Monday, April 25, 2016

Quizás he estado equivocado

FESAL CHAÍN

Quizás he estado equivocado gran parte de mi vida. Porque frente a ciertos hechos sucedidos en Chile, no se trata de que existan algunas personas con un discurso muy duro (al menos en las redes) , sino que es casi una actitud generalizada, y tampoco se trata sólo de sacar incluso amigos de estas mismas redes “para no contaminarse”. Ya no basta. ¿Pero cómo explicarlo? Bueno, uno a los 50 años puede darse cuenta de una vez por todas que ha estado equivocado consigo mismo, y que esto no deja de ser un proceso doloroso. Nací en pleno gobierno de Frei Montalva y viví hasta los siete años, casi ocho, con Allende en mi imaginario. Para mis padres fueron los años más felices de su vida y para mí fueron hermosos, libres. Mi papá fue a votar por Allende feliz desde Temuco a Santiago, porque ahora sí que las cosas iban a cambiar para nuestro pueblo. Para nosotros probablemente no tanto, él como médico joven si bien no iba a ser rico trabajando en un hospital público, tenía cierto confort respecto de las grandes masas, los pobres, los humillados que poblaban aquel Chile. Pero mi papá irradiaba esperanzas. Por ejemplo, incluso cuando me retaba me citaba a Allende o a Miguel Enríquez. En fin, lo he escrito muchas veces aunque dudo que me hayan leído como quisiera o como me imaginaba.

Luego vino el golpe y mi padre fue humillado, reprimido, marginado. El, que era un hombre pacífico y sensible, y lo sigue siendo. A mis quince años o un poco después, empecé a hacer política y la hice desde la izquierda, pues me parecía que era lo natural. No voy a decir qué hice o no, da igual. Pero sí que mi familia, que admiré y admiro enormemente hasta el día de hoy, desde una cierta comodidad de clase media, aunque con las dificultades propias, fue realmente consciente de lo que nos sucedía como país. Sabíamos, o al menos nos informábamos de prácticamente todo, y en especial de aquello que se callaba. Desde el mismo 1973 supimos de los campos de concentración y desde 1976 al menos, de los detenidos desaparecidos, les cuento que yo por una cuestión de azar, ya leía la Revista Solidaridad y la Revista Mensaje y conocí personas muy cercanas a la Vicaría, y que a mi corta edad me contaban de las torturas, de las casas de detención y de exterminio. Yo era consciente a mis escasos 10 años, de lo que pasaba en Chile. Así que cuando tuvimos la oportunidad como familia, de colaborar mínimamente con los más fustigados, con los que incluso la propia oposición a la dictadura no aceptaba como legítimos, lo hicimos y lo hicimos de modo anónimo. Inclusive me da mucho pudor contarlo, porque por la formación que tengo, no se consideraba ni se considera bueno decir lo que uno hace cuando lo hace voluntariamente, porque cree que es justo. Lo hicimos porque nos dolía en la piel lo que pasaba con nuestros compatriotas. Es que los Chain somos personas libres y no nos gustan las dictaduras ni la brutalidad, o quizás porque al ser parte de la realidad de los médicos sabemos lo que es el dolor físico.

Bien, no me quiero extender, pero quizás me equivoqué o el daño fue enorme, pero a mí me duele hoy más la izquierda social que cualquier cosa, pues siento que tantos están muy lejanos a mis valores, a mis maneras de entender el mundo, o de como yo entendí y me explicaron siempre a Allende y eso me duele, lo reitero, porque pensé que estábamos más cerca. A mí ningún político me interesa demasiado, quizás los dos únicos son el Presidente y Miguel por la valentía e inteligencia que tuvieron y por los valores que trataban de inculcar a quienes nada poseían, en especial los de lucha contra la propia condición cultural, producto de siglos de humillación, represión y marginación social, por ello no escribo esto para defender a nadie. Sólo que siempre creí que aquella izquierda social y cultural del pasado, y sus hijos y nietos pudiese llegar a cristalizarse desde sus fuentes y raíces, como un grupo verdaderamente humano, sin odios, sin resentimientos, que no creyese nunca que es justo tenerlos por lo sufrido. Me hubiese gustado que esa comunidad hubiese sido, desde su martirio, siempre muy proactiva y con ganas sobretodo de superarse frente a las limitaciones impuestas por los poderosos y el entorno dado. Que en suma por la formación y por la historia, nos hubiéramos erguido como una alternativa valórica y cultural superior a quienes criticamos, aún cuando la tarea fuese y sea titánica. Pero al parecer estos deseos, para el imaginario de la izquierda histórica y tradicional, son ideas de un hombre de clase media que coloca la voluntad suprema por sobre la porfiada e inamovible realidad,  que aparece casi como un destino griego. Acaso como me dijo hace poco un gran amigo mío de esa izquierda; “finalmente Fesal, el proletariado no puede por sí misma ser otra clase que una clase de explotados, envilecidos, toscos y propensos al pensamiento mágico”.

Para terminar, no me gusta la política. Me gusta la cultura y la literatura, me gusta la música y la conversación. Y con toda probabilidad voy a morir como soy, y me va costar mucho aceptar que viví una quimera, una ilusión respecto de los otros reales, que no son como yo me imagino o como yo me los represento, o como yo quisiera que fuesen, aunque le agradezco a mi padre no haberme educado momio y egoísta, pensando en el dinero y en como ponerle el pie encima a los demás o defendiendo la violencia criminal para obtener superfluos privilegios personales. Lo que hice, lo hice y no quise nada a cambio, nunca lo he querido. No lo realicé para obtener prebendas ni poder, sino porque me habría dado mucha vergüenza no haber estado a la altura mínima de los sufrimientos de nuestro pueblo, me habría dado vergüenza mirarme al espejo, o que mis hijos me vieran como el indolente de ayer. Y mis actos no fueron suficientes, no fueron heroicos, pero al menos me queda el orgullo íntimo de no haber traicionado la educación que me dio mi familia y el no haberme traicionado a mí mismo en la etapa más negra de la historia de este país. Pero como ya les dije, lo que yo esperaba no es lo que yo veo ni quiero: nuevos modos de vida, de esfuerzos y de creación, de hombres y mujeres superándose, y eso me da pena y me siento derrotado y frustrado también, pero la idea la sigo amando. Que los materialistas de siempre me digan que no son las ideas las que mueven al mundo, me importa poco. Al menos a mí me ayudaron a ser mejor dentro de mis evidentes limitaciones.

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De SITIOCERO, 22/04/2016

Imagen: Los lentes de Allende


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