Monday, September 16, 2013

El submundo literario del subcomandante Marcos: cuando las armas aspiran a ser innecesarias



© Wilson García Mérida|Para Silvia Antelo Aguilar, mi comandante Peggy

“No se cómo le hago para que entiendan que lo que decimos es. Que si decimos una cosa, esa cosa es”, reclama el subcomandante Marcos cuando termina su entrevista con Julio Sherer García, difundida por Televisa la noche previa a la entrada al Zócalo.
En el ideologema zapatista el significado de la palabra no da vueltas, como efectivamente se acostumbra en la política dominante que es nada más “el arte de la simulación y el engaño“. Fox lo invita con rimbombante despliegue de prensa para tomarse un café en el Palacio de Los Pinos (para la foto y salir en primera plana, dice Marcos), pero los congresales le niegan una audiencia ante los 620 legisladores de la nación (a los que quiere explicar la importancia de la Ley Indígena), acordándose la partidocracia, a estas alturas, que este tipo “se alzó en armas” y no merece la tribuna del Parlamento. Los zapatistas reniegan de este uso corrompido de la palabra.
Nuestra palabra tiene historia, dice Marcos, y con esa palabra, que es la palabra del mañana, “hemos venido a darle cuerda al reloj“.

¿DISCURSO O DECLAMACIÓN?

Uno de los mayores aportes del movimiento zapatista y de Marcos al establecimiento de una verdaderamente nueva concepción de la política y del poder, es la compleja y eficaz articulación del discurso y la acción. La palabra y el hecho mantienen una relación de transparencia que transgrede la rutina de la demagogia. La nueva ética política, en este sentido, es una imaginativa creación de símbolos arraigados en la memoria y las esperanzas de los sin voz. Esa construcción, más declamatoria que discursiva, se da en un ámbito rigurosamente literario donde es posible prever las tácticas y estrategias de este singular movimiento ético y cultural. “Hemos recurrido al arte de leer lo que no se ha escrito todavía” explicaba Marcos durante su encuentro con los intelectuales que lo visitaron al día siguiente del Zócalo.
Nave ZapatistaMaestro de la paradoja, el Sub antepone al mundo real un mundo imaginario y fantástico del cual él mismo forma parte, al lado de un escarabajo vivaz llamado Don Durito, de un niño descalzo pero futbolista que se llama Olivio, del Viejo Antonio que fue su maestro espiritual en la selva, de la “Jeniferr”, una india todavía sin voz pero que va mirando con miradas que matan. Y junto a ellos millones de cronopios que navegan en una barca de papel sobre las aguas de la historia.
La red de paradojas zapatistas comienza en sus banderas que flanquean sus cuarteles: A la derecha, la bandera oficial de la república mexicana heredada de Morelos, colorida y luminosa con sus franjas verde, blanca y roja, flameando como una esperanza de mejores días para toda la República. Y a la izquierda la bandera del EZLN, trágica, negra y sombría, con un rojo sol de fuego guerrero al centro, invocando la memoria de los muertos y aspirando a desaparecer, a ser innecesaria.
La marcha de los indígenas de Chiapas a la ciudad de México está representada, en su afiche oficial, por la imagen de una hacinada barcaza que sugiere el arca de Noé.
Esta metáfora ya había sido sugerida en agosto de 1994, durante la Convención Nacional Democrática que reunió a casi 20.000 indígenas en un lugar de Chiapas llamado Aguas Calientes (los “muchos Aguas Calientes” son para Marcos lo que “cientos de Vietnam” fueron para el Ché). Durante aquel memorable discurso registrado en una cinta magnetofónica que conservamos como un tesoro bajo siete llaves, siete, el Sub declamaba:
“Aguas Calientes, Chiapas… ¿un cuartel? ¿un bunker? ¿una fábrica de armas? ¿un centro de adiestramiento militar? ¿una caja de explosivos? Aguas Calientes, Chiapas… el arca de Noé, la torre de Babel, el barco selvático de Fitzcarraldo, el delirio del neozapatismo, el navío pirata, la paradoja anacrónica, la tierna locura de los sin rostro, el despropósito de un movimiento civil en diálogo con un movimiento armado…”.
Fue aquella vez cuando Marcos había proclamado la que se convirtió en consigna central del zapatismo: “Todo para todos, nada para nosotros“.
El subcomandante Marcos también es autor de una histórica arenga que después sería plagiada y corrompida en Bolivia para justificar las veleidades populistas de la nueva partidocracia en el poder: “Mandar obedeciendo“, que es el principio fundamental que rige en las comunas autónomas zapatistas de Chiapas, las cuales fueron conquistadas y hoy existen constitucionalmente gracias a la lucha armada y movilizada de los indígenas zapatistas durante los gobiernos de Zedillo y Fox. Las Juntas de Buen Gobierno de las comunas autónomas de Chiapas tienen este lema que se cumple al pie de la letra, sin manipulaciones ni interferencias partidarias de por medio: ”Aquí manda el Pueblo y el Gobierno obedece”.
"Nuestro general Zapata nos enseñó que el poder pudre la sangre y enturbia el pensamiento".
“Nuestro general Zapata nos enseñó que el poder pudre la sangre y enturbia el pensamiento”.
La Convención de Aguas Calientes marcó distancias férreas con el vanguardismo de la izquierda tradicional; puso un mojón infranqueable, de facto, entre el pensamiento y la acción libertarias en oposición a las tentaciones totalitarias y reaccionarias de la cultura estalinista que es un virus recurrente en los aparatos partidocráticos del izquierdismo convencional, a pesar de la caída del Muro de Berlín.
En el acto inaugural de la Convención Nacional Democrática, se presentaron desfilando las tropas combatientes del EZLN con sus armas al hombro, y cada fusil llevaba una rosa roja introducida en el cañón. “Nuestras armas son armas que aspiran a ser innecesarias”, explicó Marcos con meridiana claridad. Y por ello no había ningún dirigente armado en la tarima. El Subcomandante se niega a encabezar asambleas civiles aclarando con firmeza que “ninguna asamblea ciudadana debe ser presidida por gente armada”.
Al fin y al cabo las armas son instrumentos de muerte que estamos obligados a empuñar por la fuerza de la intolerancia, del racismo, de la corrupción y el autoritarismo que no nos dejan vivir. Entonces declamará ante los miles de convencionales de Aguas Calientes:
“Luchen, luchen sin descanso. Luchen y derroten al gobierno, luchen y derroten a la guerra, luchen y derrótennos… Nunca será tan dulce la derrota, si en el tránsito pacífico la democracia, la libertad y la justicia resultan vencedoras…”
La estrategia zapatista no tuvo ni tiene como fin la captura del Poder, sino la transformación democrática del Estado y la sociedad, profundizando el sistema participativo, radicalizando la democracia, desde la perspectiva indígena como un nuevo referente hegemónico dentro la Sociedad Civil.
En carta dirigida a los jefes maoistas del Ejército Popular del Pueblo (ERP) en el 96, Marcos criticó la estrategia autoritaria de la izquierda siniestra: “Ustedes luchan por el poder” —les decía el Sub a los vanguardistas—. “Nosotros por democracia, libertad y justicia, que no es lo mismo. Aunque ustedes tengan éxito y conquisten el Poder, nosotros seguiremos luchando por democracia, libertad y justicia. No importa quién esté en el Poder, los zapatistas están y estarán luchando por democracia, libertad y justicia”. 
Y durante la Marcha al DF, en el 2001, cuando la columna zapatista pernoctó en el municipio de Anenecuilco, Estado de Morelos, donde nació Emiliano Zapata, dijo el subcomandante: “Nuestro general Zapata nos enseñó que el poder pudre la sangre y enturbia el pensamiento”
La lucha libertaria de los zapatistas no es pues una lucha por el poder, es una lucha por la vida, por la libertad, por la democracia y por la justicia. Es decir, es una lucha de verdad.

EL HIDALGO DON DURITO
El Ingenioso Hidalgo Don Durito de Lacandona es el personaje por antonomasia, cervantino de pura cepa, aunque con notables rasgos cortacianos. Este caballero de la triste figura, blindado como un tanque de guerra o como una armadura andante, es un escarabajo que se le apareció a Marcos, como un cronopio, una tarde en que descansaba a la sombra de un ceibo.
Armado de valor y montando sobre una tortuga llamada “Pegaso”, Don Durito de Lacandona es una guía en el tortuoso camino de Marcos, su fiel escudero. Por eso es que Don Durito está siempre un paso más adelante.
Don Durito de la LacandonaEntre Don Durito de Lacandona y Marcos el Sancho de Chiapas hay una relación conflictiva, mucha discrepancia. Cuenta Marcos en la posdata de una carta dirigida (el 24 de octubre del 96) a la señora “doña Sociedad Civil”, que cierto día, Don Durito, pasadito en copas, exclamó:“la humanidad debe beneficiarse de mis grandes conocimientos”. Marcos criticó tamaña pedantería; pero el escarabajo salió por sus fueros asegurando que “los andantes caballeros no son pedantes sino que, simplemente, son sabedores de lo fuerte de su brazo y lo grande de su talento, cuando de azotar malandrines y de burlar bellacos se trata”.
Don Durito apareció por primera vez en público durante una conferencia organizada por la UNAM, en mayo de 1995, cuando Marcos fue invitado (y contratado) para redactar una ponencia por la cual se le había pagado un honorario de mil nuevos pesos que serían donados al sindicato huelguista de los obreros de la FIAT, en Italia. El Sub no pudo cumplir ese compromiso, no obstante que el cheque llegó a los obreros italianos, pues Marcos andaba huyendo de Zedillo que le perseguía para quitarle el pasamontañas. Fue cuando el desesperado Marcos le encomendó la tarea a su amigo Durito, quien, en la carta enviada al rector de la UNAM, como una posdata del documento “La historia de los espejos”, aclaró la situación:
“Yo, señor mío, soy un caballero andante y los caballeros andantes no podemos dejar de socorrer al necesitado, por más narizón y delincuente que sea el desvalido en cuestión. Así que acepté de buen grado otorgar la ayuda que se me demandaba y por eso le escribo yo y no el Sup”.
En julio de 1996, a propósito del Primer Encuentro Internacional Pro Humanidad y contra el Neoliberalismo, al que asistieron casi 5.000 delegados de 42 países, la ponencia zapatista fue elaborada otra vez por Durito, en ausencia de Marcos. En dicha exposición, que forma parte del referido ensayo “Ponencia a siete voces, siete, don Durito proponía que para derrotar al neoliberalismo, había que globalizar el uso de pantuflas en vez de botas para cruzar el lodo, repartir peines para fabricar armónicas con un pedazo de papel seda y cepillos de dientes para rascase la espalda.
“Las pantuflas demuestran que la lógica y las botas no sirven para nada, cuando de soñar y bailar se trata. Los peines demuestran que para la música y el amor todo es un pretexto. Los cepillos de dientes demuestran que se puede ser diferente y ser iguales” –sentenció Don Durito– “Baile, música, placer y conciencia del otro, éstas son banderas por la humanidad y contra el neoliberalismo. El que no lo entiende es, seguro, porque tiene un cartón por alma”.

LAS POSDATAS

Ya son célebres las “posdatas” que el subcomandante Marcos suscribe al final de sus innumerables cartas y manifiestos. Muchas veces aquellos apéndices epistolares son más extensos que las cartas en sí. En ocasiones van varias posdatas a la vez.
En la selvaSe trata de auténticas piezas literarias en las que el humor y la sátira se entrelazan en un magnífico estilo narrativo. Marcos y Durito son co-autores de bellos cuentos, fábulas y parábolas que caen casualmente al pie de solemnes cartas oficiales y de comunicados a la opinión pública.
En una posdata al final de "La historia de los espejos" escrita en mayo del 95, Marcos anticipa la llegada de los zapatistas al Distrito Federal, “el día por venir“, a través de una incursión encubierta de Don Durito, quien deambula de madrugada por las calles aledañas al Zócalo, “con una gabardina y un sombrero calado a lo Humphrey Bogart en Casablanca…”.
“Durito pretende pasar desapercibido. No son necesarios ni el vestuario ni el lento arrastrarse de Durito, pegado a las sombras que huyen de los escaparates iluminados. Sombra de la sombra, callado andar, sombrero calado, gabardina que arrastra. Durito camina por la madrugada de la ciudad de México. Nadie se percata de él. No lo ven, y no porque esté bien disfrazado, o porque esa figura pequeña, diminuto quijote vestido de detective de los años 50, apenas se distingue entre los montones de basura… nadie ve a Durito por la sencilla razón de que, en esta ciudad, nadie ve a nadie”.
Hallamos en este fragmento aquello que Octavio Paz había observado en la conducta de Emiliano Zapata 80 años atrás: “ese roce entre el zapatismo y dos entidades que le son ajenas y aún contrarias: la Ciudad y el Estado”.
En algunas otras posdatas, Marcos cuenta sus cotidianas anécdotas en la selva. Como ésta hallada en una de sus inumerables misivas para “La Doña” (la Sociedad Civil), donde Marcos relata que el pequeño Olivio, un día que los guerrilleros salían del campamento, se despidió del Sub con esta frase:
“Adiós compañero Supcomandante Sup”.
¿Que tal?, inquiere el aludido.
“¿Por qué me pasa ésto a mí? Yo que siempre soñé remedar a James Bond en su primera película y decir: Mi nombre es Marcos, Subcomandante Marcos”.
Se anuncia que Don Durito publicará todo este material narrativo en un libro que se titulará "Cuentos para una soledad desvelada". Hay en esa pretensión un dejo de exilio afectivo que habla de desamores, quizá no las de Marcos, ni las de Durito, tal vez las de Rafael Guillén, el abandonado, el prófugo, el ausente.
Roque Dalton escribió en sus "Historias prohibidas de Pulgarcito" este famoso soneto:
“Ya me voy porque estoy viejo | y ya la muerte me llama. | En el testamento digo | que me entierren en tu cama”.
Y Marcos de la Montaña escribió ésto, con la voz de Durito, en una posdata perdida entre las arengas:
“El Sup escondido debajo de la cama, no porque tenga miedo de que lo maten, sino porque, dice, esa cama siempre es demasiado ancha cuando uno se está solo”.
Tal la dimensión lúdica y humana que subyace en la concepción ética de la guerrilla zapatista. 
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De SOL DE PANDO, 08/08/2013

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