CLAUDIO RODRÍGUEZ MORALES
Gema rarísima, de
desconcertante belleza. Svengali, película de 1931, dirigida por Archie Mayo y
producida por los estudios Warnes Brothers bajo el sistema Vitaphone.
Protagonizada por John Barrymore y una adolescente Marian Marsh (la dueña de
esa mirada adorable e insana de la imagen), está basada en la novela de George
du Maurier de nombre Trilby, publicada a fines del siglo XIX a modo de folletín
y considerada, una vez convertida en libro, como el primer best seller de la
historia. Sin la resonancia de otros clásicos del cine de la época como Drácula
o Frankenstein, la base de la historia es el mito de Pigmalión -señor maduro
educa y se enamora de joven sencilla- recreado ahora en clave gótica, con
elementos del expresionismo alemán (decorados deformes, luces y sombras
generadoras de angustias, ángulos peculiares incitando al abismo), en los días
de la bohemia parisiense. Svengali (Barrymore) es un profesor de música
excéntrico, desastrado, inestable, manipulador, que se gana la vida haciendo
clases, en su mayoría a mujeres solitarias, parloteando un francés con acento
germano de toque malévolo. Cuando conoce a una joven de nombre Trilby (Marsh),
modelo nudista tan despreciada socialmente como él, utiliza su habilidad para
hipnotizarla y así manejarla a su arbitrio. La escena en que Svengali ejerce su
poder a distancia sobre su víctima, con sus ojos convertidos en dos bolas
luminosas, cruzando ventanas, tejados y calles, es una de las más recordadas
del film. Gracias a los poderes mentales de Svengali, Trilby se convierte en
una exitosa cantante lírica. Junto con ello, la vida de la muchacha se va
ligando a la del músico de una manera indeleble, mientras un pintorcillo
insufrible intenta impedirlo. La obra causó (y sigue causando) la molestia del
gremio de los psiquiatras por darle a la hipnosis una fama ligada a los
chapuceros y a las ferias de diversiones, por sobre la práctica médica dedicada
al bienestar mental de los pacientes. Vi esta cinta por primera vez una
madrugada de fines de los ochenta, en la señal cultural del canal del estado,
tiempos en que uno podía toparse con estos programas en la televisión abierta. Vaya
insomnio que me provocara.
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De EVOLUCIÓN DE
LA ESPECIE (blog del autor), 21/05/2017
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