Saturday, February 24, 2018

DIARIO VOLÁTIL


JUAN MANUEL GARCÍA FERRER

A él le gusta dar imagen de huraño. Pero basta ver alguna fotografía suya entre amigos en una presentación, luciendo una más que amplia sonrisa, para ver que de eso, nada. Es, en realidad, digo yo, que la edad que vamos alcanzando, la constatación de que en nuestro mundo la situación no va ni mucho menos a mejor, de que no hay forma de acabar con toda la gran porquería que nos rodea, va carcomiendo. Todo eso le hace verter por todos sus libros una buena dosis de pensamientos desengañados.

Cuando ya se decía que estaba fuera de todo esto, que para qué escribir, cosas así, este año va y nos sorprende con un montón de libros que vienen a incrementar su ya inabarcable bibliografía y uno de éstos, muy manejable, pequeño y de sólo 140 páginas, está constituido por lo que ha calificado como "apostillas, descreimientos, despropósitos, desvelos...". Se trata de "Diario Volátil" (Upaingoa, Pamiela, 2018), que acabo de leer de forma calmada, pero constante, a pequeños sorbos, cada noche.

Las "apostillas, etc." están ordenadas en capítulos según su tema. No le ha debido ser fácil llegar a esta clasificación.

En "Calle de los solitarios" habla de los que "te quitan el asiento y te sacan de escena a empujones", de máscaras, impostores, "listos", de los que "no dudan en aceptar las dádivas del poderoso y de quien previamente le ha marginado".

En "Robinsonadas" explica: "Estás cavando tu propia fosa te dicen, pero tú sigues a la tarea, paleando tierra oscura y escombros, convencido de que es un túnel de escape".

En los siguientes capítulos dice recordar a menudo que el escultor Remigio Mendiburu, cuando le diagnosticaron un cáncer, dijo : "Y toda una vida por hacer..." También que, si te despiertas "de golpe (y porrazo), de madrugada, con esta frase en la cabeza: 'La suerte está echada', no vuelves a pegar ojo, te cuentes lo que te cuentes". O te hace ver que "Es de risa aparecer en escena lamentando haber perdido la casa que tú mismo has derribado". O coincide contigo en esta calificación: "El exhibicionismo del predicador desde el púlpito y de cara a la parroquia entregada, el del mando en su arenga cuartelera frente a la tropa formada con disciplina o el del cátedro histrión para su público que aspira a pasar el trámite: repulsivos los tres".

En "Molestias del trato humano" hay una aseveración tan vivida como "Cuando te das cuenta de que estás tratando con un necio que se las sabe todas, es demasiado tarde". O esta observación, también muy experimentada: "Encuentro de viejas amistades: mirarse de arriba abajo y decirse 'Estamos viejos', y de seguido reírse sin saber de qué, sin querer saberlo, antes de escapar cada cual por su lado."

En fin: Hay muchos y no es cuestión de irlos entresacando todos por aquí. Quizás poner sólo uno del capítulo dedicado a "Leer, escribir", esos verbos que tanto ocupan su vida: " 'Cuando el café y la literatura son tu refugio', y me acuerdo de la casa de Balzac en la rue Raynouard del barrio parisino de Passy y de su desfondar el sillón en el que estaba sentado escribiendo y del escotillón que tenía en uno de los pasillos para escaparse disfrazado de madame de Brougnoul cuando llegaban los acreedores".

En un segundo tomo que saque de su "Diario volátil", pues sigue observando y anotando venga cosas de éstas cotidianamente, para que levante el ánimo ante tanto sabio desengaño espero ver un capítulo dedicado a los mercadillos y librerías de viejo, a los chamarileros, o bien a sus paseos por el bosque o a la contemplación del valle al lado del que vive buena parte del año. Por mucho que diga que ya no es como antes, cuando los cita se desprende como nunca la pasión y la emoción en ellos siempre -ahora también, como en todas sus otras cosas, diga lo que diga- vertida.


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