Tuesday, June 5, 2018

La niebla perenne

LANDER ZURUTUZA

Cerraron las grandes industrias metalúrgicas, químicas y madereras de Lezo de la década de los setenta del siglo XX. Muchos emigrantes regresaron a su tierra, a Extremadura, a Castilla… Otros se quedaron e integraron. Se fueron para siempre de su puerto los cargueros chinos y soviéticos; aquellos dos marineros de Formosa que un día nos encontramos a la salida del colegio y nos garabatearon una hoja con misteriosos signos orientales; la emoción infantil de acceder a las entrañas de uno de aquellos monstruos flotantes con intenso olor a chatarra y gasóleo de mala calidad y llevarse además una moneda de Hong Kong o algún lejano país. Cerraron el acceso a los muelles y a esa bahía que durante siglos utilizaron en su día a día niños, bateleras, pescadores, marineros y calafates del lugar. Desapareció también la central térmica con sus depósitos de carbón y los humos del averno. Ahora los tordos y las malvices pasean sin temor por los jardines, por las noches los zorros cruzan la carretera y el búho se deja notar cerca de casa. La vegetación coloniza las laderas del monte Jaizkibel como nunca antes hemos conocido, engullendo prados y caseríos que van quedando vacíos. Vuelve la vida, regresa la naturaleza con toda su fuerza. Y la niebla perenne.

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Del muro de Facebook del autor, 04/06/2018

Fotografía: Lander Zurutuza/Lezo en 1982

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