor escritos en nuestra lengua y de una obra de la riqueza e inventiva verbal del Buscón era, desde el punto de vista de nuestra ética social y de la honradez exigible a una persona, un perfecto mal bicho. Si las alusiones a las narices atribuidas a los conversos y su horror al tocino se suceden a lo largo de la novela en unos capítulos de lectura sabrosa, sus poemas satíricos y burlescos (412 sin contar los que contienen hirientes befas de algunos de sus colegas) compendian un vasto muestrario de racismo, antisemitismo, misoginia y homofobia que no perdonan a nadie con excepción de los militares y de los curas de misa y olla.
Las burlas de los negros, de los mulatos, de los moros ("Nacida en Morería / sin que tú puedas negarlo; / y si las moras son perras / de casta le viene al galgo"), de las viejas ("tumba os está mejor que estrado y sala; / cecina sois en hábito de harpía"), de las flacas, de las de baja estatura ("enana sois entre los pigmeos"), de sus odiados cristianos nuevos ("Aquí yace Mosén Diego / a Santo Antón tan vecino / que huyendo de su cochino / vino a parar en el fuego" -de la Inquisición, claro-"), de los sodomitas, casi siempre italianos ("Tú que caminas en campaña rasa / cósete el culo, viandante, y pasa"), etcétera, ocupan docenas de páginas de su extensa vena satírica. Y si de ésta pasamos a los Sueños, comprobaremos que su infierno poético está poblado de comerciantes, sastres, cirujanos, prestamistas y otros oficios propios en aquellos tiempos de las castas judía y morisca. Frente a la hornada de réprobos, Quevedo salva de la quema, como dijimos, a quienes profesan la carrera de las armas, la única noble y digna de un hidalgo español.
En un extraordinario ejercicio de dicotomía, el autor de unas composiciones cuya lectura nos deslumbra con la precisa y bella evocación de la mujer amada se entrega sin rebozo en La hora de todos a la más abyecta misoginia: "Considérala (a la mujer) padeciendo los meses, y te dará asco, y cuando esté sin ellos, acuérdate de que los ha tenido, y que los ha de padecer, y te dará horror lo que te enamora, y avergüénzate de andar perdido por cosas que en cualquier estatura de palo tienen menos asqueroso fundamento". ¿Se puede ir más lejos en la aversión, oh cuán viril, del otro sexo?
El Parnaso, tan sugestivamente descrito por Cervantes, ha sido siempre un semillero de odios, disputas y rencillas (genus irritabile vatum decían ya los clásicos), pero la saña de Quevedo con sus rivales supuestos o reales no admite parangón en nuestras letras. Sus décimas contra Góngora, a quien acusa de sodomía ("De vos dicen por ahí / Apolo y todo su bando / que sois poeta nefando / pues cantáis culos así") y de ascendencia judaica ("¿Por qué censuras tú la lengua griega / siendo solo rabí de la judía / cosa que tu nariz aun no lo niega?) resultan todavía más deleznables si se tiene en cuenta el escrutinio y acoso del Santo Oficio a los sospechosos de judaísmo y a los culpables del crimene pésimo. Quevedo vierte su malquerencia al cordobés ("Yo frotaré mis obras con tocino / porque no me las muerdas, Gongorilla") y, con el aplomo que le confiere su estatus de sangre limpia, arremete con su espadachín contra quienes detesta cebándose en sus defectos físicos, como al dramaturgo Juan Ruiz de Alarcón. Los romances, décimas y letrillas del autor del Buscón no carecen de gracia, pero dicen muy poco a favor de la calidad humana de quien los perpetró.
Con todo, el patrioterismo de Quevedo, ese español de casta que abominaba de cuanto es ajeno a nuestras más puras esencias, no obedecía únicamente a unos sentimientos viscerales de pertenencia a una gran nación cuyo declive advertía: su afán de hacer carrera en la corte y acumular beneficios no pueden pasarse por alto.
Cuando Olivares, el mejor estadista de toda la dinastía de los Habsburgo, propuso el copatronazgo de santa Teresa con Santiago en una época de angustia nacional ante la inexplicable incomparecencia del último en el desdichado curso de la guerra de Flandes y el desastre de la Armada Invencible, el cabildo de Santiago, viendo en peligro sus privilegios, buscó una pluma que defendiera la causa del Apóstol y no halló otra mejor que la de Quevedo. La argumentación jacobea de éste no tiene desperdicio. Lo que Dios aprecia más, nos dice en Su espada por Santiago, es la victoria de sus ejércitos y ¿cómo puede una mujer ponerse al frente de ellos? El Apóstol, en cambio, prosigue, combatió en cuatro mil batallas y cortó personalmente la cabeza a once millones y quince mil moros. La deuda de la España católica contraída con él es inmensa y poco pesa en la balanza la virtud de la santa de Ávila.
Si el cálculo exacto de batallas y moros muertos nos deja perplejos, la prueba del arribismo sin escrúpulos del poeta no le va a la zaga. Quevedo no fue un buen ajedrecista en el campo político como nos informa su biografía, pero no se paraba en barras en cuanto a su medro personal.
Está hoy bien documentado que cobraba por sus informes de la Embajada de Francia y su exaltación nacionalista y católica no andaba reñida con el provecho de su bolsillo. Tan sólo esto lo distingue de Céline, poco atento al arte de hacer carrera. En lo demás comparte con él el genio literario y una conducta ignominiosamente vil y rastrera.
de El País, Madrid, 2011
Imagen: Francisco de Quevedo
Wednesday, April 13, 2011
PREMIO CASA DE LAS AMERICAS 2011 - JURADOS
PREMIO 2011 / JURADOS
NOVELA| Cuento| Literatura testimonial | Ensayo artístico-literario | Literatura brasileña
Roberto Burgos Cantor (Colombia)
Narrador colombiano (Cartagena de Indias, 1948). Inició su carrera literaria en 1965, con el cuento “La lechuza dijo el réquiem”, publicado por Manuel Zapata Olivella en la revista Letras Nacionales. Durante años escribió la columna de opinión “Por el atajo”, para los periódicos El Diario del Caribe (Barranquilla), El Mundo (Medellín) y El Universal (Cartagena), para el cual escribe la columna semanal “El baúl del mago”. También ha colaborado con Esquina Liberal, Cromos, Cambio y El Espectador. Con la novela La ceiba de la memoria (2007) obtuvo el Premio de Narrativa José María Arguedas de la Casa de las Américas y fue finalista del Premio Rómulo Gallegos, en 2009. Fue jurado de novela del Premio Literario Casa de las Américas en 1993.
Otras libros: novela: El patio de los vientos perdidos (1984), El vuelo de la paloma (1992), Pavana del ángel (1995), Con las mujeres no te metas o macho abrázame otra vez, 50 novelas breves colombianas y una pintada (2008); cuento: Lo amador (1981), Lo amador y otros cuentos (1986), De gozos y desvelos (1987), Quiero es cantar (1998), Juegos de niños (1999) y Una siempre es la misma (2009); testimonio: Señas particulares (2001).
Claudio Ferrufino-Coqueugniot (Bolivia)
Narrador y poeta boliviano (Cochabamba, 1960). Se doctoró en Lenguas Modernas por la Universidad de Colorado, en Denver, donde enseña y trabaja, además, como traductor y editor. Integra la Unión Nacional de Poetas y Escritores de Bolivia y el PEN Club International. Ha escrito más de un millar de artículos sobre arte, cultura, literatura y política, publicados en periódicos, antologías y revistas de su país y de Argentina, Alemania, España y los Estados Unidos. Obtuvo en 2009 el Premio Casa de las Américas con la novela El exilio voluntario; siete años antes había merecido mención en ese mismo concurso con la novela El Señor don Rómulo. Es autor, además, de los libros de narrativa Virginianos (1991), Ejercicios de memoria (1989), Diario en cinco y Epílogo (1988), así como del poemario Años de mujer (1989).
Andrea Jeftanovic (Chile)
Narradora, ensayista y profesora chilena (Santiago de Chile, 1970). Doctora en literatura hispanoamericana por la Universidad de California, en Berkeley, es socióloga y académica del departamento de Lingüística y Literatura en la Universidad de Santiago de Chile. Ha dirigido talleres literarios en forma privada y pública. Escenario de guerra recibió el premio Mejor Novela del Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes de Chile, y el premio Juegos Literarios Gabriela Mistral. Cuenta con una amplia producción de ensayos sobre narrativa y dramaturgia contemporánea, publicó el libro de memorias y entrevistas Conversaciones con Isidora Aguirre (2009) y ha desarrollado una línea de literatura de viajes en diarios, revistas, y en compilaciones como No es una antología. Paisaje real de una ficción vivida (2007) y Crónica de oreja de vaca (2010). Tiene en preparación un libro de relatos y otro de crónicas de viajes, Eros Errante, con textos sobre Bosnia, Medio Oriente, Perú, Cuba, España y Portugal.
Es autora, además, de Monólogos en fuga (cuento, 2006) y Geografía
de la lengua (novela, 2007).
Martín Kohan (Argentina)
Narrador y ensayista argentino (Buenos Aires, 1967). Ha ejercido el periodismo cultural en publicaciones como Clarín, La Nación, Página 12, Los Inrockuptibles, La Jornada Semanal (México), y Zero Hora (Brasil). Junto a Alejandra Laera realizó la compilación Las brújulas del extraviado. Para una lectura integral de Esteban Echeverría (2006). Se doctoró en Letras por la Universidad de Buenos Aires, en 2001, y es Profesor Adjunto de la Cátedra de Principales Corrientes del Pensamiento Contemporáneo en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNPSJB, sede Comodoro Rivadavia. Su novela Ciencias morales (2007), ganadora del Premio Herralde, fue llevada al cine bajo el título de La mirada invisible. Es autor de los ensayos Imágenes de vida, relatos de muerte. Eva Perón: cuerpo y política (1998, en coautoría con Paola Cortés Rocca), Zona urbana. Ensayo de lectura sobre Walter Benjamin (2004) y Narrar a San Martín (2005); las novelas La pérdida de Laura (1993), El informe (1997), Los cautivos (2000), Dos veces junio (2002), Segundos afuera (2005), Museo de la Revolución (2006), y los libros de cuento Muero contento (1994)
y Una pena extraordinaria (1998).
Rogelio Riverón (Cuba)
Narrador, periodista, crítico y editor (Placetas, 1964). Durante varios años fue jefe de la Redacción de Narrativa de Letras Cubanas, editorial que hoy dirige. Escribe una columna de crítica literaria en el periódico Granma y es responsable de varias antologías del cuento cubano entre las que destacan Palabra de sombra difícil (2001) y Conversación con el búfalo blanco (2005). Ha obtenido, entre otros importantes reconocimientos, el Premio Nacional de Periodismo Cultural (1996), el Premio Uneac de cuento en dos ocasiones (Buenos días, Zenón, 1999, y Otras versiones del miedo, 2001), una mención en el Premio Casa de las Américas (2000), el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar con “Los gatos de Estambul” (2007) y el Premio de Novela Italo Calvino por Bailar contigo el último cuplé (2008). Ostenta la medalla Abel Santamaría, por su destacada labor de promoción cultural, así como la Distinción por la Cultura Nacional.
Otros libros: Los equivocados (cuento, 1992), Subir al cielo y otras equivocaciones (poesía, 1996), Mujer, mujer (novela, 1998), Cuentos sin visado (2002), Llena eres de gracia (novela, 2003) y Mi mujer manchada de rojo (cuento, 2005).
Novela| CUENTO | Literatura testimonial | Ensayo artístico-literario | Literatura brasileña
Eduardo Becerra (España)
Ensayista, editor y profesor español (1963). Se doctoró en Filosofía y Letras (Filología Hispánica) en la Universidad Autónoma de Madrid, donde es Profesor Titular y director del Máster de Edición. Dirigió la colección Semblanzas de la editorial Eneida y la Serie Hispanoamérica (colección Nueva Biblioteca) de la Editorial Lengua de Trapo. Es miembro de la Asociación Española de Estudios Literarios Hispanoamericanos. Junto a Teodosio Fernández y Selena Millares escribió el capítulo “La narrativa contemporánea: sueño y despertar de América” para la Historia de la literatura Hispanoamericana (1995). Ha realizado la edición, compilación y prólogo de varios volúmenes, entre ellos Poemas escogidos, de Rubén Darío (1997), Líneas aéreas (guía de la nueva narrativa hispanoamericana) (1999), El arquero inmóvil. Nuevas poéticas del cuento (2006) y Ciudades posibles. Arte y ficción en la constitución del espacio urbano (2010).
Otros libros: Literatura española e hispanoamericana contemporánea (1992), Pensar el lenguaje; escribir la escritura (experiencias de la narrativa hispanoamericana contemporánea) (1996) y Rubén Darío y su obra (2000).
Mario Roberto Morales (Guatemala)
Narrador, periodista y académico guatemalteco (Ciudad de Guatemala, 1947). Es doctor en literatura y cultura latinoamericana por la Universidad de Pittsburgh y profesor en el Programa Internacional de postgrado del Departamento de Lenguas Modernas de la Universidad del Norte de Iowa. También es columnista del diario español La Insignia, del sitio mexicano México.com y del diario guatemalteco El Periódico. En 2007 le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura de su país y es miembro de número de la Academia Guatemalteca de la Lengua. Fue coordinador de la edición crítica de Cuentos y leyendas de Miguel Ángel Asturias, en la Colección Archivos (2000), y del volumen colectivo Stoll-Menchú: la invención de la memoria (2001).
Obras: La debacle (cuento, 1969), Los demonios salvajes (novela, 1977),
El esplendor de la pirámide (novela, 1986), La ideología y la lírica de la lucha armada (ensayo, 1994), Señores bajo los árboles (novela, 1994), El ángel de la retaguardia (novela, 1997), Los que se fueron por la libre (novela, 1998), La articulación de las diferencias o el síndrome de Maximón (ensayo, 1999) y Epigramas de seducción y rituales para purificarse (poesía, 2004).
Sonia Rivera-Valdés (Cuba-EE. UU.)
Narradora y académica cubanoamericana. Finalizó su doctorado en español en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), en 1989. Ha recibido varios reconocimientos por su labor académica, entre ellos, una Beca Presidencial Excepcional otorgada en 2009 por el York College (CUNY), institución donde trabaja como profesora del Departamento de Lenguas Extranjeras. En 1997 ganó el Premio Extraordinario de Literatura Hispana en los Estados Unidos, convocado por la Casa de las Américas, con el libro de cuentos Las historias prohibidas de Marta Veneranda. Preside la Latin American Round Table (LART). Realizó la edición y el prólogo de Conversación entre escritoras del Caribe hispano (junto a Daisy Cocco De Filippis, 2000) y la edición e introducción de Un saco roto lleno de sueños: Historias de mujeres dominicanas y latinoamericanas (2005). Es autora, además, del volumen de cuentos Historias de mujeres grandes y chiquitas (2003).
Anna Lidia Vega Serova (Cuba)
Narradora y poeta cubana (Leningrado, 1968). Integra la Asociación de Escritores de la UNEAC. Ha obtenido, entre otros, el Premio David (1997) con su volumen de cuentos Bad Painting (1998), el de Creación Onelio Jorge Cardoso (1999), el Dador, que otorga el Instituto Cubano del Libro (2000), y el Farraluque, concedido por Unión Latina (2000). Además, ha obtenido mención en el Concurso Internacional de Cuento Julio Cortázar (2004) y Primera Mención en el Certamen de narrativa Alejo Carpentier (2004). Le fue entregada la Distinción por la Cultura Nacional en 2006.
En 2007 apareció la traducción al italiano Il giorno di ogni giorno (cuento).
Otras obras: Catálogo de mascotas (cuento, 1999), Limpiando ventanas y espejos (cuento, 2000), Noche de ronda (novela, 2002), Retazos (de las hormigas) para los malos tiempos (poesía, 2004), Imperio doméstico (cuento, 2005), Legión de sombras miserables (cuento, 2005), Eslabones de un tiempo muerto (poesía, 2006), El día de cada día (cuento, 2006), Adiós, cuento triste (noveleta infantil, 2006), Ánima fatua (noveleta, 2007)
y Mirada de reojo (viñetas, 2010).
Novela | Cuento| LITERATURA TESTIMONIAL | Ensayo artístico-literario |Literatura brasileña
Margaret Randall (EE. UU.)
Poeta, narradora, ensayista y activista social estadunidense (Nueva York, 1936). Fundó en 1962, junto con el poeta Sergio Mondragón, la revista El Corno Emplumado. Vivió varios años en Cuba, durante los cuales la Casa de las Américas publicó su libro No se puede hacer la revolución sin nosotras (1978). Ha traducido la obra de poetas como César Vallejo, Carlos María Gutiérrez, Roberto Fernández Retamar y Roque Dalton. Una retrospectiva de su obra fotográfica, compuesta por sesenta y cinco imágenes de Nicaragua, Cuba y de los Estados Unidos, fue exhibida en el Ever¬hart Museum en Scranton, Pennsylvania, en 1988. Ha recibido, entre otros, los premios Barbara Deming, 1997; el de la Fundación Puffin, 1998, y el Dorothy Doyle del PEN de New Mexico en reconocimiento a su labor como escritora y su activismo en derechos humanos, en 2004. Ha editado las antologías Las mujeres (1970), Poesía Beat 1 (1977), Estos cantos habitados / These Living Songs, Fifteen New Cuban Poets (1978), y Breaking the Silences: 20th Century Poetry by Cuban Women (1982), y es autora de decenas de libros de poesía, testimonio y ensayo. Entre los más recientes se encuentran: Coming Up for Air (2001), Where They Left You for Dead / Halfway Home (2001), Into Another Time: Grand Canyon Reflections (2004), Stones Witness (2007), Their Backs to the Sea (2009), My Town (2010), When I Look Into the Mirror And See You: Women, Terror & Resistance (2002), Narrative of Power: Essays for an Endangered Century (2004) y To Change the World: My Years in Cuba (2009).
Flor Romero (Colombia)
Narradora, ensayista y periodista colombiana (La Paz de Calamoima, 1933). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Javeriana. Fundó y dirigió la revista Mujer (1958-1974), el PEN Club de Colombia y la Unión de Escritores de América, de la cual es Presidenta. Fue condecorada con la Orden Policarpa Salavarrieta (1993), la Medalla Honor al Mérito de la Gobernación de Cundinamarca (1993) y con la Medalla al Mérito de periodismo Antonio Nariño (1994). Recibió el Premio Especial Planeta por Mi Capitán Fabián Sicacha (1967) y el Premio Ateneo de Sevilla por Los sueños del poder (1979). Compiló los trece volúmenes de Dos mil tres lunas (Antología del cuento mítico americano) (2003-2008). Es autora, entre otros libros, de las novelas Triquitraques del trópico (1972), Yo, Policarpa (1998), Malintzín la princesa regalada (1999), Detrás del antifaz (2008) y El hechizo del destino (2009); de los libros de cuentos Así amaneció en Siboney y otros cuentos del Caribe (2001), Un libro para soñar (2002), Escrito en oro (2005), Amores con llanto (2007) y América cuenta sus mitos (2009); de los ensayos Diosas de tempestad. La Mujer Precolombina (2002) y Mujeres inolvidables (2006); y de las biografías Alfonso López de cerca (1989) y Gabriel Figueroa, hacedor de imágenes (1996).
Yamil Díaz (Cuba)
Narrador, poeta, editor y periodista cubano (Santa Clara, 1971). Graduado de periodismo por la Universidad de La Habana en 1994, fue Vicepresidente de la Asociación de Escritores de la UNEAC en Villa Clara, donde se desempeña como editor. Su labor en este campo (que incluye más de cuarenta títulos) ha sido reconocida en varias oportunidades. Entre otros galardones nacionales e internacionales ha obtenido el Premio Razón de Ser por el proyecto de biografía “Martí en la noche oscura”, y el Premio Eliseo Diego de poesía, por Fotógrafo en posguerra, en 2000; también el Premio Dador del Instituto Cubano del Libro, en 2004, y el Premio Memoria por La calle de los oficios (testimonio), en 2006. Tiene en proceso editorial la antología de poesía villaclareña Faz de tierra conocida y la Poesía reunida, de Carlos Galindo Lena.
Otros libros: Apuntes de Mambrú (1993), En el buzón del jardín (1999), El flautista en la cruz (2000), Soldado desconocido (2001), Crónicas martianas (2001), Lluvia (2004), Los dioses verdaderos (2005), Ese jardín perdido (2006), La guerra queda lejos (2006) y Después del huracán (2007).
Novela | Cuento |Literatura testimonial | ENSAYO ARTÍSTICO-LITERARIO | Literatura brasileña
Carlos García Bedoya (Perú)
Ensayista y profesor peruano (Lima, 1955). Se doctoró en literatura por la Universidad de Pittsburgh, en 1995. Es Profesor Principal en el Departamento de Literatura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, y asesor del Vicerrectorado de Investigación. Además, actúa como Vicepresidente del Centro de Estudios Literarios Antonio Cornejo Polar. Como especialista en literatura colonial de su país organizó en 2004 la Sexta Jornada Andina de Literatura Latinoamericana (Jalla), cuyas Memorias compiló y publicó en 2006. Es autor de los libros: Para una periodización de la literatura peruana (1990), La literatura peruana en el periodo de estabilización colonial (2000) e Indagaciones heterogéneas (en preparación).
Adriana Rodríguez Pérsico (Argentina)
Investigadora, ensayista y profesora argentina. Se doctoró en Filosofía y Letras por la Universidad de Buenos Aires (1992), donde ejerce como profesora asociada de Teoría y Análisis Literario. Es, además, investigadora independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, y ha sido profesora invitada en diversas universidades de la América Latina, Europa y los Estados Unidos. Con el proyecto “Relatos científicos y tecnológicos. Circulación de saberes en la cultura argentina (1925-1950)” obtuvo en 2009 la beca Guggenheim. En 2010, la Casa de las Américas le otorgó el Premio de ensayo Ezequiel Martínez Estrada por Relatos de época: una cartografía de América Latina (1880-1920) (2008). Realizó la compilación y el prólogo del volumen Ricardo Piglia: una poética sin límites (2004). Es autora también de Un huracán llamado progreso. Utopía y autobiografía en Sarmiento y Alberdi (1992) y De los escritores nacionales a los humoristas porteños (en prensa).
Norge Espinosa (Cuba)
Poeta, crítico y dramaturgo cubano (Santa Clara, 1971). Se graduó como teatrólogo en el Instituto Superior de Arte. Ha sido asesor de varios colectivos teatrales como Teatro de los Elementos y Teatro Pálpito, y es asesor permanente de Teatro El Público, grupo para el cual realiza adaptaciones de las obras dirigidas por Carlos Díaz. Ha escrito versiones teatrales de La Celestina, La gaviota, La loca de Chaillot, La puta respetuosa, Las relaciones de Clara y Fedra, entre otras, así como los textos de los espectáculos Armario Teatral y María Antonieta o la maldita circunstancia del agua por todas partes. En 2003 escribió Ícaros, pieza que obtuvo el Premio Villanueva de la Crítica. Sus numerosos textos críticos sobre teatro y literatura incluyen el libro Carlos Díaz/Teatro El Público: la trilogía interminable, Premio Calendario de la Asociación Hermanos Saíz 2001. Obtuvo además el Premio José Jacinto Milanés con Cintas de seda (2007) y el Premio El Caimán Barbudo de Poesía con Las breves tribulaciones (1989). Preside la Sección de Crítica e Investigación Teatral de la UNEAC. Es autor, además, de los libros: Las estrategias del páramo (2000) y La virgencita de bronce (2003).
Novela |Cuento| Literatura testimonial | Ensayo artístico-literario | LITERATURA BRASILEÑA
Marcos de Moraes (Brasil)
Ensayista, investigador y profesor brasileño (1967). Doctor en Letras (Literatura Brasileña) por la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de São Paulo, fue Presidente de la Asociación de Investigadores de Crítica Genética, y se dedica al estudio del memorialismo literario brasileño (epistolario, diario íntimo, autobiografia, literatura testimonial). Como investigador, trabaja desde 1989 en proyectos ligados a la organización del Archivo Mário de Andrade –de quien ha realizado varias ediciones anotadas–, en el Instituto de Estudios Brasileños (de cuya Cámara Científica es vicepresidente) y en la Universidad de São Paulo, donde también ejerce como profesor de Literatura, Culturas e Identidades Brasileñas. Ha obtenido el Premio Jabuti en dos ocasiones por su trabajo en las ediciones anotadas Carta a pintor moço (1995, categoría Producción Editorial) y Correspondência Mário de Andrade & Manuel Bandeira (2000, categoría Ensayo y Biografía). Es autor también de las compilaciones “Me escreva tão logo possa”: antologia da carta no Brasil (2005) y “Orgulho de Jamais Aconselhar”: a epistolografia de Mário de Andrade (2007).
Trinidad Pérez Valdés
Investigadora y crítica literaria cubana. Se licenció en Literatura Latinoamericana y Cubana en la Universidad de La Habana. Ha escrito varios ensayos sobre literatura brasileña y latinoamericana. Trabajó durante varios años en la Casa de las Américas, donde dirigió su Centro de Investigaciones Literarias y coordinó su Premio Literario. Fue Consejera Cultural de Cuba en Brasil entre 1986 y 1990. Es Vicepresidenta de la Fundación Fernando Ortiz y subdirectora de Catauro, Revista Cubana de Antropología.
Ricardo Alberto Pérez (Cuba)
Poeta cubano (La Habana, 1963). Ha impartido numerosos cursos y conferencias sobre narrativa y poesía cubana y latinoamericana en instituciones culturales cubanas, así como cursos de Literatura cubana en universidades de Brasil, durante su estancia en ese país entre 1999 y 2000 con una beca de creación. Ha obtenido el Premio de la Crítica por Geanot (el otro ruido de la noche), en 1993; el de poesía de La Gaceta de Cuba, 2003; el NOSSIDE CARIBE, 2005; el de investigación literaria entregado por la Embajada de España, 2006; el de Poesía Nicolás Guillén, 2007, y el Premio Pupila Insomne, 2007. Ha compilado y traducido varias antologías de poesía cubana y brasileña: El jardín de los símbolos (1995), La Habana medieval (1999), Cetrería (poetas brasileños, 2003), Catorce poetas brasileños (2004), y Perhappenis. Antología poética de Paulo Leminski (2007).
Otros libros: Nietzsche dibuja a Cósima Wagner (1996), Turim sem pássaro, sem relógio (edición bilingüe, 2000), Trillos urbanos (2003), Vibraciones del buey (2003), Oral B (2007) y Los tuberculosos y otros poemas (antología personal, 2008).
Invitados especiales
Álvaro García Linera
Escritor, sociólogo y político boliviano (Cochabamba, 1962). Formado como matemático en la Universidad Nacional Autónoma de México. Después de sufrir prisión por su actividad militante, se dedicó a la docencia universitaria y a la investigación en ciencias sociales y políticas. En 2004 recibió el premio en Ciencias Sociales Agustín Cueva. Desde 2005 –año en que fue electo como compañero de fórmula de Evo Morales- es vicepresidente del Espado Plurinacional de Bolivia.
Ha publicado, entre otros, los volúme nes Crítica de la nación y la nación crítica (1989), Forma valor y forma comunidad de los procesos de trabajo (1995), La condición obrera (2001) y Estado multinacional (2005). El número 259-260 de la revista Casa de las Américas incluyó su ensayo “El Estado en transición. Bloque de poder y punto de bifurcación”, y su más reciente libro, La potencia plebeya. Acción colectiva e identidades indígenas, obreras y populares en Bolivia (2008), aparecerá próximamente en el Fondo Editorial Casa de las Américas.
Stefano Varese
Antropólogo y académico peruano. Se doctoró en Etnología en la Pontificia Universidad Católica del Perú en 1967. Se ha especializado en temas relacionados con los pueblos indígenas de las Américas, y particularmente la región amazónica, la andina, Centro América y México, así como en la diáspora indígena latinoamericana. Ha sido durante varios años consultor para organizaciones internacionales como la Unesco, ACNUR y CEPAL. En 1995 recibió el Premio al Desarrollo Académico de la Universidad de California, Davis, donde es Profesor Emérito en el Department of Native American Studies desde 1989. También es Director del Centro de Investigaciones Indígenas de las Américas y fue codirector de la Society for Latin American Anthropology.
En 1968 apareció la primera edición de La sal de los cerros, considerado un clásico dentro de los estudios dedicados a las comunidades indígenas en nuestro continente. En 2002 se publicó la versión en inglés (Salt of the Mountain. Campa Asháninka History and Resistance in the Peruvian Jungle), y durante la celebración de este Premio, el Fondo Editorial Casa de las Américas presentará una edición actualizada con el título de La sal de los cerros. Resistencia y utopía en la Amazonía peruana. Es autor, además, de Witness to Sovereignty. Essays on the Indian Movement in Latin America (2006), y ha editado y coordinado los volúmenes Pueblos Indios, Soberanía y Globalismo (1996), First Nations/Pueblos Originarios. Occasional Papers of the Indigenous Research Center of the Americas (1996) y La Ruta Mixtecaq. El impacto de la migración transnacional en los pueblos indígenas de México (en colaboración, 2004).
de la revista de la Casa de las Américas, La Habana, CUBA, 2011
Monday, April 11, 2011
Mañana de Cochabamba
Miguel Sánchez-Ostiz
No creo que este sea el mejor día para preguntarse nada acerca de Bolivia ni de mi relación con el país o sus gentes. Ando baldado del viaje y del recibimiento (y de alguna que otra sorpresa que me aguardaba al abrir el equipaje).
Aún así, a media mañana me he echado a la calle, hacia la plaza 14 de Septiembre. Un día muy luminoso de buganvillas, penachos de nubes sobre las cumbres del Tunari y en la calle, lo de siempre: gritos, marchas, petardos, sol picante y paraguas. El reclamo que no cesa, el termitero que no duerme. En el centro de la plaza, un charlatán vendía remedios amazónicos y otro anunciaba el reino de la Bestia, los Estados Unidos, el 666, que es algo que siempre tiene clientela...
En los diarios el presidente Morales acusa a los mineros de la COB de golpistas de la derecha, en una revista que me han dado en la librería Plural (por comprar No le digas, la obra de teatro que escribió y monto David Mondacca sobre la obra de Jaime Saenz), leo acerca del “Cauteloso desánimo en las filas del proceso”, escrito por un dirigente de la COB. Quien esto vive a diario me dice que hay más derrotismo que hace un año, más hartadumbre, de la derecha y de la izquierda, más comentarios apocalípticos, y más fortaleza gubernamental de lo que parece: por la puerta del café de París pasaban a grito pelado los manifestantes. Todos los días. Una manifestación de vitalidad social y política... en la boca de los más entusiastas.
Publicado en el blog del autor (VIVIR DE BUENA GANA), lunes, 11 de abril, 2011
Imagen: Cochabamba
Saturday, April 9, 2011
Bernabé Cobo y los nombres en América
Jorge Siles Salinas
Muy pronto, a los quince años, salió Bernabé Cobo de su pueblo de Andalucía para embarcarse en una armada que partía en busca de El Dorado hacia las tierras de Venezuela y el Caribe. Una navegación desde Panamá a Lima fue decisiva en su vida; en la nave que le condujo al Perú viajaba un jesuita, provincial de la Orden en México, el cual, al trabar conversación con el joven en cuya mente seguían bullendo las fantasías de la leyenda que lo había inducido a dejar la casa de sus padres, pudo advertir en él prendas de inteligencia que, a su juicio, debían ser aprovechadas a través de una formación disciplinada. Lo orientó así al colegio real de San Martín, en Lima, concediéndole una beca gracias a la cual obtuvo las órdenes sagradas en 1613. “En este ambiente –dice el prologuista de la edición de la Biblioteca de Autores Españoles, P. Mateos- fue donde los sueños del joven Cobo cambiaron de sentido: en vez de El Dorado temporal que le había llevado a Indias, se abría ante sus ojos la perspectiva de un Dorado espiritual, a lo divino”.
Bernabé Cobo ocupa un lugar en la historia de América particularmente por su obra como naturalista. Junto con otro jesuita, el P. José de Acosta, figura entre los grandes observadores de la naturaleza en el Nuevo Mundo, aquél en el siglo XVI, Cobo en la centuria siguiente; pero la obra de Acosta tuvo una temprana difusión entre quienes se interesaban en el doble aspecto científico y humano de su libro, al paso que los manuscritos de Cobo habían de permanecer inéditos hasta el siglo XIX.
Como todo estudioso del mundo de las plantas y de los animales, el Padre Cobo está habituado a reconocer y distinguir cada especie, cada árbol, cada fruto con su nombre propio recogido del habla de los pueblos con los que toma contacto en sus continuos desplazamientos por las tierras andinas; en quechua y en aimara se comunicaba con los indios desde Lima al Cusco, desde el lago Titicaca a Potosí. Naturalmente, el asunto relativo al nombre dado a las Indias Occidentales atrae al estudioso jesuita, quien se detiene a considerar las distintas denominaciones que “desde el principio de su descubrimiento se le pusieron a este Nuevo Mundo”: Islas del Occidente, Indias Occidentales, Nuevo Mundo, América.
Los seres, las tierras, las cosas tienen su nombre. ¿Por qué se llaman de un modo y no de otro los diversos géneros de vegetales, las variadas especies de aves, de reptiles, de peces, los animales útiles que forman el ganado manso que, en el imperio de los Incas, prestaba tantos servicios a los diferentes estamentos sociales? Cada lugar tiene su nombre, unas montañas se distinguen de otras, también a los ríos y lagunas la tradición les ha ido fijando una denominación usual. A los antiguos apelativos indígenas han ido añadiéndose los nombres propios en castellano conforme avanza el proceso de la fusión hispano-india. Esto ocurre sobre todo en la corriente fundacional de ciudades que marca el paso de la transculturación hispana o de la incorporación de tierras despobladas al sistema unitario de la administración colonial. Los nuevos establecimientos son ya el signo de una presencia arraigada, de una instalación proyectada hacia los siglos futuros. Es así como ve Cobo, desde la perspectiva del Seiscientos, los resultados de esa ya secular presencia española en Indias: “está ya la memoria de nuestra nación tan arraigada en esta tierra...”, que aún en el supuesto, difícilmente imaginable, “de que desde ahora nos volviésemos a España”, por siempre quedaría la huella de las gentes que trajeron y plantaron en este suelo sus modos de vida, sus creencias, su lenguaje. “Aún el recuerdo de los nombres solos de las provincias y pueblo –escribe Cobo- que en este Nuevo Mundo hemos fundado, soy de parecer que no se podrá extinguir ni borrar de aquí al fin del mundo”.
Es inmensa la extensión de las tierras en las que esta influencia perdurable se ha conocido. El trazo más visible está en los nombres. Las ciudades de la Nueva España, de la Nueva Vizcaya, de la Nueva Castilla, de la Nueva Toledo, de la Nueva Galicia, llevan nombres que evocan lugares, personas o motivos de la devoción religiosa de la España lejana. En este punto -Caps. XVIII y XIX del libro undécimo- el Padre Cobo deja correr con íntima complacencia la pluma para seguir esa corriente traslaticia que va gradualmente reflejando en los espacios de la colonización hispana las realidades humanas y culturales de la metrópoli.
Una larga lista de ciudades de nueva fundación lleva nombres de poblaciones de España: “por donde son ya tantos los nombres de lugares de España que hallamos en esta tierra, que parece haberse trasladado a ella todo aquel reino”, dice bellamente el texto de Cobo. “Comenzando por mi patria de Andalucía, como más vecina a estas Indias –escribe con entusiasmo el cronista- de los pueblos della tienen acá los nombres estas nuevas poblaciones: dos del de Granada, tres con el de Córdoba, otras tres llamadas Sevilla, dos con el de Jerez, otras dos con el de Villar”. Terminada la enumeración de los nombres de origen andaluz, menciona Cobo a ciudades nuevas que traen su nombre de poblaciones situadas en diversas regiones de la Península. Trujillo del Perú recuerda a la villa del mismo nombre en Extremadura; La Serena existe en Chile y en la misma Extremadura. Cuenca del Ecuador es hermana de Cuenca de Castilla, Guadalajara está en México y también en España. La villa de Oropesa es el nombre antiguo de Cochabamba y es el de una población cercana a Toledo. Hay dos Santa Cruz de la Sierra, una en Bolivia y otra en la misma tierra en que nacieron Pizarro, Almagro, Valdivia, Ñuflo de Chaves. Pero también, aunque Cobo no lo tenga presente, rebotaban nombres de uno a otro extremo del continente, como Potosí de Charcas, que se prolonga a San Luis de Potosí, o Copacabana del santuario del lago Titicaca, a Copacabana del Brasil.
Posiblemente el nombre más repetido es el de Santiago, por comprensibles motivos de influencia religiosa. La devoción del santo patrono se extiende por todo el ámbito de los dominios hispanos. No hay un solo país de Hispanoamérica en que no se hallen ciudades con el nombre del apóstol, desde Santiago de Chile a Santiago de Cuba, desde Santiago del Estero a Santiago de Paraguay o Santiago de Huata, en Bolivia.
Pero el factor decisivo será, obviamente, el de las advocaciones religiosas pensadas por los fundadores para designar a las ciudades americanas. El catolicismo que inspira toda la empresa de la Conquista está patente en la serie variadísima de denominaciones, que van desde las que expresan algún atributo de la divinidad hasta las que se originan en los nombres de los santos, concediendo, desde luego, prioridad a la veneración de María en cada una de sus imágenes, en todos los misterios del rosario, en la evocación de los santuarios dedicados a su culto. Tiene razón el Padre Cobo: Santa Fe, Trinidad, El Salvador, Nuestra Señora de La Paz, junto con tantos otros nombres de ciudades, desde California al Cabo de Hornos, son señales de un origen y de una identidad histórica.
Publicado en El Día (Santa Cruz de la Sierra), Sábado, 9 de Abril, 2011
Imagen: La carga de los amancaes, grabado peruano.
Wednesday, April 6, 2011
INJUSTICIA/BAÚL DE MAGO
Roberto Burgos Cantor
Pensé en la mujer. ¿Qué más habría que ese bulto que no se distingue de otros, un envuelto con una manta más sucia que piadosa tomada con premura de la pila de ropa sucia de una lavandería de hospital, o del cuarto de trastos con la repulsiva pátina del anfiteatro, y las inevitables cintas amarillas que arman un corral informe para aislar más, como si fuera posible, para impedir el paso de automóviles, perros y paseantes?
En algún ángulo de la página del periódico está la fotografía de la mujer. De pies, camina y su traje ligero es casi como la capa de polvos para el calor. Sombra, velo blanco en el cuello, en los hombros redondos, torneados, en la piel de la espalda.
El texto de la foto del montón, Magritte osado, dice: Juez de Saravena muerta. El de la mujer que caminaba: Gloria Constanza Gaona, juez de Saravena, hace una semana. Debe ser un día de buen aire porque el rostro está bañado por la aceptación complacida de confianza en el porvenir. A lo mejor aun festeja la frase de sabiduría traviesa que le confió su hijita al despedirse. Esa frase la acompañará mientras desentraña el sentido de los expedientes que estudiará con los alegatos de abogados que anexan papeluchos impertinentes para confundir, escriben como gallinas raspando el estiércol y argumentan con la inconciencia irresponsable de los borrachos gritones. Nada hace prever acechanzas.
Pensé en la mujer.
En qué momento los criminales decidieron acabar con los jueces, con los maestros, con los de opción sexual diferente, con los que van por la calle tirándole poemas a las estrellas ¿?
Acaso la justicia. Acaso el conocimiento y la enseñanza. Acaso la libertad. Acaso la imaginación.
Parece que la lerda intervención del Estado, siglos de una legislación para hurtos de gallinas, la complacencia con la desigualdad y el despojo de los débiles, han conducido al país a una encrucijada de impunidad legal y moral y a la desesperanza. Al disloque en la percepción de la realidad. A la ligereza en la apreciación del mal.
Pensé en la mujer.
Cuál será la venda que impide sentir que asesinar un juez es un agravio a todos. Qué queda del pacto según el cual los conflictos serían sometidos al juez. Aquellas diferencias que nuestra estúpida soberbia, la imbecilidad que carcome nuestro corazón y oxida la inteligencia, lo que impide la presencia de la razón, la obstinada intolerancia, no permiten resolver hablando.
Lo peor de muertes como la de la juez de Saravena es que estimulan el argumento de la muerte como estatuto de terror y amedrentamiento.
Pensé en la mujer.
Qué impide al Estado responder¿? Organizar un equipo de jueces excelentes que atiendan los juzgados cuyos titulares sufrieron la amenaza, el ofrecimiento indebido, la muerte. Y resuelvan los casos pendientes, en especial aquellos que muestran indicios de ser la causa de la coacción o el crimen. Resuelvan con criterio, sin aceptar la confusión de los abogaditos entre la defensa y la imposible inocencia. Y claro: fallar en tres meses. Para qué más si matan en dos días¿?
Publicado en El Universal (Cartagena de Indias/Colombia), abril 2011
Imagen: Entierro de Gloria Constanza Gaona
Tuesday, April 5, 2011
EL MUNDO SEGÚN CASCIARI
Por Hernán Casciari.
Leí una vez que la Argentina no es mejor ni peor que España, sólo más joven. Me gustó esa teoría y entonces inventé un truco para descubrir la edad de los países basándome en el “sistema perro”.
Desde chicos nos explicaron que para saber si un perro era joven o viejo había que multiplicar su edad biológica por 7. En el caso de los países hay que dividir su edad histórica entre 14 para saber su correspondencia humana.
¿Confuso? En este artículo pongo algunos ejemplos reveladores.
Argentina nació en 1816, por lo tanto ya tiene 190 años. Si lo dividimos entre 14, Argentina tiene “humanamente” alrededor de 13 años y medio, o sea, está en la edad del pavo. Es rebelde, pajera, no tiene memoria, contesta sin pensar y está llena de acné (será por eso que le dicen el granero del mundo?)
Casi todos los países de América Latina tienen la misma edad y, como pasa siempre en esos casos, forman pandillas. La pandilla del Mercosur son cuatro adolescentes que tienen un conjunto de rock. Ensayan en un garaje, hacen mucho ruido y jamás han sacado un disco.
Venezuela, que ya tiene tetitas, está a punto de unirse a ellos para Hacer los coros. En realidad, como la mayoría de las chicas de su edad, quiere tener sexo, en este caso con Brasil, que tiene 14 años y el miembro grande.
México también es adolescente, pero con ascendente indígena. Por eso se ríe poco y no fuma ni un inofensivo porro, como el resto de sus amiguitos, sino que mastica peyote, y se junta con Estados Unidos, un retrasado mental de 17, que se dedica a atacar a los chicos hambrientos de 6 añitos en otros continentes.
En el otro extremo está la China milenaria. Si dividimos sus 1.200 años Por 14 obtenemos una señora de 85, conservadora, con olor a pipí de gato, que se la pasa comiendo arroz porque no tiene -por ahora- para comprarse una dentadura postiza.
La China tiene un nieto de 8 años, Taiwán, que le hace la vida imposible. Está divorciada desde hace rato de Japón, un viejo cascarrabias, que se juntó con Filipinas, una jovencita pendeja, que siempre está dispuesta a cualquier aberración a cambio de dinero.
Después están los países que acaban de cumplir la mayoría de edad y salen a pasear en el BMW del padre. Por ejemplo, Australia y Canadá, típicos países que crecieron al amparo de papá Inglaterra y mamá Francia, con una educación estricta y concheta, y que ahora se hacen los locos.
Australia es una pendeja de poco más de 18 años, que hace topless y tiene sexo con Sudáfrica; mientras que Canadá es un chico gay emancipado, que en cualquier momento adopta al bebé Groenlandia para formar una de esas familias alternativas que están de moda.
Francia es una separada de 36 años, más puta que las gallinas, pero muy respetada en el ámbito profesional. Tiene un hijo de apenas 6 años: Mónaco, que va camino de ser puto o bailarín… o ambas cosas. Es amante esporádica de Alemania, camionero rico que está casado con Austria, que sabe que es cornuda, pero no le importa. Italia es viuda desde hace mucho tiempo.
Vive cuidando a San Marino y al Vaticano, dos hijos católicos idénticos a los mellizos de los Flanders. Estuvo casada en segundas nupcias con Alemania (duraron poco: tuvieron Suiza), pero ahora no quiere saber nada con los hombres. A Italia le gustaría ser una mujer como Bélgica: abogada, independiente, que usa pantalón y habla de política de tú a tú con los hombres (Bélgica también fantasea a veces con saber preparar spaghettis).
España es la mujer más linda de Europa (posiblemente Francia le haga sombra, pero pierde espontaneidad por usar tanto perfume). Anda mucho en tetas y va casi siempre borracha. Generalmente se deja follar por Inglaterra y después hace la denuncia. España tiene hijos por todas partes (casi todos de 13 años), que viven lejos. Los quiere mucho, pero le molesta que, cuando tienen hambre, pasen una temporada en su casa y le abran la nevera.
Otro que tiene hijos desperdigados es Inglaterra. Sale en barco por la noche, se culea pendejas y a los nueve meses aparece una isla nueva en alguna parte del mundo. Pero no se desentiende de ella. En general las islas viven con la madre, pero Inglaterra les da de comer. Escocia e Irlanda, los hermanos de Inglaterra que viven en el piso de arriba, se pasan la vida borrachos y ni siquiera saben jugar al fútbol. Son la vergüenza de la familia.
Suecia y Noruega son dos lesbianas de casi 40 años, que están buenas de cuerpo, a pesar de la edad, pero no le dan bola a nadie. Cogen y trabajan, pues son licenciadas en algo. A veces hacen trío con Holanda (cuando necesitan porro); otras, le histeriquean a Finlandia, que es un Tipo medio andrógino de 30 años, que vive solo en un ático sin amueblar y se la pasa hablando por el móvil con Corea.
Corea (la del sur) vive pendiente de su hermana esquizoide. Son mellizas, pero la del norte tomó líquido amniótico cuando salió del útero y quedó estúpida. Se pasó la infancia usando pistolas y ahora, que vive sola, es capaz de cualquier cosa. Estados Unidos, el retrasadito de 17, la vigila mucho, no por miedo, sino porque le quiere quitar sus pistolas.
Israel es un intelectual de 62 años que tuvo una vida de mierda. Hace unos años, Alemania, el camionero, no le vio y se lo llevó por delante. Desde ese día Israel se puso como loco. Ahora, en vez de leer libros, se lo pasa en la terraza tirándole piedras a Palestina, que es una chica que está lavando la ropa en la casa de al lado.
Irán e Irak eran dos primos de 16 que robaban motos y vendían los repuestos, hasta que un día le robaron un repuesto a la motoneta de Estados Unidos y se les acabó el negocio. Ahora se están comiendo los mocos.
El mundo estaba bien así, hasta que un día Rusia se juntó (sin casarse) con la Perestroika y tuvieron como docena y media de hijos. Todos raros, algunos mongólicos, otros esquizofrénicos.
Hace una semana, y gracias a un despelote con tiros y muertos, los habitantes serios del mundo descubrimos que hay un país que se llama Kabardino-Balkaria. Un país con bandera, presidente, himno, flora, fauna…y hasta gente! A mí me da un poco de miedo que aparezcan países de corta edad, así, de repente. Que nos enteremos de costado y que, incluso, tengamos que poner cara de que ya sabíamos, para no quedar como ignorantes.
Y yo me pregunto: ¿Por qué siguen naciendo países, si los que hay todavía no funcionan?
Hernán Casciari nació en Mercedes (Buenos Aires), el 16 de marzo de 1971. Escritor y periodista argentino. Se le conoce por su trabajo ficcional en Internet, en donde ha trabajado en la unión entre literatura y weblog, destacado en la blogonovela. Su obra más conocida en la red, Weblog de una mujer gorda, ha sido editada en papel, con el título Más respeto, que soy tu madre.
Imagen: Hernán Casciari
Monday, April 4, 2011
Dos damas del crimen
Libros de P. D. James y Patricia Highsmith
Elvio E. Gandolfo
LAS DOS ESCRIBIERON relatos que tienen que ver con rupturas violentas de la ley, léase asesinatos. La inglesa P. D. James nació en 1920 y sigue viva y bien, con 90 años. La texana Patricia Highsmith nació en 1921, se hartó de Estados Unidos y se fue a Europa en 1963, donde falleció (a lo Borges, en Suiza) en 1995.
Casi toda la obra de P. D. James se enmarca en la más estricta novela policial de corte inglés. Inventó un inspector (y poeta en los ratos libres): Adam Dalgliesh, por momentos insoportablemente depresivo. Sus dos mejores novelas, curiosamente, no se enmarcan en el género: Sangre inocente, muy dura (bien podría haberla escrito Patricia Highsmith), e Hijos del hombre, de ciencia ficción: un futuro negro, que bien podría haber inventado su inspector Dalgliesh, donde ya no nacen niños y está todo mal. Fue bien llevada al cine por Alfonso Cuarón en 2006 (Children of Men, con Julianne Moore y Clive Owen) . Reposada en la vida diaria, P. D. James estudió en Cambridge, y trabajó 30 años en la burocracia pública inglesa. Desde 1963 publicó casi veinte libros (o sea 19).
Patricia Highsmith tuvo una infancia y una adolescencia complicadas, que detalla una gruesa biografía de Joan Schenkar, hace poco traducida por el sello Circe. Tal vez sea esa matriz psicológica la que ha dotado a sus libros de un perfil tan peculiar que a veces se vuelve difícil llamarle meramente policiales. Comenzó con un gol: Extraños en un tren, llevada de inmediato a la pantalla por Alfred Hitchcock. Siguieron más de treinta libros, entre novelas y recopilaciones de cuentos. Su obra maestra también es atípica: El diario de Edith detalla dolorosamente el derrumbe de un ama de casa yanqui durante la guerra de Vietnam. Su personaje Tom Ripley dio origen a cinco novelas, y varias adaptaciones al cine, empezando por A pleno sol, donde lo interpretaba Alain Delon. Sus historias suelen concentrarse en las víctimas, o mejor aún, en las víctimas que pueden convertirse en asesinos. Son insidiosas y a la vez nítidas, y llevan al lector, más de una vez, a desear la salvación del personaje, por torcido que parezca a primera vista.
Cada una de estas dos consumadas autoras escribió un libro más bien breve sobre su oficio. En el caso de P. D. James el libro es muy reciente (2009). En inglés se llama, con cierta discreción, Talking about Detective Fiction; la traducción del título en castellano es un poco disparatada: Todo lo que sé sobre novela negra. En realidad la novela negra solo ocupa un capítulo breve, sobre sus tres maestros clásicos: Chandler, Hammett y Ross MacDonald.
El libro de Patricia Highsmith tiene un título largo en inglés: Plotting and Writing Suspense Fiction (Tramar y escribir narrativa de suspenso), reducido a la simple palabra Suspense en la versión del sello Norma de Colombia, (en Buenos Aires integra una reciente selección de obras de Highsmith del diario Clarín para kioscos). En castellano, fue publicado por primera vez en 1966. En una traducción previa de Anagrama, al título se agregaba el subtítulo "Cómo se escribe una novela de intriga".
LOS VIEJOS TIEMPOS. El libro de P. D. James está escrito por encargo de la Bodleian Library de Oxford. Educadamente, James se sintió obligada a hacerlo. El resultado es un libro breve, fluido y aun así levemente árido. Deja bien en claro que su zona de preferencia es la policial inglesa escrita en la Edad de Oro, en los años ´30 a ´40, denominada a veces "novela-problema", o "novela de enigma", donde lo que importaba era trazar el crimen con la complejidad de un rompecabezas. Como ejemplifica ella misma: "Las desafortunadas víctimas morían por chupar un sello envenenado, por el vapuleo mortal de las campanas de una
iglesia, por el golpe de un tiesto que les caía encima, acuchilladas por un carámbano o envenenadas a través de las uñas de un gato y, en no pocas ocasiones, aparecían muertas en habitaciones cerradas a cal y canto con una estremecedora expresión de terror en el rostro". La cita propia aumenta con otra ajena, de William Trevor: "Se producían asesinatos en Mayfair, en trenes, en dirigibles, en los salones del Palm Court, entre actos. Los golfistas tropezaban con cadáveres en el green. Los jefes de policía se los encontraban en sus propios jardines. En West Cork (el pueblo de infancia de Trevor) no teníamos nada similar".
A despecho de esas citas, gran parte del libro es ocupado por autores y novelas de ese tipo. Comienza por un pasado muscular y exitoso, con Sherlock Holmes de Conan Doyle, los novelones geniales de Wilkie Collins, y el Padre Brown de Chesterton. Después se toma cierto tiempo en analizar a Agatha Christie, en quien respeta su capacidad para los diálogos filosos y la descripción de pueblitos paradigmáticos.
Fuera del género, James admira las novelas de Graham Greene; dentro de él, destaca a cuatro narradoras de la Edad Dorada, a quienes llama "Cuatro mujeres formidables". Son la propia Agatha Christie, Dorothy L. Sayers, Margery Allingham y la neozelandesa Ngaio Marsh.
El análisis es amable y sutil en los detalles, a veces ubicando a la autora en su época, tan distinta a la actual en el género. O se pregunta por el enigma principal: por qué una autora talentosa como Marsh, por ejemplo, no era simplemente una escritora, como Emily Brönte, en vez de "bajar" al género. "¿Por qué se dedicó a ello con tanta regularidad y escribió treinta y dos novelas en cuarenta y ocho años?", se pregunta. Y se contesta: "Las escribió rápido, fundamentalmente para procurarse unos ingresos regulares suficientes para vivir, vestir bien y poder continuar con su principal afición, que era la promoción del teatro -sobre todo de las obras de Shakespeare- en su Nueva Zelanda natal". También subraya el hecho de que cada una de ellas ocultaba un secreto: un hijo ilegítimo, una fuga convertida en escándalo nacional, la falsificación de la fecha de nacimiento.
Como acordándose de pronto del presente, de su presente, P. D. James agrega un nombre más cercano al fin de siglo XX: su favorita es la norteamericana Sara Paretsky. Pasa a dar datos sobre su oficio en "Cómo contar la historia: El contexto, el punto de vista y los personajes". El tono se vuelve un poco más arcaico: cita como autoridades al poeta W. H. Auden, a E. M. Forster o a Ivy Compton Burnett
Hay fenómenos culturales, de lectura, que están atados en exceso a su momento de producción y éxito. Con la "novela de intriga" inglesa pasa algo parecido a lo que ocurre con la "novela objetivista" o "novela nueva" francesa (Robbe-Grillet, Butor, Nathalie Sarraute): cuando se repite la experiencia de la lectura, suele ser un trabajo cuesta arriba. Pasó con dos o tres intentos de reeditar los mejores títulos de la colección El Séptimo Círculo. El viejo gancho ha desaparecido en las obras de autores antes clásicos como Michel Innes, John Dickson Carr o Patrick Quentin, que respetaban con esmero el formato. Sobrevive en cambio en "desobedientes" o francotiradores como Leo Perutz, Vera Caspary o Margaret Millar .
EL OSCURO CORAZÓN. El libro de Patricia Highsmith tiene más o menos la misma extensión que el de P. D. James, pero rinde mucho más. Mantiene además toda la frescura, a pesar de los más de 45 años transcurridos. En parte puede deberse a su origen.
Escrito en un momento de dinamismo personal y creativo (se había animado a irse a Europa, había sido adaptada ya dos veces con éxito al cine: Extraños en un tren y A pleno sol), comienza por un par de advertencias. Primero, que el libro no es un "manual al uso"; segundo, que el talento tiene tanta importancia como la suerte y lo que hoy llamamos "el mercado": "Tal vez, para un escritor, mucha de la suerte provenga de gozar de buena publicidad en el momento indicado".
En el origen hubo un encargo, como en P. D. James: The Writer`s Inc. de Boston le pidió un libro "para ayudar a los escritores en su oficio y facilitarles la tarea de encontrar mercado para sus trabajos". Por otra parte, Highsmith opina: "Es imposible explicar cómo se escribe un libro logrado, es decir, un libro legible". A su modo de ver eso es lo que vuelve tan entretenido el asunto: "la permanente posibilidad del fracaso".
Desde el punto de vista de la enseñanza de un oficio, el libro funciona a pleno, porque mezcla el conocimiento de primera mano, gracias a la práctica, con bruscos datos personales. Además hace hincapié en factores importantes en todo relato, no solo en los de género: la verosimilitud (que poco tiene que ver con la verdad fáctica), la estructura, los bruscos cambios de velocidad o de tono.
Los ejemplos tienen que ver con libros ahora clásicos de la autora, como Extraños en un tren, El talento de Mr. Ripley, o Mar de fondo. De modo previsible, se concentra en La celda de cristal, ambientado en su primera parte en una cárcel, y publicado dos años antes, en 1964. Le dedica un capítulo entero, contando los tanteos, cambios, rechazo o aceptación de las sugerencias de los editores. A esa altura es una ventaja que Highsmith hubiera trabajado incluso en la escritura de guiones para TV, porque le agrega perspectiva.
Poco afecta a respetar las normas de "la policial", prefiere definir lo que hace como "suspenso": "narraciones en las que existan amenazas de violencia física y peligro, o el peligro y la acción sin más". Para ejemplificar que el marco de libertad es mayor, agrega: "pienso que la mayoría de los libros de Dostoievski podrían ser considerados libros de suspenso si se publicaran hoy por primera vez", y remata: "Debido a los costos de producción, no obstante, seguramente le pedirían que los abreviase".
El concepto o la idea básica es crucial, pero después puede cambiar varias veces. Exige sin embargo concentración. La falta de ideas no tiene por qué ser resultado de un destino. Una razón puede ser que "el escritor se rodee de la clase de personas equivocada, y a veces hasta de personas, sean de la clase que sean". Para más precisión agrega: "a veces son justamente las personas que nos atraen o aquellas de las que estamos enamorados las que actúan tan eficazmente como lo haría la goma aislante respecto de la chispa de la inspiración".
yo soy así. Parte de la personalidad de Highsmith va apareciendo en consideraciones breves pero contundentes. "Nunca me resultaron estimulantes los demás escritores. (...) Me llevo mucho mejor con los pintores. (...) Los pintores están acostumbrados a usar sus ojos, y es bueno que los escritores hagan lo mismo". Sus seguidores ya saben que buena parte del poder de convicción de sus novelas (muchas veces dedicadas a hacer verosímil lo inexplicable), se basa en su poder de
observación.
Puede llamar la atención, sobre todo después de enterarse de sus detalles biográficos, que en buena medida los consejos u opiniones exhiban un básico optimismo. Dice por ejemplo que nunca faltarán las ideas, porque en el lugar de donde vienen (a menudo el inconsciente) las hay de sobra. En el otro punto del péndulo, aconseja ser ahorrativos, guardar los viejos manuscritos inéditos, porque muchas veces descansa en ellos la posibilidad de resolver un problema actual.
A veces el dato personal tiene rango de confesión: "No entiendo a la gente que le gusta hacer ruido; por consiguiente, les temo, y dado que les temo, los odio. Se trata de un círculo vicioso de índole emocional". Más literario es el origen de muchos de sus rasgos en una amada abuela, de la que da un detalle memorable de la relación entre ambas, a través del tiempo: "Hace no mucho, le eché un vistazo a un zapato mío casi totalmente gastado que había tomado la forma de mi pie, y en él vi la forma, o la expresión, del pie de mi abuela, tal como lo recordaba a partir de sus pantuflas y de los zapatos negros de tacón bajo que solía usar cuando salía". El gastado objeto provoca el emocionado recuerdo de una ida juntas al cine, para ver Sueño de una noche de verano. Dice que recuerdos así la inspiran, no como otros (los celos) que "a lo más que se asemejan es al cáncer, que todo lo va devorando sin dar nada a cambio".
En el terreno de lo práctico, como muchos escritores anglosajones, aconseja tener libretitas a mano, para ir apuntando ideas o frases. Y tratar de escribir siempre, todos los días. Ya más relacionado con su obra, defiende la idea estructural de la indecisión, porque "es la sencillez misma". Muchas veces, sin que ocurra nada, la indecisión establece el suspenso, la tensión. Da un ejemplo en detalle: su novela Crímenes imaginarios.
El motivo por el que se dedicó a escribir es otro rasgo personal: "La razón por la cual me dedico a crear es el aburrimiento que me infunden la realidad y la monotonía de la rutina y los objetos que me rodean". El sistema de contradicción sigue en pie y aclara que aún así a veces se provoca a sí misma el aburrimiento, mediante la rutina.
Ya no tan relacionado con ella misma como con su obra está la explicación de su rechazo a las ideas sobre la justicia (con seguridad P. D. James piensa distinto): "La pasión del público por la justicia me resulta aburrida y artificial, ya que ni a la vida ni a la naturaleza les afecta si la justicia se lleva o no a cabo".
En el capítulo "Las dificultades" vuelve a insistir en la necesidad de dejar aflorar el inconsciente, en vez de acorralar un tema o una atmósfera con la pura inteligencia. Insiste además en la necesidad misma de que haya dificultades, siempre que tengan que ver con que el autor esté involucrado a fondo con el libro, y quiera encontrar la solución. Tampoco le quita el sueño el tema del punto de vista, un tanto obsesivo en los talleres literarios. En cuanto al uso de la primera persona le resulta más difícil que el seguimiento de un personaje en tercera persona. Entre otras cosas, le molesta escribir tantas veces "yo" (obligatorio en inglés).
Siempre con esa mezcla de seguridad y contradicción, de humor y precisión, de datos sobre un oficio y perfil personal, el libro es una buena manera de conocerla mejor, y conocer más el género un poco esquivo que la tiene como a una de susgeneradoras principales (otra es Ruth Rendell, a quien P. D. James solo menciona al pasar).
De El País. Montevideo, abril 2011
Imagen 1: P.D. James
Imagen 2: Patricia Highsmith de joven