DANIEL MOCHER
Vuelve
Miguel Sánchez-Ostiz con un breve poemario en prosa, Osadías y
descalabros, el de después del ictus, el que ha pergeñado entre 2021 y
2023, lentamente, con dificultad, tras el tropiezo, los arabescos en la caída y
el inevitable encontronazo con el suelo duro y grave de la realidad. Dice el
maestro que te has derrotado y lo sabes, y sin embargo insistes, osado y sin
futuro alguno, en poner una palabra detrás de otra, persiguiendo fantasmas y
oscuridades y unos versos que se sostengan y te sostengan, pero que huyen sin
remedio. Y desde esa fragilidad regresa a las andadas, desde la ruina y el
humo, a la intemperie, desarzonado, con todas las derrotas remozadas, como
nuevas, aferrándose a las viejas cosas, al mundo íntimo, tan personal y propio,
que siempre, para bien y para mal, le ha acompañado. Concurren lo circense (¿a
quién le cuentas de tu cuerda floja?) y lo teatral (sombras en el escenario de
un muro ciego), las referencias literarias (Magris, José María Álvarez, Joan
Margarit, Boris Vian) y musicales (Reggiani, Raimon, Johnny Cash), la
remembranza de unos tiempos grises, impuestos, de pensamiento único y dirección
obligatoria (nos iba la vida en las devociones ajenas hechas propias a la
fuerza), un tiempo presente no mucho más benévolo, también lo que pudo ser y no
fue (en recuerdo de los mares de Asia por donde no has navegado), los errores
imperdonables (es preciso atreverse a vivir la propia verdad, y ponerse en
claro, aunque duela), los sueños de vida mejor esfumándose (los del tiempo de
las cerezas que nunca viste), las amistades falsas (mire compadre, deje las
cosas como están, no remueva el cieno, vayamos cada cual, en paz, por nuestro
lado) y las de veras, los ajustes de cuentas (ponerme en paz con cuanto quise y
pude tener y no tuve), el peso de la vejez herida y arrinconada (supongo que la
vejez será esto: un “cerrado” y un “se vende” vistos al paso en lugares que
hasta ayer eran puntos de referencia de lo vivido y hoy son de “liquidación por
derribo”), el refugio inconsistente /05/de la escritura (ni tu sombra puedes
dejar. Como mucho, un nombre enterrado entre papeles, libros y cachivaches)
ante la presencia cada vez más palpable de la muerte (se mete en el espejo
profundo de la sala de respeto y desde esa lejanía te observa), de nuevo lo
goyesco, el esperpento también, soliloqueos y desbarres en la patria de Caín,
la autocrítica más acerada (éramos cuadrilleros de un mal poema), el refugio
último de la imaginación (retomar viajes truncados, aunque sean imaginarios) y
el recuento hipnótico y obsesivo de los desconsuelos (de los días junto al
fuego del invierno queda un olor a hollín húmedo y a ruina en penumbra) y los
descalabros (no tienes ni olvido ni absolución posibles y a pesar de ello, no
callas). Por fortuna, este sobresaliente poemario viene cargado de voces que no
pueden ni deben guardar silencio. Por el propio autor y por todos nosotros, sus
lectores, sus semejantes, ses frères.
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Publicado en Revista Purgante, 31/05/2024
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