Saturday, July 7, 2018

El camino de las palabras. Historia del dialecto Meneghél


MAURIZIO BAGATIN

"El campesino que habla su dialecto es dueño de toda su realidad" - Pier Paolo Pasolini -

Si una mañana de invierno, imaginamos que sea diciembre, cuando la neblina es tan espesa que podrías cortarla con un cuchillo, y el frío te hace temblar los dientes, te abrigas con un tabarro y cargas en una bolsa, un poco de polenta de la noche antes, uno cuantos pedazos de queso y algunas rebanadas de salame, además de una botella de vino, si es del bueno mejor, y partes en barco desde la Serenissima y a la altura de Caorle tomas el río que los latinos llamaban Liquentia y empiezas a navegarlo hacia arriba, todo lo que te llevaste empieza a perder sus raíces, a cada remada y con cada blasfemia las palabras pierden palabra… mientras hemos llegado a Torre di Mosto y no me acuerdo si el río sigue siendo el Liquentia o si se ha vuelto de repente en el Liquenzia… hemos hecho merienda y ya hemos pasado a San Stino, me doy la vuelta y oigo que alguien desde el dique me llama diciéndome: ”¿Aréo situ ti?” (¿Oye, eres tú?), no sé qué contestar, me doy cuenta de que esta gente no es veneciana del todo, ya han removido algunas palabras, ya algo no es como cuando salí de Venezia… se alza un poco de viento y llegamos a Meduna, será el viento o algunas otra sensación física, tal vez las palabras que llegan de lejos, me indican que he cambiado de región, hasta parece que hayamos cambiado de río, aquí ya lo llaman Meduna, aquí toma el nombre de otro bautizo, el nombre de la población que lo deja pasar… algunas curvas y veo niños corriendo a la orilla del río, algunos llevan pequeñas mochilas cargadas en las espaldas, algunos felices sudando recorren una pelota, muchos indican que aquí se pueden pescar bisati, temói e lúz (todos peces del lugar) y empiezan a contar historias… que aquí los venecianos habían fundado una ceca (adonde se acuñaban las monedas para la Republica de Venezia, tal vez acuñaban el mismo Bagatín que dio el nombre a mis ancestros y con el cual Marco Polo se iba a escondida de sus padres, visitando - y disfrutando - de un prostíbulo a otro…), ahí se hacía el dinero, o se jugaba de azar, y que Casanova de paso disfrutó en el Casín del Bòsc, lugar que entre mito y leyenda (mentiras y exageraciones…) entró en nuestro imaginario colectivo… un poco lugar de descanso para forasteros, un poco lugar de entretenimiento para viajeros bohemios y un poco posada de retiro para cazadores de la zona, por cierto lugar donde el nuestro Giacomo encontró inspiración para escribir una parte de su famoso opúsculo El duelo… y así seguían contando que con los árboles de esta zona (con a cambio solo la tierra fértil que retiraban del fondo, y que con enormes barcones remolcados por caballos, haciendo el mismo recorrido que ahora estoy haciendo - imaginariamente o no - yo, traían para fertilizar estas zonas antiguamente habitadas por animales salvajes e inmersa en interminables bosques…) los venecianos construyeron Venezia, les dieron cimientos sólidos a las ciento veinticuatro islas y a los más de cuatrocientos puentes de la dolce ossessione degli ultimi suoi giorni tristi… entonces fue que estaba en Tzechini, o Tzichini o Cecchini… las palabras que me llevé desde Venezia ya no eran las mismas, y yo sintiéndome bien allí me quedé; con duras remadas y en no poco tiempo, salí con un idioma, con una lengua y ahora me encuentro con otro idioma, con otra lengua, así es que caminando, andando por mares, cruzando montañas, navegando ríos, nos llevamos atrás nuestros cuerpos y todo lo que la nuestra mente absorbe en el camino, en el camino también mezclamos todo y así nacen nuevos idiomas, nuevas lenguas… así, creo, nació el dialecto Meneghél…

El nuestro es un dialecto del campo, una lengua campesina, de quien trabaja con las manos, una lengua que ha nacido a través de muchas estaciones, de sudor y lágrimas, en un camino lento que Venezia la Serenissima y patrona ha siempre conducido y controlado… un dialecto que las labores del campo impone el uso de una ejecución fonética, la astuta consonante S, pronunciada siempre sorda, delante de muchos términos que son acciones, en su mayoría duras y violentas, en un ambiente también duro y hostil, dominado por la ignorancia que el poder feudal al inicio, y católico luego, no quiso nunca iluminar… hace que este nuestro lenguaje haya sido siempre, o casi siempre, un cacareo (cigár veneziano), tal vez un grito de impotencia hacia quienes no pudieron o no quisieron nunca escuchar… pero es también un tentativo de imponerse, evolucionarse, resistir, transformarse continuamente; de ahí nace este dialecto del territorio de la bassa pordenonese, que no es friulano y no es véneto, lé un misiót (es un mejunje), un venetaccio de confín. Dialecto pasional, vernaculus doméstico, pariente de Goldoni y creador de todo un nuestro lessico famigliare, es sobre todo una poesía contadina, que con magnífica precisión se manifiesta con el nombre de las cosas, con el nombre de los oficios - con el dír, el ciamàr y el bestemár - definitivamente, el lenguaje oficial de enteras generaciones, que aún hoy, contaminados por un lenguaje grosero y ficticio, logra ofrecer un paseo hacia las raíces dialectales que viven en nosotros… lo que ningún Esperanto podrá crear, una civilización… 

Nota: publicado originariamente en sei di cecchini (Facebook) en dialecto Meneghél.
Julio 2018 

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