Monday, November 29, 2021

Nuevos escritos de memoria antigua


MAURIZIO BAGATIN

 

Es difícil hablar sobre lo que se conoce, entonces intentaré escribir sobre Nuevos escritos de memoria antigua

“El hablar conquista al pensamiento; escribir lo domina”

-Walter Benjamin-


La literatura de Claudio siempre ha sido la literatura de la experiencia, de lo vivido, es un autorretrato que a veces se parece al autorretrato de Francis Bacon, desdoblándose para ver más allá, otras veces parecido a lo de Balthus, mirándose en un espejo borgeano, pero siempre es el autorretrato de Van Gogh, lúcido y sincero. Siempre nos habla de nuestro ethos.

La memoria no es solo cosas de dioses, a ellos está consentido el olvido, a los humanos es consentido aquel surco que pertenece al momento, al instante, a un estrecho espacio entre la esperanza y el arrepentimiento, y este es el espacio de la vida. Ahí es donde el stajanovista Claudio se adueña de todo lo posible. A través de la vida, a través de la escritura.

La literatura de Claudio es una receta culinaria que roba a la escritura todos los ingredientes, le exprime todos los sabores y nos devuelve un plato escrito con mucha sabiduría; es una cabalgata de cosacos hacia tierras aún impenetrables pero es también la calle melancólica de un pueblo invisible en pleno otoño, es su muerta ciudad viva que está siempre presente, y lo será en los libros que escribirá mañana porque son los libros que leyó ayer, Stefan Zweig, Marcel Schwob, Víctor Hugo o la poesía de César Vallejo; es una escritura que entra en la cocina y se entrega para el deleite de sus convivales. Y en búsqueda de sustraerse a su timidez, le añade el picante necesario, aquella capsaicina que a las palabras les hace solo el bien.

Nuevos escritos de memoria antigua es un diario de textos breves, es un cuaderno de bitácora escrito durante esta peste contemporánea, son 30 años de exilio voluntario, el trabajo nocturno, los amigos que nos dejan, y la dedicatoria que vale todo su contenido… nos acompañarán Paul Celan y Leonard Cohen, Nina Berbérova, Denver y sus fantasmas, Kerouac, Cassady, John Fante, el mítico Charly Brown y los platos que Claudio prepara para sus hijas Alicia y Emily, con el mismo amor que su madre los preparaba para él. La importancia de la belleza en la cocina y en la página.

La memoria llevada a la página escrita es la vida, y es la misma que nos transmitió Tolstoj, esa entidad misteriosa que para definirla estamos obligados en partir de la página escrita, esa no es más que el resultado del arte, es decir, de un artificio más sabio y complejo de muchos otros. Es el don de la literatura.

Noviembre 2021

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Texto leído en la presentación virtual, 18/11/2021

 

Sunday, November 21, 2021

De las mil cosas


MAURIZIO BAGATIN

 

Dirán mil cosas. De un tramonto en Gallipoli y del color del cielo a una cierta hora del día, en el lugar que ha definido tu vida. Del color de los ojos de una chica, en un pueblo del norte de Camerún, de aquella chica que nunca más lograste ver, y que eran los ojos del color de un imposible color y de todos los colores.

 

Dirán mil cosas. De la vendedora de marraqueta que predijo que no llovería esta noche, solo mirando y oyendo y mirándome y oyéndome. Del croar de ranas y sapos que escuchaba pedaleando al borde del canal de la Angostura. De mi pedalear de la tarde. De los vidriosos ojos de un pobre borracho que saliendo de una chichería se choca con la triste cholita que no logró vender toda su hortaliza. De los eternos perros de Juan Rulfo que persiguen sus fantasmas y reclaman huesos en cada puerta de una pollería. Del tiempo que está pasando. También de esto se dirán mil cosas.

 

Dirán mil cosas. De la espiritualidad que nos transmitió Emigdio, en las tardes de trabajo, mirando el cielo y besando la tierra, tomando el néctar del antiguo teocintle o acullicando la hoja verde, la que hoy en su maligna metamorfosis domina el mundo. De la muerte de amigos lejanos en una tarde que deseábamos simplemente pacífica. De la paz y de la guerra y de aquellos miles de seres humanos frente al eterno hilo que separa al hombre de otro hombre.

 

Dirán mil cosas. De estas y otras palabras y de su ausencia. De una noche en la cual la luna se oculta mientras escuchamos a John Coltrane. De cuanta belleza en una mariposa que ondulando sus alas corteja a una flor firme es su solo color. Del niño que en la esquina espera a su madre. Del padre ausente. De la oscuridad y de nuestras soledades. De la ausencia y de la demasiada presencia.

 

Dirán mil cosas. Del Puffo y la Puffa que pronto se irán a Suecia. De nosotros que sufriremos su ausencia. De lo que resiste y lo que no lo hará. De las mil cosas dirán y callarán también. Diremos y callaremos todos. Del silencio y de la muerte, de los días que hemos amado y del amor ausente, del desamor, del miedo, de nuestras culpas. De lo vivido y lo que nos queda por vivir. De las mil cosas.

19 noviembre 2021

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De VOCES DE HISPANOAMÉRICA, 20/11/2021

Imagen: Pier Paolo Pasolini, Paisaje, 1943

 

Las cosas que son tan tuyas


ROSARIO BARAHONA MICHEL


Ríos de palabras sueltas con todo ton y con todo son. Saetas clavadas en el corazón de San Sebastián. El alma en pena de Jack Kerouac paseando por El Prado de Cochabamba, narrándonos secretos varios.

Tres expresiones, y aún una cuarta: el don de comprender las cosas, asiéndolas, palpándolas con los índices y los anulares o acariciándolas como se acaricia el suavísimo lomo de un gato angora. Fue difícil elegir una de ellas para escribir este texto, suerte de apuntes de presentación, porque todas son per se en el libro que ocupa ahora nuestras manos temblorosas. Por eso elijo conscientemente las tres, y tal vez las cuatro, por ser ambos  números (tres y cuatro) místicos, cargados de significaciones.

Este libro se encuentra atiborrado de una trama de pensamientos, pensamientos entrecruzados que, acaso, sueltos, liberados y lanzados al viento, al fango o al precipicio, logran expresar, por un lado, las impresiones primarias que Claudio Ferrufino-Coqueugniot ha experimentado tras un suceso trivial o no, mortal o no (Escribir, por duro que sea, no lo será tanto como sobrevivir), corporal o no (Nunca es tarde. Tus músculos, tu sangre, no te van a engañar), onírico o no, ya se verá. Por otro lado, -y también, por qué no- se logra expresar el fondo de las cosas que se sedimentan en la memoria, las que maduran con el tiempo como el buen Syrah que Claudio bebe en sus domingos caprichosos, las cosas que se comprenden más -no mejor, no, o no necesariamente- a fuerza de la dura adquisición de experiencia, intuición y tiempo, ante todo, tiempo, sin el cual serían imposibles adquirir las dos primeras.

Claudio mira de frente las cosas del mundo, con embeleso y a veces, con horror. No como nosotros/as, los otros/as las miramos, a veces descuidadamente, a veces aprensivamente, o por lo menos, las cosas no lo miran a él como a cualquier mortal, sino como a un ser desaprensivo. Quizá por esa cualidad, él puede asir las cosas que todos conocemos haciéndonos pensar en las miles de posibilidades en derredor de ella, mientras percibimos con pasmo que en realidad no conocemos nada.

Pues bien, una precisión previa, quizá suerte de advertencia. Las palabras de cada párrafo de este libro son en su mayoría independientes, como si cada uno gozara -y goza, en efecto- de vida propia. Casi cada párrafo cuenta de por sí, su historia. A partir de cada párrafo es posible tejer y destejer, como Penélope, toda una odisea antigua. Eso sí, cada párrafo es como una flecha clavada en el corazón de San Sebastián, haciéndonos pensar como habrá pensado el santo durante su agonía, cuántas rápidas preguntas podrán hacerse en una lenta agonía: ‘por qué esto y por qué aquello, por qué la difuminación de la niebla en mi memoria, por qué sé ahora que tenía y aún tengo tal o cual recuerdo y por qué no lo he recordado sino hasta hoy, y por qué el bosque peligroso y lleno de secretos sucumbe ahora, como luz cegadora ante mis ojos y por qué, de repente, este dolor sobre mi corazón’.

El ejercicio de mirar las cosas desde otros ojos, sería, pues, una respuesta aproximada.

Pero al mismo tiempo este libro es mucho más.  Prácticamente carente de personajes como tales debido al carácter o formato de estas páginas (retazos narrativos cosidos con originalidad y tiento), también es la voz fantasmal de  Kerouac por cierto, un fantasma que flota, suspendido en el aire por el poder de su palabra penitente que permite que, a través del ojo y tacto de Claudio, comprendamos más aun aquellas cosas que interpelan, intiman, confrontan, resuenan y aunque se olviden, no se olvidan, pues tienen que ver con lo primigenio de la experiencia humana de nuestro autor  (‘como Jalisco fue para Rulfo’- parafraseo a Claudio- pues Cochabamba es para Claudio): la soledad de los domingos, los recuerdos que pesan de la lejana Bolivia, de la reciente visitada Rusia, el amor y la sangre en ambas.

Si bien Nuevos textos de memoria antigua no es una novela, pero Claudio es, sin embargo, novelista, me permito citar a Henry James, quien, en un ensayo suyo comenta sobre el novelista como un historiador de las emociones:

Un novelista es un historiador: el curador, el guardián, el expositor de la experiencia humana.

 

Pues eso es cabalmente Claudio Ferrufino-Coqueugniot, una voz propia que retumba incólume y viva, no solo a través de fantasmales voces de poetas muertos, sino a través de su potente pluma que escribe con desafuero y desaprensión.

Todo es en este libro, menos silencio.

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Contratapa para NUEVOS ESCRITOS DE MEMORIA ANTIGUA, Noviembre 2021

 

 

Saturday, November 20, 2021

Pan de Arani Mamaqonqachi


ROSA ELENA NOVILLO GÓMEZ

 

Arani es famosa por su pan. Tiene sus características propias, como el de Toco las suyas, y así… Pero hay uno especial que por el nombre da a entender que dada su calidad los niños tendrían la terrible disyuntiva de decidir entre el pan y sus madres. Aguda táctica empresarial o quién sabe los misterios que esconde entre sus arcanos.

El pan Mamaqonqachi según los registros de la memoria histórica de la familia Camacho Ortiz data de 1873, año en que aparecen los primeros vestigios de la panadería cuyos mentores fueron los Sres. Manuel Isaac Ortiz Oballe y Juana Francisca Goytia de Ortiz. Siguieron la tradición los hijos Arturo Ortiz y Benita Dávila, el año 1906, continuando la segunda generación: Ellos se dedicaron al producto tradicional pero también a elaborar exquisitos enrollados de chancho, picana y escabeche, para acompañar con los panes especiales que solían elaborar y degustar como sajjra ora por la tarde.

La tercera generación corresponde a los hijos del matrimonio Ortiz Dávila. Los hijos Severino, Lola, Máxima y Rubén Ortiz, quien formó familia con Lola Baldelomar el año 1942 y cuyos descendientes continuaron la tradición de la panificación con harina de trigo obtenida en los molinos de piedra de Cocapata.

La cuarta generación corresponde a Cristina y Celestina, quienes transmitieron el oficio artesanal a sus hijos, los que tuvieron la virtud de transformar un oficio doméstico en una gran panificadora de carácter industrial, cuyo producto llega hoy a todos los hogares de Arani, Cochabamba, Bolivia y residentes en el mundo. 

Asimismo, cabe mencionar que la Sra. Blanca Ortiz Torrico, hija de Máxima Ortiz Dávila, se asentó en Aiquile, llevando la tradición y secretos de la elaboración del pan araneño y otras masitas allí.

Al presente, los hijos de Cristina Ortiz Baldelomar (la chhamera) y Juan Camacho Balderrama: José Delfín, Marina, Hilda, Miguel, Reina, William Camacho Ortiz corresponden a la quinta generación de esta tradición familiar del oficio más importante del hombre: ofrecer el pan nuestro de cada día, alimento infaltable en la mesa del pobre o rico.

Finalmente diremos que la Panadería MAMAQONQACHI, con 148 años de tradición, se caracteriza por elaborar los panes más grandes, denominados Mamaqonqachis (coloquialmente significa pan de gran tamaño, llamado así en términos festivos, porque el niño que se pone a devorar este pan se olvida que tiene madre) que se  transmite de generación en generación, con el propósito de mantener un legado muy importante de sus mayores. Hoy en día, se constituye en un emprendimiento de carácter industrial, que abarca inclusive el área turística, habiendo creado la Ruta del Pan de Arani, un recorrido turístico- gastronómico, e histórico, que incluye además de Arani y varias panaderías, las comunidades de Pocoata y Collpaciaco.

 


Friday, November 12, 2021

Arábica, Caliente Amargo Fuerte y Escaso


MAURIZIO BAGATIN

 

Jan Potocki viaja y viaja y sigue viajando, sufre la sed en el desierto del Sahara y prueba el mejor café en las cortes y en los primeros cafés de una Europa ya demasiado vieja. Sentados en Viena o en Trieste, en Budapest o en Turín, el psicoanálisis intenta extraer a nuestro Edipo, busca el trauma de nuestros fantasmas, el psicoanálisis hace cómplices dos productos que llegan de las conquistas, el café y el tabaco. La conciencia de Zeno Cosini y todos los cafés que tomará Munir. Pero será imposible deshacernos de los fantasmas que uno mismo ha generado, siempre se vuelve al lugar del delito -del pathos incondicional- siempre volvemos al lugar del delito perfecto. Como con las adicciones que la cafeína y la nicotina generarán.

Ahora el sufista ya no se dormirá. ¿De qué habrán servido siete siglos de dominio árabe en España? Bizancio, Constantinopla, Estambul, miles de cafés para un mundo que fue mucho más avanzado que Europa, el Imperio Otomano, con su ciencia y su cultura iba creando la matemática moderna, tomando café y dejando el alcohol.

Y tomarse un café en el Gambrinus en Nápoles, con el secreto que está en su agua, en la plebe o en un café sospeso; desde una ventana de los Quartieri Spagnoli, oír voces que reclaman el aroma de un café napolitano, es el espresso inventado por aquel ingeniero piamontés que apenas habrá conocido el declinar de una Mitteleuropa ya adicta a la cafeína. De la moka de Bialetti, escuchar el inconfundible murmullo, mirando a la mujer que desprende una sonrisa, aún desnuda se acerca a la cocina y toma de una tacita blanca su cafeína cotidiana; es Tiziana, madre, amante e hija. Y de una cafetera que queda siendo un misterio -Newton en una corte francesa, tal vez, llevando entre la plebe un principio básico de sus conocimientos- la cuccumella napolitana, o el café turco en un Yemen desconocido, o el café como metáfora del Iluminismo y, hoy, del capitalismo. La cafeína que te hace ver lúcidamente “la realidad de las cosas”, la que te permite vencer el sueño y más aún, gracias a la luz artificial, te hace trabajar también durante la noche. 

Hard Rock Café por todo el globo terráqueo, el lenguaje es el genio de una tierra, escribe el Poeta del color de su piel, del color de su tierra, es la reconciliación de un café, prometido por Elena Poniatowska: "Mira, allá crecen los cafetos", "¡qué belleza!", “Todo es opulencia de la naturaleza y verdor de árboles y sin embargo los productores de café son los hombres y las mujeres más pobres, los niños más desnutridos. Habitan en casas de palma y su miseria salta a la vista a pesar de que la cereza del café se apile en montones y tenga reflejos violetas, rojos, amarillos, ocres y brillos de diamante. En cambio, quienes lo venden cotizan el café junto al petróleo y al oro en la bolsa de Nueva York y llegan a ser banqueros en Wall Street”.

Escribo recordando muchos viajes, los muchos cafés tomados… la danza del vientre en una noche de las mil y una noches… sus variedades, Borbón, Bourbon, Geisha, Venecia, las tazas que conservo y que son del Café que administró mi abuela Angela…

Vuelvo al Hafa, el camino al cielo está ocupado, me tomaré otro café. Que sea Caliente, Amargo, Fuerte y Escaso.


12 noviembre 2021

Imágenes: Arábica de Pablo Cerezal y la taza de Caffé Bour Bon de mi abuela Angela

 

Thursday, November 11, 2021

Este es el vuelo nocturno de la tifosi de tu cuerpo


JULIA ROIG

 

Yo sé que alguien corta flores para una felicitación y otros para una despedida. Dónde irán unas, dónde irán otras, ellas crecen sin saber. Igual que yo me derramo en tus ojos en ese preciso instante, en el que crecen, en el que se cortan, en el que tú ni lo sabes. Ya casi nadie se desnuda en una carta de amor. Solo precipitación. Alguien sutura, repara un destrozo, alimenta una sonrisa, recoge o roba un mechón. Yo te quiero resbalando en el ágora de mi cintura mientras otros lloran. Incluso te ansío resbalando mientras lloro yo. Reboso electricidad y hoy llueve sin cesar. Y la lluvia es un llanto. Me he quedado hoy sin luz tres veces y no es un eufemismo. Ahora todo huele a velas que me regalaron con aroma a french linen y no quiero que vuelva la luz. Porque está oscuro, porque huele bien, porque te siento. Haces del mundo un mimo detenido en la plaza y no quiero que nadie le eche monedas, lo siento. Detenido es más hermoso. Y entonces tu nombre repetido como un mantra de efecto etílico. Y bailo. Y el pasado como un buque que se hundió. Un pecio, también detenido, roto su rumbo, seco de algún modo. Y bailo. Y entonces el futuro, una ensoñación. Lo puedo hacer todo hermoso pero también puedo hacerte reír diciendo que soy una tifosi de tu cuerpo y que quiero excavar un poema en tu hombro, con aullidos y arrullo mientras suena nuestra playlist y que enoje a los dioses porque somos suaves como el peligro y nos sentimos novísimos y te entrego mis terribles versos en poemas eternos porque lo que quiero es edificar sonetos raros y crípticos en tu pecho y ser la reina de Babia mientras salvamos el mundo o tal vez, el momento. Y tú intentas descifrarme y el mundo se detiene y yo sigo moviéndome contigo. 

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De MISDESASTRESNATURALES, blog de la autora, 10/11/2021

Thursday, November 4, 2021

El Hafa, cuadernos y alucinaciones


MAURIZIO BAGATIN

 

Colgado a la pared el afiche, Naked Lunch, la interzonas adonde el barroco de la escritura lleva la prosa a su majestuosidad. Son Lezama Lima y Nabokov y no son ellos sino el momento de gracias de la palabra, son el haschisch o la heroína, la endorfina en los convulsionados de Delacroix. Beat & be bop, es el saxófono de Charlie Parker. En algunas horas de una tarde es la pureza de la contemplación, el recuerdo de un solo momento.

El viaje se hace real en el estridente llamado de un muecín, en la impenetrable mirada del encantador de serpientes… un espejo sí, caleidoscópico, refractario, un laberinto de visionarios y genios… todos los instrumentos de Brian Jones, el camino de las palabras de Rimbaud… las ambigüedades que nunca fueron sufismo sino el embrollo religioso, sus castraciones, su falta de espiritualidad de un islam instrumental.

El tuareg llama y si tienes un destino también el desierto se convierte en camino… así tan lejos, así tan cerca… donde la memoria se fusiona al olvido -ceremonia de iniciación o fruto de la experiencia- de una lúcida alucinación, la paradoja. Un Oriente y un Occidente unidos en el sacrificio de Isaac.

El Hafa, ¿un bar, un estado de ánimo o una ilusión? Un dudar de todas las filosofías, siempre las mismas preguntas para San Agustín: la libertad, el tiempo, el ser. Salpica en el aire orgullo y vergüenza, como en las horas robadas a largas noches de borrasca y percatándonos que el gen es algo, pero no es todo, que la experiencia es importante pero que otra tajada la debemos a la suerte. Aprendiendo significados hicimos avances.

El Hafa queda ahí, más allá hay quien lo sueña, ciudades enteras y su gente, desprevenidos y románticos, los saltimbanquis y los juglares de este juego que es la vida. Todos arrodillados frente al dolor y paralizados frente al miedo. Y William, como un Malcolm Lowry en hipnosis o como aquel judío que mientras lee un libro, lo hace con lápiz y papel presentes, para luego escribir un libro mejor al que leyó. Y desde las ventanas, el rock, el aullido de Ginsberg, el inconfundible aroma del rif y un té con menta. El Hafa, tal vez, el palacio de la sabiduría, donde en todo inicio hay la eternidad.

01 noviembre 2021


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Imágenes: -Los cuadernos del Hafa de Pablo Cerezal

- Eugene Delacroix, Los fanáticos de Tánger, 1838

 

 

La suerte y los aromas a las dos de la mañana


DANIEL AVERANGA MONTIEL

 

Dedicado a Claudio Ferrufino, Maurizio Bagatin y Nelson Tovar.

Dicen que, si te haces amigo de personas maduras, sea a donde te dirijas, aprenderás por sus testimonios mucho mejor de historia que por los libros formales. Es verdad, o al menos esa verdad se hace latente y contundente en Cochabamba. Tan verdad es, que hasta las anécdotas de los amigos cochabambinos tienen el sabor a kawi del comedor 27 de Mayo, a los choricitos con triguillo de Tarata, a las Huaris enfriadas de heladeras que tartajean en el kilómetro siete y medio, a la chicha contundente más que dulce de las ferias agroecológicas, o a la caricia de la brisa de El Paso, Colcapirhua o Paucarpata, sumado al arrorró que te canta la corriente helada del riachuelo que desciende desde Apote y se desplaza, ágil siempre, hasta Tiquipaya.

Dicen que el “Gordo jajaja”, quien fue, hace mucho, el responsable de la venta de esas salteñas insuperables en Cala Cala, decidió morirse antes que seguir las indicaciones/advertencias de los médicos, pues seguir aquella “dieta estricta” involucraba dejar de disfrutar como él había hecho desde mucho antes... Morir de repente, como aseveraba Reynolds, es un don y algo casi imposible. Quién no quisiera tener un botón de autodestrucción, listo para ser presionado, antes que pasar por el sufrimiento que trae el deseo no satisfecho. Quién no ha querido exiliarse del cotidiano, vivir sin hacer daño, morir de repente, vivir solo para disfrutar, y si no es así, chau, que nadie me joda, que este sufrimiento es mío y si no hay solución, aur revoir, pendejetes... Quién, y no lo pregunto, lo afirmo, no ha querido matarse para dejar de pensar en ella (sea Leonor, la de los ojos acaramelados, diosa coronada de mis tardes en Cosmos 79; o Karen, la de suspiros hechos sonrisa y labios de promesa incumplida, o Micaela, la de cabellos azabache y pezones de un rosado sobrenatural), pues los sufrimientos más sublimes son esos. ¿Alguna vez han amado? ¿Alguna vez un atardecer en Apote no les abrió la posibilidad de cometer un asesinato propio, un egonicidio (ya que hablamos de parricidio, feminicidio y otras parafilias de la muerte), porque la locura, que viene de no saber controlar algo importante o de perder el control, ha dominado sus existencias?

Ir al césped ajeno para sentirse más afortunado, cuestionar la vida y al mismo tiempo disfrutarla. Esa es la virtud de ir a Cochabamba, al menos para mí. “No debieras volver al lugar donde fuiste feliz”, me decía Juan Montiel, recordando sus lecturas de Dante, Sábato y Borges, hace más de veinte años, en la casa-tienda cercana a la avenida Heroínas, las primeras veces que iba a Cochabamba para visitarlos a él y a mi abuela, “No debieras volver, porque te puedes frustrar”, aseveraba, y se iba a pasear todas las tardes para ver las grupas de la fauna femenina que iba y venía en el transcurso de su tiempo, atiborrada de perfumes ignotos para mí por entonces; gracias a él, en cierta medida, comencé a escribir, a hacer historietas donde “mataba” a mis maestros, para venderlas en formato de fotocopias engrapadas, con el fin de luchar en contra del bullying de ser pobre y costearme mis primeros cigarrillos (No es por enamorarles, pero a eso de los once años ya me sabía los sabores y aromas de los Casino, los Astoria y los Big Ben)... Recuerdos que se agolpan, como fantasmas de navidades pasadas y que son sensaciones que se quedan, mas nunca son ni serán memorias que puedan herirme. A pesar de las advertencias de mi abuelo, de Sábato en su Heterodoxia y de las tías lejanas, que siempre son envidiosas y repelentes, como la reina de corazones de Alicia en el país de las maravillas (la reina de corazones de la versión animada de Disney, al menos), nunca me he frustrado en Cochabamba. Siempre que voy, nuevas experiencias sepultan las frustraciones antiguas, nuevas experiencias me enseñan que vivir no es encontrar los extremos, sino surcarlos en gradaciones sin asco, como la experiencia del “Gordo jajaja”, o cuando me encuentro con amigos que más parecen parientes, porque te reciben con entusiasmo: gente distinta, no mejor, sino distinta a la que encuentras en otros territorios, gente que te demuestra que no estás solo en esta encomienda de mierda que es ganar dinero con mentiras, porque ya lo dije alguna vez: la literatura, y al menos la narrativa (porque la poesía es otro cantar) es una estafa consciente, pues vives de mentiras, aunque sean creadas desde la realidad, y los lectores, los lectores que te siguen y te leen, son conscientes de esto, pero te siguen el juego, porque la vida es juego o si no, infierno. Odiar la mentira es para cobardes o marulos (que no maricones, marulos), mientras que seguir la mentira hasta el final es de valientes y de sensatos, de gente que vale la pena conocer.

Pasar por restaurantes o bares de la LLajta, que no lujosos pero genuinos, y encontrar allí a personas que recuerdan a los que están afuera, lejos en distancia pero cerca en cariño, también es un agregado interesante. Muchos lo piensan, en sus anécdotas, al Claudio Ferrufino, mientras que otros, sorpresa de sorpresas, te piensan a ti, enclaustrado en donde vives y estás, allende la sombra andina que es casi escoria, y aunque hayas aparecido nombrado con resentimiento como un paria de mierda en ciertas páginas virtuales, a ellos les resbala esa difamación fundada del hembrismo, pues los amigos de la Llajta te recuerdan con cariño, sin rencor, y si es con rencor te lo dicen de frente, sin medias tintas, qué carajos. A eso me refiero, afortunado quien vuelve donde fue feliz, para seguir siéndolo de muchas otras formas.

La escritura es un camino en solitario, pero la publicación es un trabajo conjunto. Publicas algo y te sientes solo al principio nomás, porque si lo has hecho de manera sensata, aparecen, de pronto, personas que te felicitan por tal libro, por tal memoria falsa que publicaste, y encuentras lectores, porque solo se hace así cualquier publicación: el sonido de la caída de un sauce en un bosque sin gente que lo escuche es triste, pero en Cochabamba siempre encuentras gente que escucha esa caída y está dispuesta a compartirte su experiencia.

Es bueno visitar Cochabamba, porque el perfume de los dedos a las dos de la mañana es de cigarrillo, de chicha, de compañía perfumada con ají y jengibre, canela y sal, wira wira y triguillo acaramelado, y el sueño no aparece, aunque lo invoques.

Dije ya desde las redes sociales que mi cable a tierra son los viajes a Cochabamba, gracias a sus calles, a su calor y humedad, a su gente que, con sus sonrisas, te recuerdan canciones de Los Golpes y a memorias ciegas que recuperan la vista por la creatividad de la onomatopeya circunstante gracias a la chicha consumida..., que “Mi abuela atravesaba los charcos con la falda levantada y choltin-choltin nos alcanzaba para chak´aj chak´aj chicotearnos por gastar la plata de la carne en chicha”, que “El meco es el olor del chaca-chaca y que no sepas eso te hace doblemente ignorante, Daniel”, y saberse acompañado, aunque tengas la vida hecha una condena injusta por estar ocho horas escribiendo frente a una computadora, solo como un cactus de jardín jailón, o junto a una iniciativa ajena a tu oficio de escritor y que nadie (menos ella) te la acepta como algo bueno, para terminar comiendo solo con cigarrillo o vino como postres, termina siendo una suerte inigualable, llena de esa felicidad que tiene, muy en el fondo, algo de tristeza: “No estás solo, cabrón”, escuchas que te dicen en las jaranas (y no para congraciarse contigo, como haría alguna vez cierto periodista bajito de La Razón, fan de amargos escritores heridos y de chupas-homenaje, nomás por hacer conversación o justificar su inseguridad como amigo) y también te recalcan: “Acá tienes lectores, por eso nomás te aguantamos; eres un cojudo, pero eres nuestro cojudo”. Es una suerte tener lectores en Cochabamba, la mejor suerte del mundo, porque si tienes lectores, tienes gente que te acompaña y no idealiza tu oficio con tu vida, aunque a veces parece todo lo contrario.

En 2002, cuando por obra y gracia me encontraba en Puerto Tujuré y conversaba con Bosé Yacu, la última mujer que se sabía bien la lengua Pacahuara (los snobs escribirán “Bossi Yacu” o “Pacawara”), conocí a un comerciante brasilero que me decía que los últimos días de su vida los desearía vivir en Sucre, que allí era como una pequeña Europa y que le gustaba mucho la poesía de Eliodoro Aillón, que se había enamorado así de Sucre y de su gente. Si podría decir lo mismo de mis últimos días (que no sé cuándo será, y si lo decidiría yo por obra y gracia, sería a costa del sufrimiento de los míos), tendría el alma separada en tres: morir en Oruro después de probar un Tojorí bien servido, morir en Puerto Tujuré, a orillas del río Negro, después de comer almendras de piel tibia, o morir en Cochabamba a las dos de la mañana, percibiendo el perfumillo en los dedos de la aventura vivida, sea de piel de amiga o de poesía (“nací muy tarde”, nos respondió una niña de siete años a su madre y a mí, otra poeta “de verdad” y no como Senseve, en Cochabamba, cuando le preguntamos si disfrutaba comprar libros más que jugar en el celular), serían mis opciones más combativas.

Es una suerte tener el alma separada en tres lugares para percibir mi final, y me siento el hombre más afortunado cuando puedo percibir el perfume de la aventura vivida, a las dos de la mañana, en Cochabamba, sin morir aún. 

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De PREÁMBULO ROJO, blog del autor, 21/12/2020

Fotografía gentileza de Marcelo Paz Soldán

 

Monday, November 1, 2021

Cioran: entre el "pesimista seductor" y el "romántico retrógrado"


DIANA KOFSZYNSKI

 

Decía Cioran que su escritura tenía un fin terapéutico, de liberación. Para él escribir representó una necesidad y destacó los dos grandes temas que le importó y que trató en la mayoría de sus libros: la inutilidad de la vida y la muerte. Lo demás no tenía tanta importancia para él. De su periodo pasado en la ciudad de Sibiu recordaba sus constantes insomnios:

"Llegaba a pasar semanas sin pegar ojo. Me di cuenta de que la vida es soportable gracias al sueño; cada mañana, tras una interrupción, comienza una nueva aventura. El insomnio, sin embargo, suprime la inconsciencia, obliga a veinticuatro horas diarias de lucidez. La vida sólo es posible si hay olvido".

Más tarde escribió "En las cimas de la desesperación" abandonando la idea del suicidio. Siguieron muchos otros libros y también largos paseos nocturnos por Jardin du Luxembourg, sumergido en reflexiones filosóficas. Sin embargo el filósofo "naif y sentimental" encontró en la risa su mejor medicina. Una risa compartida con la filósofa alemana Friedgard Thoma. Una relación corta, intensa, que se resumió a unos pocos encuentros en París y más a un montón de cartas donde Cioran expresó de manera sincera sus deseos y sentimientos a la mujer que conquistó su corazón.

"El pesimista seductor" hizo un cambio en su estado de ánimo y se convirtió, a sus setenta años, en "el optimista seductor", cuando Friedgard Thoma llegó a ser su epicentro. Cioran le escribía en las cartas cuánto disfrutaba de esos encuentros únicos y cómo le gustaba reírse con ella, lo que le llevó a convertirse en "otro hombre". Y Cioran se convirtió, inesperadamente, en un "romántico retrógrado" disfrutando más de la risa que de las conversaciones filosóficas. Cuando el alma de Cioran se enamoró, el filósofo vivió entre risas y lágrimas:

"Acabo de releer tu carta llena de poesía y lloré (lloro tanto desde que le conozco a usted). Usted se ha convertido en el centro de mi vida, en la diosa de alguien que no cree en nada, la mayor felicidad e infelicidad jamás encontrada.

Después de hablar sarcásticamente durante años sobre cosas como el amor, debería haber sido castigado de alguna manera, y realmente lo estoy, pero no me arrepiento."

En esas cartas Cioran abrió su corazón y dio rienda suelta a todo lo que sentía, encontró en Friedgard una especie de fuente revitalizante, olvidándo la desesperación y "el inconveniente de haber nacido". Luchó en las cimas de la desesperación pero no quiso rendirse y no dejó de amar.

Cioran fue filósofo y también un hombre que se enamoró y descubrió la risa cómplice del amor, en la senectud.

Texto: ©Diana Cofşinski