OLGA AMARÍS DUARTE
Hace unos
días presentaba en Madrid el libro de la escritora Victoria Amelina. Hoy
amanezco con la noticia de que Victoria Amelina, la mujer, la persona finita,
ha sido gravemente herida en un bombardeo ruso contra la ciudad ucraniana de
Kramatorsk. Ya lo escribí: "Las bombas no son ángeles ni demonios
precipitados del cielo; son máquinas precisas que devuelven lo humano a la ceniza,
lo vivo a lo muerto y los muertos al olvido"...
Victoria
Amelina, la mujer, la persona finita, estaba cenando en un restaurante
cualquiera, de una ciudad condenada que ya jamás volverá a ser cualquiera, con
amigos colombianos que se habían acercado hasta allí asumiendo el riesgo de una
guerra. Entre ellos se encontraba el escritor Héctor Abad Faciolince. Porque
sí, porque ser creador significa, también, tomar responsabilidad de la
destrucción.
https://www.noticiasrcn.com/.../victoria-amelina-la...
Ellos y
ella, los amigos, estaban comiendo juntos, la acción más egoísta de todas y,
sin embargo, la más comunitaria. Se necesita una palabra para que el alimento
se fragmente, se reparta como un pedazo de pan ácimo. En esa última cena en el
Monte Sión no se distribuyó pan, sino un logos convertido ya para siempre en el
símbolo de la Paz. La palabra es bocado dulcísimo cuando es recibida por un
interlocutor en donde poder resonar.
Ayer, una
bomba quiso fracturar la palabra-pan-paz de Victoria Amelina. Día de tristeza y
de incomprensión. Pero también de esperanza. Orfeo siempre acaba sonando
a través de Eurídice...
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