Este 25 de marzo
se cumplen 40 años de aquel día en el que a la Argentina le arrebataron a uno
de los periodistas más lúcidos de nuestra historia. Rodolfo Walsh fue un
militante comprometido con su oficio, con la crónica de la política y la
realidad nacional que hundió sus pies en el barro más oscuro de nuestra
historia para relatar una sola cosa: la verdad.
En tiempos en los
que el término “posverdad” inunda los portales de análisis comunicacional, en
este momento de la historia en que la fusión de las redes y la opinología hacen
circular información que fortalece el cinismo y estimula la ausencia de rigor,
cabe recordar a su figura no solo como la de un militante político comprometido
con las causas revolucionarias en tiempos de genocidio y persecución, sino
también como la de un trabajador periodístico ejemplar.
Rodolfo Walsh
tomó al lenguaje de aquel tiempo y lo volvió en contra del tiempo mismo. Su
obra “Operación Masacre” marcó un antes y un después en la estética del relato
periodístico policial, dándole a las víctimas del fusilamiento de José León
Suárez una voz retroactiva y, a su vez, brindándole a la sociedad un grito de
alerta ante un terror que aún era inimaginable. Y su Carta Abierta a la Junta
Militar, aquella que le costó la vida, fue un gesto de coraje y un ejemplo
político con pocos precedentes en nuestra historia.
Rescatar a Walsh
no implica solamente releerlo y analizarlo sino también reflejar sobre la
actividad periodística del presente. En el análisis periodístico de la política
argentina, hay tantos materiales como perspectivas ideológicas. El hecho quedó
supeditado a la forma, la relevancia al alcance y la veracidad a la poiesis.
Entonces, ¿cómo contaría Walsh los tiempos que corren?
Solo hay una
manera de imaginarlo: revisándolo. En NodalCultura hoy acercamos una serie de
sus escritos, novelas y cuentos para descarga libre y gratuita.
Para quien quiera
dedicar el fin de semana de la memoria de todas y todos para recordarlo a él.
Para que estos 40
años extrañando la pluma de Walsh no hayan sido en vano.
Carta abierta
de un escritor a la Junta Militar
1. La censura de
prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre,
el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió
combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de
expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y
periodista durante casi treinta años.
El primer
aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de
gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman
aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que
omiten son calamidades.
El 24 de marzo de
1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo
desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo
término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde.
En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de
Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo
remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo en su
origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos
recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el
ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva
de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese “ser nacional” que
ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese
camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías
derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo
y disgregan la Nación. Una política semejante solo puede imponerse
transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos,
amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la
sociedad argentina.
2. Quince mil
desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de
desterrados son la cifra desnuda de ese terror.
Colmadas las
cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país
virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado,
periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos,
invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las
detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento
sin juicio. 1
Más de siete mil
recursos de habeas corpus han sido contestados negativamente este último año.
En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado
porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que
ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su
turno secuestrados.
De este modo han
despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no
existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda una
ley que fue respetada aun en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
La falta de
límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los
métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones
y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y
farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno,
el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales
reaparecen en los testimonios junto con la picana y el “submarino”, el soplete
de las actualizaciones contemporáneas. 2
Mediante
sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerilla
justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta,
intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información
se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso
de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad
que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.
3. La negativa de
esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de
una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y en horas de la
madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de
fuga.
Extremistas que
panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que
se incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser
creído sino para burlar la reacción internacional ante ejecuciones en regla,
mientras en lo interno se subraya el carácter de represalias desatadas en los
mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.
Setenta fusilados
tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del
Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de
Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel
Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la comisaría de Ciudadela forman
parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo
heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.
Depositarios de
una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia, incapaces de
influir en la política que dicta los hechos por los cuales son represaliados,
muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de
guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para
equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de
“cuenta-cadáveres” que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en
Vietnam.
El remate de
guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia
que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla
600 muertos y solo 10 o 15 heridos, proporción desconocida en los más
encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo
periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre
de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales
tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos. 3
Más de cien
procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato
oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla
y a los partidos de que aun los presos reconocidos son la reserva estratégica
de las represalias de que disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha de
los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento.
Así ha ganado sus
laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército,
antes del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en
Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta
prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y
narradas sin pudor. 4
El asesinato de
Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros
siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el
general Suárez Masson, revela que estos episodios no son desbordes de algunos
centuriones alucinados sino la política misma que ustedes planifican en sus
estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como
comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de
Gobierno.
4. Entre mil
quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que
ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos
han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud
genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas. 5
Veinticinco
cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas
uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en
la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques
de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de
pies y manos, “con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles”, según
su autopsia.
Un verdadero
cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el
lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la
denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron. 6
Treinta y cuatro
cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo
el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las
masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de
Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
En esos
enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las
3A de López Rega, capaces de atravesar la mayor guarnición del país en camiones
militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros
al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea 7, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier
Agosti. Las 3A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el
fiel de la balanza entre “violencias de distintos signos” ni el árbitro justo
entre “dos terrorismos”, sino la fuente misma del terror que ha perdido el
rumbo y solo puede balbucear el discurso de la muerte. 8
La misma
continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior
gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar
Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas de asilados en quienes se ha querido
asesinar la posibilidad de procesos democráticos en Chile, Bolivia y
Uruguay. 9
La segura
participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la
Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID,
como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la
autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es
semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional
que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y
de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la
creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3A hasta que
su papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.
Este cuadro de
exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato
del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los
negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de Prensa
Libre Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese diario
denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios
internacionales.
A la luz de estos
episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por
uno de sus jefes: “La lucha que libramos no reconoce límites morales ni
naturales, se realiza más allá del bien y del mal”. 10
5. Estos hechos,
que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que
mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones
de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de
ese gobierno debe buscarse no solo la explicación de sus crímenes sino una
atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria
planificada.
En un año han
reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su
participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada
de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar 11, resucitando así formas de trabajo
forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales.
Congelando
salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas,
aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y
comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del
9%, prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las
relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los
trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos,
secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos,
y en otros no aparecieron. 12
Los resultados de
esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de
alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha
desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos
Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con
Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las
parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o
las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido
ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos
militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de
médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror,
los bajos sueldos o la “racionalización”.
Basta andar unas
horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante
política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes.
Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias
monopólicas saquean las napas subterráneas, millares de cuadras convertidas en
un solo bache porque ustedes solo pavimentan los barrios militares y adornan la
Plaza de Mayo, el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas
porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales,
y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que
se bañe.
Tampoco en las
metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar “el país”, han sido
ustedes más afortunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una
deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del
400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al
9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas
mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.
Mientras todas
las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse
en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos
millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas
presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de
agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con
sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director
de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a
partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en
el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina
donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más
rápido que el dólar.
6. Dictada por el
Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al
Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta solo
reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía
especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por
la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S. Steel, la Siemens, al que están
ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su
gabinete.
Un aumento del
722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la
restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el
credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: “Llena
de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que
los alimentos deben ser baratos”. 13
El espectáculo de
una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar
sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la
noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda
loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple
que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno
que venía a acabar con el “festín de los corruptos”.
Desnacionalizando
bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca
extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que
estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las
ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean
empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al
conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los
comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio de intereses
foráneos, cuál es la ideología que amenaza al ser nacional.
Si una propaganda
abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta
procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el
almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en
Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras
la ilusión de ganar una guerra que, aun si mataran al último guerrillero, no
haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de
veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas
sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las
atrocidades cometidas.
Estas son las
reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido
hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con
la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho
tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.
Rodolfo Walsh. –
C.I. 2845022
Buenos Aires, 24
de marzo de 1977.
Referencias:
1 Desde
enero de 1977 la Junta empezó a publicar nóminas incompletas de nuevos
detenidos y de “liberados” que en su mayoría no son tales sino procesados que
dejan de estar a su disposición pero siguen presos. Los nombres de millares de
prisioneros son aún secreto militar y las condiciones para su tortura y
posterior fusilamiento permanecen intactas.
2 El
dirigente peronista Jorge Lizaso fue despellejado en vida, el ex diputado
radical Mario Amaya muerto a palos, el ex diputado Muñiz Barreto desnucado de
un golpe. Testimonio de una sobreviviente: “Picana en Ios brazos, las manos,
los muslos, cerca de Ia boca cada vez que lloraba o rezaba… Cada veinte minutos
abrían la puerta y me decían que me iban hacer fiambre con la máquina de sierra
que se escuchaba”.
4 Una
versión exacta aparece en esta carta de los presos en la Cárcel de Encausados
al obispo de Córdoba, monseñor Primatesta: “El 17 de mayo son retirados con el
engaño de ir a la enfermería seis compañeros que luego son fusilados. Se trata
de Miguel Ángel Mosse, José Svagusa, Diana Fidelman, Luis Verón, Ricardo Yung y
Eduardo Hernández, de cuya muerte en un intento de fuga informó el Tercer
Cuerpo de Ejército. El 29 de mayo son retirados José Pucheta y Carlos Sgadurra.
Este último había sido castigado al punto de que no se podía mantener en pie
sufriendo varias fracturas de miembros. Luego aparecen también fusilados en un
intento de fuga”.
5 En
los primeros 15 días de gobierno militar aparecieron 63 cadáveres, según los
diarios. Una proyección anual da la cifra de 1500. La presunción de que puede
ascender al doble se funda en que desde enero de 1976 la información
periodística era incompleta y en el aumento global de la represión después del
golpe. Una estimación global verosímil de las muertes producidas por la Junta
es la siguiente. Muertos en combate: 600. Fusilados: 1.300. Ejecutados en
secreto: 2.000. Varios. 100. Total: 4.000.
7 “Programa”
dirigido entre julio y diciembre de 1976 por el brigadier Mariani, jefe de la
Primera Brigada Aérea del Palomar. Se usaron transportes Fokker F-27.
8 El
canciller vicealmirante Guzzeti en reportaje publicado por La
Opinión el 3-10-76 admitió que “el terrorismo de derecha no es tal” sino
“un anticuerpo”.
9 El
general Prats, último ministro de Ejército del presidente Allende, muerto por
una bomba en setiembre de 1974. Los ex parlamentarios uruguayos Michelini y
Gutiérrez Ruiz aparecieron acribillados el 2-5-76. El cadáver del general
Torres, ex presidente de Bolivia, apareció el 2-6-76, después que el ministro
del Interior y ex jefe de Policía de Isabel Martínez, general Harguindeguy, lo
acusó de “simular” su secuestro.
10 Teniente
Coronel Hugo Ildebrando Pascarelli según La Razón del 12-6-76. Jefe
del Grupo I de Artillería de Ciudadela. Pascarelli es el presunto responsable
de 33 fusilamientos entre el 5 de enero y el 3 de febrero de 1977.
11 Unión
de Bancos Suizos, dato correspondiente a junio de 1976. Después la situación se
agravó aún más.
13 Entre
los dirigentes nacionales secuestrados se cuentan Mario Aguirre de ATE, Jorge
Di Pasquale de Farmacia, Oscar Smith de Luz y Fuerza. Los secuestros y
asesinatos de delegados han sido particularmente graves en metalúrgicos y
navales.
[Fuente: www.nodal.am]
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De SEPHATRAD
(blog de Isac Nunes), 29/03/2017
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