JOSÉ CRESPO ARTEAGA
Ah, los anuncios
enigmáticos son mi debilidad porque si no me pican la curiosidad, al menos me
mueven la comisura de los labios en procura de una sonrisa. Se dice que el
rostro tiene innumerables músculos, así que de vez en cuando resulta saludable
ponerlos a trabajar. Pruebe fijando la vista en este rocoso cartel que parece
salido de una película futurista. Eso sí, el motivo para lucirse con ese
fantástico subtítulo es todo un enigma.
Otro anuncio muy
profesional que provoca ganas de inscribirse al tiro. Tan capos son, que la exelencia se
notaba en ambas caras del letrero. Profesionalismo al cuadrado por donde se lo
mire.
Si usted no es
boliviano, se le notará al instante la cara de perplejidad al toparse con este
cartel que parece indicado para barcos o canoas, o qué sé yo. ¿Flotas de
camiones, de buques, de automóviles, de aviones? ¿o qué se le viene a la
cabeza? ¿o en su país se dice “flotas” a los autobuses? Puede que la gente llame
como quiera a estos vehículos según los usos y costumbres: colectivos, guaguas,
micros, autocares, etc. Pero en urbes que se precian de modernas, las
convenciones internacionales sobre transporte y vialidad no deberían ser meros
saludos a la bandera.
Aquí otra
palpitante joyita, cortesía de los genios de Tránsito y Vialidad de la alcaldía
cochabambina. La avenida Libertador (foto tomada yendo de sur a norte, frente
al estadio) es quizá la arteria más concurrida que conduce a Cala Cala y otros
barrios norteños de la ciudad, y en su trayectoria corta en dos otra avenida no
menos importante que va de este a oeste, conocida como América. Ahora bien,
cualquier automovilista del interior del país se daría cuenta, por lógica, que
a su mano derecha está el Este y no al revés. Pero parece que los cochabambinos
no se han enterado de la chapuza municipal o tendrán la vista puesta en las
churrasquerías de la zona.
En este cartel
amarillo conviene detenerse un poco más, que si no la autoridad policial podría
imponernos una multa por no carcajearse ante ese colmo del absurdo. ¿No se
supone que las motos sin placa (matrícula) no deberían transitar efectivamente
en ninguna calle o avenida? Y ver esta advertencia en plena puerta del cuartel
general de la Policía, en el centro de la ciudad, ¿a que les suena? ¿será que
también los efectivos policiales circulan en motos indocumentadas? Y para
terminar de rizar el rizo, anuncian que trabajan por mi seguridad. No me
jodan.
En mis
ocasionales viajes al Valle Alto y otros municipios (aun en la desolación del
altiplano) he descubierto que no hay pinche obra social sin su correspondiente
cartel gigante, impreso a todo color, y vaya uno a saber cuánto
dinero despilfarran los alegres administradores de la cosa pública en
promocionar su imagen personal, a veces posando con los brazos abiertos en plan
de dadivosos filántropos, pero con dinero ajeno, el de nuestros impuestos. El
estilo narcisista del cacique Morales ha creado escuela y por todas partes
aparecen sus émulos (sean oficialistas o de la oposición) que compiten entre sí
por superar al amado líder. Si hay que adornarse con detalles pintorescos como
cantaritos, cascos, banderolas, vaquitas, florecillas, etc, mucho mejor. Lo de
ofrecer información clara y específica sobre las obras en cuestión es lo de
menos, bien valen unas abreviaturas ambiguas para que no ocupen tanto campo en
el cartel y no quiten espacio al retrato de los susodichos.
¡Qué pintado y
pintudo es este paisito del nunca jamás!
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De EL PERRO ROJO
(blog del autor), 05/05/2017
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