Sunday, December 13, 2015

Esgrima electoral

MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ

Ideas envenenadas, trapos sucios, no los suficientes, nunca los suficientes  porque los tienen, exhibición de patrañas descaradas, alardes de enormidades en busca de clientes que esperan eso, la enormidad, desplantes, descalificaciones personales disfrazadas de humorada... un proyecto de futuro que se resuelve en estocadas o en mendicidades de cuatro perras, en espectáculo mediático. Solo falta que pongan corredores de apuestas por los bares y los comederos, o mamachichos de concurso guarreras, que eso parece esta carrera por el poder. Y mucho mesianismo y más humo del que mañana no queda ni el recuerdo, cohetes chamuscados, resacones. ¿De verdad que nuestro futuro, si es que lo tenemos, se resuelve en la pista de ese circo? ¿De verdad que hay alguien que postula de verdad el necesario cambio en profundidad que necesita el país? De haber algo medianamente creíble, está en los márgenes de todo eso, pugnando por hacerse oír, representando a verdaderos invisibles que cuentan poco o nada en este rifirrafe, y que ahí seguirán, gane quien gane. No me hago ilusión alguna al respecto. Pocas palabras he oído referidas a un verdadero cambio de régimen, como si la palabra «República» estuviera proscrita, y otras con ella.
Decía hace unos días el escritor Txema Arinas que «los españoles no tienen ideologías, tienen fobias. Por eso en España no se discute, sino que se arremete». Ilustraba sus palabras con el célebre cuadro, atribuido a Goya, «Riña a garrotazos» en el que dos gigantones, hundidos hasta la rodilla en la tierra o en el barro, eso a gustos, se acometen con sus garrotas bajo un cielo tormentoso. En el barrizal estamos y con la garrota debajo de la almohada, o el cirio procesional del cambio frailuno, que viene a ser lo mismo. ¿Y el cielo? Tormentoso, aunque más para unos que para otros. Si pensamos en que los guías intelectuales del paisanaje están en los programas de televisión «de debate» o «sociedad», que ven hasta los que dicen no ver, no queda más remedio que sostener que la afición a la gallera o a la astracanada de barraca de feria es mayoritaria, que los chulapos y los desvergonzados atraen, seducen y sus ideas o lo que tengan se compran con gusto. Parece mentira que millones voten, a sabiendas, a mentirosos probados y a corruptos, pero es verdad, una lastimosa verdad. Por no decir que se acepta de buen grado que las promesas y fantasías de la esgrima electoral están para incumplirlas y no pasa nada, que eso forma parte del espectáculo, de sus sesión continua.
Por seguir con la caza de citas, hace poco decía Julio Anguita que los responsables de poner a corruptos y a ladrones, atrapados con las manos en la masa, en el gobierno de la nación, son sus votantes que admiten de buen grado tenerlos en situación de seguir haciendo de un país un negocio propio, un negocio sucio. Con los neo-fascistas de Rivera, el que se fotografió brazo en alto y luciendo emblemas franquistas, pasa lo mismo. El país tiene querencia de caudillos y caudillajes, de mano dura (¿más?), de mordaza y punto en boca, de orden, como si no lo hubiera, de unidad jacobina que encubre el prietas las filas. El paisanaje que vota por ese país férreamente clasista y autoritario de cara más o menos hosca (en su publicidad), lo hace movido bien por la peligrosa identidad con las consignas puestas en juego, bien por el inveterado rencor que suscita quien se pone en contra o por el desprecio de los excluidos a quienes se quiere recluidos en su gueto, condenados a extinguirse una vez usados. Al que alborozado ve la llegada de una primavera de banderas victoriosas vestida de Armani no le sirven los parlamentos ni el juego democrático porque en el fondo no cree mucho en ellos, salvo que los suyos tengan la mayoría absoluta o formen una tenaza que reduzca al silencio a la oposición. Así la patria, ese último refugio de los canallas, está a salvo. En cambio, si la mayoría la tiene el enemigo, la democracia peligra, se hunde, llega el Apocalipsis y hay que pactar de forma que quede excluido, arrinconado. ¿Un nuevo tiempo? Sería deseable, basta saber si las urnas son herramienta suficiente.

*** Artículo publicado en los periódicos del Grupo Noticia, 13.12.2015
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De VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 13/12/2015

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