Tuesday, February 22, 2011

Policiales, fabadas y cine en Gijón/Crónica de una semana negra


Silvio Galizzi Flores
(desde Gijón, España)

DESDE 1988 se celebra cada año, en Gijón, el festival conocido como Semana Negra. Creado por el escritor asturmexicano Paco Ignacio Taibo II y organizado por el Ayuntamiento de Gijón, el festival estuvo en un principio dedicado al género literario conocido como novela negra, pero a través de sus sucesivas ediciones el espectro se ha ampliado, tanto en lo que hace a su temática como a los medios expresivos, incluyendo en la actualidad también a la novela histórica, a la ciencia ficción, el cómic, el cine, etc. Desde un público inicial calculado en los 73.000 visitantes durante su primera edición, ha llegado en ocasiones a superar el millón de personas. También ha variado la duración, desde la semana originaria, a su extensión actual de 10 días.

Gijón (en asturiano Xixón) es una ciudad española situada en la costa del Mar Cantábrico. A pesar de no ser la capital del Principado de Asturias es, sin embargo, su municipio más poblado, con cerca de 280.000 habitantes, cifra que se triplica durante el verano.

La ubicación del festival dentro de la ciudad ha ido cambiando cada año, celebrándose en el pasado 2010, durante el mes de julio, la XXIII edición, en la playa del Arbeyal.

La primera actividad de la Semana Negra tuvo lugar en la Casa de América de Madrid, no en la propia Gijón. En la noche del 8 de julio se reunió allí un buen número de los invitados de habla hispana para una primera aproximación, moderada por Taibo. También allí se desató la primera polémica amistosa entre los participantes, que versó sobre qué medio primaba dentro del género: si la literatura o el cine.

EN EL TREN. El verdadero encanto de la Semana comenzó a disfrutarse temprano, al otro día, con la partida desde la estación Chamartín del Tren Negro, repleto de invitados, periodistas y organizadores, que se arremolinaron sobre las 8 de la mañana para un entusiasta y caótico abordaje de los distintos vagones.

Mientras comenzaba a desfilar por las ventanillas el paisaje de la meseta castellana (un tanto anodino al principio) en los distintos vagones se podía alternar con escritores consagrados y de los otros, con guionistas y dibujantes de cómic y con periodistas a la caza del futuro reportaje durante la Semana. Al mismo tiempo se intentaba combatir el calor y la sed, mediante algún refresco de la multinacional auspiciante del evento. También podía uno distraerse, ojeando el primer número del periódico A quemarropa, publicación a cargo del sub-director del evento, el historietista Ángel de la Calle. Desde la primera Semana Negra se publica todos los días del festival, con el resumen del día anterior, el programa del día, creación literaria, entrevistas, tiras cómicas y la memoria gráfica de la semana

La complicidad que otorgaba el hecho de compartir el vagón, hacía propicia la ocasión para el intercambio de opiniones sobre literatura, cine y política, con la célebre pero no por ello menos cálida escritora mexicana Laura Esquivel (Como agua para chocolate), el dibujante argentino Eduardo Risso y el guionista norteamericano Brian Azzarello (autores del cómic negro 100 balas) y los uruguayos Matías Bergara y Rodolfo Santullo.

También se improvisaron nutridas ruedas de prensa a la vez que se podía escuchar las canciones de Yampi, músico itinerante y sempiterno invitado de la Semana, a quien se unieron improvisados acompañantes entre los pasajeros. Con todos estos ingredientes, la travesía pareció mucho más corta de lo esperado, a pesar de sus 470 kilómetros. Pronto el verde brillante de las montañas asturianas predominó en el paisaje.

Eran cerca de las cuatro de la tarde cuando el tren arribó a Mieres, poblado distante aún unos 50 km de Gijón, donde los pasajeros fueron recibidos al son de gaita y tambor y agasajados con una tradicional "espicha".

La espicha es una reunión festiva asturiana que consiste en juntarse varias personas y en abrir o "espichar" un tonel de sidra, acompañado por diversos bocadillos locales, todo ello de pie, mientras se comparte el mismo vaso, en el cual debe dejarse un fondo de bebida que es tirado al piso por el mismo borde donde se apoyaron los labios para limpiar el recipiente antes de pasarlo al siguiente bebedor.

CHURROS, CARPAS Y RULETAS. Luego de una brevísima parada en Oviedo (donde subió al tren el Presidente del Principado, Álvarez Areces), el recibimiento previsto en la estación de cercanías de Gijón, con banda de música incluida, se vio truncado por una manifestación de la Asamblea de parados y obreros en conflicto de la fábrica de los famosos Chupa Chups. Entre pancartas y silbatos, insultos al presidente y gritos de "parásitos" dirigidos a los autores, más algún gesto obsceno ad hoc, los
invitados fueron rápidamente distribuidos en los autobuses que los llevarían a sus distintos lugares de alojamiento, mientras la policía intentaba contener a los manifestantes.

Gijón es históricamente un importante centro anarcosindicalista y socialista, que protagonizó el levantamiento en armas de Asturias contra la integración de la extrema derecha al gobierno de la República en octubre de 1934, siendo la rebelión obrera sofocada a sangre y fuego. Con el estallido de la Guerra Civil, el 18 de julio de 1936, la ciudad y sus habitantes se mantuvieron fieles al gobierno legítimo.

Luego de la inauguración oficial, con la presencia de diversas autoridades y del director del festival en el Museo del Ferrocarril de Gijón, todos se trasladaron a la playa del Arbeyal.

Muy equivocado estaría quien supusiera que la Semana Negra es un evento meramente intelectual. El predio ferial, además de las carpas destinadas a la actividad cultural propiamente dicha y los stands de las más de 25 librerías allí presentes, albergaba infinidad de puestos de comida, un parque de atracciones con rueda gigante incluida, ruletas y puestos de artesanías.

La "Carpa del encuentro", la más grande de todas y el centro principal de actividades, se encontraban presididos por una réplica gigantesca de la obra La civilización occidental y cristiana del argentino León Ferrari. Entre las múltiples actividades desarrolladas se destacó la presentación el sábado 10 del libro 100 Balas-Guía de lectura, sobre el cómic, de los ya mencionados Risso y Azzarello. Sus páginas contienen, además de un catálogo de la muestra de originales de dicha obra que se exhibían en una carpa aledaña, un estudio a cargo de los reconocidos especialistas españoles Norman Fernández y Pepe Gálvez. La edición de 1.000 ejemplares entregados a los asistentes en forma gratuita (norma con las publicaciones de la Semana Negra), fue arrebatada de las manos de los organizadores en contados minutos.

Las distintas charlas se fueron sucediendo allí y también en la carpa más pequeña, denominada "A quemarropa". Entre los numerosos invitados se pudo encontrar en los días sucesivos a algunos de los mejores exponentes actuales de novela negra del mundo, como el griego Petros Márkaris (autor de la saga del inspector Járitos), los españoles Lorenzo Silva (reciente visitante de Montevideo en el marco del Festival Ñ y creador del sargento de la Guardia Civil de ascendencia uruguaya Rubén
Bevilacqua) y Juan Madrid (homenajeado por el 30° aniversario de su personaje: el boxeador Toni Romano). También a magníficos dibujantes e ilustradores como el norteamericano Scott Hampton (Batman: Gritos en la noche, Los libros de la magia y The Upturned Stone), de grandes escritores de ciencia ficción como Larry Niven (Mundo anillo) y Joe Hadelman (La guerra eterna) y escritores mundialmente famosos como Martin Cruz Smith y la mencionada Laura Esquivel, quien presentó su
novela sobre la Malinche (Malintzin) con un nuevo enfoque sobre este personaje, considerado por muchos como el epítome de la traición.

Asimismo pudo encontrarse, en carácter de visitante, a uno de los históricos guionistas del mejor cómic europeo: Enrique Sánchez Abulí, creador de la negrísima Torpedo 1936. Y disfrutar de un auténtico fenómeno como Curro Savoy, eximio silbador de las melodías que Ennio Morricone elaboró para el cine, incluida la de la película El bueno, el malo y el feo. La ocasión ameritó la proyección de un corto documental sobre su vida, con el sugestivo nombre de "Vivir del aire".

Además del mencionado corto, entre el cine exhibido en la Semana se destacó un ciclo de Guy Debord, padre de la corriente filosófica conocida como "situacionismo" y autor de La sociedad del espectáculo y del film del mismo nombre.

No faltaron las charlas y presentaciones de libros sobre zombies, verdadero boom editorial del momento en España. En cuanto a Rufo, el muñeco-mascota del festival, este año en plena crisis económica, se lo vio, significativamente, pasando el sombrero. Otras exposiciones fueron: "Y sin embargo se mueven" (de fotoperiodismo), "Vuelven los soldaditos de plomo" y las de piezas arquelógicas mexicanas.

También fueron parte integrante de la Semana sus concursos. Los literarios fueron los premios "Hammett" a mejor novela negra, "Celcius" a mejor novela de fantasía, ciencia ficción o terror, el "Rodolfo Walsh" a mejor libro de no ficción sobre tema criminal y "Espartaco" a mejor novela histórica (con la condición de haber sido publicada originalmente en castellano en 2009). También hubo un premio a la mejor tortilla de patatas, exquisita muestra de cómo lo intelectual se fusiona con lo popular, en esta peculiar semana de diez días.

El domingo 11 de julio, cuando se disputó la final del Campeonato Mundial de fútbol de Sudáfrica, resultaba extraño estar entre los hinchas españoles escuchando con asombrados oídos (oídos demasiado acostumbrados a la barra brava de la Ámsterdam) cómo los epítetos más fuertes del público presente contra el referí que permitió a los holandeses golpear a mansalva, fueron "canalla" y "cobarde".

Inolvidable también fue el insistente pregón del animador de la ruleta, que atronaba por decenas de metros a la redonda: "Gira, gira la ruleta, que se mueve no está quieta. Gira, gira la ruleta, la ruleta majareta" una y otra vez. El sonsonete, si bien al principio puso en riesgo la paciencia (y la cordura) de algunos asistentes, a los pocos días ya era remedado como una broma interna y al fin de la semana hasta le habían tomado cariño.

FABADA, uruguayos Y DESPEDIDA. Tampoco Gijón fue solamente Semana Negra en aquellos días. También se pudo disfrutar de sus playas (además del Arbeyal, la de Poniente y la de San Lorenzo), de su puerto, de una visita a su magnífico acuario, de la movida nocturna que hace recordar a la no tan lejana época de auge de nuestra Ciudad Vieja. Y fundamentalmente de su comida, con la típica fabada ocupando el primer lugar del podio, sin olvidar al Cabrales, queso asturiano de denominación ni a los "cachopos" (especie de milanesa rellena de queso y jamón ibérico) del Hotel 44.

La fabada es el cocido tradicional de la cocina asturiana elaborado con alubias blancas (en asturiano, fabes), con embutidos como el chorizo y la morcilla asturiana y con lacón. Su difusión es tan grande en la península ibérica, que forma parte de la gastronomía más reconocida de España.

Entre los creadores uruguayos presentes en el evento estuvieron los ya mencionados Santullo y Bergara, quienes presentaron su novela gráfica Los últimos días del Graf Spee, de la que son guionista y dibujante respectivamente. No solo lo hicieron a carpa llena: además debieron permanecer un prolongado lapso luego de la presentación, firmando y dibujando los ejemplares que en un muy buen número habían sido vendidos allí mismo. También concurrió este cronista, invitado como guionista y
protagonista del film La balada de Vlad Tepes, presentado en la noche del viernes 16. Al día siguiente comentó Miguel Barrero en A quemarropa: "La presentación de la película La balada de Vlad Tepes, de Guzmán Vila, abarrotó la carpa y calentó el ambiente gracias a un film de vampiros llamado a convertirse en película de culto". Los uruguayos participaron también de la tertulia "Cómic. Futuros narrativos", junto con otros autores y editores de habla hispana.

Un eje insoslayable de la Semana Negra pasa por la presentación estelar del libro SN-Pepsi que este año tuvo como título Los olvidados, sobre personajes que la historia, injustamente en muchos casos, ha dejado de lado. De lujosa presentación, fue entregado el sábado 17 por los escritores y autores de cómic participantes. Se destaca entre ellos, nuevamente la colaboración de Scott Hampton, sin olvidar, entre otros, a los italianos Gianfranco Manfredi, Bepi Vigna y Paolo Bacilieri ni a los españoles Sergio Bleda, Enrique Vegas y Alfons López.

La XXIII Semana Negra de Gijón se clausuró oficialmente el domingo en un acto encabezado por el Presidente del Gobierno del Principado de Asturias y por el Director de la Semana. Pero el verdadero final se produjo con la despedida que se llevó a cabo en Cudillero, un pueblo pesquero de ensueño, a unos 50 kilómetros de Gijón. Allí los invitados fueron recibidos por una banda de gaiteros. Después se retornó a Madrid en el Autocar Negro, a eso de las 11 de la noche, y la vuelta a la rutina.

Los números de la Semana Negra impresionan: según los organizadores, en esta XXIII edición participaron 152 autores, se organizaron 217 actos, se recibieron 845.000 visitantes, se vendieron o regalaron 35.985 libros, estuvieron presentes 27 librerías y la oficina de comunicación acreditó a 202 periodistas y 84 medios en todos los soportes (papel, radio, TV y digitales), tanto de España como de otros 11 países.

Se ha dicho que se trata de un campamento de verano para escritores, que allí se come mucho y se duerme poco, y sobre todo que es una Semana tan adictiva como una droga dura y que como tal, quien la prueba una vez, ya no ve la hora de repetir la experiencia. Todo se cumplió a rajatabla. Mérito de la organización, de la calidez del pueblo gijonés y del espíritu de camaradería que se vive, donde todos tratan a todos como amigos de toda la vida.

Publicado en El País, Montevideo, 2011

Imagen 1: Paco Ignacio Taibo II

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