Monday, May 31, 2021

Virginia Woolf y Strachey, 600 libros desde que se conocieron


AMAIA TORRES

 

En 1956 se publicó la correspondencia que mantuvieron Virginia Woolf y Lytton Strachey durante 25 años, interrumpida por la muerte de él. Buena parte de los textos fueron censurados por el marido de ella y el hermano de él, para no herir sensibilidades. Ahora, podemos leer en español por primera vez las cartas íntegras y otras inéditas descubiertas en años recientes. Una joya de la literatura. Un duelo literario de primera categoría entre dos genios que reflexionan sobre literatura, la sociedad y la vida cotidiana.

 

Virginia Woolf (1882-1941) fue una de las renovadoras de la literatura moderna que encarnó como nadie la conciencia femenina. Una de las voces más destacadas del siglo XX y colocada en el mismo pedestal que James Joyce o Thomas Mann. Lytton Strachey (1880-1932) fue el gran innovador de la biografía. Llevó a cabo una nueva manera de escribir el género destacando la personalidad del personaje y diseccionando las costumbres victorianas. Su obra maestra y la más representativa en este género fue La reina victoria (Queen Victoria, 1921).

La relación entre Virginia y Lytton comenzó en casa de ella, centro de reunión del Círculo de Bloomsbury al que ambos pertenecían. Un conocido grupo de los más brillantes intelectuales británicos de la época. Intelectuales de diferentes disciplinas pero pertenecientes a los mismos círculos y clase social, que se caracterizaban por la crítica a la moral victoriana. Precisamente, el tema y los comentarios en muchas de las cartas que intercambiaron Lytton y Virginia giran en torno a la crítica a una sociedad anticuada para sus mentes.

 

Virginia Woolf y Strachey sin censura

600 libros desde que te conocí compila las cartas que intercambiaron entre 1908 y 1931, donde hablan de sentimientos y la vida cotidiana. Lo divino y lo humano. El tiempo y la literatura. Reflejan opiniones sobre sus propias obras y las ajenas, y critican con audaz ironía y sarcasmo a sus contemporáneos. Estas misivas reflejan la amistad y complicidad de dos genios de la literatura, de dos mentes brillantes. No siempre benévolas pero sí divertidas, que van por delante de su sociedad, su moral y costumbres.

Si bien algunas cartas tienen menos interés por sí solas, en su conjunto revelan la estrecha relación entre ambos escritores, el tono en el que se comunicaban o sus estados de ánimo. Hastío y tristeza. En otras, sarcasmo o ironía como un juego de niños. Y espacio para la seriedad y el intercambio de consejos.

La ironía no esconde una crítica mordaz, que en la primera publicación de estas cartas (Letters, 1956) debió de censurarse. Sus editores Leonard Woolf, marido de Virginia, y James Strachey, hermano de Lytton, suprimieron nombres e incluso párrafos enteros para no herir las sensibilidades de personas que aún estaban vivas. Algunas de sus víctimas fueron nombres de primera línea como el economista John Maynard Keynes, el también escritor T.S. Eliot, E. M. Foster, Dora Carrington, Roger Fry, Duncan Grant, Clive Bell o Bertrand Russell.

Las cartas de Woolf y Strachey son textos de sumo interés y valor, incluso con la censura. Aumenta ese valor la versión íntegra, y por primera vez en español, sin tacha alguna. Incluyendo además cartas inéditas que se descubrieron en años recientes, y nuevas notas ampliando las originales de sus editores. Un excelente trabajo de documentación de Jus Ediciones y la traducción de Socorro Giménez, indagando en la correspondencia completa de Virginia Woolf editada por Nigel Nicolson y en la de Lytton Strachey editada por Paul Levy. Además de la edición francesa de estas cartas elaborada por Lionel Leforestier.

600 libros desde que te conocí vuelve a despertar interés por la obra de Virginia Woolf (si es que en algún momento se disipó) y redescubre a Lytton Strachey a nuevo público. Un modo de recuperar el legado de estos dos genios a través del género que tanto idolatraban.

«Las cartas son el único género realmente satisfactorio». ―Lytton Strachey.
«La vida se desintegraría sin cartas». ―Virginia Woolf.

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De AMANECEMETRÓPOLIS, 26/02/2018

 Imagen: Woolf y Strachey en 1923

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