Verá usted, señor
Gutiérrez, la lluvia marziana ha dejado el camino lodoso y no puedo devolverle
su libro esta tarde. La verdad no sé si se lo devolveré algún día. No tengo
ánimos apropiatorios, pero me embarga la sensación de estar envuelto en un domo
azulino donde ya nada sale ni entra. ¿Qué pensaría usted si le digo que del
libro he leído tres hojas? Y no es que no me vaya gustando. Lo que pasa es que
las tangentes me distraen el pensamiento hasta el punto de olvidar los caminos
de retorno. Yeats afirmó que los hombres mejoran con los años, como tritones de
mármol gastados por el clima o cóndores inconmovibles que expiran mirando el
vacío. No estoy seguro de que sea así. Mi mejoría es esporádica, inconstante,
habitualmente circunscrita al sorprendimiento que depara un capítulo
nabokoviano. Persiste la lluvia marziana, monocorde, adelantada, lavando uvas
infantiles y encinas verdosas. Los pronósticos de mañana hablan de un
sol somnoliento.
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De CUADERNOS DE
LA IRA (blog del autor), 09/03/2017
Muchas gracias, querido Claudio.
ReplyDeletePrecioso texto.
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