Friday, October 21, 2011
MOTELES Y FRASES/BAÚL DE MAGO
Roberto Burgos Cantor
Parece buena hora, la actual, para que un coleccionista ocioso empiece a ordenar un tesauro con las frases de políticos y presidentes de Colombia. No las que acuñan en discursos escritos. Estos en algún tiempo fueron causa de desvelos de sus autores, afligidos por las tiranías de la gramática y los dogmas totalitarios de la religión. Hoy son construidos, así: cons-tru -i- dos, por publicistas, versificadores de caridad, filósofos principiantes, y al final leídos a tropezones por el mandatario.
Se trataría de las ocurrencias que surgen al calor de un humor contrariado, o de una repentina malicia, y que por lo general las impulsa la imprudencia o la travesura. La mina de exploración es tentadora. Saldrían poetas repentinos, admiradores de Voltaire, surrealistas fieles, lectores de Vargas Vila, latinistas del lunfardo, todo un mundo que permitiría a partir del humor o de esa ciencia exacta que es la sicología, conocer los distintos climas de un país cada día objeto de demolición y enseguida entregado a los planes de urgencia de sus parches.
Esta semana un joven Presidente, con cierto e impasible desprecio, advirtió a un miembro de su partido, senador en ejercicio, cómo había vendido los principios y reglas que inspiran a su organización. El precio fue las sábanas de un motel. La idea cercana a aquellos destellos de la buena narrativa y que tanto utilizan los corresponsales de guerra y los novelistas policíacos, merece relatar su contexto para una comprensión universal.
Quizá por el desvío colombiano que consiste en nunca llamar a los objetos, situaciones, y vergüenzas por su nombre, motel es un eufemismo. No corresponde a los alojamientos de carretera que se ven en el cine y que jamás se olvidan. Así el de Psicosis del gran Alfred. Motel en este país está más cerca a casa de citas, parecidas a la del travieso Buñuel en Bella de Día con sus pervertidos, su mujer casta, y su enamorado de medias rotas.
El joven Presidente lanzó esa frase tremenda porque en el inacabable vía crucis que ha sido para nuestros países el comercio de las drogas, Colombia, entre muertos y corrupciones, expropió algunos bienes a los capos. Parece que las inversiones preferidas de los maleantes son los moteles.
El senador acusado utilizó su influencia para obtener la administración de un motel expropiado. Se desconocía que la función de senador otorgaba experiencia en la administración de casas de citas. Nuevos oficios.
El énfasis de la metáfora presidencial está en las sábanas. ¿Qué tendrán?
Me dispuse a escarbar el misterio. Un guardián de motel me acompañó en mi tarea de campo. Son muchas las enseñanzas. Para este incidente bastan pocas. Los moteles son innumerables y están regados por toda la ciudad. En tanto más residencial el barrio mejor se camuflan. Los planes de ordenamiento no cuentan. Su utilización es intensiva. Camas fugaces refrendan o finalizan una pasión. Este uso mantiene las sábanas averaguadas, húmedas. La lavadora trabaja. Les da un color y aroma peculiares.
¿Será fetichista el senador?
Le gente se pregunta: ¿por qué ese político que vocifera contra el aborto no renuncia o cita a duelo a quien así lo describe? ¿Buscará un perdón pontifical?
De El Universal (Cartagena de Indias), octubre 2011
Imagen: Roberto Burgos Cantor en un afiche de lectura de tesis sobre La ceiba de la memoria
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