Wednesday, October 12, 2016

Bambalinas jamesianas

MARIANO GARCÍA

Henry James (1970). Cuadernos de notas (1878-1911).Edición de F. O. Matthiessen y Kenneth B. Murdock. Barcelona: Península, 1989.

Libro que disfruté muchísimo, y que idealmente habría que leer acompañado de los relatos de HJ. Sin embargo, para un escritor constituyen una lectura valiosísima por la forma en que HJ recoge una anécdota (casi todas le llegan a través de amigos o familiares) y la desarrolla, planteando todas las elaboraciones plausibles, descartando las que lo son menos, o lo que resulta obvio, o hueco, o embrollado. Sólo al final, donde se dedica a describir Boston, me resultó poco interesante –y supongo que es una buena explicación de la ausencia de descripciones en su obra: no era lo suyo–. Sin embargo resulta muy instructivo ver en acción esa inteligencia siempre despierta, ágil, inquieta. Es curioso cómo HJ dialoga consigo mismo, mechando la conversación con innumerables términos franceses y alguno que otro italiano. En general hay tres líneas básicas en estos cuadernos: la de la invención y desarrollo de anécdotas, la cuidadosa ponderación de los posibles narrativos, la conveniencia de colocar en la anécdota tal o cual personaje, etc., luego la colección de nombres de personas y de lugares (a veces son intercambiables), lo que resulta fascinante porque por un lado demuestra la importancia para HJ de la elección onomástica y por otro porque es divertido ver en esas largas listas los nombres propiamente jamesianos. La tercera línea es la de las impresiones personales, todo lo que tiene que ver con su vida privada y la de su familia (es muy conmovedor todo lo que escribe a la muerte de su madre).

La traducción de Marcelo Cohen sale bien parada del desafío de las frases tortuosas de HJ, aunque tiene un par de errores fatales y algunas oscuridades. Daría la sensación de que a Cohen se le da mejor la traducción del francés que la del inglés, porque su traducción de Hawthorne es horrible. Para esta edición castellana se omitieron alegremente los apéndices de la original, con las notas para The Ambassadors, The Ivory Tower The Sense of the Past porque “deben figurar en las ediciones de esos respectivos títulos”. Pues bien, en mi edición de The Ambassadors no figuran esas notas, y por otra parte, si los editores originales consideraron pertinente ponerlas, ¿por qué clase de criterio caprichoso hay que eliminarlas en esta edición? No sé qué manía lleva a los editores de traducciones –al menos castellanas– a volar apéndices, notas, índices temáticos y onomásticos (tan valiosos para el investigador), como si fueran unos abrojos que se han ido  pegando al texto con el tiempo.

“Me invaden horas de inexpresable revuelta contra la pequeñez de mi producción; contra mis lastimosos hábitos de trabajo –o de indolencia; contra mi ligereza, la vaguedad de mi mente, mi perpetua incapacidad para centrar la atención, para abstraerme, para mirar las cosas cara a cara, para inventar, en una palabra: para producir. En abril próximo cumpliré 40 años: ¡vaya horrible dato! No obstante, creo que he aprendido a trabajar y que es en momentos de obligada ociosidad, casi exclusivamente, cuando sobrevienen estas melancólicas reflexiones. Cuando estoy realmente volcado a la tarea, me siento feliz, fuerte, veo muchas oportunidades por delante. Es lo único que me hace la vida soportable. Sin embargo, en los próximos años he de realizar grandes esfuerzos si deseo no resultar al cabo un fracaso. ¡Habré sido un fracaso a menos que haga algo grande!” (52-3)

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De MICROLECTURAS, 02/07/2013


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