Wednesday, April 25, 2012

Africa en tiempos de la guerra de Jugurta


Cayo Salustio Crispo 

El asunto está pidiendo que expliquemos brevemente la situación de África y digamos algo de aquellas gentes con quienes tuvimos guerra o fueron nuestras aliadas; bien que de los sitios y regiones que, o por lo excesivo del calor, o por su aspereza y soledad, son poco frecuentadas de las gentes, no me será fácil contar cosas ciertas y averiguadas; lo demás procuraré explicarlo con cuanta más brevedad pueda.

En la división del globo de la Tierra, los más de los geógrafos dan al África el tercer lugar. Algunos cuentan sólo al Asia y Europa, en la que incluyen al África. Esta confina por el occidente con el estrecho que divide a nuestro mar del Océano, y por la parte oriental con una gran llanura algo pendiente, a la que los del país llaman Catabatmo. El mar es borrascoso y de pocos puertos: la campiña fértil de mieses y de buenos pastos, pero de pocas arboledas; escasa de fuentes y de lluvias; la gente de buena complexión, ágil, dura para el trabajo, de suerte que si no los que perecen a hierro o devorados por las fieras, los más mueren de vejez, y es raro a quien rinde la enfermedad. Abunda además de esto la tie rra de animales venenosos. Acerca de sus primeros pobladores y los que después se les juntaron y del modo conque se confundieron entre sí, aunque en la realidad es cosa muy diversa de lo que vulgarmente se cree, diré, sin embargo, brevísimamente lo que me fue interpretado de ciertos libros escritos en lengua púnica, que decían haber sido del rey Hiempsal y lo que tienen por tradición cierta los habitadores del país; bien que no pretendo más fe que la que merecen los que lo afirman.

En los principios habitaron el África los gétulos y libios, gente áspera y sin cultura, que se alimentaba con carne de fieras y con las hierbas del campo, como las bestias. Estos no se gobernaban por costumbres, ni por leyes, ni vivían sujetos a nadie; antes bien, vagos y derramados, ponían sus aduares donde les cogía la noche. Pero después que, según la opinión de los africanos, murió en España Hércules, su ejército, que se componía de varias gentes, ya por haber perdido su caudillo, ya porque había muchos competidores sobre la sucesión en el mando, se deshizo en breve tiempo.

De estas gentes, los medos, persas y armenios, habiendo pasado a África embarcados, ocuparon las tierras cercanas a nuestro mar; pero los persas se internaron más hacia el Océano y tuvieron por chozas las quillas de sus barcos vueltas al revés, por no haber madera alguna en los campos, ni facilidad de comprarla, o tomarla en trueque a los españoles, cuya comunicación impedía el anchuroso mar y la diversidad de idiomas. Fueron, pues, los persas uniéndose poco a poco a los gétulos por vía de casamiento, y porque mudaban muchas veces sitios, explorando el que más les acomodaba para los pastos, se intitularon númidas. Aún hoy día las casas de los que viven por el campo, a que en su lengua llaman mapales, son prolongadas y tienen sus costillas en arco, amanera de quillas de navíos. A los medos y armenios se agregaron los libios que vivían cerca de la costa del mar de África (los gétulos, más bajo la influencia del sol y no lejos de sus ardores). Estas dos naciones tuvieron muy en breve pueblos formados, porque como sólo las dividía de los españoles una corta travesía de mar, se habían acostumbrado a permutar con ellos las cosas necesarias, y los libios desfiguraron poco a poco su nombre, llamando a los medos en su lengua bárbara moros.

Pero el estado de los persas se aumentó en breve tiempo, y después, habiéndose muchos de ellos, con el nombre que habían tomado de númidas, separado de sus padres a causa de su gran número, ocuparon las cercanías o fronteras de Cartago, llamadas por esta razón Numidia, y ayudándose unos y otros entre sí, sujetaron a su imperio a sus comarcanos, ya con las armas, ya con el terror, y se hicieron ilustres y famosos, especialmente los que más se habían acercado a nuestro mar (porque los libios son de suyo menos guerreros que los gótulos), y, en fin, los númidas vinieron a hacerse dueños de la mayor parte de la inferior África, pasando desde entonces los vencidos a ser y a llamarse como los vencedores. Después de esto los fenicios, parte a fin de aliviar a sus pueblos de la muchedumbre, parte habiendo por su ambición de mando solicitado a la plebe, y otros deseosos de novedades, fundaron en la costa del mar a Hipona, Adrumeto, Leptis y otras ciudades, las cuales, habiéndose aumentado mucho en breve tiempo, vinieron después a ser, unas escudo, otras ornamento de los pueblos de donde descendían, y esto sin hablar de Cartago, lo que es mejor que haberme de quedar corto, pues me llama el tiempo a tratar de otro asunto. De la parte, pues, del Catabatmo, que es el linde que divide a Egipto de África, siguiendo la costa, se halla lo primero Cirene, colonia de los tereos, después las dos Sirtes y entre ellas la ciudad de Leptis, luego las aras de los filenos, término que era del imperio de Cartago por la parte que mira a Egipto; más adelante otras ciudades cartaginesas. El resto hasta la Mauritania lo ocupan los númidas. Los mauritanos son los más cercanos a España. Sobre la Numidia, tierra adentro, se dice que habitan los gétulos, parte en chozas, parte vagos y a la inclemencia, y sobre éstos los etíopes, y que después se encuentran tierras desiertas y abrasadas por los ardores del sol. En tiempos, pues, de la guerra de Jugurta, el pueblo romano administraba las más de las ciudades cartaginesas y las fronteras de su imperio, que había recientemente ocupado, por medio de magistrados que enviaba. Gran parte de los gétulos y los númidas hasta el río Muluca, obedecían a Jugurta: los mauritanos todos al rey Boco, que no conocía al pueblo romano sino por el nombre, ni antes de esto, en paz ni en guerra, teníamos nosotros de él noticia alguna. Del África y sus habitadores creo haber dicho lo que basta para mi propósito.
 
Publicado en Biblioteca Ignoria (blog)

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