Wednesday, September 30, 2015

Hijos terroristas de Borges


POLA OLOIXARAC




Conocí a María Kodama en una especie de cocktail literario en Toulouse, Francia. Estaba vestida de blanco impecable, me la presentó un escritor argentino que no recuerdo porque yo sólo la miraba a ella. Menuda, sonriente, irradiaba algo sumamente juvenil. Debía irradiar algo más, o quizás se lo aportaba yo, que podía detectar sus tentáculos sutiles de bruja titilando bajo la falda. Desde hace años, María Kodama ya era considerada la bruja del Oeste de la literatura, la Yakuza literaria, la Yoko Ono argentina; es un lugar común de la progresía literaria detestarla. Me sorprendió verla tan cándida y seductora, así que le llevé una copa de vino blanco y me invitó a sentarme con ella en una mesita. Mientras, escritores engordados por el súbito prestigio de bajarse de un avión en Francia pasaban cerca y nos miraban con discreto horror, mascando su horror con un quesito galo, lo que no dejaba de transmitirme cálidas ondas de placer; no podía haber mejor plan que conocer a Madame El Mal y evitarme chit-chats fatigosos.
Nos pusimos a hablar de gramática finlandesa (yo venía de ahí) y pasamos a la hebrea, que a ella le interesa mucho, y me contó de cuando estudiaba árabe con Borges. Como una niña estudiosa que de pronto se ilumina, me contó una anécdota en la que la Kodama lingüista nerd brilla como la mejor estudiante de los dos: al parecer alguien había puesto en duda que ella manejara cierto entuerto de un tiempo verbal en árabe, que ella había resuelto con gracia. “Si ella te dijo que estudió, es porque estudió”, habría reprendido un orgulloso Borges al profesor. Seguimos hablando de idiomas y tomando y ya escabiada le dije: “Me encanta tu saquito, María, ¿es Thierry Mugler?”. “Ah, ¿éste? ¿Te gusta? Es de Ricky Sarkany. Pero se me aplastó con la valija, lo planché en el hotel, pero no quedó bien”. Se descorrió el pelo blanco radiante y me mostró: sobre la hombrera tenía una levísima marca, apenas un trazo grisáceo de sombra sobre el blanco impoluto. “No se nota nada”, le dije. “Sí, sí que se nota”, insistió, estableciendo su fe férrea en la perfección, su veta detallista obsesiva. Me cayó bien; si nuestra embriónica amistad perdura, pensé, me prometo decirle que Ricky Sarkany es cache, no va con ella.
Me preguntó qué hacía, me explicó cortésmente que en realidad no leía a los contemporáneos. Me dijo que jamás leyó a Gombrowicz y que Borges tampoco. Me contó que está por sacar un libro. “Será un gran escándalo”, sonrió coqueta. “Ay, María, por favor un título, algo”. “Nada, no puedo decirte nada”, me respondió. Los mozos nos traían vino a la mesa.Nos pusimos a hablar de gramática finlandesa (yo venía de ahí) y pasamos a la hebrea, que a ella le interesa mucho, y me contó de cuando estudiaba árabe con Borges. Como una niña estudiosa que de pronto se ilumina, me contó una anécdota en la que la Kodama lingüista nerd brilla como la mejor estudiante de los dos: al parecer alguien había puesto en duda que ella manejara cierto entuerto de un tiempo verbal en árabe, que ella había resuelto con gracia. “Si ella te dijo que estudió, es porque estudió”, habría reprendido un orgulloso Borges al profesor. Seguimos hablando de idiomas y tomando y ya escabiada le dije: “Me encanta tu saquito, María, ¿es Thierry Mugler?”. “Ah, ¿éste? ¿Te gusta? Es de Ricky Sarkany. Pero se me aplastó con la valija, lo planché en el hotel, pero no quedó bien”. Se descorrió el pelo blanco radiante y me mostró: sobre la hombrera tenía una levísima marca, apenas un trazo grisáceo de sombra sobre el blanco impoluto. “No se nota nada”, le dije. “Sí, sí que se nota”, insistió, estableciendo su fe férrea en la perfección, su veta detallista obsesiva. Me cayó bien; si nuestra embriónica amistad perdura, pensé, me prometo decirle que Ricky Sarkany es cache, no va con ella.
Le dije: “María, María, sé que sos una defensora férrea de la obra de Borges, y que te ganaste muchos enemigos por eso”. “¡Todo el periodismo me odia!”, exclamó. “Pero la gente sabe que yo defiendo lo que Borges quería que yo defendiera, por eso no les contesto a los periodistas, que me maltratan y me dicen que yo hago las cosas por dinero, cuando no es así, es un voto de confianza de Borges que jamás voy a traicionar”. “Claro, bueno –le dije–, pero vos tenés que entenderlos también, cuando un autor es tan amado como Borges, la gente siente que es de ellos, se lo apropia, la literatura en Argentina es algo muy pasional”. Me miró muy seria. “Bueno, pero no es de ellos. Borges no está para eso.” Quería cambiar de tema, firme pero tranquila.
“Además, hacen unas cosas horribles”, agregó después de una pausa, misteriosa. La miré unos segundos, el vaso en el aire. “María, ¿sabés qué? Tengo un amigo compositor en Nueva York que hizo un cuarteto de cuerdas para el poema “El Angel” de Borges, ¿quizás querés escucharlo a ver si te gusta la música y…?”
Ahí se transformó. Abrió grandes los ojos y me dijo que jamás en la vida iba a permitirlo. Borges dijo que no quería que ninguna de sus piezas fuera puesta música excepto las que él puso para tal fin, empezó lacónica, como leyendo un documento legal. No no y no y a nadie jamás en el mundo y mientras ella esté viva no lo va a permitir, y hará todo lo que esté en su poder impedirlo. Habló sin parar. Monstruosamente articulada, transmitía un rigor y una vehemencia descomunal, pura cara y puro cuello palpitando, saliendo en columnas de fuego de esa mujer tan pequeñita. Pensé en las cadenas nacionales de Cristina Kirchner, en los momentos más falopa del canon nacional. La claridad con la que veía a su enemigo, cómo sentía y transmitía cada rasgo de su ser indigno; de su lado, la devoción y la fuerza moral. María también tenía su Él, Él le había dado el poder, a Él debía su entrega. “No lo digo yo, lo dijo Él”, dijo varias veces. “Él sabía el valor que yo le doy a la palabra, porque yo fui criada por japoneses y alemanes, donde la palabra vale, no es como acá”. El territorio de Borges era el universo; María no se equivocaba al llamar ese pedazo de Francia una sinécdoque de Argentina. “Él me lo pidió y yo se lo prometí”.
La recuerdo efervescente, conmovida y violentada por su misión. No pude evitarlo y la entendí. La entendí sin estar de acuerdo, como me pasa a veces con Cristina Kirchner; a veces, simplemente la entiendo, aunque yo haría las cosas de una manera completamente distinta. María Kodama es una vestal, una sacerdotisa de una guerra santa, una jihad. Jihad, en árabe, significa la guerra contra uno mismo para ser cada día mejor, simboliza el conato de la perfección. Actúa bajo el influjo de una revelación, que no es necesariamente ser irracional. En Maria Kodama, la idea del experimento literario funciona como esos double-bind que describe Gregory Bateson en el seno de las familias esquizofrénicas: es la palabra de Borges (campeona del intertexto) contra la Palabra de Borges (dicha a ella y en privado en relación a cómo actuar en el futuro con sus obras). No es que sea tonta, o que no entienda de teoría literaria (leo en el muro de un amigo: “¿Acaso la heredera no entendió el sentido de lo que heredó?”): ella no puede apreciar el caso de la palabra de Borges interpretada por otros porque entra en contradicción con la que le fue legada a ella. Y su fe en esa palabra es tan fuerte como la de quienes creemos en el intertexto y el ready made y en todos los artilugios borgianos; alguien que no los comprenda nos parece un bárbaro, un obtuso.
Pongamos por ejemplo otro Pierre Menard: la invención de la Triple A, viz. historia nacional de la infamia. Juan Domingo Perón creó y firmó el decreto que proscribía al Ejército Revolucionario del Pueblo; imaginemos que este documento es luego copiado por un Pierre Menard que lo reproduce al dedillo y que, oh, es la Junta Militar. Mutatis mutandis, Borges es una especie de Perón que inspira y libera a la juventud para que estallen mil Vietnams del intertexto y a la vez firma el documento que proscribe y persigue a esos miles (o esos pocos guerrilleros literarios). Avala el terrorismo (literario, creativo: verbigracia “escribir es robar”), pero deja instrucciones específicas a su mujer donde proscribe su uso, porque sabe que las va a hacer cumplir con celo policial.
Unos años más tarde, hace unos días, leo que procesan a Pablo Katchadjian y me pongo a escribir esto.
La ley es sucinta: prohíbe la utilización de cualquier obra registrada en cualquier formato por un determinado tiempo. Este parece un punto más interesante para el debate intelectual: la ley debe reformularse para que la prohibición exista en la medida en que se pruebe lucro; i.e. no hay malversación de la propiedad intelectual en un experimento literario con el que no se lucró, c’est tout. Es el caso claramente de El Aleph Engordado, con una edición de 200 ejemplares repartidos mayormente entre amigos. Era el caso de Horacio Potel , que subía capítulos de libros de Derrida para uso de estudiantes de filosofía y fue perseguido por las editoriales durante años, amenazado de embargo a sus bienes, hasta que finalmente fue absuelto.
En suma, la práctica de witch hunting a la viuda embrutece y oscurece el problema real, que es la ley: la Ley 11.723 no debería perseguir a quienes pueden probar que no lucran con las obras de otros en sus experimentos literarios; asimismo, es importante modificar la ley para que contemple poder hacer obras de arte con materiales artísticos existentes. Si Kodama no hiciera el juicio, un hipotético fiscal (llamémoslo Carlos Argentino Daneri) podría demandar a Katchadjan de oficio sólo porque la ley lo permite. Las consecuencias mentales de Pierre Menard no se acaban en cómo entendemos ahora el intertexto y sus posibilidades; nuestra idea de Borges se va a seguir modificando y complejizando con el tiempo. Que Borges mismo haya comprendido todas las implicaciones de su descubrimiento artístico en vida es algo que puede ponerse en duda; quizás, como Perón firmando el decreto que creaba la Triple A, Borges no protegió a sus hijos espirituales de su viuda.
Mientras, las almas bellas podemos deleitarnos en el quimérico pregusto de apreciar la ironía terrible de dos interpretaciones de la palabra revelada de Borges: la que Borges legó a sus lectores-escritores, y la que Borges legó a sus ejecutores. Como Perón: no son la misma cosa.
Me extiendo en estas consideraciones porque me parece baladí sostener el argumento Corporaciones Malas versus Arte Bueno instanciado en Kodama y el Establishment Literario versus El joven Escritor Marginal. El texto en discusión acá es el de la ley y la interpretación de la ley en tiempos de copyleft. El único Aleph engordado con depósito legal según la Ley 11.723 parece ser el Borges de Bioy Casares (en esa conversación ella me dijo que odiaba ese libro, “puso cosas que jamás debió haber puesto… eso no lo hace un amigo, él envidiaba a Borges”). En el reino de los hombres, María Kodama puede seguir fiel a su batalla ultramundana y Pablo Katchadjian a la suya, que es la escritura; es la ley y su interpretación la que debe mejorar y evolucionar por Pablo y por el resto innumerable de hijos terroristas de Borges. Todos somos hijos terroristas de Borges, bajando en la noche unánime entre ruinas circulares de textos de otros. 
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De LA AGENDA, 22/06/2015

Mi principio y mi fin

Jorge Muzam

Cambio lecturas como quien cambia medicinas. De Philip y Joseph Roth me paso a Danilo Kis, a Lorrie Moore. Busco confluencias, sorprendimientos, motivos para admirar. La medicina más fuerte no me ha dado resultado. Al menos este último tiempo. La primavera tampoco. El polo sur se expandió hasta mis pies. A veces rompo el hielo, y en ese pozo profundo, oscuro, no hay quien me salve, no hay quien quiera salvarme. Los krilles toman butaca preferencial para matarse de la risa con el juego desesperado de mis piernas. Husmeo en La muerte de Virgilio de Herman Broch, en El correo de Bagdad de José Miguel Varas, en La patria de la electricidad de Andréi Platónov. Joseph Brodsky asegura en este último prólogo que Breznev también se sentía escritor, que buscaba esa fama, esa gloria, tal como el poeta Stalin, el mismo que verdugueó a Gorki. Es solo un momento. Tengo el pecho oprimido. Debo salir a los quehaceres habituales. El psiquiatra Mozart está en la carpeta de otro computador. Recurro a REM. Audífonos a todo volumen. No escucho a los cometocinos que hacen mimos frente a mi ventana. No escucho mi mente, todos sus idiomas, mi monstruosa mente. El tecleo es automático, como ciertas actitudes ante la vida. No sé si esta música me hace mejor. No sé si llamarla música. Tiene cierta onda. Pero quien podría superar a Mozart. Avanzo diez páginas de Una tumba para Boris Davidovich. Omnisciencia forense con tufillos borgianos. Digresionista, entretenido, perfecto. Florecen azaleas en el viejo corredor de mis antepasados políticos. Ya saben que soy mi principio y mi fin.

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De CUADERNOS DE LA IRA, 29/09/2015

Tuesday, September 29, 2015

Pueblos con nombres de animales (8). Lobo

CARLOS LOBATO

Antes de irme de vacaciones en verano, publiqué en el blog una serie de post bajo el título dePueblos con nombres de animales, que quedó inconclusa, y que vuelvo a retomar para seguir completándola durante esta nueva etapa. En estos post voy enumerando una serie de pueblos que toman su nombre de animales, llevando recopilados hasta el momento 89 pueblos a lo largo de toda la geografía española, y aún quedan muchos más.

Para continuar recopilando topónimos, los pueblos que veremos hoy toman su nombre de uno de los animales más emblemáticos de nuestra fauna, el Hermano Lobo, como diría el gran Félix Rodríguez de la Fuente.

Lobo ibérico. Fuente

Los pueblos que hoy aparecerán por aquí son: Villalobón, Villalobos, Vega de Villalobos, Lopera, Lobón, Riolobos, Lobeira, Villalobar de La Rioja, Lobera de Onsella, Ruiloba, Torrelobatón, Llobera, Benilloba, Benillup, Lupiñen-Ortilla, Lupión, Lupiana, Monsalupe, Benalup-Casas Viejas y Guadalupe. Pasen y lean:





#90. Villalobón (Palencia). Tradicionalmente se ha asociado el origen del nombre de esta localidad de unos 1500 habitantes ubicada en Palencia a la relación con los lobos habitaran en aquella zona. Literalmente Villalobón significaría "Villa de lobos", pero los estudios indican que esto no es así puesto que esta situado en un llano, cerca de otras localidades, lo que haría que el hecho de que hubiera lobos en la zona no sería motivo para identificar a este pueblo solo y no a los otros. Además, Lobón es un nombre patronímico muy documentado en distintas variantes, como Lupón, Lupe, Lope, Lob, Loponi, Lobón, Lobo y Lupatus, siendo este último el nombre del obispo de Orense en al año 589. Eso sí, estos nombres de personas derivan del nombre específico del lobo común en latín, lupus.


Vista aérea de Villalobón. Fuente

#91. Villalobos (Zamora) y #92. Vega de Villalobos (Zamora). El mismo origen anterior tendrían estas dos localidades zamoranas, aunque por deformación popular terminó pareciéndose al nombre del animal, y convirtiéndose en un zootopónimo. Incluso en los emblemas del primero de estos pueblos se usan estos animales como símbolos, tal y como podemos apreciar en el escudo de Villalobos.

"Y usa por armas, en dorado escudo, dos sangrientos lobos". Fuente



#93. Lopera (Jaen). Esta localidad jienense de casi 4000 habitantes tiene varias explicaciones para intentar explicar el origen de su nombre y algunas tienen que ver con los lobos. Por un lado se habla de que pudiera derivar del magnate castellano Don Diego Lope de Haro, pero la más extraña es la que intenta hacer derivar el nombre de Lopera de la fusión de lobo, lupus, y pera, pirus, figuras que aparecen en el escudo del pueblo, pero ningún experto encuentra justificación semántica para dicha fusión. Lo más probable es que la etimología de Lopera proceda tan sólo del término latino luparia, y la relación del topónimo con pera sería por una falsa etimología popular, algo así como si el origen de Lopera estuviera relacionado con "La pera". Por el contrario, luparia, termino que vendría a significar zona de lobos, habría derivado a Lobera, y de ahí a Lopera, y por ello tal vez aparezca la figura de estos animales en el escudo, opinión que se refuerza ademas por el hecho constatado de la presencia de gran cantidad de lobos en dicha región hasta no hace mucho.

La pera y los lobos en el escudo de Lopera. Fuente


#94. Lobón (Badajoz). Y nos vamos ahora a Extremadura, concretamente a la provincia de Badajoz, donde encontramos el municipio de Lobón, que tiene su origen en una villa romana perteneciente a Emerita Augusta, la actual Mérida. No existe constancia documental sobre el origen del lugar, aunque algunas crónicas antigua lo identifican con la antigua Lycon, de origen griego o romano, y en cuyo paraje los lusitanos derrotaron en el año 188 a. de C. al cónsul Lucio Emilio. En cualquier caso, el término Lycos, también significa lobo, en griego, por lo que no sería rara la relación y el origen del nombre de Lobón en estos animales. Como es habitual en estos casos, en el escudo de armas del pueblo también está representado la figura del lobo, en este caso multiplicada por cuatro.

Cuatro lobos en el escudo de Lobón. Fuente

#95. Riolobos (Cáceres). Y sin salir de la comunidad extremeña, nos vamos un poco más al norte, a Cáceres y nos encontramos con un pueblo llamado Riolobos, de unos 1300 habitantes. Si interpretamos el topónimo literalmente veremos una alusión directa a un “río de los lobos”, pero no parece que sea ésta la solución más convincente para explicar el nombre del lugar, puesto que en libros antiguos de caza y montería no encontramos referencia a que esta sea una zona especialmente rica en este tipo de animales. Y si estudiamos el paisaje y la orografía, tampoco es la más propicia para el hábitat de los lobos, puesto que el lugar no está rodeado de ningún paisaje montañoso, sino de un terreno llano, ideal para el cultivo.  Por tanto podemos considerar la hipótesis de que el -lobos de Riolobos no proceda del latín lupus, sino de una raíz preindoeuropeas (o sus derivadas), de origen mediterráneo occidental, con significado de río, como lup-lub-lubia, o lupa, que han dado lugar a una serie de nombres que se han asociado etimológicamente al animal por homofonía, etimología popular y/o reinterpretación. Podemos concluir que este topónimo se trata de una tautología, es decir, de un nombre formado por significados duplicados y procedentes de diferentes lenguas que se refieren a una misma realidad, y que en Riolobos tendría el significado de "río-río". Muy curioso, aunque en el escudo de Riolobos vuelven a aparecer de nuevo estos animales en ambas márgenes de un río. 

Lobos en el escudo de Riolobos. Fuente



#96. Lobeira (Ourense). Lobeira, en gallego, o Lobera, en castellano, es un pueblo de Ourense, del cual tampoco tenemos claro el origen del nombre, pudiendo estar en lobera, como lugar de lobos, como en el prefijo lup- o lub- que comentábamos antes, con el significado de masa de agua. Al igual que en todos los casos anteriores, la cultura popular se apropió del origen lupino y el animal aparece también en el escudo de este pueblo gallego. La localidad de Lobios, también en Ourense, no tiene ninguna relación en origen con los significados anteriores, sino que parece que su origen es germánico, significando cobertizo, por lo que no entrara a formar parte de esas localidades lupinas que aquí enumeramos.

Lobo en el escudo de Lobeira. Fuente



#97. Villalobar de Rioja (La Rioja). En este caso, el nombre parece claro, pero también nos lleva a engaños, y gracias a la documentación medieval, sabemos que el nombre, AlfovareVilla LhovarBilafavar, es un híbrido del latín y árabe: villa + al-hawr, que siginifica "Villa del olmo", y así podemos ver a este árbol representado en su escudo, por lo tanto, nada tiene que ver este topónimo con los lobos.

Villalobar de la Rioja. Fuente

#98. Lobera de Onsella (Zaragoza). De nuevo nos encontramos ante una localidad en la cual el origen de su nombre tampoco está claro, puesto que podría ser un derivado del latín luparia, con significado de terreno poblado de lobos o madriguera de lobos; o como ya se ha contado antes, es posible que guarde relación con la raíz prerromana lup-, que significaría río. Originalmente se llamaba solo Lobera, y el lobo que aparece en su escudo presenta una diferencia grande con respecto a los mostrados en los pueblos anteriores, ya que este es un lobo rampante, es decir levantado sobre sus patas traseras y en actitud de atacar con las delanteras y la boca.

El lobo rampante de Lobera de Onsella. Fuente



#99. Ruiloba (Cantabria). El mismo origen hidronímico que ya hemos comentado ampliamente en lo que llevamos de post, se observa en esta localidad cántabra, que en origen se llamaba Río de la Loba, despues Ríoloba y de ahí pasó a Ruiloba. La raíz lub- y el doble significado de "río-río" están detrás de la palabra loba, que a pesar de todo vuelve a estar en su heráldica.

El lobo y el río en el escudo de Ruiloba. Fuente

#100. Torrelobatón (Valladolid). Al parecer, la actual villa fue una importante ciudad romana, denominada Amallóbriga, pero el nombre actual, Torrelobatón, parece que tiene su origen en la etimología popular, que lo explicaría como un aumentativo de lobato, que quiere decir es decir "cachorro de lobo" (¡y también es mi apellido!). Existe una leyenda local según la cual se encontró una enorme cría de lobo junto al pueblo, que dio origen a que este apareciera en el nombre de la localidad. A pesar de todo, y visto todo lo hablado a lo largo de este post, no podríamos descartar el origen hidronímico de este nombre.

"Fue una torre fuerte, como se reconoce en el Escudo de sus Armas,
poniendo la misma Torre sobre un risco o peñasco,
con los lobos atados a unas cadenas al cerrojo de la puerta,
a cada lado suyo, derivado de los que la defendieron
vestidos de pieles de lobos.
Fuente



#101. Llobera (Lleida). Esta localidad catalana, como la mayoría de las anteriores también presenta un lobo en su escudo de armas. El origen de la palabra Llobera lo podemos encontrar en el catalán Llop, que significa lobo, y que vendría del latín luparia, nombrado anteriormente con el significado de zona de lobos.

Escudo de Llobera. Fuente



#102. Benilloba (Alicante). Este municipio alicantino de unos 800 habitantes presenta un topónimo que parece que deriva del árabe Banī lūba, que puede ser una hibridación entre el árabe banī, que significa hijos de- y lūba, del latín lupa, que significa loba

Escudo de Benilloba. Fuente

Existe además una leyenda local, asociada al nombre de Benilloba, según la cual éste procedería de hijos de la loba, ya que parece ser que cuando los almorávides invadieron la Península ibérica, surgieron grupos de gentes que lucharon ferozmente contra los invasores. Uno de los más destacados caudillos locales en esa lucha, era Muhammad ibn Mardanis, a quien su valentía en las batallas le valió el sobrenombre del Rey Lobo, lo cual explicaría este origen. El mismo origen le podemos aplicar a #103. Benillup (Alicante), que se encuentra a solo unos 10 kilómetros de esta localidad y que tendría la misma explicación para su topónimo. También lleva el lobo en su escudo.

Escudo de Benillup. Fuente

Otras explicaciones hablan de que Benilloba y Benillup tendrían su origen en el vocablo ibérico ben, que significa monte o elevación, el cual unido con -llo, tierra, y -ba, bajo, significaría "cerro o monte de la tierra baja". Yo me quedo con la primera interpretación, que es más poética y épica para mi gusto.


Benilloba. Fuente
104. Lupiñén-Ortilla. Es un municipio de la provincia de Huesca, que surge de la unión de Lupiñén y Ortilla en la década de los setenta. El origen del nombre es romano, proviniendo de Lupinus o Lupinius, y haciendo referencia a los lupus o lobos. A lo largo de la historia también se le ha conocido como Lupiniene, Lopingen y otros nombres relacionados con el original. El escudo de armas de la localidad también lleva la imagen del lobo representada en él.

Escudo de Lupiñén-Ortilla. Fuente

#105. Lupión (Jaen). Volvemos a visitar esta provincia andaluza para encontrarnos con este pueblo de apenas 1000 habitantes, cuyo nombre podría hacer referencia a los lobos, pero como en la mayoría de los casos anteriores, no lo sabemos con seguridad. Algunas explicaciones hablan de que podría corresponderse con la antigua Luparia Oretana, y de ahí el nombre, o que simplemente signifique tierra de lobos, derivando de lupus. En cualquier caso, la gente del lugar también habla de un cerro que hay en la localidad, llamado cerro de Villalobos, nombre que deriva de Aullalobos, puesto que era una zona donde antiguamente se concentraban muchos de estos animales. En este caso el escudo de armas no lleva la imagen del lobo, sino que se centra en un torreón correspondiente a un antiguo castillo medieval que se asentaba allí. Otra explicación posible es el origen hidronímico ya comentado, puesto que se encuentra entre los ríos Guadalimar y Guadalquivir.

Lupión. Fuente

#106. Lupiana (Guadalajara). Lupiana, al igual que Lupión, tampoco tiene un origen claro, pudiendo estar igualmente relacionado con los lobos, que con el agua, puesto que también se encuentra entre los ríos Ungría y Matayeguas. Tampoco encontramos alusión a los lobos en el escudo, y el único que aparece es un león rampante, al igual que ocurría en el de la jienense Lupión.

Vista de Lupiana. Fuente

#107. Monsalupe (Ávila). En Ávila nos encontramos con esta pequeña localidad, de unos 65 habitantes y de probable origen celta, cuyo nombre podría significar monte de los lobos, indicando la abundancia de estos animales en otras épocas, y de lo que aún hoy en día podemos dar fe, puesto que todavía hay lobos por dicha comarca. De esta manera Mon- sería la raíz que significaría monte, mientras que lupe, derivaria de lupus, lobo. Evidentemente harían falta mas estudios etimológicos al respecto para que esto fuera concluyente.

Vista aérea de Monsalupe. Fuente

#108. Benalup-Casas Viejas (Cádiz). Antiguamente conocido como Benalup de Sidonia, esta localidad gaditana que actualmente vive del turismo está ubicada en la llamada Ruta del toro, y cuenta con más de 6000 habitantes. El origen del nombre de este municipio está vinculado con la torre árabe de Ben Alup, que aparece en su escudo junto a un cuervo,  que, según una leyenda local, significaría Hijo de la loba. También se habla de otro posible origen a partir de Pennalupi, que significaría Peña del lobo.

Benalup-Casas Viejas. Fuente

#109. Guadalupe (Cáceres). Terminamos la recopilación de hoy por tierras extremeñas, concretamente en Cáceres, donde se encuentra Guadalupe, conocida por su famoso monasterio donde mucha gente va a hacer retiros espirituales. La etimología de su nombre hace referencia más a la tautología que explicamos en Ríolobos, que al animal, a pesar de que -lupe parezca provenir de lupus. En este caso estaríamos ante una redundancia para decir río-río, que se repite en los ríos Guadalupejo y Guadiloba, que discurren también por Cáceres.

Guadalupe. Fuente

Hablemos ahora de los lobos, para ir terminando el post, con el que hemos sobrepasado ya más de 100 pueblos con nombres de animales.


El lobo ibérico tiene como nombre científico Canis lupus signatus, y es endémico de la Península, siendo una subespecie del Canis lupus, siendo un poco más pequeño en tamaño que éste. Su pelaje es variable y heterogéneo, de tal forma que puede presentar unas franjas longitudinales oscuras o negras cubriendo la parte anterior de sus dos patas delanteras, y manchas oscura a lo largo de la cola o alrededor del lomo. El conjunto de estas marcas o manchas oscuras, son las que le han dado el nombre signatus a esta subespecie de lobo, puesto que en latín significa signado o marcado.

Canis lupus signatusFuente

El lobo es uno de los pocos grandes depredadores que tenemos en la Península Ibérica, y es un animal emblemático de ésta. Muchos de los datos que conocemos hoy en día sobre la dieta o los hábitos de vida de estos magníficos animales se lo debemos al doctor Felix Rodríguez de la Fuente, que pasó gran parte de su vida dedicado al estudio del lobo, o como diría él, del Hermano Lobo.

Macho alfa de lobo ibérico. Fuente

Las lobas suelen dar a luz camadas de entre cuatro y seis cachorros, tras una gestación de unos 60 días. Las crías de lobo reciben el nombre de lobeznos desde que nacen hasta que tienen unas cinco meses de edad; después pasan a llamarse lobatos (¡otra vez como mi apellido!), hasta que tienen unos diez meses y pasan su primer invierno. A partir de entonces pasan a ser lobos adultos jóvenes, que no alcanzarán la madurez sexual hasta que no tengan dos o tres años. El gran Felix describía magistralmente las edades del lobo en sus libros, sus programas de televisión y en su colección de fichas de animales.

Lobezno, lobato y lobo. Fuente
Como hemos visto a lo largo del post, históricamente, el lobo se distribuía ampliamente por toda la Península, aunque en la actualidad solo podemos encontrar poblaciones realmente estables y abundantes en zonas del norte del Duero. En el resto de la Península las poblaciones están mas fragmentadas y son poco abundantes. El último censo fiable data de 1988, e indicaba la existencia de entre 1500 y 2000 individuos. La población puede estimarse en aproximadamente 2800 ejemplares, distribuidos prácticamente en el cuadrante noroccidental de la Península. Tras la persecución indiscriminada y la eliminación a la que se han visto tradicionalmente sometidos, (y que desgraciadamente aún persiste), la cantidad de lobos disminuyó alarmantemente durante  la época entre 1950 y 1970, donde la subespecie quedó casi erradicada. Gracias a los trabajos de protección del lobo ibérico desde principios del siglo XXI, se han localizado ejemplares en zonas más al sur de la península ibérica como el Sistema Central y Sistema Ibérico o al norte de Andalucía. Por poner un ejemplo, en febrero de 2013 se grabaron imágenes de crías de lobo ibérico al norte de la Comunidad de Madrid, tras 60 años sin tener datos oficiales de su presencia en la región. 

Distribución del lobo ibérico en la Península en 2013. Fuente

El lobo ibérico está catalogado actualmente como especie vulnerable en el Libro rojo de los vertebrados de España, y como especie casi amenazada en el Atlas de los mamíferos terrestres de España. No obstante, su caza está permitida aún hoy día en el norte de España.

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De LA CIENCIA DE LA VIDA, 28/09/2015