Tuesday, February 9, 2010

Una conversación interminable con un lector impenitente/LITERATURA


Así tituló el crítico e investigador cubano Ernesto Sierra su exposición en torno a la obra de William Ospina durante la segunda jornada de la Semana de Autor, evento que se inició este martes con la presencia del escritor colombiano.
Sierra se adentró en algunos de los volúmenes de la copiosa obra de Ospina en los que el poeta y ensayista dialoga y cruza estilos, sistemas de ideas sobre historia y sociedad.
Los nuevos centros de la esfera es para el ensayista cubano una continuidad de su libro Es tarde para el hombre de 1994. En este último Ospina se interroga “¿Qué le queda al hombre al final del milenio que no sea reencontrar el genuino sentido de lo sagrado y lo bello? ¿Qué significado poseen hoy la enfermedad, la muerte, la naturaleza y el tiempo libre desprovistos de la profundidad de la mirada mítica? ¿Es tarde para el hombre?”
Por su parte, el poeta y novelista Jesús David Curbelo enfocó su intervención en las dos ramas de la ensayística de Ospina, una literaria y otra más social. Sin embargo, llamó la atención sobre el mestizaje de la prosa del colombiano en tanto interrelaciona temáticas nunca excluyentes. Son, afirma Curbelo, “vasos comunicantes que relacionan al Hombre y el Universo y al Hombre en el Universo”.
Se siente atraído por la mirada novedosa que Ospina propone sobre autores clásicos, revisitados por la crítica. Ejemplos son Esos extraños prófugos de Occidente, de 1994, y La decadencia de los dragones, del 2002.
No descuida Jesús David en su alocución la idea del mestizaje cultural, las marcas de autonomía que señala la escritura de Ospina unida a la preocupación por el problema colombiano. De ahí su admiración por el poeta Juan de Castellanos, Estanislao Zuleta o Aurelio Arturo y las sucesivas novelas en torno a la conquista: Ursúa y  El país de la canela.
En el ámbito del ensayo más marcadamente social, se reafirman y enfatizan estos intereses. ¿Dónde está la franja amarilla? pone en evidencia un activo y punzante diálogo con la sociedad civil colombiana e intenta alzarse por encima del simulacro político. Pero esa preocupación nacional, según Curbelo, va alcanzando una trascendencia continental. Para él, el autor desmonta el archiconocido complejo de inferioridad que, como recalca el escritor cubano, aún padecemos.
Juan Nicolás Padrón, ensayista e investigador de la Casa de las Américas, centró su visión en el universo poético, en lo que él considera “la poesía de la otra Historia”.
Padrón advierte que esa fusión de estilos, preocupaciones y temáticas, rasgo recurrente en la producción total de Ospina, está sedimentada en la profundidad con la cual el colombiano hurga en la Historia. “ de que (la Historia) le sirva para comprender el presente. Su obra se resiste a la tradicional clasificación por géneros, e incluso resulta imposible circunscribir al autor a la ya desusada expresión de “literato” o autor literario, pues se trata de un mensajero del tiempo, un severo crítico de la modernidad americana, que debía partir de otra Historia para comenzar de nuevo su reconstrucción verdadera; y como la historia americana se inició como canto y mito, ha sido la poesía el lenguaje de esa iniciación”.
Al concluir el panel, Ospina agradeció a los expositores sus respectivas lecturas sobre su producción literaria. “Uno cree que está solo cuando escribe – dijo – y mucho después sabemos que estábamos conversando con otros”.
Un coterráneo le preguntó cuáles creía él que serían las estrategias más eficaces para contrarrestar o solucionar la situación crítica que atraviesa Colombia. El asistente partía de su lectura de ¿Dónde está la franja amarilla? y de su experiencia de vida.
Según el autor de Ursúa, los problemas de Colombia no son estrictamente políticos ni la solución tampoco, a no ser que se piense la política de otra forma. “Son problemas de gran complejidad cultural, debe buscarse las soluciones a la luz de esa complejidad”.
Añadió, “me he esforzado por interrogar nuestra memoria compartida, de los pueblos tradicionalmente renegados, de los mitos borrados. Colombia vive una singularidad dramática: es un país que se reconoce poco en su territorio. La diversidad no ha encontrado una interpretación que proponga un proyecto coherente. No se comporta como nación”.
Para Ospina Colombia debería ser el país con una mayor vocación continental debido a su ubicación geográfica, sin embargo, según el poeta, su país ha asumido una condición de “insularidad” y negación al diálogo con sus vecinos e incluso con su propia historia.
Una de sus mayores preocupaciones con respecto a la situación colombiana radica en la incertidumbre de reconocer dónde están los protagonistas del cambio y dónde está el proceso cultural que va a crear a nuevos ciudadanos que permitirán que Colombia no esté a merced de los vientos y del espíritu colonizador.
Tomando como imagen la esfera nuevamente, según Ospina Colombia es una figura anómala de la geometría porque siempre ha buscado su centro afuera. No ha logrado situar ese centro en ella misma, sino que gravita alrededor de otros centros culturales y políticos, explicó.
El ensayista ve esa transformación solo posible en el campo del arte, la filosofía y la literatura y no precisamente en la política, entendida en su sentido más llano. Colombia necesita, planteó, la devolución del equilibrio filosófico y moral para que pueda adelantar con normalidad en su proceso histórico.
Sin embargo, según la mirada de Ospina, Colombia está transformándose y lo ha estado haciendo a través de la literatura. La obra de García Márquez ha significado, en este sentido, un cambio de actitud de la visión del país sobre sí mismo.
La tarde concluyó con una lectura de poesía en la cual el narrador recorrió varios títulos de su cuantiosa producción. Poemas aparecidos en su primer libro Hilo de arena, de 1986, La luna del dragón, de 1992, El país del viento, de 1992, ¿Con quién habla Virgina caminando hacia el agua?, de 1995 fueron escuchados por la voz de su autor.
El día de hoy abre con el panel “La narrativa en Ospina” con la presencia del escritor cubano Eugenio Marrón quien disertará en torno a las “Maneras de navegar con William Ospina”, se hará lectura del texto “La fórmula elemental de contar: atrapar, retener y cautivar”, que el ensayista colombiano Hugo Niño preparó para el encuentro. La sesión continúa con la intervención “Voces” del crítico Alberto Quiroga, de la revista colombiana Número.
Seguidamente, William Ospina compartirá con el público sobre su(s) poética(s).
Mañana concluye la Semana de Autor con la presentación de El país de la canela, libro que mereciera el Premio Rómulo Gallegos 2009.

Imagen: Semana de Casa de las Américas con William Ospina, Cuba, 2009
 
 

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