Sunday, June 13, 2021

La leyenda de Majnó: el campesino anarquista que a punto estuvo de tumbar el nacimiento de la URSS


ISRAEL VIANA

 

Por extraño que parezca, Nestor Majnó no es tan conocido para el gran público como Mijaíl BakuninEmma Goldman o, incluso, Buenaventura Durruti. Sin embargo, no son pocos los investigadores que se han referido a este ucraniano como «el héroe del anarcocomunismo occidental», el «protagonista de uno de los acontecimientos más notables del anarquismo mundial», «el único hombre que estuvo cerca de lograr el sueño comunista libertario» y hasta «el anarquista más poderoso de la historia». Un campesino que, con un pequeño grupo de adeptos, fue capaz de sembrar el pánico entre los zaristas y, también, entre los bolcheviques durante la Guerra Civil rusa de 1917 a 1922.

A pesar del olvido en que se encontraba, su figura ha sido noticia en varias ocasiones en los últimos años. La última vez, hace apenas unas semanas con la publicación en España de la segunda parte de ‘¡Viva la anarquía! El encuentro entre Majnó y Durruti’ (Ponent Mon/Catarata), la novela gráfica de Bruno Loth y Corentin Loth. Un cómic de 88 páginas en el que se narra, con multitud de detalles, la charla que nuestro protagonista mantuvo en París, el 15 de julio de 1927, con el líder anarquista español.

En noviembre de 2019, además, se reemplazó en la pequeña localidad del sureste de Ucrania donde nació nuestro protagonista en 1889, Guliaipolé, una estatua del odiado Lenin por una suya, generándose una gran polémica. En ese momento, algunos medios de comunicación ya calificaron a Majnó como el «guerrillero anarquista más grande de la historia, además del menos conocido». Desde ese mismo año, sus descendientes luchan también, sin éxito, para que sus restos sean repatriados desde París, donde falleció de tuberculosis en 1934. Un acto que se vendría a sumar a todo el ‘merchandising’ asociado a su figura que se ha puesto a la venta en su pueblo.

 

Territorio Libre de Ucrania

El líder anarquista había huido hasta la capital francesa, en 1924, para escapar de la represión soviética. Una consecuencia del enfrentamiento entre dos movimientos que, en principio, parecían llamados a entenderse en la lucha contra zaristas y nacionalistas, pero que acabaron masacrándose uno a otro por el temor de Lenin a que este campesino venido a más pudiera poner en peligro su proyecto de imperio comunista. De hecho, el líder ucraniano se marchó al exilio parisino tras sufrir heridas graves en sus últimos enfrentamientos contra el Ejército Rojo. En concreto, un balazo en el vientre, otro en el cuello y otros seis más en diferentes partes del cuerpo de los que se salvó de milagro.

Hablamos del hombre que más cerca estuvo de crear un espacio sin autoridad alguna. O como lo llamó él mismo: el Territorio Libre de Ucrania. Es decir, el primer espacio de la historia sin Dios, ni patria ni patrón, que en aquellos tiempos convulsos de la Revolución rusa se traducía en imperialistas europeos, nacionalistas ucranianos, bolcheviques o cualquier tipo de dictadura del proletariado. Un sueño demasiado grande para el hijo de una familia pobre de agricultores que, sin embargo, obligó al todopoderoso Ejército soviético a emplearse a fondo para pararle los pies.

No les resultó fácil, desde luego, puesto que Majnó se había curtido en mil batallas durante su militancia política clandestina en la adolescencia. Su padre había muerto al poco de nacer él y, antes de cumplir 7 años, ya trabajaba como pastor de cabras y ovejas con el objetivo de traer el sustento que necesitaban su madre y sus tres hermanos. A los 12 ya era empleado fijo en una de las granjas de los poderosos colonos alemanes, donde comenzó a compartir el odio hacia sus señores con el resto de peones. Nada más cumplir los 16, participó en la famosa revolución de 1905 y su vida cambió para siempre.

La lucha le duró, en principio, tres años, hasta que en 1908 fue arrestado y condenado a la horca por participar en todo tipo de actividades terroristas. La más grave de ellas fue el asesinato de un policía cuando tenía 19 años. Dada su juventud, la pena capital fue conmutada por la de trabajos forzados a perpetuidad y fue trasladado a la prisión central de Moscú. Allí se inició en el anarquismo, bajo la tutela de Piotr Archinov y con las lecturas de la biblioteca en el poco tiempo que le permitían salir de su celda de aislamiento. Nueve años después, cuando ya lo daba todo por perdido, estalló la Revolución de febrero de 1917 y, para su sorpresa, fue liberado por la amnistía del primer Gobierno provisional.

 

El Ejército negro

A partir de ese momento, su carrera revolucionaria fue meteórica. Un año después fundó el Ejército Negro, un grupo armado no muy grande, pero que fue muy respetado durante la Guerra Civil por su ferocidad en los ataques contra el Ejército Blanco de los zaristas y el Verde de los nacionalistas. Y eso que se trataba de un grupo de campesinos sin apenas medios materiales ni armas, que eran capaces de recorrer largas distancias a pie, tan rápido como un cuerpo de caballería. El ritual era siempre el mismo: alcanzaban al enemigo, atacaban con pocos combatientes, golpeaban con contundencia y desaparecían sin dejar rastro a los pocos segundos.

No cabe duda de que Majnó tenía un gran talento militar. Se dice que fue el inventor de la guerra relámpago que tantos éxitos les proporcionó, más tarde, a los nazis. Con su liderazgo fueron creando cada vez más comunas campesinas fuera del yugo del Estado soviético. Llegaron a tener el control del sureste de Ucrania, la costa oriental del mar del Mar Negro y la península de Crimea. Un vasto territorio de, aproximadamente, siete millones de personas y una superficie semejante a un tercio de España, donde aplicaron por primera vez los principios del comunismo libertario y la autogestión, con los agricultores cultivando en común las tierras que habían arrebatado a los antiguos terratenientes.

Se puede decir que los majnovistas fueron los únicos capaces de crear verdaderos soviet libres, aunque ni siquiera llegaron a imponer un anarquismo pleno, ya que no querían traicionar su respeto a la libertad individual y a los principios de la libre adhesión a su proyecto por parte de los campesinos. Y aunque la mayoría de ellos lo recuerdan aún hoy como una especie de ‘Robin Hood’ que robaba a los terratenientes y a los colonos para dárselo a los pobres, lo cierto es que otros muchos se refieren a él como un ‘bandido’ al que le reprochan sus alianzas con el Ejército Rojo.

 

Entre el mito y la realidad

Entre los bulos más importantes que han circulado en torno a Majnó tras la desintegración de la URSS, el más importante es el que dice que dejó escondido el botín que había capturado en el transcurso de sus razias. Sea cierto o no, es uno de los episodios que más turistas atrae y sobre el que se han realizado numerosos libros, artículos y películas. Es como si interesara más ese misterio sin ninguna base real que sus gestas militares.

Hay historiadores como Julián Vadillo que ponen en duda la existencia de ese tesoro. «Néstor tuvo que salir corriendo primero a Rumanía y, luego, a Polonia. Sus últimos años los pasó en la más absoluta de las miserias, en un piso muy pequeño de las afueras de París», advierte en ‘Por el pan, la tierra y la libertad: El anarquismo en la Revolución rusa’ (Volapük, 2017). El rumor más extendido a día de hoy sugiere que una parte del botín podría estar en Starobelsk, aunque hay otros que lo sitúan en Melitopol, Volnovaja, Slavyansk, Rodakovo y Luhansk. Otros aseguran que fue enterrado por los anarquistas cuando fueron conscientes de que su derrota a manos de los bolcheviques era inminente.

La causa principal de esta fueron las numerosas carencias del Ejército Negro y el rechazo de sus 50.000 miembros a la disciplina y a la unidad propuesta por los bolcheviques, a los que consideraban «autoritarios» y «burocráticos». Para que se hagan una idea, los milicianos debían elegir a sus superiores mediante elecciones y podían despedirlos cuando lo consideraban necesario. Todo esto provocó cierta desorganización y que las aldeas controladas por los anarquistas ucranianos fueran saqueadas constantemente por los imperialistas.

 

Asesinados a traición

Poco a poco las comunas de Majnó se fueron bolcheviquizando, pasando a ser controladas por los comisarios del Partido rusos. Esto provocó un choque frontal con la autonomía y autodeterminación del mencionado Territorio Libre de Ucrania, pero la estocada final se produjo cuando, al terminar la Guerra Civil, los dirigentes del Ejército Negro fueron invitados a una supuesta mesa de dialogo donde, en su mayor parte, fueron apresados y fusilados a traición. A continuación, 150.000 soldados del Ejército Rojo atacaron la región y a los alrededor de tres mil guerrilleros que habían sobrevivido.

La entrada de los soviéticos marcaría el final de la autonomía anarquista ucraniana. Alrededor de 200.000 campesinos fueron ejecutados igualmente durante la invasión, mientras que otros tantos fueron deportados a campos de trabajo de Siberia. Majnó y sus últimos cien guerrilleros acabaron huyendo, prácticamente desangrados, con las heridas de bala todavía abiertas sobre sus cuerpos. Nunca más volvieron a Ucrania.

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De ABC, 09/06/2021

Imagen: Montaje de una foto de Majnó sobre una bandera soviética

 

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