Friday, April 1, 2016

Locus Solus, de Raymond Roussel

FRANCISCO MARTÍNEZ HIDALGO

Las vanguardias jamás surgen de la nada. Como el fuego ardiente capaz de arrasar con convenciones y sobreentendidos, precisan de una chispa inicial, de un punto de partida capaz de provocar el incendio. A veces su fulgor alcanza tal intensidad que es capaz de cegar al que mira, de ocultar todo lo que lo explica, o de conseguir todo esto a la vez. Otras veces la vanguardia consigue tal relevo que oculta todo lo anterior a ella, como si su fuerza fuese resultado de la combustión espontánea. Y otras veces, las menos, causa y consecuencia consiguen ese reconocimiento mutuo que, para el que observa, aporta valiosísimas lecciones intemporales sobre la capacidad transformadora del atrevimiento y la osadía llevadas hasta más allá de los tópicos.

A esta última casuística pertenece el caso de Raymond Roussel (1877-1933). Un autor cuya invectiva en la creación de juegos de palabras y retruécanos lingüísticos, da pie a la construcción de imágenes verosímiles de asombrosa exactitud y solemnidad. ‘
Locus Solus’ (Capitán Swing, 2012, disponible en FantasyTienda) nos presenta una muestra apenas aproximativa, extendida con vigor sobre toda su obra narrativa, poética o teatral.

En este caso, los elementos argumentativos o de trama ejercen de mero motor para el ejercicio de esos juegos e imágenes. El profesor Martial Canterel se sitúa en el papel de un presentador que, paseando por su jardín de Locus Solus, enseña a sus ojipláticos visitantes las increíbles maravillas que, en forma de compleja maquinaria o de asombroso descubrimiento, sirven de leitmotiv a las imágenes, a las escenas, a los personajes… La imaginación del lector vuela desprevenida por un mundo nuevo, desprovisto de guía o carta de navegación, en la búsqueda de referencias que sólo la sucesión de pequeños detalles (en forma de tesela) va transformando poco a poco en realidades reconocibles.

Desde las pequeñas figuras del primer capítulo, pasando por la extraña máquina aérea formada por un mosaico de dientes, espejos y lentes; un enorme diamante de cristal relleno de agua en el que flotan una chica, un gato y la cabeza de Danton; los ocho curiosos tableaux vivantsencerrados en una enorme jaula de cristal… o los descubrimientos del aqua-micans para respirar y vivir bajo el agua o el resurrectine con el que se recupera la vida de un cadáver… Todo define una complejidad creciente. A la altura de las plumas más incisivas e inteligentes, y quizás de las mentes más delirantes.

Tal proceso de conformación exige una lectura atenta, precisa, centrada en los detalles. La realidad se desvela con su descripción, pero también con su definición en nuestras mentes.

Cada lector reconstruye su propia historia, convirtiendo las atmósferas en entornos subjetivos y cambiantes, mutables y adaptables, intercambiables a la experiencia de cada uno con suma facilidad. Así Roussel sirvió de inspiración a los surrealistas, apuntando la coherencia de imágenes inviables, de aparatos imposibles, de personajes increíbles o de realidades caleidoscópicas. Toda descripción huye hacia los márgenes de la total libertad creativa que la motiva y la alienta. Nada es lo que parece porque, parecer, es lo último que el esencialismo surrealista persigue.

OuLiPo bebió también con intensidad del ejemplo creativo de Roussel. Aunque en teoría claramente diferenciados de los surrealistas, esta vanguardia francesa buscaba jugar con el lenguaje, crear estructuras versátiles a disposición de la imaginación de los autores, haciendo de las formas lingüísticas una herramienta para el divertimento literario y ficcional. Sin ir más lejos, las páginas de George Perec -un habitual ya para los lectores fantasymunderos- bebe directamente de su detallismo, de su juego con las palabras y las frases, de su recreo con las imágenes oníricas formadas únicamente a partir de la coincidencia fonética.

¡He aquí el intenso fuego creativo de las vanguardias en marcha! Una querencia por la invectiva y el divertimiento que, desprovisto todavía de la filosofía innovadora de que las vanguardias definidas y construidas se dotan, posee también elementos clásicos o corrientes de la construcción literaria. Como muestra un botón. Roussel encadena, para la construcción de las historias de los objetos de Locus Solus, una retahíla de cuentos o anécdotas en forma de muñeca rusa, unas dentro de otras, engarzadas por veces con consecutivo disimulo secuencial. Si bien, en otras ocasiones, dando rienda suelta a fórmulas menos corrientes, apuesta por la no tan habitual enumeración.


Sea como fuere, Raymond Roussel ilumina con Locus Solus (Capitán Swing, 2012) el camino de las vanguardias más innovadoras de comienzos del s. XX. El atrevimiento de su escritura, en cierto sentido impulsado por la comodidad de una herencia copiosa y la excentricidad de un creciente desequilibrio mental, lo llevaron a superar los límites de lo convencional, a editar personalmente unas obras más allá de los tópicos, a iniciar nuevos caminos que otros seguirían detrás suyo -impulsados por el atractivo de un atrevimiento totalmente libre de prejuicios.

A este espíritu valiente de Roussel rinden tributo los muchos textos que en forma de epílogo enriquecen la edición de Capitán Swing: al que el brevísimo prólogo de Jean Cocteau sirve de aperitivo. Ediciones como esta ayudan a que el lector español se acerque a nuevas formas de entender la literatura. Y al creador indeciso lo impulsan, sobre todo en épocas de incerteza como la actual, a experimentar nuevos caminos allende los terrenos de lo seguro.

El legado de Raymond Roussel sigue vivo y latente todavía, después de transcurrido tanto tiempo. Motivo de más para acercarse a las originales y únicas puertas del jardín de Locus Solus.

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De FANTASY MUNDO, 24/04/2012 

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