Monday, March 28, 2011

¡Que vivan los estudiantes!


Juan Claudio Lechín

En Venezuela, más de 60 estudiantes en huelga de hambre reclaman presupuesto para las universidades públicas y el respeto a la preciada conquista liberal de la autonomía universitaria.
Protestas estudiantiles suceden en cualquier país y bajo cualquier sistema, pero cuando la universidad “es uno de los tres bastiones que le restan por demoler al régimen militar”, del presidente Chávez, según asegura el historiador Carrera Damas (www.analitica.com, 15 de marzo), deja de ser otra reivindicación más para ser una demanda democrática central.
En los jóvenes suele estar intacta la esperanza y la convicción que el futuro vale la pena, por eso acuden con decisión a reclamarlo. Las rebeliones árabes fueron protagonizadas por estudiantes; y en Bolivia apoyaron masivamente la reciente huelga sindical. En Venezuela, ya el 2007 frenaron la perniciosa reforma constitucional.
Las recientes marchas y huelgas comenzaron hace un mes, y, nuevamente, fueron rigurosamente pacíficas porque esto de la no-violencia es una revolución generacional en nuestro continente. Antes, para protestar, cuando menos, había que apedrear. Hoy, hacen representaciones artísticas alusivas y se pintan las manos; lejos del estribillo cubano: “¡Patria o muerte!. Son más conscientes de la importancia de la vida, de los derechos humanos y saben que el método contagia al desarrollo y al resultado. Un método violento es, sobre todo, una siembra violenta; en cambio, con la no-violencia se cosecha la paz.
Se trata de una diferencia medular. El presidente Chávez viene del golpe de Estado, como método, y del revolucionario que aplasta a sus enemigos herejes, como ideal. Los estudiantes, en cambio, vienen de la no-violencia, como método, y del respeto democrático a las diferencias, como ideal. Chávez proclama eliminar a los escuálidos opositores, los estudiantes buscan el diálogo y la complementariedad. Dos maneras diametralmente opuestas de ver el mundo. La del gobierno es exclusiva (“solo los que me apoyan”), y la otra inclusiva (todos nosotros). Son irreconciliables, incluso en lo simbólico, como la contramarcha que ordenó el gobierno para mostrar a “sus universitarios adeptos” conducidos por la señora ministro de educación, Yadira Córdoba; uniformados de rojo parecían jóvenes de un internado belicoso guiados por su institutriz. En cambio, los universitarios opositores, marcharon libres, sin custodios ni arrieros.
Hace poco, el dirigente Villca Fernández radicalizó la protesta cosiéndose los labios. Por un costado de la boca, tipificó al presidente Chávez como “dictador”. El joven ya no se refería a los asuntos universitarios sino al sinfín de atropellos del gobierno contra la sociedad civil: dividir a los venezolanos, dieciocho mil muertos anuales por delincuencia, desabastecimiento alimentario, inflación, supresión de libertades, presos políticos y exilados, penetración cubana, destrucción del aparato productivo y de la pequeña propiedad rural, ataques a los medios de comunicación, plenos poderes para Hugo Chávez (como Hitler en 1933), y mucho más.
Pero hace 50 años, Violeta Parra hizo una declaración eterna, al escribir: “Que vivan los estudiantes porque son la levadura del pan que saldrá del horno con toda su sabrosura, y no le asustan las balas ni el ladrar de la jauría, caramba y zamba la cosa ¡que viva la autonomía!”.

De El Comercio, Perú

Imagen: Martin Argyroglo/Manifestations contre le Cpe (Contrat Première Embauche), 16 de marzo, 2006, Francia

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