Tuesday, February 3, 2015

El Pueblo de Coscaya en Julio de 1973: una investigación demográfica olvidada ( o traspapelada).

Dr. Horacio Larraín Barros

Antecedentes:

En el mes de julio del año 1973, exactamente dos meses antes del golpe militar de Septiembre 1973, un grupo de investigadores del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile concibió y puso por obra el proyecto de estudiar en terreno, las condiciones de vida, el poblamiento y la economía agrícola de los pobladores de esta localidad de antigua y rancia prosapia aymara (¿o tal vez puquina?).
Interés por el estudio de la Pampa del Tamarugal.
Desde hacía unos pocos años, en este Instituto de la Universidad Católica se había formado un pequeño equipo de investigación conformado por geógrafos físicos y humanos, un antropólogo, un geólogo, todos ellos interesados por estudiar tanto las causas del despoblamiento como las condiciones de habitabilidad de la Pampa del Tamarugal y sus quebradas aledañas. Se había realizado con anterioridad varias campañas destinadas a analizar en terreno, los problemas inherentes a la posible re-activación de un poblamiento humano en la Pampa del Tamarugal. Viejo sueño que nunca ha sido posible poner por obra; ni siquiera en el día de hoy.. La base histórica para estos estudios la ofrecía la experiencia agrícola realizada en la Pampa durante la época prehispánica, en las llamadas "chacras antiguas" que Antonio O´Brien, el sevillano Gobernador Interino de la Provincia de Tarapacá habia ya destacado en forma especial en su famoso "Plano de la Pampa de Iluga" (1765).
El Taller del Norte Grande.


El entonces Director del Instituto de Geografía de la Universidad , el geógrafo humano Hugo Bodini Cruz Carrera había logrado juntar en el "Taller del Norte Grande", un equipo de geógrafos (entre ellos Luis Velozo, Jean Pierre Bergoing, María Angélica Apey y Pilar Cereceda), al que pronto se agregó, en Marzo de 1973, el autor de este Blog, antropólogo cultural y arqueólogo, recientemente llegado del extranjero. Entre 1971 y 1973 se había realizado un par de visitas a terreno, de varios días de duración, en las que con el entusiasta apoyo logístico del folklorólogo de la Universidad del Norte, Jorge Checura Jeria, se visitó y exploró la Pampa del Tamarugal y, concretamente, las famosas "chacras de los antiguos", situadas en las desembocaduras de las quebradas de Aroma, Tarapacá y Quipisca. Estas "chacras", cuyas evidentes huellas eran aún visibles (hasta hoy mismo) nos testimoniaban que en el pasado se había realizado aquí, al parecer por largo tiempo, una intensa actividad agrícola, con ocasión de la bajada de grandes cantidades de agua dulce, por efecto de los aluviones ohuaycos estivales en la alta cordillera.

Estudiosos de las quebradas y de la pampa.

Muy poco antes de esta fecha, tanto el historiador don Oscar Bermúdez Miral (el conocido autor de la Historia del Salitre) como el arqueólogo piqueño Lautaro Núñez escribían los primeros trabajos sobre este tema, y presentaban al público culto y sometían a análisis el famoso "Plano de la Pampa de Yluga", pieza cartográfica obra del sevillano y gobernador interino de Tarapacá, don Antonio O´Brien (1765). Plano que, por lo demás, ya había sido conocido y examinado por el geógrafo alemán Carlos Keller hacia 1945.

Objetivos específicos de la expedición al Norte (1973).

La expedición estuvo formada por Hugo Bodini, geógrafo humano (jefe de la expedición), Pilar Cereceda y María Angélica Apey, geógrafas, Tomás Daskam, artista y pintor, interesado a la fecha en grabar el canto de las aves y, finalmente, por el arqueólogo y antropólogo cultural Horacio Larrain, autor del presente Blog.

La expedición tenía por objeto conocer de cerca las características de la actividad económica agrícola y la situación poblacional de los pueblos de Poroma y Coscaya, los más alejados de Tarapacá hacia el Este, en los altos de la quebrada de Tarapacá y a una altitud de casi los 2.000 m. snm. Se tenía conocimiento del problema del despoblamiento de las quebradas, pero había que tratar de verificar in situ, las causales de dicho fenómeno y sus previsibles consecuencias, las que, a la larga, podrían desembocar en un total abandono de las partes altas de las quebradas, las más alejadas de los grandes centros poblados y ciudades costeras.

Las tareas realizadas en Coscaya.

En el seno de este "Taller del Norte Grande", donde se discutió largamente los pormenores de esta investigación, se nos confió la tarea de confeccionar una pauta de entrevista antropológica a los jefes de hogar y a connotados agricultores de la zona. En efecto, con el apoyo de las jóvenes geógrafas Pilar Cereceda y María Angélica Apey, una vez llegados al lugar de investigación, se visitó y encuestó todos los hogares habitados en el pueblo de Coscaya (en total 20 entrevistas). Se realizó un croquis detallado del poblamiento y sus viviendas , se verificó el número exacto de residentes, número de alumnos de la Escuela local y se realizó numerosas entrevistas tanto a los dos profesores residentes, como a jefes de hogar y campesinos de la zona. En particular, se tomó nota de las particularidades de la economía agrícola y pastoril de la aldea. El resultado obtenido fue una auténtica radiografía geográfico-antropológica de la aldea de Coscaya, en vísperas de la intervención militar de Septiembre de 1973.

Desempolvando papeles ya ajados por el paso del tiempo.

Han pasado exactamente algo más de 38 años de aquella investigación. Nunca se publicó sus resultados, por razones diversas. Entretanto, ya no está con nosotros María Angélica Apey, fallecida tempranamente, y el geógrafo Hugo Bodini se encuentra hoy lamentablemente aquejado de una dolorosa parálisis que le impide desplazarse. A él, por su empuje y tesón demostrado durante este trabajo y por su constane y generoso apoyo a las investigaciones en el desierto chileno, al consolidar el Taller del Norte Grande en el seno de su Instituto de Geografía, vaya nuestro más sincero reconocimiento y recuerdo.

Viejos papeles color sepia.

Volver a revisar concienzudamente esos viejos papeles, color sepia, nos impresiona hoy fuertemente; porque los nombres y rostros de sus protagonistas vuelven vívidos a nuestra memoria, cuando casi todos ellos yacen hace tiempo en distintos camposantos de la antigua Provincia. Ha sido casi una tarea - nada grata- de resuscitar muertos.

Una crónica del viaje.Angélica Apey fue la encargada de redactar, de vuelta ya en Santiago, la bitácora del viaje. Extractamos unas expresivas líneas suyas:

"Durante el viaje, pasamos primero por Carora, donde salió corriendo al camino don Alfonso Lozano, y haciéndonos parar con grandes señas, nos rogó que bajáramos, ya que su señora acababa de hacer tortillas y sería un placer para él y su familia que los acompañáramos a servirnos un "ulpo". Luego, al pasar por Poroma, el lugareño señor Pacha nos encontró en el camino insistiéndonos que lo acompañáramos a su casa; nos trajo un atado de zanahorias y con orgullo en sus ojos, nos dijo que eran de su huerto y las mejores de la zona. A llegar a Coscaya, el jefe de la comunidad don Agustín Palape, nos recibió con gran amabilidad y de inmediato nos ofreció las llaves de la "Casa de la Comunidad". Con tales muestras de hospitabilidad, nuestra llegada a Coscaya disipó todas las dudas y temores que habíamos sentido al partir..." 

La población de Coscaya en el invierno de 1973.


Nuestro recuento poblacional, hecho casa por casa, nos lleva al número de 90 personas residentes normalmente. Hay referencias ciertas a muchísimos otros familiares ausentes en distintos pueblos o en trabajos en la Pampa. Hay 30 niños en edad escolar que visitan la novísima y hermosa Escuela local, regentada entonces por dos sacrificados profesores primarios Fernando Segundo Dueñas y Juan Villalón Buitrón. Dos de la viviendas son habitadas por los dichos profesores.

La nómina completa de viviendas :

La siguiente es la nómina de la viviendas registradas por nosotros en Julio del año 1973 y su estado de conservación a la fecha:

viviendas actualmente habitadas: 19

viviendas desocupadas ( u abandonadas): 11

viviendas destruídas (antiguas): 3

viviendas en construcción: 1

Casa de la Comunidad (Sede Social): 1

Nombres de los jefes de hogar:

Observe Ud. el gran número de apellidos típicos de origen aymara (en negrita) . Detectamos entre ellos 9 diferentes apellidos de clara raigambre aymara y 6 apellidos de origen español. El mestizaje experimentado a lo largo de las centurias es evidente.

Hilario Pacha Cáceres, Eugenio Pereira Bueno, Agustín Palape Vilca, Teodoro Palape Vilca, Vilda Pérez Hidalgo, Rosa Véliz Mamani, Adelaida Pereira Ticuna, Violeta Mamani Ticona, Florencio Ticuna Cáceres, Carmelo Ticona Pacha, Gumercindo Pacha Cayo, Claudio Mamani Vilca, Crescencio Vilca Vilca, Guillermo Mamani Cáceres, Nicolasa Huayllane Copa, Clemente Moscoso Moscoso y Baudilio Bueno Pereira. Los habitantes residentes registrados en dichas viviendas corresponden al número de 90. No todos, obviamente, estaban presentes el día de nuestro Censo. Hallamos en esos días sólo a tres jóvenes menores de 30 años, ya que la mayoría había emigrado a la ciudad en busca de mejores condiciones de vida. Pero todos regresan en sus vacaciones a ver a sus familiares o a atender las chacras.

Economía agro-pastoril en Coscaya.

La entrevista hecha a Hilario Pacha Cáceres a mediados del año 1973 es bastante representiva de la agricultura propia del lugar. Hilario -según nos lo refiere él mismo.- siembra normalmente alfalfa (que llaman aquí "alfa"), además de ajos, maíz, papas, y a veces, más raramente hoy en día, quínoa y trigo; escasas hortalizas y sólo para el consumo familiar. Los ajos se siembran en Febrero. Los ajos primerizos salen a la venta para después del 20 de Noviembre. El maíz se siembra desde Agosto hasta Noviembre. Casi cada chacra posee su propia era para trillar el trigo (llamada "aventadero"). En la fecha de nuestra visita, esto es, en Julio 1973, hacía algunos años que se había dejado de plantar trigo, aunque nos asegura que se da muy bien. Sólo le temen a la "plaga del pájaro", que se lo come escarbando. (Debe tratarse de algún género de tórtola, probablemente) Entre Junio y Julio suele llover un poco, rara vez más de 2 mm. por mes. Y esto sólo si llega a nevar copiosamente en la cordillera alta.

El ganado lanar.

Suelen tener ganado de llamos, corderos y cabras pero en corto número (no son propiamente ganaderos); este ganado es conducido a pastar a los altos, como el cerro de Chijuya y el Cerro San Pedro. Pastan allí desde diciembre hasta marzo. Las heladas atacan más fieramente en el mes de Mayo, afectando al maíz primerizo. Pueden ocurrir heladas tardías hasta el mes de Noviembre. Ni el ajo ni las cebollas son mayormente afectadas por las heladas.

Cada familia tiene entre 1o a 40 ovejas como máximo y crían también gallinas, muchos conejos y algunos de ellos, cuyes. Los más acaudalados mantienen unos pocos mulares, cada vez más escasos. El censo sólo arrojó la presencia de un caballo. Vacas, no hay, ni hubo antes, que se recuerde.

El comercio interregional o trueque.

Hace años atrás- nos cuenta Hilario- solían bajar los indígenas bolivianos de la zona de Llica (Lipes, Bolivia) trayendo consigo sus productos típicos para trocar por la producción local: charqui de llamo, charqui de cordero, tejidos (frazadas, cuerdas y sogas), quínoa, pusitunka (trago alcohólico). En la chacra, trabajan todos: hombres, mujeres , ancianos y niños. Nadie se exime. Para esto no hay dia fijo, pues se trabaja por igual en Domingos y festivos salvo que ocurra alguna festividad patronal. Es una forma concreta del ayni familiar que robustece los lazos familiares y todavía se practica hoy; además, permite ahorrar mucho dinero.

Caracterización de los predios agrícolas.

Uno de los problemas más graves es la dispersión y atomización geográfica de la propiedad agrícola. Este ha sido el gran "dolor de cabeza" para la Oficina de regularización de la propiedad agrícola del Ministerio de Agricultura. Pondremos de ejemplo las propiedades que dice tener don Laureano Mamani Bueno, de 77 años. Nos señala en la entrevista que posee "unas eras" en Coscaya (sitios llamados El Callejón, Jilagata, la Toma, Chullpa, Calane), tres "parcelas" en Poroma, una "parcelita" en Cautara y por fin, otra cerca de Mocha. El tamaño de estos terrenos es muy variable: algunos están conformados tan sólo por una "era" larga, que puede tener 3 m de ancho por 15 m ó 20 m de largo, a un costado del río. Las pircas que flanquean las eras junto a Coscaya son muy numerosas y se ven muy bien labradas; presumimos puedan tener una data incaica, por su finísima factura, hecho poco común en la zona. Esta dispersión y desmembramiento de la propiedad agrícola se debe a diversas herencias que la persona ha recibido a lo largo de su vida. La distancia a veces enorme entre una y otra propiedad, los derechos de agua dependientes del caudal que trae la quebrada en el momento, y la distancia a los lugares de abastecimiento del abono (guano animal o "caliche",) hacen muy difícil el acceso y la presencia continua en el lugar de trabajo sobre todo si se planta hortalizas que exigen particular cuidado (zanahorias, cebollas, ajos). Se invierte muchas horas tan sólo en el trayecto en burro de una parcela a la otra. Otro tiempo precioso se va en poner bajo riego dichas eras, en el momento preciso, por mucho que los turnos o tandas de riego (mitas) estén bastante bien reglamentados por la "costumbre". No lo sabemos con certeza, pero es probable que sumadas todas las superficies de terreno cultivable que dice poseer don Laureano, no lleguen en total a una media hectárea; tal vez menos aún. El mismo, preguntado al respecto, no lo sabe con certeza. En consecuencia, el lugar de trabajo se halla a veces muy lejos del hogar y el tiempo invertido en ir y volver es enorme. El desgaste físico que supone esta actividad de cosntante movilidad para un viejo de 77 años, es fácil de imaginar.

Varias viviendas.

Lo dicho explica perfectamente bien por qué razón a menudo las personas señalan poseer más de una vivienda. Una, la principal, en su pueblo ( en este caso en Coscaya) y una o dos más en otros caseríos o lugares relativamente cercanos (Poroma, Cautara, Mocha). Esta segunda o tercera vivienda, muchas veces destartalada o en estado semi ruinoso, corresponde, en el caso de los pastores, a las chozas simples de pirca y techumbre de paja brava que han erigido en la proximidad inmediata de sus pastales o sitios de pastoreo, tal como lo hemos podido constatar personalmente en el caso de los pastores y pastoras del salar del Huasco (familia Lucas).

Trashumancia agrícola.

Esta constante movilidad o trashumancia agrícola ha sido la tónica general en el uso de la propiedad de origen indígena en las quebradas . Esta trashumancia solía llevar antaño, cuando las aguas lluvias bajaban hasta el nivel de la pampa del Tamarugal, a realizar cultivos de ocasión, aprovechando lasa crecidas de las quebradas en los meses de Enero a Marzo.

A este respecto, recordamos haber encontrado en el sector de Pampa Iluga, en la desembocadura de la quebrada de Tarapacá en Marzo del año 1972, a un cultivador solitario que procedía del pueblo de Mocha, preparando sus eras de cultivo en plena pampa abierta, para cultivar maíz, en terrenos obviamente fiscales y no propios. Resabio de viejas y ancestrales costumbres de trashumancia agrícola generadas por los factores climáticos para el aprovechamiento estacional de las lluvias altiplánicas. Recuérdese que el año 1972 fue de intensas lluvias en el altiplano y dicho año bajaron las quebradas plenas de agua a irrigar la pampa.

Antiguo patrón de ocupación agraria de la Pampa.

Este mismo patrón de ocupación agrícola ocasional de la Pampa del Tamarugal es el que se observa analizando en detalle el "Plano de la Pampa de Yluga", dibujado en 1765 por el Gobernador interino de Tarapacá don Antonio O´Brien. Este Plano que ha sido estudiado en su momento por Oscar Bermúdez y Lautaro Núñez, ha sido igualmente, objeto de análisis geográfico y antropológico por integrantes del Taller del Norte Grande, del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile. En efecto, dos de sus publicaciones se refieren específicamente a este Plano y sus implicancias geomorfológicas, hídricas y agronómicas. Joaquín Sánchez escribe sobre: "Posibilidades de aprovechamiento de aguas subterráneas en la rehabilitación de terrenos de cultivo en Pampa del Tamarugal" (Tomo I, Nº 1: pp.23-25, con plano de fotointerpretación de los flujos de agua superficiales y chacras de cultivo antiguas). Horacio Larrain aborda su estudio desde un ángulo antropológico y etnohistórico en su trabajo: "Antecedentes históricos para un estudio de la reutilización de suelos agrícolas en la Pampa del Tamarugal, provincia de Tarapacá, Chile" (Revista Norte Grande, tomo I, Nº 1, pp. 9-23 con adición de copia del antiguo Plano de O´Brien de la Pampa de Yluga. (Sobre Antonio O´Brien y su rol fundamental en la administración colonial de la época, consulte nuestras etiquetas respectivas "Antonio O´Brien", "Mineros de Tarapacá", o "Cartografía colonial").

¿Epílogo o epitafio?

Con tristeza y dolor hemos pergeñado estas líneas, porque hoy (año 2011) ese hermoso pueblo cordillerano se encuentra totalmente vacío. Prácticamente nadie vive hoy allí en forma permanente. Ha seguido, por desgracia la fatídica tendencia ya observada en Usmagama, en Caraguano, en Mocha. Le seguirán muy pronto, tal vez, Huasquiña, Parca. Otros vendrán después. Mamiña hoy llora por la evidente polución, los relaves mineros a la vista y el aniquilamiento de su intimidad de otrora. Ya no llegan allí los turistas extranjeros. ¿Para qué? ¿Para ver sólo maquinaria pesada y camionetas 4 x 4?. En el caso de Coscaya, tema de este artículo, la familia de Hilario Pacha Cáceres es casi la única que suele enviar, de tarde en tarde, algunos de sus miembros para cuidar lo propio. Todos los demás han desertado de su pueblo de origen.

¿Han desertado de sus pueblos?

¿"Desertado" dije?. En realidad, más bien habría que decir que fueron forzados a abandonar su tierra, su hogar natal, sus lares, sus fiestas patronales, sus pacarinas, sus gentilares, sus difuntos, sus "pintados" y sus cerros sagrados. Sus nietos y tataranietos se criarán en Pozo Almonte, en Alto Hospicio y finalmente terminarán por sentirse extraños a su tierra de origen. ¿Me equivoco en mi diagnóstico tan pesimista ?. Ojalá me equivocara. Pero hasta ahora no se ve señales, por ningún lado, de querer cambiar este destino aparentemente fatal de las comunidades alteñas, de rancia y antiquísima historia y de una notable adaptación al clima local. Priman hoy, evidentemente, otros aires, otros criterios e intereses congruentes con el actual modelo económico y administrativo neoliberal. Con lo que se ha querido denominar -a nuestro juicio de modo equivocado - el "destino minero" de Tarapacá. Política seria de re-asentamiento en las antiguos pueblos precordilleranos o altiplánicos, no se divisa hoy por ninguna parte.

Un recuerdo increíbleuna frase para el bronce.

Jamás olvidaré, a este respecto, lo que nos dijera a los entonces miembros del Taller del Norte Grande del Instituto de Geografía de la Universidad Católica, en reunión sostenida en el Palacio Astoreca de la ciudad de Iquique en julio de 1975 el entonces Intendente militar, Comandante Claudio López cuando tratábamos (inútilmente) de explicarle la importancia del estudio geográfico, antropológico y económico de las comunidades aymaras:

¿"cuántos son los indígenas aymaras en Tarapacá?", "¿serán unos 2.500 en total?" Si son tan pocos, ¿por qué no los bajamos a todos y los instalamos en la Pampa del Tamarugal para que hagan allí su agricultura?" .

Textual!!. Hubo (y aún viven) varios testigos de esta "salida" muy seria del entonces flamante Intendente Regional. No fue una broma; fue fruto de un sentir común por entonces, que aún hoy se puede observar en algunos círculos, mezcla explosiva de ignorancia, de intolerancia o, mejor dicho, de estupidez.

¿Forzados u obligados?

¿Forzados? ¿Por quién o quiénes?. Nuestro sistema económico y administrativo dominante es el causante. En Tarapacá la práctica de la agricultura en nuestros pueblos cordilleranos de origen indígena jamás ha sido tomada en serio por la autoridad. La prioridad ha sido claramente otra: la mal llamada "vocación minera de la región". Y ante el altar de ese abominable Baal minero hoy día se ha sacrificado todo: historia, tradiciones, etnias, costumbres, paisajes, ecosistemas. La rehabilitación y reconstitución de la agricultura ancestral aymara y sus ecosistemas de altura, nunca ha sido tomada en serio. Ni siquiera se ha entendido el enorme valor de tales ecosistemas. En los últimos decenios, sólo ha habido migajas para los planes agrícolas o para mejorar la vialidad con las quebradas u oasis; llegar hoy a Poroma o a Coscaya es una verdadera odisea más propia de jeepismo audaz que de disfrute tranquilo de unan bella ruta. Sólo se ha otorgado migajas si se compara con lo que se ha invertido en minería, en "planificación", en urbanismo, o en turismo regional. Sólo migajas, y éstas escasas y a menudo a destiempo.

Creemos que es ésta materia fecunda para meditar, y meditar profundamente sobre " auténtico desarrollo regional". 

(Trabajo aún inconcluso. Falta señalar otros antecedentes de las entrevistas hechas aquel año. 23/09/2011).

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De ECO-ANTROPOLOGÍA, blog del autor, 18/09/2011

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