MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ
¿Y eso qué es? A
cierta edad, y como mucho, no pasa der la repetición tenaz del presente, la
larga espera a fuerza de recuerdos, el despeñadero inevitable a plazo fijo...
Para saberlo no hay que irse a las metempsicóticas de los arrabales, como decía
Baroja que hacía en el París de 1938-1940, y como hizo el pintor Solana, a que
te echen las cartas del tarot, como me las echó a mí una gitana rubia, de mi
edad, delgada y maliciosa, de manos y boca de nicotina, en las minas de
Huanuni.
Hoy me he
enterado de que el método de adivinación que yo creí genuino de los Andes, el
practicado por los yatiris en las calles de La Paz y en las apachetas de la
carretera de Oruro, y otras, consistente en echar plomo o estaño fundido, en
una sartén, en un balde de agua y leer el futuro en la forma que coja el
gurruño, era muy conocido en la Edad Media en las regiones del Rhône y del
Saône, la molybdomancia, y que ahora mismo está de actualidad en los arrabales
parisinos (barrios sensibles) gracias a las «brujas» del norte de África que
hacen negocio con los miedos e inquietudes de gente acosada por el fantasma de
la desdicha... Nuestras nadas poco difieren, sostenía Borges, nuestros miedos
todavía menos.
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De
VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 15/03/2017
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