Wednesday, September 7, 2022

Ratas, creced y multiplicaos


GIANNI SARTORI

 

Siempre pensé que con la publicación en 1975 de su libro Clandestini in cittá (dedicado a animales y plantas que viven en hábitat urbano), Fulco Pratesi guiñaba el ojo a los fenómenos de antagonismo más o menos radical que se extendían en ese momento en Italia. O tal vez el título, como casi siempre, se había impuesto por el editor. En cualquier caso, sufrió el clima del tiempo. Entonces el concepto se confirmó en el capítulo de "La guerra de guerrillas de las ratas", donde se cuentan las épicas batallas entre el Rattus norvegicus (rata marrón o rata de alcantarillas) y su primo Rattus rattus (rata común, también llamada rata negra) más pequeña y oscura. Mientras las ratas de alcantarillas en su mayoría viven cerca de los ríos y canales contaminados, además que en los sótanos y en las cloacas, las negras sobrevivientes prefieren los entablados y los graneros de las viejas casas. Ambas no son nativas de Europa; la rata negra vendría de Oriente Medio en el siglo XII, probablemente embarcándose en navíos de los cruzados, extendiéndose por todas partes en ausencia de competidores. Según los historiadores habría sido el vehículo principal de la peste negra, que en la Edad Media hizo estragos en todas las ciudades europeas. El Rattus norvegicus, más grande y con un pelaje más claro, vendría más tarde desde las estepas del Asia Central. Una primera oleada fue vista cruzando el Volga en el otoño de 1727, al precio de miles y miles de especímenes ahogados. Existe al respecto el testimonio de un predecesor de Miguel Strogoff. Un mensajero del Zar, después de haber visto como decenas de miles avanzaban en la estepa, se lanzó al galope para escapar de la horda; se salvó cruzando un río y gracias a sus aguas enfurecidas, que habían retrasado temporalmente el avance. Este primer embate llegó hasta Bohemia y Galicia. El autor de la fábula del flautista de Hammelin se habría inspirado en una de estas invasiones repentinas. Posteriormente, en 1739, la rata marrón llegó a Gran Bretaña, tal vez con naves que llegaban de la India. Quince años más tarde ya habría cruzado el Canal de la Mancha e invadido París. A principio del ‘800 proliferaron en toda Europa y entonces con batallones de desembarque clandestinos (como escribe Pratesi) escondidos en barcos, el continente americano. Más voraz, prolífica y adaptable (con una sofisticadísima organización social), la rata de alcantarilla despojó del subsuelo y de sus áreas limítrofes (con mayor cantidad de basura y por lo tanto mayores posibilidades de alimentarse) a la rata negra, relegándola a las buhardillas. Por lo que indirectamente habría reducido gradualmente las plagas que con el tiempo permanecieron sólo como un mal recuerdo. Un ejemplo de cómo una mayor biodiversidad, diluyendo la posibilidad de contagio, puede ocasionar efectos beneficiosos también para nuestra especie. La próxima vez que vean una rata escaparse de la cuneta, agradézcanle. También de mi parte.

Traducción: Maurizio Bagatin

Imagen: Michele Tavarone, Las ratas que se comen el dinero

 

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