ALICIA ORTEGO
El Decamerón negro es una recopilación de relatos y leyendas
africanas que Leo Frobenius realizó. Este autor alemán, que vivió en la
primera mitad del siglo XX, que viajó por África y que fue el Director del
Museo de Etnología de Frankfurt, nos ha regalado un trabajo magnífico.
Aquí se reproduce no sólo las historias, si no la peculiar y auténtica
forma de contarlas.
Los
africanos cuentan las historias con frases cortas que narran hechos, “lo que
ocurrió”, y sin apenas adornarlas con adjetivos ni con frases enrevesadas.
Repiten una y otra vez cada hecho que se va sumando a la historia, cada nombre
de cada personaje. Así hacen seguir la acción al que escucha.
Son historias hechas por y para el pueblo, comprensibles para todo el
mundo, para toda la audiencia que se reúne en torno al fuego a escuchar, desde un niño pequeño hasta un
anciano.
Historias
del Sahel, de Togo, de Cabilia.
Historias que nos hablan de la creación de los pueblos, de cómo los
hombres y mujeres se unieron (antes vivían separados y ajenos a su existencia), de luchas por el poder, de caballeros con
grandes poderes y habilidades. Con desenlaces a veces hilarantes, otros
esperados, otros muy ingeniosos. Seguro que arrancan una sonrisa, incluso una
pequeña carcajada. Todo un placer.
Historias en los que los árboles hablan,
las serpientes se convierten en mujeres y viceversa, en las que la magia y los espíritus están
siempre presentes. El animismo está vivo, para gracia y/o desgracia de
sus pueblos. No son pues historias del pasado, sino que aquí encontramos una
parte de su mentalidad y de cómo se explican muchos hechos y fenómenos de
diversa índole.
Con este
libro he rememorado esas noches
africanas en las que uno se reúne a hablar en torno al fuego, o en torno a una
cerveza. En las que, si tienes suerte, alguien te cuenta un cuento.
Sin televisores que molesten, sin radios que interfieran la conversación
tranquila y la transmisión de conocimientos. He rememorado a esos personajes
que afortunadamente pude conocer, a aquél hogón del país Dogón, a aquel brujo
de la lluvia de Camerún, a aquel brujo del País Lobi, y me los he imaginado
contandohistorias como estas en las que
los oyentes encuentra explicaciones sobre por qué su mundo es como es, por qué
las relaciones humanas son como son, por qué cada uno tiene su papel, por qué
las cosas son como son aunque sean injustas.
La
tradición oral explica y también es cierto que puede impedir que las cosas
cambien y mejoren para determinadas partes de la sociedad, como las mujeres.
Pero lo bueno de los relatos en que son flexibles, y si se entiende su lógica,
se les puede dar alguna que otra vuelta. Lo primero de todo es conocerlos.
En breve
vuelvo a embarcarme en otra pequeña-gran aventura por África. ¿Escucharé algún
relato, tendré esa gran suerte? Espero que sí, y que además sea en la forma y
estructura africanas, que este libro tan bien reproduce.
“Hace
mucho, mucho tiempo, las mujeres vivían en un país y los hombres en otro. La
ciudad de los hombres era muy, muy grande. La ciudad de las mujeres era muy,
muy grande. Un día salió un cazador. Anduvo mucho. Así llegó al país de
las mujeres. Las mujeres vieron al hombre. Las mujeres cayeron sobre el hombre
y le pegaron. El hombre se escapó rápidamente. El hombre se refugió en su
ciudad, corrió hacia su rey y le dijo: “me alejé mucho. Llegué a otro país. En
el otro país las personas cayeron sobre mí y me pegaron. Me alejé de allí lo
más rápido que pude”. El rey le preguntó al cazador: “¿Cómo era la gente que te
hizo huir?”. El cazador dijo: “La gente era diferente a nosotros. Tenían aquí –
y se señaló un pecho- un pedazo de carne, y tenían aquí –en el otro pecho- un
pedazo de carne. También tenían cabellos largos, largos. Era un pueblo
hermoso”.
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De Leer y
Viajar, 23/07/2013
Imagen: Portada del libro