Mi libro Tordos
en la niebla se trata de eso. Arbitrariedades de la memoria, destellos
de alegrías pasadas, dolores que nunca cicatrizaron, humillaciones cinceladas
con hierro caliente, emociones en permanente fuga que solo pueden ser retenidas
con un atrapa mariposas de palabras. La memoria es tan chúcara, tan engañosa,
tan escurridiza, que debes picanearla continuamente como a un buey adormilado.
El peligro es que te transformes en un juez vengativo, en un pintor
impresionista, en idealizador de cosas que quizá nunca ocurrieron de la forma
que te empeñas en mostrar. No resulta fácil hilvanar recuerdos cuando los
personajes siguen viviendo tan cerca, cuando los villanos de mi infancia no
reconocieron ninguna culpa o cuando los más entrañables retratados ya han
partido hasta el paraíso diseñado por su esperanza.
San Fabián está
soleado, los sauces oscilan entre soplidos de puelches y nortes lluviosos, los
pidenes pasan muy apurados entre zarzales y acequias y Cholito sigue vendiendo
paramela a los turistas. Es el lento transcurrir de este valle que tanto
amamos.
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De CUADERNOS DE
LA IRA (blog del autor), 02/11/2016
Imagen: Portada
del libro
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