MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ
Ser sombra entre
las sombras, leo en el último poema de Robert Desnos, escrito entre campo y
campo de concentración, camino de la muerte en Terezina, ya liberado por los
rusos y los partisanos checos. Desnos y Aragon en «Complainte de Robert le
diable», cantada por Jean Ferrat:
Je pense à toi
Desnos qui partis de Compiègne
Comme un soir en dormant tu nous en fis récit
Accomplir jusqu’au bout ta propre prophétie
Là-bas où le destin de notre siècle saigne***
Comme un soir en dormant tu nous en fis récit
Accomplir jusqu’au bout ta propre prophétie
Là-bas où le destin de notre siècle saigne***
Desnos en el
centro con la mirada baja
Y entre las páginas de Pierre Berger (1949) leo un episodio indecente. Desnos
ya recluido en el campo de Compiènge, pocas semanas antes del desembarco de
Normandía, unos escritores y periodistas de la Colaboración almuerzan con un
funcionario de la S.D. alemana que les informa de las personalidades que
estaban detenidas en el campo y que iban a ser deportadas a campos del Este,
entre ellas el poeta Robert Desnos, que tal vez no vaya a ser transferido a
otro campo, momento en el que uno de los comensales exclama:
«¡¿Que no lo
deportan?! Deberían fusilarlo. Es un hombre peligroso, un terrorista, un
comunista.»
El biógrafo de
Desnos pone esta brutalidad en boca de Alain Laubreuaux, periodista de la
Colaboración, refugiado en la España de Franco junto con otros conspicuos de la
Francia de Vichy, ustachas croatas, legionarios rumanos, belgas rexistas que,
pasando o no por el campo de concentración de Miranda de Ebro, vivieron las
glorias del régimen franquista, antes de escapar a la Argentina: una danza
macabra entre cuyos muchos danzantes aparecen: la siniestra Maud de Bellerroche
–¿Antes de conocer a Areilza?– a cuyo alrededor flota la sombra de Villa Triste
y de la banda de la rue Lauriston –Modiano en la novela homónima, pero sobre
todo en La ronde de nuit–, Abel Bonnard, Georges Guilbaud, Lesca,
Radu Genea, Dewoitine que trabaja para la aviación franquista, Darquier de
Pellepoix... gente que había dejado a su espalda una estela de atrocidades (la raffle de
Vel d'Hiv en el caso de Darquier) o que había hecho propaganda antisemita (Je
suis partout y otros periódicos) y colaboracionista, o negocios con
los nazis, fue acogida con aplauso y benevolencia por el régimen franquista y
sus figurones. El franquismo y la Transición desde las instituciones o las
embajadas dieron cobertura legal a aquella gente, antisemitas furiosos y vende
patrias (Darquier muere en 1980, cerca de Málaga). Para pasar la página de la
historia primero hay que escribirla, no son solo personajes novelescos.
*** Pienso
en ti Desnos, que saliste de Compiègne
como nos lo relataste una noche durmiendo
para cumplir hasta el final tu propia profecía
allá donde sangra el destino de nuestro siglo
como nos lo relataste una noche durmiendo
para cumplir hasta el final tu propia profecía
allá donde sangra el destino de nuestro siglo
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De
VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 09/04/2016
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