Sunday, October 22, 2017

La bandera y su paisaje

MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ

No, lo siento, no soy yo quien se repite, sino los acontecimientos diarios y con una alarmante tenacidad además.

La patria y su sagrada unidad está en peligro, banderas a la calle pues, altisonancias, bravuconadas... y tristezas, muchas. No hay quien no se sienta Don Pelayo, por lo menos, pero de que tenemos «el único sistema de seguridad social del mundo con patrimonio negativo», de eso ni palabra, y de que, en consecuencia, el sistema de pensiones ha entrado en el terreno del milagro porque esa misma situación en una empresa privada es causa de su disolución y cierre, de eso menos. Silencio, pero silencio total.

Han saqueado el fondo de pensiones. Catalunya pues, traición, sedición, cárcel para todos, y si no queda más remedio que hablar de Catalunya, entonces Venezuela y esas cunetas que no le importan a nadie porque, en efecto, ni los que en ellas yacen ni quienes tienen legítimo interés en dar con ellos cuentan para nadie en el mundo que quienes gobiernan y sus secuaces están construyendo. Con las últimas imputaciones por causa del sistema económico implantado por el PP, el del pelotazo (a escondidas) y tente tieso, pasa lo mismo. La bandera lo tapa todo, la bandera lo aguanta todo, como el pan de molde aquel que sacaban por la televisión.

Y si los ruidos patrióticos silencian las últimas novedades de la delincuencia institucional, más lo hacen con los delincuentes condenados y no encarcelados, por ese milagroso arte de birlibirloque que practican algunos tribunales españoles en beneficio del Gobierno y de quienes a su sombra han medrado, como si esto hubiese sucedido hace tanto tiempo que ha caído ya en el preceptivo olvido y en el desinterés que lo acompaña. Casos aislados todos, hilillos de plastilina. Esas actuaciones judiciales trasmiten un peligroso mensaje: los autores de las fechorías delinquían, pero tampoco mucho, no siempre lo legal va de la mano del «así es como se hacen las cosas, ya sabes», y además hacían patria desde sus puestos de gobierno o a su sombra adheridos. Por no hablar de lo que a todas luces se trasiega en las trastiendas: ese comercio de secretos, beneficios, faroles y manos sorprendentes. De pronto unos, cuando se ven con el cieno de su condena al cuello, acusan en firme a quienes habían quedado fuera, mientras que otros que estaban dentro, retiran sus acusaciones y callan. Pongan ustedes los nombres. Son los protagonistas desgastados del siniestro guiñol en el que hemos vivido como si nada fuera con ellos.

«Hablarán los tribunales...» dicen los más cínicos. Cierto, solo que unas veces lo hacen a velocidad de vértigo, como si estuvieran azuzados por el cómitre de alguna galera, y otras se lo piensan mucho, tanto que se les echa la noche encima y al final se pierde hasta el rastro mediático de los malhechores.

¿185 desahucios al día en el segundo trimestre de este año? Bandera, bandera y no se hable más. ¿13 millones de españoles en riesgo de pobreza o exclusión social? Nada, a desfilar, a la cabra, a repartir unas medallas y que le escriban un discurso al rey. De las cifras de paro no hablamos porque las oficiales son engañosas, cuando bajan hay campanas al vuelo, y cuando suben silencio total y bandera, así que vaya usted y pregunte a los interesados, a los parados de larga duración, a ver de qué viven, a ver qué dicen. El empleo precario no cuenta, la manipulación informativa es precisa para la cosa de la patria, como lo es que la desigualdad social sea cada vez mayor porque es necesario que la clase dirigente se enriquezca para que siga siendo la que lleve las riendas y la sociedad funcione... algo así dicen, algo así se les oye. La precariedad sanitaria y los escándalos a ella unidos son casos aislados que, como mucho, nutren alguna página de sucesos o de «¡Qué mundo!». ¿Y los suicidios? «Nada, hombre, leyendas... ¿Diez al día dice usted? Será por capricho, por enfermedad, nada que ver con ese vivir ahogado del que solo hablan los rojos, los populistas y los secesionistas...» Aquí lo que cuenta es la bandera  y el artículo 155 de la Constitución, ese que pocos han leído, aplastar la rebelión catalana, hacerles ir a morir al palo, encarcelar a los mossos y a todos, verlos humillados con capirotes y sambenitos, procesos, mucha cárcel... y así, con furia en vena, vamos tirando, callejón sin salida adelante.

*** Artículo publicado en los diarios del Grupo Noticias 22.10.2017

**** La imagen es una ilustración de Clément Serveau para Voyage au bout de la nuit, de L.F. Céline (1935).


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De VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 22/10/2017

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