Thursday, January 11, 2024

Los viajeros y los mentirosos


MAURIZIO BAGATIN

 

La vida es como un viaje. Fuga o retorno, canta el poeta “por la misma razón del viaje, viajar”, es andar, exagerar, inventarse, retornar y mentir. Y “la mentira es consustancial al libro de viaje”, frente a una fogata durante las largas noches los primeros homo sapiens empezaron a contarse, a través de gruñidos y gestos, aventuras maravillosas, mentiras que les permitió avanzar en la gran aventura, abandonando las grandes sabanas y descubriendo el resto de la tierra. En las mentiras hemos vivido literariamente durante milenios. Y a medida que la ignorancia del mundo disminuye, aumenta la dificultad de contarlo en un libro. Nace la poesía.

Con Ulises buscamos el atajo que nunca fue. Van aedos y trovadores, nosotros seguimos la ruta de la seda que será de Marco Polo, el caminante veneciano, inventándonos palabras y burdeles, ampliando horizontes en los cuentos que se creerán solamente él y el Gengis Kan. Hay una vida adelante y mil murallas, el cambio climático y millones de turistas en la ciudad donde siguen cantando las sirenas. Ciudades en busca de visibilidad, de otros viajes, de viajeros y de mentirosos. Dudaron de Isherwood en Berlín, de Elsa Morante que atraviesa la Historia, de Bruce Chatwin sentado en una vieja cabaña mientras miraba en un mapa el viaje de Caboto, el de Magallanes, el verdadero reino de Orélie-Antoine de Tournes. Ahora estará leyendo en la bitácora de Antonio Pigafetta sobre los grandes pies de los patagones.

Arthur Rimbaud era mentiroso y alguien dado a exagerar la verdad. Viajaba con el viento día y noche para encontrar las flores de Alcide Bava. Cruzando el Gran San Bernardo y en las noches estrelladas de Java, la oscuridad y el libro abierto de Asia. Antes de los grandes negocios, de la riqueza y del cansancio hubo glamour. Fue la alquimia del verbo que sembraron Racine y luego, en el asfalto, Baudelaire; no hubo una escritura sobre la condición humana, nada de eso en sus exageraciones, fue siempre la aspiración a una condición humana. En las cartas videntes, en la negra enorme como un hospital, en todos los lugares desconocidos adonde alucinados deberíamos llegar.

Todos los libros mienten, las novelas por encima de todos. El Napoleón de Ridley Scott, el primer beso y ella, la amada, que entraba en un cuadro de Gauguin. Son las desfiguradas imágenes de la historia, la miel de la mentira. Soñar como Kafka o como Faulkner, entregarse como el Marqués de Sade. Será que el lenguaje también miente y que solo la literatura puede permitirnos este otro viaje: destilar palabras que desnuden “la verdad escondida en el corazón de las mentiras humanas”.

Dante en los tres reinos amó siempre solo a Beatrice. Cuentan que cuando dos mentirosos se juntan, la verdad sale a la luz. El poeta finge, falsea de alguna manera lo que no es realmente, su voluntad se vuelve nuestra necesidad, y viceversa también, nuestra voluntad se vuelve su necesidad. Las mentiras son importantes, el mundo no existiría sin las mentiras. El arte de contar mentiras, o de fingir y de exagerar, es un arte antiguo, tal vez el más antiguo arte de sobrevivencia del hombre. En la verdad de las mentiras hay el secreto de la mentira de las verdades. En el arte hay mentiras, inútiles mentiras y las más útiles. Es la fantasía, será la imaginación, si existiera la verdad y fuera una mentira la realidad. Camino solo para los curiosos, al final será toda una ilusión.

Enero 2024

Imagen: Ulises y las sirenas

 

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