Tuesday, September 5, 2017

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MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ

Hoy en La Paz es el día del peatón, de modo que las calles estaban desiertas de vehículos y ocupadas por gente a pie, bicicletas, patinetes... Solo que, en cuanto te apartabas del centro, las calles que sueles ver atestadas de gente, comerciantes y vehículos estaban  extrañamente solitarias, como muertas, y los tendales cubrían los puestos de mercaderías. Muchos mendigos y muchos borrachones, en grupo y en activo reñidor, o durmiendo la mona por la aceras. El mendigo afroboliviano de la puerta de la iglesia de San Francisco, se había cagado ostentoreamente encima, pero no cejaba en su empeño de tender una mano a la caridad del peatón, el fraile y el turista, mientras que con la otra hacía esfuerzos por despegarse del cartón sobre el que estaba sentado. Acróbata. Me he subido hacía la Segurola con intención de comprar algo de coca, pero todas las cocanis  habían desaparecido, incluso el hombre mayor de la León de la Barra, al que le compro habitualmente, tenía el chiringuito cerrado.  Ignoro el motivo porque otros domingos estaba abierto. En la Segurola he encontrado abierto el puesto de una cocani vieja y malhumorada  y cuando le estaba pidiendo un cuarto de libra se me ha echado encima un borrachón que, a juzgar por las mataduras y heridas que le cubrían  la cara, tenía  una noche intensa a sus espaldas, al grito de «¡Money, moneyı», momento en el que la cocani ha cogido un cuchillo que tenía a mano en uno de los tambores y le ha largado un punchazo que el otro ha esquivado trastabillando... animación, mucha. Día del peatón. A casa, a verlas venir.

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De VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 03/09/2017

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