Saturday, August 21, 2021

Ocho estampas sureñas y un hombre menguante


MIREYA HERNÁNDEZ

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YA es demasiado tarde para salvar mi alma", le dijo Laura a los testigos de Jehová que fueron a su casa. Y en ese momento recordé a la mujer que había visto en el Metro de Madrid justo antes de mudarme a Sevilla.

Negra, enjuta, con unos pantalones raídos y la cara llena de costras. La mirada perdida, una colilla en la boca. Lentamente se acerca el mechero a los labios. "¡No se puede fumar, pues yo fumo!", grita con acento cubano. Lo enciende. "No fumar, no beber, yo hago lo que quiero. Soy imparable. SOY EL DIABLO". La gente se empieza a alejar de ella, que hace un ruido gutural y se levanta tambaleándose. Le da una calada al cigarro. "¿Sabes por qué los españoles están jodidos?", le dice a un hombre que está sentado en un banco. "¡Por maricones! Porque no valen para nada. Hay que luchar por España, no por los maricones".

De eso me acordé mientras entraba en un bar de san Lorenzo que tenía todas las paredes llenas de imágenes de vírgenes y Cristos sobre azulejos verdes y marrones y un cartel de "Faltan para la Gloria, 326 días". Me llevó Mateo la tarde que se saltó la dieta y en la barra me confesó que había sido niño Seise y había bailado una danza sagrada delante del Santísimo de la catedral de Sevilla en la Octava del Corpus, en la Inmaculada Concepción y en el Triduo de Carnaval. Entre tapa y tapa le conté que un día vi a un niño en lo alto de un paso con siete u ocho costaleros de un metro de altura a su alrededor. "Estarían ensayando para alguna procesión", me dijo sin inmutarse. Y entonces entendí los letreros que había visto nada más llegar a la ciudad en un escaparate del centro. En uno decía: "Aquí siempre es Semana Santa" y en el otro: "Aquí siempre es Navidad".

Y lo cierto es que después de ver las palmas del Domingo de Ramos en los hierros de los balcones, una copistería que se llama Amor de Dios y la papelería Pichardo, donde en lugar de cuadernos y sacapuntas puedes comprar belenes y estampas de primera comunión, no resulta extraño cruzarse con una procesión en medio de una ola de calor, ni pasar por la calle del Santísimo Cristo de las Tres Caídas o la de Nuestro Padre Jesús de las Penas, ni ver comercios como Triana Cofrade, una tienda de artículos y souvenirs religiosos que vende túnicas de nazareno, equipos de costaleros, escudos bordados, cíngulos, capirotes, tazas con la cara de los apóstoles, estatuas de vírgenes, incensarios y jarras con la estrella de una Hermandad; o como Casa Fernández, que asegura vender lámparas, cristalerías y juguetes pero que desde fuera sólo parece tener láminas de santas, posters con la cara de Jesucristo, capotes de torero, banderas de España, láminas de monumentos sevillanos, medallas de vírgenes y fuentes de plata.

Así que la segunda vez que fui al bar de san Lorenzo en plena Cruz de Mayo no me sorprendió que la Virgen engalanada en su castillo de flores y velas me cortara el paso y me limité a hacer lo mismo que los que la rodeaban: sacar el móvil y empezar a grabar. Incluso pude fijarme en detalles en los que antes no habría reparado, como que todos los costaleros llevaran zapatillas blancas o que un músico de la banda tuviera una brecha en la cabeza.

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Durante estos meses me he acostumbrado a ver retablos por la calle y gracias a ellos he sabido que el 21 de octubre de 1704 hubo un incendio en el convento de los Mínimos de Triana y que a la Virgen del Rocío se la conoce también como la Blanca Paloma y La Reina de las Marismas. Lo que me sigue llamando la atención es una furgoneta Renault color verde botella que circula por el barrio y lleva una pegatina en la ventana de atrás donde pone:

Menos televisión / Más oración / Más vida de familia / Y la Madre feliz / Nos hace dichosos

Debajo hay una paloma blanca dibujada y al lado una lámina de Jesús con el texto: "YO SOY AQUÉL que puede consolarte y pronto detiene tus lágrimas", que no está muy lejos de otra donde dice: "Vengo a tu casa a pasar este día contigo". En las puertas hay estampas de vírgenes, carteles que anuncian "Buenas noticias", "Jesucristo vive" y "Dios es amor" y pegatinas de VIDA SÍ, ABORTO NO con el teléfono de la Fundación Provida.

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El puente está adornado con farolillos blancos y verdes que se iluminan al anochecer. Han empezado las fiestas de Triana y la calle Betis se ha llenado de casetas donde venden espetos de sardinas y copas a dos euros y medio. Hoy la Virgen del Carmen ha pasado por debajo de mi balcón. He visto cómo llegaba desde el final del paseo y cómo se alejaba luego por el río en una plataforma de terciopelo rojo. "¡Guapa!", gritaba el gentío agolpado frente al Guadalquivir, que hoy olía a incienso y a flores. Docenas de mujeres le han cantado el Avemaría desde un barco, y cuando la orquesta ha parado de tocar, un hombre ha exclamado: "¡Viva la Virgen del Carmen!", y la procesión entera ha respondido: "¡Viva!"

Y mientras la patrona de los marineros desaparecía río arriba alumbrada por los farolillos del puente y los fieles se dispersaban y corrían hacia la calle Betis, me he acordado del palíndromo latino "Damos vueltas en la noche y somos consumidos por el fuego", que para algunos es una adivinanza cuya solución es "antorcha" y para otros una descripción de los demonios o del vuelo de las polillas.

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De DIARIO DE SEVILLA, 26/08/2018

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