Sunday, July 23, 2023

Cesare Pavese Y Fernanda Pivano, nuestra literatura norteamericana


MAURIZIO BAGATIN

 

Moby Dick nada por mares nuestros, de una colina de Spoon River vemos todos los cementerios de las ambiciones humanas fallidas. Sin Cesare Pavese y Fernanda Pivano en Italia seríamos más pobres literariamente.

La Italia fascista no quería saber que se escribiera en contra de la guerra, en contra del capitalismo y que se hablara de paz. Fernanda Pivano lo hizo y lo pagó con la cárcel. Se enamoró Cesare Pavese de la literatura norteamericana como del salir de una luna nueva, de una necesidad de oxígeno, de un nuevo camino que desvincule Italia del encerrado drama que estaba viviendo. Ambos fueron una luz adentro del túnel de aquellos años.

Escribía Cesare Pavese que: “Estos americanos han inventado una nueva manera de beber. Hablo, se entiende, de una manera literaria”. William Faulkner nos invita al salón, ahí beben John Steinbeck y Ernst Hemingway, viajan, deambulan, se pierden, regresan y vuelven a beber, Erskine Caldwell y Charles Bukowski entran y salen. No hay pausas para esta literatura irrequieta, depresiones y guerras acompañan leyes secas y bombardeos, América es la única que puede narrar todas las contradicciones, disfrazar las derrotas del ser e inventarse nuevos mundos, el rock and roll y la bomba atómica. Las grandes narraciones rusas cruzan el océano, ahora son las metrópolis a incendiar las páginas y a los viejos y nuevos mitos. Llegarán Don DeLillo y Russell Banks, Joyce Carol Oates y Toni Morrison. Norteamérica es profunda y su poesía más aun, Walt Whitman su profeta. Norteamérica es violenta y su letra más aun, Corman McCarthy su grabador. Norteamérica es profética, Bob Dylan su juglar.

Nos persiguen a veces el cuervo de Allan Poe, los pasos de una Manhattan Transfer bulliciosa, el aullido de Allen Ginsberg. La beat generation que sigue lapidaria sobre los sueños de las últimas generaciones, sin olvidar las generaciones pérdidas de Gertrude Stein y el estallido de Jame Dean en Cholame. Norteamérica son sus sueños y su cruel realidad.

Escuchaba, sentado bajo el nogal, las letras de las canciones del poeta Fabrizio De André, Spoon River se volvía el rio de mi pueblo, eran poesías tan nuestras y sin embargo su gen estaba por todas partes, en Norteamérica como en la Italia de entonces, en la de siempre. Me acompañaron el trueno de Foster Wallace y la desaparición de Thomas Pynchon, la soledad de Paul Auster y la insuperable poesía de Emily Dickinson.

La literatura norteamericana sigo conservándola como la palabra que Henry Miller llevó hasta las calles de una Paris que todos extrañamos, el cuchillo de la trompeta de Miles Davis en sus calles. Es el silencio de sus pueblos nativos, una copa de Jack Daniels y el blues. El coraje de un hombre y de una mujer en ofrecernos, en medio del negro fascismo, voces afuera del rebaño.

22 de julio 2023

Imagen: Sello postal dedicado a Edgar Lee Masters 

Thursday, July 20, 2023

Balzac


DIEGO MEDRANO

Cuántos, cuántos ojos legañosos, pequeños, recién amanecidos, húmedos, leyeron o enfrentaron, la boca llena de aire y los pulmones vacíos, los dedos codiciosos, el tacto en la vista y la verga tiesa, las mil páginas que dedicó Maurois a Balzac. Cuántos. Recuerdo a Leopoldo María Panero custodiando este tocho, junto al Contra Sainte-Beuve de Proust que publicaba Tusquets por esos años, en una mochila de colgar con cuerdas, casi trapo, hoy tan presente por todas las espaldas. No hay verano sin tocho ni desafío o reto largo. Cuántos, cuántos valientes entran en el menudeo del enorme escritor, a mordiscos, a sorbos, los dientes serios y la lengua loca. Balzac es toda Francia, junto con Victor Hugo, el monstruo total, una prosa empujada por el juego, las tres jarras de café negro, el insomnio, la comida a lo bestia, el sudor frío, la prosa sin descanso, las ganas de dinero sin descanso, el beber sin descanso, follar sin tregua, alcohol a morro y sin parar en vasos. Flaubert quedó en un señor tranquilo que pesca junto al río. Su furia y psicosis es la de Dostoievsky. La bella locura, una locura hermosa. "Merezco este infierno", decía mientras reía por el diente que le faltaba, la risa con agujero negro y pátina.

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Del muro de Facebook del autor, 07/2023

Monday, July 17, 2023

Suvenires reunidos


DANIEL MOCHER

 

Elena, la hermana de Sergei, acaba de llegar a Valencia desde Járkov. Hace un año que no están juntos, ha venido para despejarse un poco, estar con los suyos y alejarse del epicentro del horror. Su marido no puede salir de Ucrania, volverá con él en uno o dos meses. Desde el aeropuerto, antes de llegar a la casa de Ira y Sergei ha querido pasar por la nuestra para saludarnos y entregarnos unos regalos como agradecimiento por haber acogido a su familia que, le decimos, ya es nuestra familia. Nalyvka de cerezas, limoncello casero, las dos botellas pintadas y decoradas por ella con arte y cuidado. Dos preciosos iconos ortodoxos, san Marcos y santa Claudia, y un cuadro con una estampa veneciana pintada por su padre que murió repentinamente hace un par de años. Unas pastas de té, para Elena unos guantes de lana de oveja y para mí una botella de Gentleman Jack. No sabe qué hacerse para corresponder lo que no es necesario ni nombrar. Hemos recibido con creces lo que un día dimos. El mejor regalo es verla aquí, su mirada limpia y su sonrisa alegre pese a lo vivido y aunque sepa o intuya lo que le puede esperar después de esta plácida estancia en Valencia. Militancia del júbilo a pesar de tanto canalla malicioso en el poder. Vivir con plena intensidad, a todo corazón, el presente luminoso sin lamentos inútiles por lo que hemos perdido o se nos ha arrebatado. Difícil. Admirable.

Mi hijo Iván también ha regresado del viaje que ha hecho con su madre para estar casi un mes con su familia japonesa. Okayama, Kurashiki. La cercana Hiroshima y Miyajima, la isla santuario. Ha traído palillos para todos, algo de té y un aguardiente de boniato, imoshochu, que a mí me encantaba, en especial uno de Miyazaki que se llama Kurokirishima, la isla de la niebla oscura, o algo así. Idas y venidas. Partidas, vacaciones, regresos y reencuentros. Yo estoy en época de crianza, de escasas travesías, de viajes inmóviles a lo Mac Orlan, alrededor de mi cuarto y mi jardín, trayectos recurrentes por los viajes ya hechos y por los imaginados. Paladear el humo, la ensoñación y esa punzada agridulce en el cielo de la boca que nunca sabemos de dónde viene.

 

Cerca de mi trabajo encontré, en una librería de segunda mano, Kyra Kyralina y El tío Anghel de Panait Istrati. Se lo comento a Claudio Ferrufino que celebra el hallazgo y me recuerda la importancia de leer también a Iliá Ehrenburg. Pido su Julio Jurenito de inmediato, llegará mañana, engrosando la larga lista de lecturas pendientes. Otro camino que se abre hacia lo imprevisible.

 

El sábado laboral termina a mediodía. Mañana tranquila, con el calor que hace casi no han venido pacientes. Estarán en la playa o en sus casas con el aire acondicionado a tope o amorrados a sus ventiladores y abanicos intentando sobrevivir. Cada uno alivia como puede la calina, el bochorno, el cambio climático, la soledad. Rosa, mi compañera de guardia, planea un viaje familiar a Asturias, Javi y Belen están ansiosos por bajar la persiana del bar y enfilar hacia el cabo de Gata. Todos buscamos siempre un lugar donde ser distintos y no podamos reconocernos. Ya en casa veo un interesante documental sobre las andanzas por el altiplano boliviano de los ladrones Butch Cassidy y Sundance Kid. Inevitable su final de plomo y sangre en San Vicente tras su rastro de robos por las mineras Oruro y Potosí, y su huida por el salar de Uyuni hacia el sur.

 

Antes de las siete de la tarde es imposible salir de casa. Refrescamos hasta el alma en la piscina, los niños juegan con pistolas de agua cerca de mi Glenfarclas on the rocks. Elena planea un fin de semana en un hotel de esos temáticos que te ofrecen todo lo necesario para no salir de sus instalaciones, alejarse unos días de la rutina y que te lo hagan todo. Me pongo a bucear agradeciendo el instante, el refugio de este paréntesis, perdí pero en el fondo reencontré el anillo dorado de la felicidad. Cada cosa que llega a mi vida es admitida sin reservas, lo bueno, lo feo, lo malo, el bien, la verdad y la belleza. Los viajes de los demás quedan marcados en mi pasaporte, sus lecturas dejan huella en mis estanterías. Sé que en la superficie me esperan siempre mi familia, mis historias, el mundo que he creado y el que acepto, Istrati en la hamaca, Toshiro Mifune preparando un té verde para Kurosawa, suenan canciones de Okinawa por los bosques rumanos, klezmer de Bucovina por el castillo de Himeji, mientras Sundance y Butch recuerdan el suave sabor de la carne de llama, el recio alcohol de los mineros, se acaba la resistencia de mis pulmones, emerjo, rellenan mi copa de nuevo, palpan con cuidado los agujeros de bala que hay en sus sienes polvorientas y ríen sin miramientos, alborotados, al recordar sus ya muy antiguas muertes bolivianas.

En julio 16, 2023

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De LOS PROPIOS PASOS, blog del autor

Wednesday, July 12, 2023

Milan Kundera o el canto a la libertad


GERMÁN GULLÓN

 

El gran escritor checo Milan Kundera nos ha dejado cuando el olvido empezaba a arañarle los talones. Incluso su reputación apareció cuestionada en la última década, cuando sus últimas novelas, puestas bajo la lupa por la crítica fijada en interpretar la identidad personal, comenzaron a ser juzgadas con la estrechez de miras de los apóstoles de la cultura de la cancelación.

Cuando en 2014 publicó La fiesta de la insignificancia las miradas del protagonista, Alain, un intelectual de edad avanzada, señas que indican una clara semejanza con Kundera, a una joven cargadas de erotismo, acompañadas de ciertos arriesgados comentarios hizo que algún recensionista se preguntase si todavía cabía defender la validez y perduración de su obra. Apreciaban estos comentaristas un evidente antifeminismo.

El barómetro crítico anuncia, pienso yo, una tormenta pasajera, porque si ampliamos la lente estimativa comprenderemos mejor el contexto de su vida y literatura, que dan mejor cuenta de la talla del autor. Y antes de entrar en materia, recuerdo que Javier Marías, digo el rey Xavier del Reino de Redonda, confirió a Kundera el título de duque de Amarcord.

Y recuerdo también que la literatura y la filosofía producidas en el Este de Europa durante el pasado siglo manifiestan una cercanía notable al folclore, entonces los artistas cosechaban desde el siglo XIX fuentes temáticas de la tradición. Aparece en los autores la preocupación por la identidad, por indagar sobre sus raíces.

El padre de Milan Kundera (1929-2023), Ludvik, discípulo de Leo Janácek, el gran investigador e intérprete de músicas eslavas, enseñó piano a su hijo, y le familiarizó con una forma de sentir y sintonizar con el pulso de la vida checa. Esta educación chocaba con la ideología oficial de los ocupantes soviéticos, y poco a poco su carrera profesional, de profesor de literatura y de música, de literato, le convierten en un disidente político, uniéndose así a otros miembros de esa ruptura provocada por los intelectuales del Este de Europa durante la guerra fría. La imposibilidad de ganarse la vida y de participar en la vida cultura checa al ser expulsado por sus actividades subversivas del Partido Comunista, le llevó a emigrar a Francia (1975), donde adquirió la nacionalidad en 1987.

Para las nuevas generaciones, el nombre y la obra de Kundera quizás apenas evoque recuerdo alguno, pero en los años ochenta del pasado siglo, varias de sus novelas, especialmente El libro de la risa y el olvido (1979), La insoportable levedad del ser (1984) y La inmortalidad (1988), escritas ya en su país de adopción, alcanzaron un éxito extraordinario, precisamente porque planteaban un tema de actualidad, la relación entre la identidad personal y la nacional. La Comunidad Económica iba dando forma a lo que sería la Unión Europea, y en España concretamente la transición planteaba retos al desarrollo democrático. Leer a Kundera te permitía ensayar tus propios dilemas.

También eran novelas del exilio, lo que naturalmente resonaba en España, donde la recuperación de los trasterrados ocupaba un lugar preferente. Estas novelas no cayeron del cielo, venían precedidas por tres estupendas narraciones, plenas de humor, donde se recrea ya la vida bajo el régimen comunista, tituladas La broma (1967), La vida está en otra parte (1972) y La despedida (1973).

La insoportable levedad del ser permanece en la memoria por muchas razones. Hay asuntos inolvidables, el amor de Teresa por un perro. Son detalles que por momentos te sacan de la historia central, y te recuerdan que este libro se caracteriza por mezclar la ficción con el ensayo. El mundo representado fluye como en la vida, de lo insignificante, que nos impacta por la carga afectiva, a lo intelectual.

Esto a la vez le concede a las novelas de Kundera una forma particular, en la que todo se acaba conectando. En especial, y lo que no dejará de tocar a los lectores es la manera en que la identidad personal de los personajes se ven afectadas, incluidas, por las fuerzas políticas que quieren forzar un conflicto para anular la libertad personal. Hoy, la brutal guerra de Ucrania, la crueldad y excesos rusos, perspectivizados por los de la Checoslovaquia de los ochenta, nos permiten entender lo que significa esta violencia personal, que no se contabiliza en cadáveres, sino en seres anulados por el poder del más fuerte.

Leer al Kundera novelista me parece hoy un ejercicio muy razonable y oportuno. Su libro de ensayos El arte de la novela (2006), una lectura que provoca a releer la literatura del Este europeo. Y, como la violencia humana es un río que no cesa, me atrevo a afirmar que la fuerza expresiva de las novelas de Kundera, la calidad literaria de sus textos, quedará con nosotros.

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De EL ESPAÑOL, 12/07/2023

Imagen: Milan Kundera, photo: Gisèle Freund,IMEC/Fonds MCC, Muzeum hl. města Prahy

 

Tuesday, July 11, 2023

Forzados a galeras


DANIEL MOCHER

 

Durante la dinastía Tang, si uno quería acceder a la función pública, tenía que dominar las artes poéticas. Kavafis fue funcionario del Ministerio de Obras Públicas egipcio y Goethe era funcionario en la Corte de Weimar. Parece que, para soportar más dignamente toda una vida laboral al servicio del estado, contar sílabas podría servir de muleta o de bote salvavidas, desahogo, evasión y victoria frente a un desabrido Día de la Marmota sin Bill Murray. Poesía como escapismo. Houdinis de planillas retorcidas y agendas abisales huyendo hacia una superficie de versos encadenados. La verdadera vida parece que siempre riela en otros mares. Lo habitual es estar pero no estar, la sonrisa sardónica, empatía cero, darle a la tecla, compulsar el documento, cuñar la instancia, mandar la mente bien lejos a coger amapolas. Puede que Platón, precisamente por eso, al ver a más de un poeta ensimismado, a sus cosas, con cara de lelo o lunático, dejando pasar las horas, decidiese expulsarlos a todos, para siempre, de su República ideal.

 

Sería el trabajo público algo kafkiano, alienante, degradación de lo humano, el desierto de los tártaros en versión de oficinista, hombrecillos grises como potenciales Buzzatis, los tiempos modernos de Chaplin entre legajos, repitiéndose, burocracia absurda, ineficiente, salas de espera infinitas, fatiga, limbo para derrotados, podredumbre del alma. Desde fuera, desde el otro lado de la ventanilla, cuántas veces no hemos visto sus caras de palo rancio, sus ganas de poner traba y distancia, miradas de desprecio, mohín de asco, hostilidad, y todo ello envuelto en esencia de flores de pitiminí y fulares italianos. En las paredes siempre está presente el póster de algún exclusivo destino vacacional. Aires de aristocracia moderna. Autoengaños.

 

Yo huelo su desesperación, el miedo, el agrio fracaso de toda una vida malgastada a tripa llena, eso sí, pero de pesadas y lentas digestiones. El cerebro al ralentí y el corazón de zombi, fibrilando como una gusanera. La cadena es larga y cómoda pero están atados a una mesa. Las ilusiones más íntimas ya no podrán cumplirse y lo saben. Son, somos, animales heridos, estabulados, el alto y el bajo funcionariado, de sueño escaso, mustio, interrumpido, poco reparador, pesadillas de respiración entrecortada, ansiedad y depresiones, piezas oxidadas de un engranaje monstruoso que solo puede parar si se colapsa. Cuántos se dejan fuera de la Consejería o del Ministerio de turno su humanidad y ya no la recogen al regresar a casa. Diremos, para hacer justicia, que al otro lado de la ventanilla el panorama no es muy distinto. Camareros, repartidores, albañiles, limpiadoras, barrenderos, ebanistas, informáticos… en la empresa privada, también, sin versos libres, la misma tristeza insoportable. 

 

¿Qué daño podría hacerle algo de poesía a un muerto en vida? ¿Cómo negarle un romance a un condenado? Vi a un forzado a galeras recitar un poema entre dientes y parecía que, no siempre, casi nunca quizás, tal vez un brevísimo instante, apenas un suspiro, no estaba allí, lograba desaparecer de aquel lugar terrible, sfumato, cuando el cómitre le despellejaba la espalda a latigazos y él iba dudando entre sonetos, silvas y tetrásforos monorrimos, entre trinos, acantilados y praderas, mientras le daba al remo, y solo estaba yo, de repente, con plaza en propiedad, mi rostro era el mismo que el del cómitre y el galeote, un semblante ya sin máscaras, de todos y de nadie, idéntico, irrepetible, lleno y vacío al mismo tiempo, espíritu, carnal, en la vida y en la muerte, de Dios y de todos los demonios, se rasga el lienzo negro desde lo alto, un claro en el cielo, algo que se quiebra y se nos viene encima, suenan trompetas, termina la jornada laboral, caen los muros del templo, rompimiento de gloria.

 

Imagen: Cómitre y galeotes.

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De LOS PROPIOS PASOS, blog del autor, 07/07/2023 

Monday, July 3, 2023

Victoria Amelina


OLGA AMARÍS DUARTE

 

Hace unos días presentaba en Madrid el libro de la escritora Victoria Amelina. Hoy amanezco con la noticia de que Victoria Amelina, la mujer, la persona finita, ha sido gravemente herida en un bombardeo ruso contra la ciudad ucraniana de Kramatorsk. Ya lo escribí: "Las bombas no son ángeles ni demonios precipitados del cielo; son máquinas precisas que devuelven lo humano a la ceniza, lo vivo a lo muerto y los muertos al olvido"...

Victoria Amelina, la mujer, la persona finita, estaba cenando en un restaurante cualquiera, de una ciudad condenada que ya jamás volverá a ser cualquiera, con amigos colombianos que se habían acercado hasta allí asumiendo el riesgo de una guerra. Entre ellos se encontraba el escritor Héctor Abad Faciolince. Porque sí, porque ser creador significa, también, tomar responsabilidad de la destrucción.

https://www.noticiasrcn.com/.../victoria-amelina-la...

Ellos y ella, los amigos, estaban comiendo juntos, la acción más egoísta de todas y, sin embargo, la más comunitaria. Se necesita una palabra para que el alimento se fragmente, se reparta como un pedazo de pan ácimo. En esa última cena en el Monte Sión no se distribuyó pan, sino un logos convertido ya para siempre en el símbolo de la Paz. La palabra es bocado dulcísimo cuando es recibida por un interlocutor en donde poder resonar.

Ayer, una bomba quiso fracturar la palabra-pan-paz de Victoria Amelina. Día de tristeza y de incomprensión. Pero también de esperanza. Orfeo siempre acaba sonando a través de Eurídice...