Wednesday, September 19, 2018

No hay puertas, hay espejos

MAURIZIO BAGATIN

"Pero el peligro del odio es que, una vez que comienzas a cultivarlo, obtienes cien veces más de lo que esperabas. Una vez que comienzas, ya no paras. No conozco nada más difícil de controlar que el odio. Es más fácil dejar de beber que dejar de odiar… “- Philip Roth -

Esta es una arqueología del mal, un laberinto que nace bíblico y sigue, buscando en la oscuridad una posible luz, es Caronte que narra el dolor, la crueldad, la violencia y el horror. Hay un Mefistófeles en aquel espejo, son Isaac y Abraham, el Conde Ugolino y sus hijos, el coronel Kurtz y el Lord of the Flies, un Ícaro lejos del sol, una Ave Fénix rocambolesca… si abres la puerta, una matrioshka, un rompecabezas, una esfinge, un Pigmalión… es el Mito.

El mal: ¿dónde se genera, adonde está su origen - de un gen individual o de una genética colectiva - despreciando que hay la muerte?

"Habíamos visto la belleza / (un oriente en el corazón de las letras realizadas), / pero no pudimos encontrar una respuesta al mal / que pulsó en nosotros” (Martine Audet).

En esta tremenda novela el oxímoron perfecto es la muerte del alma: aquí no hay alma, aquí no hay muerte que no sea la muerte de toda la espiritualidad, de toda la esencia de lo humano. El carbono nos revela presencias antediluvianas del mal, la conciencia reconoce los dos dueños de nuestra vida: el dolor y el miedo. Toda la violencia es la violencia de la Historia, la violencia del paisaje, de su clima - el aire enrarecido - único, algo de bronce y algo de enfermo, unos kuchus predestinados, las banalidades de todos los males del hombre, un callejón sin salida ya… las heridas, luego, cicatrices hechas tatuajes como seres imaginarios - de una Divina Comedia o de Swedenborg - catapultados en la miseria del fin de la noche, mirando una alucinante metrópolis: La Paz.                     

“…y llega al Alto de La Paz, conmovido hasta el mayor extremo, en ese estado de gozo y exaltación que solo se alcanza cuando la naturaleza ha estrujado el corazón humano con su máximo poder” (José María Arguedas).  

¿Habrá un más allá? En este nonsense violento y claustrofóbico, hecho de canibalismo y perversiones, de morbosidades y fetichismo, de este gratuito tormento de todo lo humano, si tienen un alma, como recitaba Emily Dickinson, moriría más a menudo…     

En este quilombo no hay puertas: mañana ocultaremos nuestros pecados, ocultaremos nuestras culpas… nuestras barbaridades, nuestro atroz diario secreto.                                                     En este laberinto, ser escritor es ser artesano de la palabra… una mirada hacia el inmenso vacío, el solo verde de las canchas sintéticas de fútbol, los Aukis y el Apu… el viento que te acaricia cortando tus mejillas, más lejos las piedras del Mito profundo, con su sonido perfecto, con toda su violencia y toda su simbología inmovible. Esta es la verdadera obra de arte.  
                     
No hay puertas, hay espejos, dijo Octavio Paz. Mañana Where do the children play? Se preguntaba Cat Stevens…

Nota: soy un lector desordenado y pasional, tal vez un lector responsable; conozco a Daniel, bueno lo conozco a través de esta lectura, de sus visitas a la Llajta, a la ECO Feria y de unos sillpanchos y unas cuantas Huari compartidas en Cocha, su novela La puerta es - desde mi lectura - lo que han leído arriba… y mucho, muchísimo más, léanla y me avisan. Tal vez salgan vivos de la vida.
Septiembre 2018 

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